Capítulo 4: bienvenidos a California
Narra Paul
Me levanté a las siete y media, prepare dos maletas y le di un beso a Lin para despertarla.
-¿A que hora te vas?-preguntó frotándose los ojos.
-A las ocho y cuarto-respondí.
-¿Qué hora es?-
-Mira, cuando me levante eran las siete y media, ahora son las siete y cincuenta.
-Vete Paul no te das cuenta que tienes que ir a las ocho para no llegar tarde-
-Pero quiero despedirme de los niños-
-¡Los niños Paul!-
-¡¿Los niños que?!-
-Se nos olvidó contarle a nuestros hijos que te vas a California.-
-No importa, se los voy a decir ahora.-
-No vas a tener tiempo para despedirte, ¡vete que llegarás tarde!-
Baje las escaleras entristecido, no podría estar un rato más con mis niños. Oí unos pasos que se dirigían hacia mi y me volteé, Linda. Me dio un beso.
-Te extrañaré mucho-me susurró al oído.
-Yo también-le respondí.
Me subí al taxi que me esperaba en la puerta, y sali hasta el aeropuerto. Allí me esperaba Jane sentada en una silla.
-Paul, te estaba esperando.-fue lo primero que dijo al verme.
-¿Hiciste todo lo que te pedi?-
-Aja.-
-Bueno ahora solo nos queda esperar a que llegue el avión.-
-Paul...
-¿Si Jane?-
-¿Estás seguro de que va a funcionar?-
-Sinceramente no. Pero sabemos donde está el niño y si no nos dejan verlo vamos a la justicia.-
-Siento que algo va a salir mal-
-Con pensar negativamente no lograremos nada.-
-Tienes razón... ¿que hora es, Paul?-
-Las ocho y diez. Ya vendrá el avión.-
-¿Le contaste a tus hijos?-
-No. Es mejor que por ahora no lo sepan, enterarse de un día para el otro que tienes un hermano que no es hijo de tu madre, no es fácil.-
-Mi vida ya no es la misma desde lo que pasó.-
-La mía tampoco-
Pasajeros del vuelo 69 con destino a California, por favor, ir abordando el avión.
Jane suspiró y me miró. Caminamos juntos y entramos al avión. El viaje duró como cinco horas, recuerdó que Jane dormía apoyada en mi hombro. Nos bajamos y tomamos un bús que nos llevó directamente unas cuadras antes de la casa que buscábamos.
-Paul, nunca tomé un bús.-
-¿En serio?-
-Si.-
-Que te pareció tu primera vez en el auto bús.-
-Genial, es cómodo.-
De repente nos topamos con que habíamos llegado a la dirección que buscábamos. Un gran portón de madera recorrido por un hermoso rosal. Toque el timbre. Abrió una mujer anciana.
-¡Jane! ¡¿que haces aquí?!-preguntó nerviosa.
-Vinimos a ver a nuestro hijo.-contesté.
-¡Eso de que tus padres vendrían era un engaño! ¿no?-protestó la vieja esa mirando a Jane.
Jane sólo me miró nerviosa sin saber que decir. De pronto apareció atrás de la anciana apareció un niño pelirrojo de ojos verdes. ¡Por Dios! ¡es igual a mi! ¡mi hijo!
-Tú...-dijo Jane sollozando y acercándose al pequeño.
La anciana samarreo violentamente a Jane y la arrojó contra el pavimento. La ayude a incorporarse rápidamente. Le salía un poco de sangre en la cabeza.
-¡Usted está loca! ¡La voy a demandar!-grité.
-No puedes hacerlo sólo se hizo un rasguño.-
-¡Claro que puedo vieja loca!-
-¡Aprende a respetar!-
-Sólo pido que me dejes ver a mi niño, mi pequeño.-suplicó Jane.
-¡Jamás!-gritó la señora.
-Si no me deja ver al niño la demandó.-amenazé.
-¿Porque no te hiciste cargo antes?, esta familia lo educó, le enseñó a ser civilizado. Imagínese si se hubiese quedado con usted, tendría una vida sencilla.-
No me importó mucho lo que dijo, trate de ubicar al niño, pero se había ido.
-¿Donde esta mi hijo?-pregunté.
-Quien le asegura que es suyo.-
-Por favor, es igual a mi.-
-¡No se lo voy a permitir!-
-Ya le dije que la voy a demandar, la ley me permite hacerlo si no me deja verlo. Yo no sabía nada de su existencia, me entere ayer.-
-¿Cómo puede probarlo? ¿Tiene algo que compruebe que no sabia?-
Jane y yo nos miramos. En caso de que hubiera demanda no podemos probar nada.
-Los padres biológicos de Harold ni siquiera se casaron, el necesita un hogar en el que su madre y su padre se aman, sean unidos. Harold es autista y tiene problemas en el habla, somos el hogar perfecto.-dijo la malvada mujer.
-¡¿QUÉ?!-fue lo único que atiné a decir.
Jane empezó a llorar desconsoladamente. La abrace y acaricié su cabello.
-¡Todo fue culpa mía! ¡debía protegerlo! ¡necesitaba de mi y lo abandoné!-se lamentó.
-No tienes la culpa de su autismo.-la console.
-Ahora lo van a abandonar de nuevo, ¿no?-
-¡Nunca lo abandoné y nunca lo voy a hacer!-no aguanté tanta furia.
-¡¿Porque tanto alboroto?!-
Una mujer rubia, alta y delgada se acercó a la puerta. Miró a Jane con el ceño fruncido.
-Mamá, deja que pasen.-dijo. Al parecer es la madre adoptiva de Harold.
-Yo soy la madre de Ha-ha, ¿como se llama?-preguntó Jane levantando la vista.
-Harold. Mamá, deja que pasen.-
-¡Hija no! No soy personas bienvenidas en nuestra casa.-
-¡Por favor! Son los padres de tu nieto, quiero hablar con ellos.-
-No importa. Quiero conversar.-
-Ok, pero no dejes que se acerquen a Harold.-
-Pasen.
Jane y Paul caminaron junto a la rubia. Los condujo a una oficina bastante deprimente, de paredes color beige, cortinas púrpura y un escritorio de madera acompañado de tres sillas. Cada uno se sentó en una silla.
-¿Qué quiere decirnos?-pregunté.
-¿Qué vienen a hacer aquí?-tenía un tono bastante serio.
-Simplemente queremos ver a Harold.-contestó Jane.
-Recuerdó perfectamente el día en el que llegó hasta aquí.-dijo la mujer.
-Yo no puedo tener hijos biológicos.-continuó-mi madre desde que se enteró no paró de atormentarme, me decía que soy una fracasada, una incompleta. Creí que la mejor manera de librarme de sus humillaciones sería adoptando un niño. Cuando me enteré que la hija de una amiga de mi mamá daba en adopción a su hijo, decidí hacerlo. No quería ser juzgada por mi familia. En ese entonces no me interesaba ser madre. Lo hice para dejar de llorar todas las noches por los maltratos de mi mamá.-
-¿Eso que tiene que ver con lo que buscamos?-pregunté.
-Espere.-se levantó de su silla y empezó a dar vueltas por la oficina. Recuerdó que vino Jane a dejarlo. Lo traía envuelto en una mantita rosada. Aun la conservo. Te fuiste tan rápido que olvidaste llevartela. Cuando lo pusiste en mis brazos, mi vida cobró más sentido. No lo puedo explicar. Ese bebé cambió mi existencia.
Una lágrima empezó a rodar por su mejilla rojiza.
-Señora, ¿podría decirnos lo que nos quiere decir?-dijo casi suplicando Jane.
-Ok. Yo voy a ayudarlos.-Suspiró.
-¡¿Qué va a pasar con su madre?! ¡ella no nos quiere!-exclame.
-Ella no tiene porqué enterarse, ¿de acuerdo?-exigió.
-Aja.-respondimos Jane y yo a coro.
-Voy a darles la dirección del colegio a donde va Harold y llamaré a la escuela y les diré que todos los martes lo irán a buscar sus "tíos".
-Ahh... nosotros somos sus tíos. Muchas gracias.-
-Ahora vayan y fingan que les di dinero para que se alejen.-ordenó.
-¡¿Qué?!-gritó sorprendida Jane.
-Deben fingir que les di una suma de treinta mil dólares para que nos dejen en paz.-respondió ella.
Salimos de la oficina, y nos dirigimos a la entrada. El plan salió a la perfección. Antes de que nos fuéramos la señora con la que dialogamos nos dio, disimuladamente, un papel con la dirección de el colegio. Además estaba claramente escrito que la primera vez que lo tendremos que recoger será mañana. Va a una escuela para niños especiales.
-Paul, ¿crees que no se va a dar cuenta?-preguntó Jane.
-Si.-respondí
-¿Dónde dormiremos hoy?-preguntó de nuevo.
-No te preocupes por eso, hay un hotel muy bueno cerca de aquí.-dije.
Caminamos con nuestro equipaje hasta que señalé que llegamos al hotel del que hable. Nos acercamos a la recepción del lugar.
-Buenas tardes.-saludé al botones.
-Buenas tardes, ¿quiere reservar una habitación?-
-Si, para dos personas.-
-¿Son pareja?-
-No.-
-Entonces irán a la habitación número ochenta y seis.-
Nos dio la llave y nos dirigimos al cuarto que nos reservaron. Estuvimos sentados y en silencio por una hora. La habitación era muy bonita, había dos camas acompañadas con mesitas de luz, una mesa redonda de madera y un mueble para libros.
*Bip bip*
Sonó el teléfono. Atendi rápidamente.
-¿Paul?...-era Linda, tenía la vos quebrada. Estuvo llorando.
-¿Qué pasa Lin? ¿estás triste?-pregunté afligido.
-Mary... pa-pasó algo-respondió.
-¿Que?-
-Sufrió convulsiones.-
-¡¿La llevaste al hospital?! ¡¿como esta?!-
-Si, la llevé. Está muy asustada, quiere verte.-
-¿Entonces no fue nada grave?-
-No.-
-Gracias a Dios-respiré aliviado.
-¿Cuando volverás a casa?-
-No lo sé.-
-Ya ubicaron al niño-
-Si, tenemos un plan para poder verlo.-
-Me alegro.-
-¿Cómo has estado desde que me fui? Hace unas ocho horas.-
-Bien.-
-¿Ya les dijiste a los niños lo del viaje?-
-Si.-
-Ok, tengo que cortar. Te amo mucho.-
-Yo también-
Colgué el teléfono y me senté al lado de Jane, que esta sentada en una silla, en la mesa.
-¿Pasó algo malo?-preguntó ella.
-Nada grave-contesté.
-¿Y tú esposa? ¿te extraña?-volvió a preguntar.
-Si, y mucho. Yo también la extraño.-respondí.
Jane se acercó a mi, me tomó de las manos y me susurró al oído: "Paul siento algo raro".
-¿Te sientes bien Jane?-indague.
-Perfecto-contestó.
-Entonces... ¿que sientes?-
-Yo me culpo demasiado por lo que pasó hace siete años, y no debería hacerlo. Yo acepto que abandoné a mi propio hijo, pero es muy retrógrada la idea que me dieron mis padres. Yo soy una estúpida por haberlos escuchado.-
-No comprendo lo que me dices-
-Que yo jamás debi haber escuchado a mis padres cuando me dijeron que abandonará a Harold.-
-¿Crees que debería perdonarte?-
-No sé. Eso depende de ti.-
-¡Es que no puedo entender como alguien abandona a su propio hijo!-
-Soy patética, muy patética. Tienes razón en todo lo que me dices-
-Perdóname, no medi mis palabras-
-No hace falta que mis pidas perdón. Mejor iré a acostarme.-
Me sentí muy mal. No me gusta tratar así a las personas, la hice sentir como si fuera una criminal. Lo que hizo estuvo muy mal, pero hay una gran culpa de la sociedad. El problema no es tener un hijo antes de casarse, el problema es haber echo lo que se necesita para tener un hijo. Es muy injusto que miren mal a las personas que lo hicieron. Miran mal a las madres solteras, a las mujeres que no pueden tener hijos, vivimos en una sociedad de porquería, en donde cualquier porquería es aceptada.
Me dejé de pensamientos y tomé una tremenda siesta. Me levanté y eran como las seis de la tarde, al llegar la noche cenamos y cada uno se fue a dormir a su casa. Así transcurrió nuestro día. Estoy muy ansioso de conocer a mi hijo, a Harold, pero a la vez me pregunto: "¿que estará haciendo Linda?
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¡Hola! Como verán este capítulo es más largo que todos los que he publicado hasta ahora. Lo que sucede es que ahora con mi política de actualizar todos los viernes es más fácil, tengo más tiempo para escribir. Otra cosa que quería comentarles es que voy a hacer un especial de preguntas, así que pueden dejarlas en los comentarios o por mensaje privado.
Alice
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