||Extra²: Michael Corleone||
¿Qué hubiese pasado si Gustabo se hubiera encontrado con su destinado?
¡Averigüemoslo!
Regresemos el tiempo al Capítulo 11: Destinado...
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El pequeño Gustabo se preparaba para iniciar servicio.
En eso, un olor lo cautivó en segundos.
¿Qué es ese olor?¿Quién lo portaba?
Tomando sus armas de armería se dió por iniciado su día de trabajo.
Al salir de allí, se topó con un hombre de traje negro y sombrero del mismo color recargado en el mostrador.
Olfateó sutilmente el aire, el aroma venía de él.
Sus miradas se conectaron.
Pero cuándo se quiso acercar para hablarle por impulso, de la puerta doble salió Volkov.
-Nos vamos a federal, te comes la perpetua-
Y así, miró al comisario llevarse al sujeto, solamente decidió no darle importancia, pero su lobo interior había comenzado a aullar fuertemente.
[•••]
–Te vas a federal amigo–
Dijo con un poco de pena dejando la PDA de lado.
–¿¡Cómo que federal?!–
–Acumulaste 25 meses–
Informó Horacio al lado de su amigo y compañero.
–Joder–
Murmuró el sujeto que recién habían procesado.
–Lo siento, pero piénsalo mejor cuando atraques y rompas varias reglas del código penal–
Dijo con simpleza Horacio, volviendo a esposar al sujeto.
–Andando–
Dijo esta vez Gustabo.
[•••]
–Por aquí–
Informó un guardia de la federal.
El alfa de cresta y el omega que esta vez guiaba al preso entraron pasando por un pasillo, entrando en la federal, mirando todas las celdas con presos dentro.
–Celda 12 oficial–
Horacio y el guardia salieron ya que Horacio tenía que pasarle algunos datos del sujeto para el encierro.
–10-4–
Dijo Gustabo subiendo unas escaleras escoltando al preso que no se esforzaba ni para caminar.
–Joder amigo, mueve el culo–
–Obligame omega de mierda–
Dijo con desprecio el sujeto ya vestido de preso.
–Más respeto al oficial gilipollas–
Una voz ajena a la de ambos se hizo presente, haciendo voltear a ambos.
Un preso más que se encontraba recargado en los barrotes de la puerta, mirándolos a ambos.
–Tú que te metes–
Dijo molesto el preso aún esposado.
–Ya basta, contrólate o te meteré más meses aquí–
Dijo Gustabo ya cansado, abriendo la puerta de la celda al lado de su defensor, quitando las esposas y empujando al idiota allí dentro.
–¡Con cuidado!–
–Jodete allí, pudrete–
Dijo Gustabo observándolo cruzado de brazos con una sonrisa ladina.
Ya era momento de irse, así que volteó mirando al sujeto que se encontraba recargado en los barrotes, su rostro le pareció conocido.
–Tu te entregaste esta mañana, ¿No es así?–
Preguntó curioso mirando al tipo.
–Si, no tenía como pagar mis multas pero nunca creí tener tantas como para terminar con perpetua–
Dijo sincero, mirando al oficial con detenimiento.
–Mm, ya veo–
Dijo el menor mirándolo de igual forma.
Un sentimiento había crecido en ambas personas al sostener la mirada, algo tan lindo, que no querían dejar de sentir.
Cuando se dieron cuenta de lo sucedido, solo parpadearon mirándose sorprendidos.
–Usted...–
Susurró el omega acercándose un poco más a la celda, posando delicadamente sus manos en los barrotes.
–Tú...–
Ambos lobos internos aullaban de alegría de encontrarse, lloriqueando por tener contacto, siendo eso lo que hicieron.
El preso tomó con cuidado las manos del oficial, acariciando los nudillos del omega con sus pulgares.
–Soy Michael–
Dijo el pelinegro, mirando al rubio con una ligera sonrisa.
–Yo Gustabo–
Susurró con un pequeño rubor.
Eran destinados, y se habían encontrado, pero la situación no era una de las que se esperaban.
Mantuvieron el contacto por más tiempo, sin darse cuenta de cuánto era el que pasaba.
Y siendo lo inevitable, Gustabo comenzó a sentir la temperatura de su cuerpo subir, y tirones en su vientre ocasionando que emitiera un pequeño chillido agudo, era algo natural cuando alfa y omega destinados se encontraban, que el celo se adelantara, pero el momento y lugar no eran los adecuados.
–¡Gustabo!–
Horacio que había entrado al escuchar el chillido de su mejor amigo lo hizo preocupar, corrió rápidamente subiendo las escaleras, mirándolo con un preso el cual parecía desesperado por poder estar con Gustabo.
Horacio gruñó mostrando sus colmillos al alfa encarcelado, creyendo que éste le había hecho algo, pero lo dicho por su amigo, fue algo totalmente inesperado.
–H-horacio no, es m-mi destinado–
Dijo con sus ojos llorosos, el calor era insoportable.
Horacio mordió su labio con preocupación, antes de que el instinto quisiera tomar control de él, cargó a Gustabo para llevárselo de allí.
Dejando atrás a Michael y a su lobo interior aullando y rasgando en desesperación por estar con su omega.
[•••]
Habían pasado tres días de lo sucedido, esos tres días habían sido los días más intensos de Gustabo, normalmente su celo era calmado, fuerte al segundo día para volver a ser calmado, pero ésta vez había sido en todos una tortura, preocupando de igual forma a su padre.
–¿Estás mejor?–
Preguntó Jack a su hijo el cuál salía de la habitación.
–Si papá, ya fue–
Dijo suspirando con vergüenza.
–Papá, necesito decirte algo–
Dijo sin verlo.
–¿Qué ocurre?–
Padre eh hijo fueron a sentarse en un sofá del hogar.
–¿Es posible, qué alguien que esté en perpetua salga de allí?–
–Gustabo, sabes perfectamente que no–
Dijo confundido mirando los movimientos de su cachorro.
–Y si, es alguien por multas, ¿No se puede solamente dejarlo algunos meses y ya?–
–Gustabo, mírame–
Dijo levantando el rostro de su hijo, el cual tenía lágrimas acumuladas en sus azules ojos.
–¿Qué te ocurre?–
Preguntó en un tono suave, su cachorro estaba tan débil y sensible y no sabía el porque.
–Michael Corleone está en perpetua, y...es mi destinado papá–
Dijo separándose un poco para limpiar sus lágrimas.
Jack quedó mudo, ¿Destinado? Si eso era verdad...era peligroso, muy peligroso entonces.
–¿Estás seguro Gustabo?–
Preguntó un poco desesperado el alfa.
–S-si–
Dijo con voz temblorosa.
–Es por eso que, mi celo se adelantó tanto, nos quedamos mirando unos segundos, mi lobo comenzó a volverse loco, fue un sentimiento muy bonito–
Describió con su rostro sonrojado.
–Y estos tres días, me sentí demasiado triste, fue insoportable, dolía mucho–
Dijo agachando la cabeza.
Jack sabía que ocurría, y sabía lo mal que te podía hacer el no estar con tu destinado, lo sabía de primera mano, sabía lo doloroso y lo que podía causar, por lo que un pánico interior lo invadió.
–Gustabo–
El omega miró con ojos tristes a su padre.
–No estés así... haré algo para que le reduzcan la sentencia por lo menos–
Los labios del omega formaron una sonrisa.
–¿Dices que fue por multas?–
Gustabo asintió.
–Me dijo que no sabía que debía muchas, había venido a entregarse para cumplir la condena pero no tenía ni la menor idea de que terminaría en perpetua–
Jack asintió al escucharlo.
–Buscaré en sus antecedentes, descansa bebé, necesitas hacerlo–
Depositó un beso en la frente de su hijo.
Ahora mismo Jack tenía trabajo, y llamaría a Michelle, necesitaba ayuda rápidamente.
No quería que su hijo muriese de tristeza como él estuvo apunto de hacerlo.
[•••]
Después de unos días, Gustabo había sido autorizado para visitar a Michael, pues después de la explicación de su padre y tía, era lo mejor para él y para su alfa destinado.
Al llegar entró en federal, justo en una sala de visitas, dónde había una mesa y dos sillas.
Quedó esperando inquieto subiendo y bajando un pie bajo la mesa, hasta que su lobo nuevamente se volvió a poner inquieto.
A los segundos, Michael había entrado junto a un guardia, se le veía mal, pero al ver al omega, su mirada fatigada y triste cambió, cambió a una llena de vida.
El guardia se fue, pues igual estaba al tanto de la situación, y no deseaba interrumpir.
Gustabo se puso rápidamente de pie, abrazándolo por el cuello, y Michael con alegría lo abrazó por su pequeña cintura.
–Omega–
Susurró Michael, olfateando aquél exquisito olor que emanaba el rubio.
–Alfa–
Ronroneo mirándolo con un pequeño brillo en sus ojos.
Los lobos de ambos comenzaron a aullar y a desear un contacto más íntimo, por lo que siendo inevitable, juntaron sus labios en un beso.
Fueron minutos llenando aquél deseo, siendo lento, dulce, con cariño y necesidad.
Al separarse y recobrar el aliento, Gustabo le sonrió.
–20 meses–
Michael lo miró confundido.
–¿20 meses?–
Repitió lo dicho por el omega.
–Tus antecedentes no eran grabes, eran muchos, pero no grabes, el Superintendente logró reducir la sentencia a lo más mínimo posible–
Explicó con una sonrisa.
–Pero, ¿Porqué lo haría?–
Estaba confundido, el Super de la ciudad era un hijo de puta.
–Bueno, él sabe demasiado bien lo que puede ocurrir cuando los destinados se encuentran y no pueden estar juntos–
Dijo ocultando su carita en el pecho del alfa.
–¿Es muy cercano a tí? Yo lo creía un hijo de puta sin sentimientos–
Dijo aún abrazando por la cintura a Gustabo.
El rubio soltó una pequeña risita.
–Todos piensan así, es así por el trato que le dió la vida, pero en realidad él es alguien maravilloso–
Despegó su rostro del pecho del más alto.
–Lo sé porque es mi padre–
Dijo con una sonrisa.
El rostro del alfa cambió a una sorprendida, para rápidamente pedir disculpas por lo antes dicho.
El omega solamente soltó una pequeña risita y negó, diciéndole que no pasaba nada pero que tuviera cuidado con decirlo en presencia de Conway.
Todos los días apartir de ese momento, Gustabo al terminar su servicio iba a visitar a Michael para tener un tiempo juntos.
Solo 20 meses para estar juntos, y que el mundo supiese que el destino los consideraba el uno para el otro.
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Disfruté mucho escribiendo esto \u-u/
Ayyy pues, el último extra amigos míos, ahora sí que es todo a-
(K)
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