Cambio

Al llegar a mi casa suspiro, no tengo ni idea de cómo decirle a mi mamá que me voy a Chicago en un mes, no creo que vaya a tomarlo tan bien.

Me acerco a la cocina y veo a mi mamá con su cabello rojo y largo, se ve bien, pero extraña.

—Corre...

Susurra como si estuviéramos en peligro. Me giro y veo a la tía Cass detrás de mí, eso significa que me hará algo similar a mi mamá.

—Hola, Connor —Da un par de tijeretazos al aire—. Es tu turno.

Antes de que pueda decir algo me jala por la muñeca y me sienta en una silla cubierta de plástico que usamos para pintar las paredes.

—Tía, espera, me gusta mi cabello así.

—Y te gustará más cuando termine, deja de quejarte.

Mi mamá solo levanta los hombros y desaparece en los pasillos. Nadie me ayudará contra mi tía.

Resignado dejo que me corte el cabello, veo pequeños mechones caer al piso, lo voy a extrañar.

Me asusto demasiado al ver a mi tía preparando algo en un recipiente.

—Eso no, mi cabello se queda negro.

Mi tía se ríe.

—Tranquilo, sé lo que hago.

Sin que pueda decir algo más arroja todo en mi cabello, no volveré a llegar a casa sin preguntar por la tía Cass.

Después de un par de horas mi mamá aparece en la puerta y sonríe.

—Tan guapo como tu padre.

Algo frío baja por mi espalda, cómo vea mi cabello rubio dejaré de hablarle por lo que me quede de vida.

Corro al espejo del baño, me siento mejor al ver unos cuantos mechones azules, aunque tengo el mismo corte que mi papá cuando era joven. Mamá tiene razón, ahora me parezco más a mi papá, que horror.

Suspiro un poco, odio todo esto.

Salgo del baño más que molesto, necesito que mi tía arregle esto.

—Arregla mi cabello.

—¿Lo quieres más corto?

Niego, pero no quiero tener el mismo corte que mi papá.

—No quiero parecerme a mi papá.

Mi mamá se ríe y mi tía solo suspira.

—Tendrías que volver a nacer, Connor —Mi mamá se acerca—. A mí me gusta, ¿puedes quedarte así por mí?

Odio que me chantaje así, sabe que cederé ante esos ojitos azules.

—Bien, pero no menciones que me parezco a mi papá o me cortó todo el cabello.

Mi mamá levanta las manos y sonríe.

—Ve por Stay, le prometí que tu tía le haría un cambio como los que le gustan.

Eso fue un golpe bajo y mi mamá parece darse cuenta.

—¿Siguen peleados? —Se pellizca la nariz— Yo arreglo esto, ve con tu padre, está en la cochera y más te vale quedarte ahí.

Nunca la había visto tan molesta conmigo, esto es grave.

Salgo de la sala y voy a la cochera, no quiero hacer enojar más a mi mamá. Al llegar veo a mi papá con la mitad de su cabeza calva y me impacta ver qué tiene tatuajes en el cráneo.

—Hola, Connor —Tira una toalla llena de grasa—. ¿Que le hiciste a tu madre?

Así que aquí es donde viene cuando mi mamá se enoja con él, que interesante.

—¿Que le hiciste tu?

Levanta los hombros.

—Dejar que Cass le pusiera extensiones, tu madre las odia, pero deseaba verla con el cabello largo otra vez.

Me preguntó si...

—¿Cómo era mamá de joven?

—Hermosa —Me sorprende que no haya titubeado—. Su piel era tan blanca, el sol de California la ayudó mucho a no parecer fantasma, tenía el cabello negro como el tuyo, pero al parecer odia ese color porque se niega a dejarlo al natural.

—¿A qué edad se conocieron?

Mi papá sonríe y se limpia las manos con la toalla sucia, esto pinta a nuestra primera charla de hombres.

—¿Por qué el interés tan repentino? —Toma una toalla limpia— No...

Algo en sus ojos muestran miedo, un miedo que nunca había visto en él.

Se deja caer y se toma el poco cabello que tiene.

—¿Qué tienes? —Me siento a su lado— ¿Pasa algo con mi mamá?

—Con ella no, pero tú... ¿quién es ella?

Algo me presiona el pecho, creo que mi papá me conoce más de lo que creía.

—¿Tan obvio soy?

Mi papá suspira y cierra la cochera con llave, eso quiere decir que no desea que nadie nos interrumpa.

—Supongo que es un mal de familia, y porque de haber estado mi mamá habría preguntado lo mismo cuando me gustara una chica... de hecho —Se estira un poco y me enseña una foto muy bonita de una mujer entre un arco de rosas—. No pude ir con mi mamá cuando conocí a tu madre, pero siempre pensé que si le hablaba a las estrellas ella me escucharía. No podía dejar de hablar de ella mirando al cielo y algunas otras cosas que no deberías saber, pero el punto es que ella...

Vuelve a suspirar.

—¿Qué pasa con ella?

—Mira, tu mamá tenía el sueño de que... No soy el indicado para decirte eso, pero, ¿has pensado en lo que Stay pensará de esta chica?

—La odia, piensa que...

Yo también suspiro, ojalá fuera más fácil.

—Te comprendo —dice mi papá—. Quieres un trago.

Eso me sorprende aún más, creí que nunca me dejarían beber algo de alcohol.

—Mamá te matará si se entera.

—No creo, tu madre sueña con que tengamos esa plática de hombre a hombre, tanto que ella misma compra las cervezas todos los meses.

Mi papá destapa una hielera completamente llena y veo que al rededor hay más cajas llenas.

—¿No has bebido ninguna?

Niega y toma una. Creí que mi papá era otro tipo de hombre.

—Me prometí no beber hasta que te recuperaras y poder hacerlo contigo, pero cada vez te hacías más distante conmigo y me cuestione muchas veces si era igual que mi padre y por eso no me quieres ni un poco.

Tomo una cerveza del contenedor y me recargo en ella.

—Te amo, papá, el problema es que siento que me mientes cada que abres la boca y no lo tolero.

—Todos mentimos, hijo —Destapa la cerveza con la orilla del contenedor—. Tal vez tú madre y yo mentimos más que los demás papás, pero tratamos de ocasionarte el menor dolor posible.

Al menos tiene el valor de reconocer que es un mentiroso.

Me da la cerveza destapada y yo le doy la que tenía en las manos, abre las cervezas con una facilidad envidiable.

Levanta un poco la botella, lo imito y le doy un trago a la cerveza, creí que tendría un sabor diferente.

—Ya había olvidado el sabor de esto —Deja la botella sobre el hielo—. Tu mamá no tarda en tocar la puerta, así que permíteme darte un consejo, habla con Stay sobre esta chica, pero con tacto y dile lo que sientes por ella, evita los malos entendidos con ambas.

Casi de inmediato la puerta suena.

—Connor, ven de inmediato.

Mi papá sonríe, me da miedo la forma en que ambos se conocen, cómo si pudieran leer sus pensamientos y coordinar todo a su favor.

—Ve, espero verte más seguido por aquí —Me da un abrazo—. Te amo, hijo.

Despeina mi nuca y se gira al auto nuevamente.

Me siento raro, pero al mismo tiempo me siento de maravilla de que mi papá me haya dado este consejo.

—Despues no podrás sacarme de aquí, papá. Gracias.

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