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«Pide un deseo, una pequeña ilusión. Escríbela en un papel. Y dentro de un frasco avienta sin temor, el océano te lo hará realidad»

Seis años después...

-¡Señorito Thomas, venga acá! -chillaba una sirvienta, corriendo detrás de Thomas.

-¡Ahora Newtie! -gritó Thomas, haciéndose a un lado. Newt saltó al pasillo, con una máscara de monstruo y un pedazo de sandía en sus manos.

-¡Fuego! -aulló Thomas, bajando la mano. Newt se levantó la máscara y empezó a escupir las semillas de sandía que tenía en la boca, dándole justo a la sirvienta, quien inútilmente intentaba cubrirse con las manos.

-¿¡QUÉ SUCEDE ACÁ, DELFINA!? -preguntó alarmado uno de los mayordomos más serios, llegando al lugar, atraído por los gritos de Delfina.

-Oh-Oh -murmuraron Thomas y Newt al mismo tiempo. El mayordomo, viendo la escena, lo dedujo todo y empezó a acercarse a Thomas y Newt.

Ambos se voltearon a ver y salieron corriendo. Newt le lanzó unas últimas semillas que tenía en la boca al mayordomo. Thomas, tomó el pedazo de sandía y también se lo lanzó al pobre hombre.

Pero, para mala suerte del par, la reina estaba a la vuelta de la esquina, chocándose con ella en su carrera.

-¡Mami! -gritó feliz Thomas, lanzándose a los brazos de la reina. Ella, igual de feliz, lo recibió.

-Majestad -Newt se hizo a un lado. Thomas se bajó de los brazos de la reina y se colocó al lado de Newt.

-A ver par de pillos. ¿Qué le hacían a Alfred? -riñó la reina.

Ambos se voltearon a ver, culpables.

-Una inocente broma -respondió Thomas, volteando al otro lado.

-¿Y por qué escuchaba los gritos de Delfina hasta los patios? -cuestionó la reina.

-Lo que sucede es que Delfi es un poco escandalosa -se excusó Newt-. Y eso que no la escucha por las noches -comentó, riendo junto a Thomas-. ¡Grita como loca, la pobre! -exclamó, exagerando.

-¿Exactamente, cómo grita? -preguntó interesada la reina.

-Algo así: -Newt se aclaró la garganta y empezó a gemir. -y en ocasiones grita: ¡Más fuerte!- añadió, medio confundido. Volteó a ver a Thomas, quien aguantaba la carcajada después de haber escuchado los gemidos de Newt. Sin poder contenerse mucho, empezaron a reír. Y voltearon a ver la reina, quien tenía una expresión de sorpresa en el rostro, lo que les causó más gracia.

-¿En serio?

-¡Sí! ¡Si quiere, Thomas viene en la noche y se lo dice a usted misma! -propuso Newt, rogando internamente para que la reina dejara ir a Thomas y no tuvieran que ir al cuarto de otro en hurtadillas, mezclándose con las sombras que hacían los objetos en la noche, silenciosos como panteras, haciéndose pasar por estatuas.

-Creo que no Newt. Ya lo comprobaré yo misma después -rechazó la reina-. ¿Por qué no van con Euriclea? Tal vez les cuenta esa historia que tanto me gustaba de pequeña -propuso, desviando el tema de los misteriosos gemidos de Delfina.

Ambos niños asintieron con la cabeza, se dieron la mano y salieron corriendo mientras aullaban "Euriclea" como locos. Bueno, sólo Thomas. Newt gritaba "Mamá".

Llegaron a la gran cocina, donde sabían que iban a encontrar a Euriclea cociendo las comidas del día o remendando la ropa de Newt en un rincón.

Y en efecto, ahí estaba, con un pequeño pantalón en su mano y aguja e hilo en la otra.

Euriclea era una sirvienta algo grande, pelo azabache siempre recogido en un moño, ojos azules y tez blanca, algo delgada, con brazos fuertes y cuerpo sin edad, un corazón tan grande que muchos decían que no le cabía en el pecho y una de las más fieles a la reina. Había criado a Newt como si de un hijo se tratara, inculcándole valores, enseñándole todo lo que sabía y dándole mucho pero mucho amor.

-¡Ma! -exclamó emocionado Newt, corriendo en dirección a Euriclea. Esta, dejó de lado el pantalón con la aguja y abrió sus brazos. Recibió al pequeño rubio allí, colmándolo de besos.

-¡Euriclea! -Thomas se acercó a Euriclea. Ella, aún con Newt en brazos, abrió uno para recibir a Thomas. Y ahí con los dos en brazos, los abrazó y besó, igual a como había hecho seis años atrás.

-Pequeños diablos, ¿qué hacen acá? ¿De quién huyen ahora? -preguntó, bajándolos a ambos.

-¿Cómo sabes que huimos de alguien? -preguntó curioso Thomas, volteando a ver a Newt. Este se encogió de hombros.

-A mí no me mires, yo no sé nada -protestó Newt.

-Son trucos de vieja -Euriclea le guiñó un ojo a Thomas-. ¿Y bien? ¿Qué quieren, pequeños diablos?

Newt la vio con sus grandes ojos color chocolate muy abiertos.

-¡Que nos cuentes la historia que le gustaba a la reina de pequeña! -pidió, agarrando el borde de la falda.

-¡Sí! ¡Lo que dijo Newt! -Thomas asintió con la cabeza.

-Ah, la leyenda del Gran Océano -Euriclea se aclaró la garganta-. Verán pequeños. Hace mucho tiempo, existía una pareja de jóvenes.

«Ellos planeaban casarse, tener muchos hijos y ser felices por siempre.

Pero, el padre de la chica se oponía a esa relación, por lo que una noche, sin que nadie lo supiera, fue a la casa del novio de su hija,
Entró discretamente. Echó veneno en la comida del joven y se fue, feliz consigo mismo.

Al día siguiente, cuando la chica se enteró de la muerte de su amado, gritó, lloró y rompió cosas. Sentía mucho dolor.

Con el paso de los días, ella iba dejando de comer, no dormía bien y se la pasaba suspirando, viendo hacia el inmenso océano frente a ella. Tuvo una idea.

En un pedacito de papel, escribió su deseo: volver a verlo.

Metió el pedazo de papel en una pequeña botella. Salió de su casa, se encaminó a la orilla del mar y lanzó la botella con todas sus fuerzas.

Dicen, que días después, el novio volvió. Y ella volvió a ser feliz.

Por eso, cuenta la leyenda, que cuando desees algo de todo corazón, lo escribas en un papel, metas ese papel en una botella y esa botella la lances al Gran Océano, porque él te lo hará realidad.»

Y con eso, finalizó la leyenda Euriclea.

Volteó a ver hacia Thomas y Newt. Ambos la veían con sus grandes ojos, sorprendidos y emocionados con la leyenda.

-¿Y eso es cierto? -preguntó el pequeño Newt.

-Así dicen -respondió Euriclea, concentrada nuevamente en remendar el pantalón de Newt.

Ambos niños se voltearon a ver, encogiéndose de hombros. Viendo que Euriclea no iba a decir nada más, salieron corriendo, dispuestos a hacer alguna otra travesura.

*•*
¿Qué tal?
¿Les gustó?
¿Qué piensan del saltote que di en el tiempo?
¿Qué piensan de Euriclea?
¿Y de los gritos de Delfina?
¿De las travesuras de Newtmas?

Okay, esas son muchas preguntas.

Estoy segura que por esas cabezas de shippers locas está pasando algo.

Pueden dejar teorías acá -->

Pueden dejar algo random acá -->

¡Besos en sus pompitas!

-Patata la irresponsable

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