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«Y nuestra familia fue lo que nos separó. El futuro de los dos, la codicia dividió»
Bajo la lluvia, caminaba una mujer, angustiada, con una canasta, donde habían dos pequeños. Ambos lloraban, el hambre y frío los estaba matando lentamente. Estaban abrazados. Un rubio y un castaño.
La mujer buscaba desesperada algún lugar donde podía dejar abandonados a los pequeños. Siguió avanzando, hasta llegar al gran castillo del reino. Una idea atravesó su cabeza.
Dejó a los pequeños en la puerta del castillo. Golpeó dos veces la puerta, y, sin ver lo que sucedería con los pequeños, dio media vuelta, para nunca más volver.
La puerta fue abierta por una sirvienta, con arrugas por el cansancio y ojos llorosos. Acababa de morir el bebé de la reina.
Soltó un grito ahogado al ver la canasta con los pequeños llorosos dentro. Sin perder el tiempo, cogió a ambos bebés en brazos. Cerró la puerta y se encaminó a los aposentos de la reina.
-¡Estos pequeños son una bendición! -exclamó, entrando a la habitación. La reina alzó la mirada, encontrando a su más querida sirvienta con los pequeños en brazos.
-¿De dónde los sacaste? ¿Los has robado? -cuestionó la reina.
-¡No vuelva a decir algo igual, majestad! -respondió, algo ofendida-. Alguien los ha dejado abandonados en la puerta del castillo -explicó, entregándole el castaño a la reina.
-¿Quién osaría en abandonar a estos angelitos? -preguntó, meciendo al bebé y acariciando su pequeña carita, tocando los diminutos lunares que decoraban un lado del rostro mientras el bebé dormía tranquilamente.
-No he podido verle el rostro. Supongo que una madre desesperada que no tenía darles para comer -supuso ella, acomodando al rubio en sus brazos.
-Pobres angelitos -exclamó en voz baja la reina- ¿Quién crees que deba ser el príncipe? -preguntó.
-¿Por qué no se queda con ambos? -respondió con pregunta la aya.
-Porque luego costaría saber quién es el primogénito. Aparte, este pequeño castaño tiene rostro de gobernante-explicó la reina, acariciando la cabeza del bebé- digo, Thomas -y así selló los destinos de ambos niños.
-¿Y este cómo se llamará? -preguntó ella.
-Newt -decidió la reina.
La sirvienta asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
***
Las campanas de la iglesia del reino Amarillo anunciaban una nueva alegría. La llegada del nuevo primogénito.
La gente del pueblo se vistió con sus mejores ropas, se elevaron las amarillas banderas con diseño de rosa amarilla al centro y los comerciantes aprovecharon para vender sus productos.
Todos estaban reunidos en la plaza del castillo, a la espera de que su próximo rey se les fuera presentado.
Finalmente, la pareja real salió al balcón, la reina sosteniendo a un bultito en sus brazos.
Se asomaron y lo alzaron.
-¡Gente del pueblo Amarillo! -exclamó el rey, captando la atención de todos- ¡He aquí a su nuevo príncipe: Thomas!
La gente del reino empezó a corear "¡Thomas, Thomas!", celebrando al pequeño.
Mientras tanto, en las grandes cocinas y patios del castillo, donde la realeza se perdía y daba paso al desorden propio de patios, la servidumbre se encontraba celebrando al recién llegado Newt.
-Este bebé hará cosas grandes por nosotros y por el príncipe Thomas, lo presiento -anunció una sirvienta a quien todos creían loca.
-Cállate Charlotte -chilló otra.
-Se acordarán de mis palabras cuando la sangre manche el suelo, el pueblo se vuelva uno y luche por sus derechos -replicó Charlotte, con un tono que daba por terminada la conversación.
Y así, el Reino Amarillo daba inicio a una nueva etapa.
*•*
Wenaaaas
Primer capítulo y ya va mal xd
¿Qué tal? ¿Les gustó?
¡Quiero leer qué pasa por sus cabecitas con respecto a lo que dijo Charlotte!
Besos en sus pompitas-3-
-Patata
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