13. Rebecca Coleman
•13•
Esto es una mierda.
—Apurate Ibrahîm traé las bebidas.
—Enserio Tahira, me invitas y de remate me estas exigiendo, no me apures.
—Perdón su majestad, se me olvido que le hace daño levantar cosas y al parecer también le hace daño hacerlas con rapidez —dice burlona.
—¿Y para que están las empleadas?
—Acuerdate lo que dijo mi padre, que en nuestros relajos no incluyamos a los empleados —. Decido no contestar y mejor me apuro, no la quiero estar escuchando, nos adentramos a la sala donde siempre hacemos nuestras "reuniones" con los amigos.
—¿Donde las colocamos?.
—Ponlas en la mesa, Ibrahîm —dice obvia.
Hago una mueca a su contestación.
—¿Y en que momento van a llegar Tahira? —pregunto por curiosidad
—¿Por qué tan apresurado hermano?
—Solo pregunto Tahira.
Después de un rato escuchamos que tocan el timbre, nos acercamos para poder recibirlos.
—¡Hola Zafir! —dice mi hermana, acercándose a él y tirándose encima de él, ok.
Despues me acerco a él y lo saludo con un abrazo.
—¿Y las chicas donde están Zafir? —pregunta Tahira.
Al escuchar su pregunta, se me activan las alarmas se que es momento de irme, no quiero lidiar con Zahida en este momento, me doy a la retirada. Me adentro al salón en donde haremos nuestra "reunión" me acomodó y empiezo a revisar si y hay algo interesante en mis redes, pero nada, me quedo viendo diseños de mueblería para Gimnasios, pronto abriré el mío y aunque esté ya todo arreglado, quiero ver si encuentro nuevas ideas, reviso y reviso pero nada me llama la atención. Me levanto del sillón para tomar una copa de vino blanco.
Odio que me esté pasando esto, se supone que estoy aquí porque quería que mi mente se relajará un poco pero más bien mi mente no deja de pensar en todo en lo que no tendría que estar pensando, ella... que me pasa carajo.
Agarro un vaso con Vodka, talvez así mi mente se despeje un poco.
—Ibrahîm —me volteo y solo miro a mi amigo con dos botellas, una en cada mano —. ¡Es hora de celebrar! —veo que detrás de el viene mi hermana.
—¿Y Zahida? —pregunto.
—Viene atrás —contesta Tahira.
—Yo pensé que te molestaba Zahida, Ibrahîm —comenta Zafir confundido por mi pregunta.
—Solo preguntaba nada más.
Me recuesto en el sillón.
—Ya llegue —dice una escandalosa Zahida, para después ver a una chica rubia, de increíble cuerpo, me acerco para poder recibirla y verla mejor, cuando estoy frente de ella me sorprendo, es la misma chica con la que baile aquella vez, aquellos ojos claros que me hipnotizaron y que creo lo siguen asiendo.
—¡Hola Ibrahîm!.
Quedo un poco embobado, es una chica muy hermosa —. ¡Hola! —contestó.
—¿Ustedes se conocen? —dice Zahida.
—En la última fiesta que ustedes realizaron —dice ella y yo solo quedo viendo los rasgos de su cara, es perfecta.
—Disculpa pero no me recuerdo de tu nombre.
—Rebecca —me saluda —. Rebecca Coleman.
—¡Es un gusto volver a encontrarla Rebecca! —digo tomando su mano para depositar un beso en ella.
—Lo mismo digo.
—¡Bueno pues, que empiece la fiesta! —dice Zafir, gritando.
Tahira comienza haciendo muchos shop, de todos colores.
—¡Por los nuevos amigos! —digo volteando para donde Rebecca.
—¡Por los nuevos amigos! —dicen los demás.
La música fluye, el alcohol va y viene por nuestra circulacion, aunque seamos solo cinco personas nos divertimos un chingon, yo la quedo viendo a ella, ella me mira y me embola más de lo que ya estoy, me le acerco, pegando mi cuerpo al suyo como aquella vez donde la adrenalina subió y nos absorbió por completo, la tomo de la cadera acercandola mucho más a mí —. ¡Eres exquisita cariño!
Solo pienso en lo imbécil que soy, acabo de acercarme y ya lo estoy arruinando todo, maldito alcohol.
—¿Cuantos años tienes? —pregunta.
—Eso que importa cariño —digo pensando en el porque de la pregunta —. Amor estoy segura que soy muy mayor y yo no soy una asalta cunas, no me meto con niños —dice y me sorprende, no me voy a quedar callado.
—Te aseguro que de niño no tengo nada amor y creo que ya has escuchado aquel dicho que dice que la edad no importa cuando hay quimica sexual —comentó cerca de sus labios.
No es así el dicho pero que importa... ¡nada!
Me muestra una sonrisa, que al parecer no es de alegría más bien una de seducción —. Entonces has que me trague mis palabras cariño.
—Lo que haré que te tragues, serán más que palabras amor —digo y al parecer mi nivel de alcohol ya está elevado.
Sonríe, su mirada se encierra en el oscuro deseo de mis ojos, mientras yo quedo fijo viendo sus apetecibles labios. Acerca su rostro y yo me acerco también, pone sus labios cerca de los míos.
—Bésame de una vez —exijo.
—Eso no pasará amor.
Ríe y se aleja《Estaba jugando conmigo》pienso.
—Ese juego no es divertido, sabes.
—No cariño, no es juego, solo te demuestro que no puedes tener todo lo que tu desees —dice burlona. Alzo los ojos un poco, tomo un trago de Vodka y fijo mi rostro en el cuerpo tan sensual de Rebecca, parece ser un postre deseoso por ser devorado, pero solo parece porque al parecer solo quiere que lo deseen, nada más eso. Visualizo a mi hermana, que al parecer ya esta bien borracha, bailando con Zafir más pegado de lo que me parece pero como ella dice 《no te metas en mis putos asuntos》sonrío solo de lo chistosa que se mira cuando lo dice.
—Ibrahîm —escucho decir, volteo y solo miro a Rebecca llamarme. Me acerco a ella —. ¡Quiero divertirme! —la veo desconcertado —. ¡Quiero divertirme contigo Ibrahîm! —recalca, cerca de mi oído.
—¿Y como quieres hacerlo? —pregunto sonriente.
Ladea una sonrisa sexi, me toma del brazo y me saca del salón en el que estábamos —. ¿Que haces Rebecca? —digo —. ¡divertirme! —contesta ella, y mis pensamientos viajan a lo que había dicho hace poco y solo me causa algo de gracia, porque esta demostrando todo lo contrario. Subimos escalera arriba y habré la primer puerta que mira. La detengo —. Mejor vallamos a mi cuarto —digo y ella solo asiente. Abre la puerta de golpe y la lanzo a mi cama. Me pongo encima suyo devorando cada parte de su cuello dejando una que otra mordida, levantó el rostro y cazó sus suaves labios subcionandolos y saboreando los a una velocidad de necesidad masiva —. ¡Quiero jugar Ibrahîm! —dice con una sonrisa ensanchada.
—Y no lo estamos haciendo ya —contestó interesado —. Si, pero yo quiero algo más atrevido —contesta, sorprendiendo me por completo ya que nunca pensé que aquella joven que se miraba algo vulnerable aquel día que nuestros cuerpos se unieron por primera vez, tuviera un pensamiento tan elevado.
—Dime, ¿que quieres hacer?
Se trepa encima mío y comienza dando besos en la parte de mi pecho, subiendo hasta mi cuello llegando a la parte superior de mi oreja.
—Tienes crema y hielo —dice dando besos.
—¿Para que quieres eso? —preguntó, divertido.
—Tienes ¿sí o no? —dice autoritaria.
—Sí, creo que en la cocina hay.
—Entonces voy por ella —dice.
Trata de bajar de la cama pero la tomo del brazo —. Yo voy, tu te puedes quedar —Se me acerca a mi y deposita un beso muy posesivo a mi parecer.
—Entonces te espero acá —dice.
Bajo a la cocina a traer lo que ella quiere y cuando ya voy a llegar escucho voces, decido no adentrarme y escuchar quienes se encuentran dentro.
—Eres la mejor Sophia —escucho y rápido reconozco la voz. Alexandro el conductor ¿qué estára haciendo con Sophia? ¿Y qué está haciendo Sophia con él?. Me adentro y veo como los dos quedan helados al verme, estaban cenando, por eso estaban aquí dentro —. Buenas tarde jefe —dice con rapidez Alexandro.
Quedo viendo a Sophia quien no me dirije la mirada —. ¡Hola señorita Sophia! —digo por cortesía, ella levanta la mirada y solo puedo ver lo helado de su rostro.
—¡Hola señor! —dice sin ningún tipo de emoción.
Los quedo viendo y se me hace extraño que se encuentren juntos y hago la pregunta más imbécil de todas —. ¿Ustedes están saliendo? —digo, soy un imbécil.
—No señor —contesta rapido Sophia.
—Es que como los veo junto pensé... no somos nada —me interrumpe Sophia. Mi rostro queda fijo en el suyo, sus ojos muestran algo que me gustaría descifrar... enojo.
—¿Porque tardas tanto Ibrahîm? —escucho a Rebecca a mis espaldas. Ella se acerca y queda viendo la escena.
—¿Y no me vas a presentar Ibrahîm?.
—Sí disculpa, Sophia y Alexandro ella es Rebecca una amiga.
—¡Hola chicos¡ ¿ustedes vienen a la fiesta también? —pregunta.
—No, trabajamos aquí señorita —contesta Alexandro sin dejar de ver a Rebecca —. Que mal, me hubiera gustado verlos más.
—Mejor nos vamos —digo.
—Sí, tenemos que terminar un asunto —dice, divertida.
Tomo por lo que veníamos y espero a que se despida —. Nos vemos muchachos —dice.
Y mis ojos solo se centran en el rostro de la joven que me tiene tonto, sus ojos encuentran los míos y rápido cambia de lugar.
Nos retiramos y sujeto fuerte a Rebecca de la cadera —. Tranquilo cariño —recalca.
—Solo quiero tenerte encima mío.
—Entonces no perdamos tiempo amor —contesta y nos adentramos al cuarto y solo dejo que haga y deshaga.
Solo se que esta noche no dejaré que mi mente se invada de tonterías.
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