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Las manos del menor empujaban el corpulento cuerpo ajeno queriendo irse de ahí. Jimin mira a este con el ceño bastante fruncido necesitando sonsacarle el nombre de quien le había hecho aquello a su hermoso pálido el cual no se merecía tales golpes y Jimin sabía que desde ahora protegería a su chico más que nunca.
–Y-Yo... -El pálido iba a hablar justo cuando unos pasos se escuchan como si alguien se estuviera acercando a donde están ellos.
Ambos se alarman mirando como la puerta se abre rápidamente dejando ver al gran jefe bastante enfadado pues se ve que algunos compañeros o compañeras le habían dicho al gran jefe que Jimin y Yoongi se habían metido de manera sospechosa en un almacén.
–Min Yoongi a tu puesto de trabajo y tu, Park Jimin a mi despacho ¡ahora! -Grita el señor Park Choi mirando a aquellos chicos. Yoongi hace una reverencia rápida y corre fuera de el almacén llegando por fin a su puesto comienza a trabajar como es debido.
Lo que no se esperaba el rubio era que por alguna extraña razón se sentía preocupado por el estúpido de Jimin. Muerde su labio inferior observando como padre e hijo caminan uno al lado de el otro bastante serios, llegando al gran despacho y entrando, después es todo ciego, pues ya no se ve lo que pasa dentro haciendo preocupar más al pálido.
Porque Yoongi alguna que otra vez había visto unos moratones en varias partes del cuerpo de Jimin y sabía que algo pasaba, pero no quería entrometerse y por eso no dijo nada, además, no se conocían pues solo llevaban días o semanas trabajando juntos.
En el despacho, el señor Choi pega un golpe en el rostro a Jimin quien solo baja la cabeza asintiendo a los gritos de su padre. El hombre, padre de Jimin, mira con asco a su hijo comenzando a darle más golpes, en el rostro, cuerpo, castigandolo por desobediente o por rebelde. Pues dos trabajadores no deberían estar encerrados en un almacén y menos en hora de trabajo.
–¡Eres mal hijo! Ese pálido no es nada para ti, recuerda que solo es tu compañero, te quiero lejos de él o te despediré, me importa poco si eres mi hijo, tu decidiste trabajar como persona normal y te puedo despedir como tal y ahora, haz como si no pase nada, sal ahí y trabaja de una maldita vez -Dice el señor Choi con frialdad viendo a Jimin salir de el despacho.
Jimin se sentía herido, ya estaba acostumbrado, estaba acostumbrado a comportarse de manera educada, siendo alguien recto, cordial para que su padre le trate bien, ya que solo por cosas simples como lo del almacén, Jimin puede llevarse una golpiza del siglo, dejándole después de unos días, unos grandes moratones.
Se sienta en su sitio. Le sonríe débilmente a Yoongi y el pálido se estremece, no por la sonrisa si no porque supo que pasaba, supo que la mirada de su compañero se había oscurecido de alguna manera, veía una frialdad y una expresión tan neutral en su rostro que daba hasta miedo. Yoongi sabía que algo había pasado en ese despacho.
Pero como siempre no dijo nada, se calló pensando en que no era asunto suyo, siguiendo con su trabajo.
Las horas de trabajo pasaron como siempre. Todos recogieron sus cosas saliendo de la empresa pero pasa algo, el pálido rubio se queda fuera en la puerta de aquella inmensa empresa mirando las estrellas y la luna aparecer; esperando a Jimin.
Jimin sale sorprendiendose al ver al pálido aún ahí pues solía irse antes que el para no irse juntos pues según el menor aún odiaba a Jimin.
–Si tú me dices que te pasa, yo te digo quien me ha hecho esto. -Dice Yoongi neutral. Cruzando sus brazos viendo como el castaño frente a el abre su boca sorprendido y también sonríe enternecido por la actitud de su pálido.
Suspira –Ah, eres mejor de lo que esperaba Min Yoongi, ¿qué tal si nos vamos a cenar a algún lado sin que nos vean y te cuento? -El rubio se sonroja pensando en: '¿está invitando a una cita indirecta? ' Niega ante sus pensamientos para luego aceptar la propuesta de el mayor.
Sus manos se agarraron debido a que Jimin deseaba tomar esa pálida y tan delicada mano junto a la suya, sujetarlo para no soltarlo jamás y tenerlo junto a él sin que nadie ni nada se lo impida, por desgracia, siempre había algo o alguien que lo hacía.
Llegan al coche del mayor teniendo que separarse para tomar distintos caminos para entrar en el coche. Yoongi de copiloto y Jimin conduciendo teniendo a su lado a aquel bonito chico que le estaba volviendo loco de amor cada vez más, era un ángel para él y el castaño quería cuidar, proteger, amar a ese ángel además de hacerlo suyo para que nadie más le toque salvo Jimin.
Llegan a un lujoso restaurante, se adentran a este con un: 'Apuntalo a la cuenta de los Park' sentándose luego en la mesa más apartada del lugar. Yoongi no sabía si ponerse feliz por tan hermoso lugar o quejarse ya que sería muy caro y no quería que su mayor se gaste tal cantidad de dinero en una simple cena.
–Jimin idiota, esto tiene pinta de ser muy caro, deberías haberme llevado a comer pizza -Dice Yoongi inflando sus mejillas, acto que para Jimin fue demasiado tierno haciendo que su sonrisa se agrande y tome las manos pálidas del ajeno para besarlas así haciendo sonrojar al más pequeño.
–Sh, disfrútalo por hoy, a la próxima te prometo llevarte al lugar más mediocre de la ciudad pero esta vez vale la pena contemplar tu hermosura junto a mi, en un restaurante como este, para mi es una cita aunque sé que para ti no, mi bonito –En ese momento justo el rubio supo que no odiaba a Jimin ni de lejos, sentía algo extraño por el mayor y esperaba que no fuera un amor creciendo en su interior o estaría en muchos problemas.
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