Capítulo 9

Editado: 04/ 03/ 2021

Te quiero adoptar.

Las semanas siguieron avanzando con rapidez, y aunque mis deberes como Kazekage me mantenían ocupado, me tomaba algunas horas para asistir a mi cita con el pequeño del orfanato, hoy es la cuarta semana y espero que por fin... al menos acceda a decirme su nombre; soltando un suspiro frente a la puerta solo sujeto la manija.

—Hokage sama...

Menciona una joven que parece incomoda y apenada mordiendo levemente su labio entre el mirar por los pasillos, algo preocupado me acerco a ella que traga saliva con nerviosismo entre la duda de sus ojos que viajan sobre mí y al pasillo.

— ¿Ocurre algo? —cuestiono.

—Nuestra hermana mayor... —aprieta los ojos como si fuera reprendida — ¡Yo! Lamento mucho que mi amiga le haya pedido hablar con el niño —agacha la mirada —sus padres han venido por él hoy.

— ¿Sus padres? —cuestiono dudoso.

La mujer asiente sin mirarme, y al segundo de escuchar unos pasos avanzar por el pasillo se queda completamente helada, con cada toque de aquellos tacones contra el suelo de madera la chica frente a mí se encogía sumamente arrepentida y preocupada; mi mirada vuelve atrás notando a la mujer de duro semblante que viene en nuestra dirección y dedicándole una sonrisa obtengo un gesto igual de su parte, pero es una sonrisa algo forzada; dudoso me inclino hacia la chica a mi lado mientras tomo su brazo escondiéndola detrás de mí.

—Es la directora —susurro — ¿No?

—Si, ya ha llamado la atención de la señorita... —da un brinco de sorpresa —de mi compañera que le pidió el favor con el niño.

—Bueno —elevo el volumen de mi voz —no debes sentir vergüenza, Kankuro se encuentra del mismo modo, —sonrío entre una risa —por eso me ha pedido que sea yo quien te lo diga, si no quieres aceptarlo...

La muchacha entiende con prisa y solo levanta la mirada con prisa poniendo las miradas al frente —No, ammm... —sus mejillas se ruborizan —esta bien, lo pensaré, muchas gracias —da una reverencia —por darme el mensaje Kazekage sama...

La mujer de dura mirada pasa a nuestro lado mirándonos de reojo y la joven trata de actuar normal dirigiéndome una sonrisa, yo veo como aquella mujer se adentra en la habitación donde aquel niño siempre se encuentra; de pronto los gritos llenan la parte de adentro entre una pelea, las cosas comienzan a caer y tensión se hace de mí... aparto a la chica con prisa y doy un paso al frente cauteloso, un fuerte regaño se escucha dentro de la habitación y de un momento a otro la mujer de fuerte mirada que había pasado por el pasillo apenas unos segundos atrás termina contra la pared completamente desmayada, la chica detrás de mí grita aterrada a lo que avanzo rápidamente sujetando a la mujer desmaya que tiene... arena de hierro... vuelvo la mirada con sorpresa hacia el chico que en la puerta parece completamente aterrado.

—Calma, —elevo las manos manteniendo mis ojos sobre los suyos —debes tener calma, sé que... te debió molestar que ella te gritara, pero por favor... esta inconsciente —señalo con la cabeza a la mujer —solo déjame...

La arena toma forma de flechas detrás suyo — ¡No los quiero ver!

Hago avanzar mi arena con prisa arrojando a la mujer contra la otra cuidadora y creando un muro de arena que cierra el pasillo separándonos de ellas, adolorido sostengo mi brazo que termino siendo herido... su arena se disuelve y yo hago lo mismo con mi muro de arena.

—Oye, por favor, yo me encargaré de que no los veas —me levanto con lentitud —vamos... —tiendo mi mano a él —solo salgamos de aquí.

Su arena comienza a esconderse, y aunque su mirada duda sobre mi mano y mis ojos parece querer aceptar... pero de pronto el pánico se hace de su mirada y las flechas vuelven a elevarse, sus ojos dudan aún más, pero yo no retrocedo, con mi mano tendida a él comienzo a avanzar poco a poco; sus ojos se centran en los míos con la duda clara sobre seguir o no con la lucha, pero de pronto solo se rinde bajando la mirada y los brazos... la arena desciende al suelo comenzando a esconderse entre sus ropas. Con el corazón presionado avanzo hacia él brindándole un fuerte abrazo, solo es un niño, un pequeño niño que no parece tener completo control sobre su poder... de algún modo siento que somos parecidos; sin soltar su mano hago que mi arena abra la ventana y creo una nube de arena que nos espera en el exterior, yo subo primero ayudándolo a venir conmigo.

Ignorando el dolor de la herida en mi brazo terminamos llegando a la azotea de la torre, sacándome la capa busco algunas medicinas en mis bolsillos y comienzo a extraer la arena de mi herida, su mirada baja arrepentida y preocupada mientras aprieta su brazo intentando no ser tan evidente al mirarme... sonriendo ante su preocupación sigo con las curaciones.

— ¿Puedo saber tú nombre? —su mirada se aprieta y yo solo puedo suspirar —Necesito informar al internado que... tomarás unos días bajo el cuidado del Kazekage.

Apretando su camisa evita mirarme —Shinki... me llamo... —me mira con los ojos cristalinos —me llamo shinki.

Con una sonrisa me acerco hasta poder acariciar su cabello y simplemente envío mi arena a la oficina para informar a Kankuro sobre lo que ocurre mientras el pequeño se mantiene a mi lado.

—Mi nombre es Gaara, —tiendo mi mano a él —es un placer conocerte oficialmente Shinki.

El pequeño se sobresalta al escucharme pronunciar su hombro, pero solo sonríe levemente asintiendo, yo tomo un profundo respiro volviendo mi mirada al paisaje delante nuestro.

— ¿Cuántos años tienes? —lo observo de reojo —si no te molesta la pregunta claro, pero si no quieres también esta...

—Cinco...

Sonrío mirándolo apretar su camisa, pero un suspiro logra escapar de mi boca, comienzo a examinarlo seriamente y su mirada viene sorprendida ante mi seria expresión.

— ¿Desde cuando usas la arena? —sus labios se aprietan temerosos —te es... difícil controlarla ¿No es así?

Su nerviosismo me hace apartar la mirada y cruzando mi pierna simplemente creo un pequeño Yo de arena... mi pequeño yo en aquella ciudad donde era temido... aquel día... cuando una pelota rodó hacia mí.

—A mi... —los pequeños alejándose, yo atrapando a uno de la pierna —también me causaba problemas mi poder, —la arena cubriendo a aquella persona —a tal punto que...

Disolviendo la imagen cubro mi rostro afligido por aquellos horribles recuerdos, pero simplemente trato de tranquilizarme y al abrir los ojos creo una imagen de mi padre, aquella cara de desprecio con la cual me miraba.

—Mi propio padre decidió que era bueno... —la imagen de mi tío tratando de matarme —terminar con mi vida, —la imagen se disuelve y esta vez aparece mi madre —desde que nací fui un asesino... —mi madre sosteniéndome en brazos —mi madre murió en mi parto, desde que nací no era normal, y entonces... vinieron estos poderes que no me permitían tener control de mi mismo...

Tomando aire me giro hacia él pidiendo su mano, el pequeño parece dudar por un segundo, pero me deja mirar su palma algo herida.

— ¿Tus padres querían hacer lo mismo contigo?

Asiente —Desde que.... Tengo memoria, —deja fluir la arena por su palma —ellos fluyen dentro de mí, pero es difícil controlarlos y yo...

Su mano tiembla causando la inestabilidad de su arena, mirándolo cierro su palma dedicándole una suave sonrisa.

— ¿Qué te parecería si yo te mostrara como controlarlos? Podría... ir por ti cada día y practicaríamos juntos hasta mejorar tu control ¿Qué te parece Shinki?

El pequeño baja la mirada algo dudoso, pero asiente con un poco de calma dejándome acercarme aún más. Apenas la tarde llega lo llevo a la sala de la torre donde tomamos el almuerzo con Kankuro, mi hermano no me reprendió ni nada, en cambio comenzó una plática de lo mas casual para llevar el almuerzo sacando algunas sonrisas del pequeño. Luego de una caminata, algunos trabajos y un baño, por fin llegamos a mi habitación donde arropado en mi cama se mantiene sereno escuchando mi historia sobre mis viajes a Konoha, su mirada permanece atenta a la mía y sorpresivamente parece muy animado con mis palabras.

— ¿Y... realmente es lindo? —cuestiona avergonzado —yo nunca... he visto más que arena.

—Debo decir... —suspiro sonriente —que es hermoso, las plantas, los ríos, los animales... la gente tan amigable, —doy un asentimiento —debo decir que Konoha es hermoso —acaricio sus cabellos —quizá podríamos ir junto hasta allá algún día.

Su rostro trata de esconderse, pero aun así puedo ver el sonrojo sobre sus mejillas.

—Aquel día, —Dice por lo bajo subiendo su mirada —cuando me preguntó si me dolía... la verdad es que ya no lo hacía, —sujeta su brazo —yo he... robado en la villa por un tiempo y por eso... me han golpeado, —baja la mirada apenado —pero es que yo solo quería algo de comida, yo... lo lamento Gaara san, no fue algo realmente malo, por eso... pero aun así me disculpo.

—No hay problema Shinki, solo no vuelvas a robar —sonrío hacia él —mañana... te llevaré al refugio por la tarde, así que asegúrate de dormir tranquilo —acaricio su cabello —estaré cuidándote.

El pequeño sonríe con levedad, pero sumamente agradecido, y de pronto me jala del brazo haciéndome recostar a su lado, yo accedo y simplemente lo siento esconderse contra mi pecho tratando de encontrar el sueño, mi mano acaricia su mejilla y al segundo comienzo a dar palmadas en su espalda para ayudarlo a conciliar el sueño.

La noche esta en su pleno apogeo, y entre mis brazos puedo ver al pequeño shinki sollozar con desespero mientras se aferra a mis ropas, parece que una pesadilla lo atormenta; limpiando sus lagrimas lo dejo pegarse a mi cuerpo y lo sujeto con fuerza sintiendo como poco a poco se calma, desconozco los males por los cuales paso y no tengo ni la menor idea de lo que lo atormente esta noche, pero solo deseo poder ayudarlo en el futuro. Mi mirada viaja a la ventana delante de mí, al mirar la luna tan radiante y hermosa solo puedo recordar mis palabras sobre la belleza de Konoha, y puedo sonreír divertido porque realmente no pensaba eso de la villa... mi mente estaba centrada en él cuando lo dije, Lee... y su radiante sonrisa que me guiaba por las calles de Konoha con ese gran entusiasmo, al recordarlo no puedo evitar sentirme tan... feliz. Con un suspiro sujeto al pequeño en mi pecho y me acurrucó en su cabello buscando el sueño. Es extraño, pero cuando lo miró siento que hay una oportunidad de mostrarle que no todo es sufrimiento, que puede ser feliz y vivir sin remordimientos... deseo... mostrarle un mundo donde pueda ser feliz y solo sonreír todo el tiempo. Con un suspiro mas tranquilo llega a mi mente el recuerdo del pequeño Metal, solo espero que ambos se encuentre bien y que sus lazos hayan mejorado... se que solo han pasado unos meses, pero... de verdad los extraño, extraño ver la cara de Lee, ante mis ojos su recuerdo viene a mi cabeza, me lo imagino saltando de un lado a otro sobre las hojas secas de los árboles; el otoño se acerca y las hojas se tiñen de un color entre naranja y amarillo, es hermoso caminar entre esos árboles, pero el frío es algo que aun siendo de mi aldea no controlo muy bien. Desde que volví a Suna he recibido cartas de Lee donde me cuenta como Metal a cambiado poco a poco su comportamiento, como le va en sus trabajos y como lo llevan juntos. Mañana debe llegar otra de sus cartas y... estoy ansioso de leerla.















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