Capítulo 9







Cuando me enteré de que habían empezado a llegar las candidatas al palacio, huí despavorido a mis aposentos y me puse a tocar mi guitarra en el balcón. Demasiadas risas escandalosas y saludos excesivamente entusiastas. Me pregunto cuanto durará esa camaradería. Después de todo, se trataba de una competencia y es un grupo muy grande de chicas. Todos saben que un montón de chicas en una misma sala con el mismo objetivo no es una buena combinación. Pero... podría ser divertido e incluso útil para irlas eliminando. Tomé una nota mental de inmediato "encontrar formas de enemistarlas" 

—Creo que hoy no debería usar mis trajes de siempre Neal.

—¿Perdón?

—Son demasiado formales y serios. —Giré para ver a Neal. La expresión en su rostro era completamente confundida.  —Quiero verme mas como yo que como el príncipe heredero, eso hará que se enamoren de mi mas rápido.

"Y las peleas comenzarán mas rápido" pensé.

—Primero: Su ego no tiene límites. Y segundo: ¿Quiere verse mas como usted? Pensé que no querría que esas señoritas lo conocieran de verdad.

Negué con la cabeza pero estaba divirtiéndome bastante con su confusión. Decidí ayudar a mi asistente y amigo. —Solo físicamente Neal, quiero ver mas atractivo de lo que ya soy, toda la cosa de príncipe da el aspecto de que soy bueno y amable. A las chicas les gusta pero no hay nada mas atractivo para una chica que la imagen del malo del cuento.

Neal guardó los papeles que tenía en la mano y me miró. —Estoy seguro de que Luna puede arreglar ese asunto. Solo para el registro, estoy esperando el momento en que todo se le volteé.

Decidí ignorar el comentario porque no había forma en que nada se me volteara. Después de tomar un baño y arreglar mi cabello, Luna apareció con mi atuendo del día de hoy. Al parecer hoy vestiría completamente de negro. Pantalones de vestir negros, una camisa claramente hecha de la mejor tela color negra y mis zapatos bien lustrados negros.

—Si la reina me despide pagaras mis gastos hasta que encuentre otro trabajo bien pagado. Por cierto, solo desabrocha dos botones de tu camisa.

Luna no estaba feliz con el repentino cambio pero nunca me decía que no a nada.

—Si te despide me caso contigo y serás la nueva reina de Illea —me giré hacia ella y le sonreí —con todos los gastos incluidos.

Luna se sonrojó y guardó silencio. Me dio mi saco y salió casi corriendo de la habitación "No creo que su esposo sería muy feliz sabiendo que acabo de decirle a Luna que me casaré con ella"

El reloj marcó la una, hora de bajar las escaleras. Todo estaba ya listo para que las candidatas se instalaran, incluso la biblioteca Newsome estaba ya lista para volver a ser la Sala de mujeres por tres meses.

Ahora mismo me dirigía a esa parte del palacio. Habíamos acordado que las pretendientes irían entrando de uno en uno para presentarse y después las escoltarían a la sala de mujeres para que así pudieran conocerse entre ellas. Advertí un grupito de gente al final del pasillo entre el que reconocí a mis padres y al general Ledger. Tragué saliva sintiéndome un poco nervioso ante la presencia del general y me encaminé hacia ellos tratando de mantener la postura relajada que me tomo años perfeccionar.

Al verme, papá se quedo estupefacto y mamá se llevó sus manos a la boca.

—Caleb..., luces tan informal. —exclamó mamá. Suspiró y luego me acarició la mejilla, el hombro y el cabello. Hice una mueca y me alejé un poco.

—Solo un poco —me encogí de hombros —No quiero asustar a las chicas viéndome como un príncipe en toda su gloria.

Asintió en silencio y una sonrisa jocosa comenzó a parecer en su rostro.

—Estas muy guapo. Seguro que tu plan era verte de esta manera, ya sabes, para la comodidad de las candidatas.

—No se de lo que me hablas.

—Vamos Caleb, está bien que quiera lucir...

—Déjalo ya mamá. Yo siempre me veo genial, solo que algunas veces me veo mas genial que de costumbre y hoy es un día importante.

Eso borró la sonrisa de su rostro y rodó los ojos.

—Es bueno saber que conservas tu esencia a pesar de todo.

Sonreí y le guiñe un ojo a mi mamá. Ella de verdad odiaba que me pusiera todo arrogante. Y antes de que pudiera replicar papá se acercó a nosotros y nos interrumpió.

—¿Listo?

—Siempre —contesté, y me puse serio. Aquel no había sido el discurso motivacional que había imaginado. —No tengo intención de eliminar a ninguna candidata, al menos no por ahora. En mi opinión, todo el mundo merece una oportunidad.

Papá esbozó una sonrisa. —Muy sabio por tu parte.

Tome un profunda respiración. —De acuerdo. Empecemos.

—¿prefieres que nos quedemos o que te dejemos a solas? —preguntó mamá.

No tenía ni que pensarlo —Pueden irse.

—Como desees. —murmuró papá —El general Ledger y varios guardias estarán vigilando las puertas. Si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en decirlo. Queremos que pases un buen día.

—Gracias, Papá.

—No —susurró y me atrajo en un abrazó. —Gracias a ti, hijo.

Después ofreció el brazo el brazo a mamá y se marcharon. Tan solo mirando sus andares intuí que estaban dichosos, felices.

—Alteza —dijo el general Ledger en voz baja. Al girarme, me sorprendió que no me miraba con odio ni hostilidad. Estaba tranquilo como siempre, incluso puedo jurar que estaba ligeramente feliz. —¿Nervioso? —"Tal vez se burlaba de la miseria que estaba por venir a mi vida"

Negué con la cabeza, y sonreí —Que entre la primera.

Inclinó la cabeza y luego lanzó una mirada a un mayordomo que había frente a una de las puerta del salón. De repente, de detrás de una estantería repleta de libros, surgió una chica. Comprobó que su peinado estuviera intacto, acomodó los tirantes de su vestido y se acercó a mi. Era delgada y bajita. Tenía un rostro simpático y pude notar a través de su peinado que su cabello era algún tipo de rubio.

Se detuvo frente a mi e hizo una reverencia.

—Phoenix Wesley, Alteza.

Alcé una ceja y medio sonreí. La chica estaba completamente nerviosa. Pude notar como temblaban sus manos. Aunque hizo un gran trabajo ocultándolo.

—Un placer, Phoenix.

Respiró hondo antes de continuar.

—Usted... luce muy bien.

—Lo sé. Ya puedes retirarte —añadí y le señalé la sala de mujeres.

Phoenix arrugó el entrecejo antes de volver a inclinarse y comenzó a irse.

—Lindo nombre, por cierto.

La escuché suspirar y sonreí complacido.

—¡Auch! —exclamé cuando sentí un golpe en mi nuca. Me giré para ver quien se había atrevido a golpearme y claro, me encontré con Kile usando las gafas de Neal y su carpeta. Lo miré de manera interrogativa y el sonrío.

—Hoy soy tu asistente.

—Genial —mascullé.

—Pensé que me necesitarías aquí, ya sabes, para evitar que le veas el trasero a cada candidata que pasé.

—Estarías evitando la mejor parte de toda esta situación. Me giré de nuevo cuando escuché un par de tacones hacer camino.

Un segundo mas tarde, apareció otra muchacha ante mi y Kile retrocedió un paso. Esta era alta de largas piernas y rubia. 

En lugar de una reverencia, opto por bajar la cabeza.

—Grecia, alteza.

—Bienvenida.

—Muchas gracias por habernos invitado a su casa, alteza. Espero demostrarle que soy merecedora de su mano día tras día.

Incliné la cabeza, mostrando curiosidad. "Eso suena prometedor"

—¿De veras? ¿Y como piensas hacerlo hoy?

Imágenes no aptas para niños cruzaron mi mente y apuesto que también la de Kile. La chica sonrió.

—Pues bien, hoy me gustaría contarle que provengo de una familia excelente. Mi padre solía ser un Dos.

Y ahí se fue todo mi interés.

—No veo como eso sería de mi interés.

—En mi opinión, es bastante impactante.

—No tan impactante como tener un padre que solía ser un Uno.

Escuché que Kile tosió una risa. Miré a la chica y creí que estaba apunto de desmayarse. "Bueno, no hay forma de ser encantador en esta situación" pensé.

—Puedes irte.

Esta vez si hizo una reverencia y se dispuso a marcharse- Tras varios pasos, miró atrás.

—Siento haberlo ofendido, alteza.

Quería que se fuera ya, pero el plan era enamorarlas, enemistarla y correrlas. Suspiré y sonreí con amabilidad.

—No me ofendiste, pero tal vez la próxima vez quieras dejar de lado el tema de lo que solía ser tu padre, el no es el candidato.

Sonrió y la escuché murmura "la próxima ves"

—¿En serio? Mi padre era un dos —Kile resopló —¿Cómo es eso de utilidad?

—Ni idea, pero era sexi.

—No es mi tipo, demasiado rubia y snob.

Solté una carcajada —Si, como si lo snob no fuera tu tipo.

Kile rodó los ojos. —Tu hermana es un caso aparte.

—Seguro que lo es.

Ante mí desfiló un sinfín de chicas, en su mayoría guapas pero para nada interesantes, definitivamente ninguna era digna de ser recordada. Todas fueron educadas y simples.

—Juro que si veo a otra chica de cabello amarillo me largo. —dijo Kile.

Creo que habían sido 7 u 8 chicas las que tenían el cabello rubio hasta ahora. Y ya había pasado la mitad. Estaba apunto de contestarle cuando Mavi se plantó frente a mi usando un vestido que definitivamente jamás pensé ver en ella. Oh, y su cabello en definitiva no era rubio, era de un color chocolate y caía en hondas por sus hombros. Para la sorpresa de todos, llevaba zapatos.

—Alteza —saludó.

—Lady Mavi, tu puedes llamarme incordio real.

Ella agacho ligeramente su cabeza para ocultar su sonrisa.

—Y bien, ¿cómo te han tratado? Tu madre me ha contado que varios periódicos han desvelado que vives en el palacio.

Sacudió la cabeza asombrada por tal revelación.

—Creí que, al descubrirlo, todas esas chicas se abalanzarían sobre mi y jalarían mi cabello, tal vez un par de rasguños y cachetadas, pero resulta que la mayoría de ellas me consideran un recurso necesario.

—¿Cómo?

—Suponen que lo sé todo sobre ti. Se han pasado toda la mañana bombardeándome a preguntas.

Me sentí un poco incómodo de momento —¿y se puede saber que les has dicho?

Mavi dibujó una sonrisa de superioridad. —Que eres un encanto, por supuesto.

—Si, claro —contesté. Obviamente no le creí. —Puedes seguir...

—Por cierto, quería pedirte disculpas otra vez. Por haberte llamado niño consentido y prepotente.

Me encogí de hombros —Estabas enfadada.

—Pero aun así, no fue justo ni correcto. A ver, no me malinterpretes, te considero un príncipe mimado y eres bastante grosero cuando quieres serlo —recalcó —Pero eres fuerte y he escuchado que también eres amable. Vas a ser Rey de Illea y yo jamás enteré lo que eso significa ni la presión que conlleva. Así que no soy nadie para juzgarte.

Suspiré. Ella no tenía ni idea.

Apenas sonreí —Supongo que gracias, aunque no tenias que disculparte, como que me merecía que me dijeras todo eso.

—Solo voy a decir, De nada —soltó un risita.

Se produjo un silencio incómodo.

—Bueno... la sala de mujeres esta por ahí —dije y señalé la puerta.

—Eso ya lo sé ¡Duh! —dijo y rodé lo ojos. Ella era una sabelotodo —Supongo que nos vemos por ahí.

No pude evitar notar todos los cambios en Mavi, ella siempre ha sido guapa, no es algo que niegue pero hoy se veía radiante.

Mavi comenzó a irse dando pequeños saltitos, recordándome que aun era ella no importa cuanto maquillaje usara. Me obligué a permanecer serio pero era difícil. Se detuvo y miró a Kile sobre su hombro. —Lindas gafas, estoy segura que Neal esta feliz de que se las hayas robado.

—Se le llama tomar prestado —contestó mi amigo claramente divertido.

Y ahí está, el recordatorio de su pequeño amor.

La candidata que había aparecido después era todo lo contrario.

Se había peinado el cabello color caramelo de una manera extravagante pero elegante al mismo tiempo y demonios, la chica tenía un buen cuerpo.

Caminaba como si perteneciera al palacio, con una prepotencia que rivalizaba con la de mi hermana.  ¿Quiera era ella?

—Majestad —Saludó haciendo una elegante reverencia. Definitivamente la mejor de la tarde, Mavi ni siquiera hizo una.

—Alteza —le corregí con una falsa sonrisa.

—No, no. Puede llamarme Estelle. —dibujó una sonrisa socarrona.

—Hay chistes malos y este. —dije tras soltar una carcajada.

—Era un riesgo que debía correr. Compito con treinta cuatro chicas mas. ¿Cómo, si no, iba a conseguir que me recordara?

Competitiva y directa. La clase de chica que hace todo por ganar, como crear problemas entre las candidatas.

Su mirada era profunda y su sonrisa seductora; de no haber conseguido experiencia con las mujeres y sus trucos a lo largo de mi vida, habría caído rendido a sus pies.

—Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo, alteza. Espero volverlo a ver muy pronto.

A Estelle le siguió una chica que apenas articulaba las palabras y que me costó Dios y ayuda entender lo que decía. Otra me preguntó cuando recibiría el cheque con el dinero. Kile casi se ahoga con ese comentario. Hubo otra chica que o tenía algún problema médico o de verdad estaba muy nerviosa, porque no dejaba de sudar. Y como olvidar a la descarada que estuvo mirando ciertas zonas por demasiado tiempo. Fue divertido ver su cara cuando le dije que si duraba mínimo tres semanas la dejaría ver eso que tanto ansiaba y se comía con los ojos.

El general Ledger entró al salón. —Por si has perdido la cuenta, esta es la última.

—¡Al fin!

Kile se había ido hace unos minutos y este asunto se volvió mas aburrido y estresante después de eso.

—No creo que sus padres pretendan pedirle un exhaustivo informe de cada candidato, pero le aconsejo que vaya a verlos cuando acabe.

No pude evitar gruñir con cansancio. —Sin insistes.

Se río por lo bajo —Seré honesto, Alteza. No me agrada que mi hija esté envuelta en todo esto pero en lo que al resto de esas chicas concierne déles una oportunidad, y sus padres también. Su padre está en una situación delicada en estos momentos.

—El siempre está en una situación delicada. Al menos sus situaciones no implican chicas sudorosas que tartamudean. 

—No puede culparla por estar nerviosa, usted es el príncipe, si quisiera, podría condenarla a muerte.

El general Ledger era una hombre que daba miedo. Siempre esa mirada estoica en su rostro, si, cojeaba un poco cuando estaba cansado, pero eso no le impedía moverse de un lado a otro. Recuerdo que cuando era niño me gustaba seguirlo a todas partes, y el nunca me dijo que no lo hiciera, pero las cosas eran diferentes ahora. Su hija competía por mi mano y no es ningún secreto en el palacio que el general tenía guardias siempre siguiendo a su hija por lo que ningún chico se acercaba a ella de manera romántica. Diablos, a los chicos ni siquiera les gustaba ser amigos de Mavi por miedo del general Ledger.

Pero ahora su mirada era amistosa, justo como antes. Supongo que eso fue lo que me hizo querer hablar con el.

—Supongo que yo también estoy algo nervioso con toda esta situación. No quiero sonar arrogante pero no es fácil ser yo en estos momentos. Todo ese coqueteó y las sonrisas es una farsa y después de un rato, cansa. Además algunas de esas chicas me incomodan por la forma en que me miran.

Hice una mueca recordando a la chica de la mirada traviesa que no dejó de mirar la zona de mi entrepierna. Bromeé con ella pero era para esconder lo incómodo que me sentía. Por lo general las chicas no son tan atrevidas y si lo son, definitivamente no es de esa manera.

—Es una situación extraña, lo sé. El único consejo que puedo darle es que deje de fingir. Sea usted mismo, porque tarde o temprano las mentiras que nos decimos a nosotros mismos pueden sobrepasar la realidad. En un tiempo no podrás distinguir de la persona que finges ser de la que realmente eres.

Me dio una palmada en mi hombro y después indicó a sus guardias que trajeran a la ultima candidata.

Una maraña de risos pelirrojos entró en mi visión. La chica llevaba un vestido color verde. Me dedicó una enorme sonrisa mientras caminaba. Noté las pecas que cruzaban de una mejilla a la otra. Su cabello no había sido peinado de ninguna forma. No creía siquiera que se pudiera peinar.

—Hola, Alteza —saludó con un acento que no logré identificar. —¿Cómo está?

Confundido y atraído por esos salvajes risos respondí:

—Bien. Ha sido un muy largo día. Seguro que para ustedes también.

—Lo ha sido, pero lo vale. Es en verdad un placer conocerlo.

Me eché ligeramente hacia delante sin darme cuenta. Pensé que si me acercaba un poco vería mejor esas lindas pecas y descubriría de donde era su acento.

—Me llamo Heather. —se presentó.

—Lo siento, no he podido evitar notar tu acento, ¿De donde eres?

—Swendway, Alteza.

—Lindo. Y entiendes y hablas inglés.

—Lo hago, aprendí hace un par de años, pero aun me cuesta escribirlo.

En ese momento vino a mi cabeza la solicitud con faltas de ortografía. Ni siquiera me había importado ver la foto en la solicitud. —Muy impresionante —contesté.

Sus pálidas mejillas se tornaron ligeramente de color rojo y sonrío nerviosa. "Era Linda"

—Por cierto, es un placer conocerte también, Heather. —comenté.

Su sonrisa se ensanchó al escuchar su nombre y no pude evitar sonreírle. La chica en verdad era linda.

—La sala de mujeres está por ahí.

Heather se inclinó e hizo su camino a donde le había indicado.

—General Ledger. —llamé.

—Si, alteza.

—Dile a mi papá que le pondré al corriente dentro de una hora o dos. Ahora necesito despejarme.

En verdad lo necesitaba. Entre Mavi siendo amable y bromeando con Kile, las diferentes chicas y la inesperada Heather estaba completamente abrumado.

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