✰ 75. UN PLAN MEJOR


All I know is this could either break my heart or bring it back to life

Electric Touch - Taylor Swift

Tropezó con sus pies y perdió el equilibrio, aunque, afortunadamente, él evitó que cayera de bruces y la rescató de ensuciarse también la falda. Reconoció su voz al instante, pero no pudo confirmar su identidad hasta que se limpió las lágrimas y distinguió los ojos verdes de Álex frunciendo el ceño con preocupación.

—¿Estás bien?

La respuesta obvia a esa pregunta era un rotundo no. ¿Cómo demonios iba a estar bien después de ver a Iván a punto de comerle la boca a otra chica? Estaba hecha pedazos porque le tocaba asumir su responsabilidad. Había perdido a Iván por haber elegido a Pablo y todo había salido mal. Se había convertido en la cornuda de Valencia, había sufrido situaciones muy desagradables por tonta y cuando por fin creía que le tocaba ser feliz, el destino le quitaba a su vecino.

No obstante, decirle todo eso a Álex era imposible. Cada una de las interacciones que había tenido con este chico eran, unas tras otra, un auténtico desastre. Se conocieron cuando su ex... ¿crush? Bueno, la chica de la que estaba Álex enamorado le metía un bofetón en la mejilla en medio de una ardiente discusión. Semanas después, él le arroyó con su monopatín en la calle y Celia estaba convencida de que muy sexy no se habría visto en semejante caída. Más adelante se volvieron a encontrar en Fallas, cuando Celia sufrió un apoteósico ataque de ansiedad y se puso a llorar histérica a mitad de noche. Para colmo, le mintió en la tienda de Los sueños de Luna al decirle que había roto con Pablo por vergüenza a admitir que no era así. En conclusión, ni de broma pensaba explicarle su desengaño amoroso con Iván. ¡Álex pensaría que estaba chalada!

—Sí, sí, todo bien.

—Pero si estás llorando.

—Estaba, en pasado —dijo ella pasándose otra vez las manos por las cuencas de los ojos—. No es nada, de verdad.

Álex ponía una cara de tonto muy divertida. Evidentemente no se creía ni una palabra de las que decía Celia, pero pensaba respetar su decisión de no compartir sus preocupaciones con él. Al fin y al cabo, no eran muy cercanos.

—Vale, pues en cuanto te quites el rímel de aquí, me habrás convencido.

Se tomó la confianza de acariciar el pómulo de Celia y retirar los rastros de máscara de ojos que, en el nefasto intento de secarse las lágrimas, ella había arrastrado por toda la cara. Celia dio un leve respingo, sorprendida. El tacto de Álex era dulce y cariñoso. No parecía incómodo al tocarle el rostro y tenía la mirada fija en alguna parte de su piel, naturalizando el gesto. A ella le pareció muy tierno y con cuidado retiró la mano de él y le sustituyó, frotándose la cara ella sola.

—¿Ya está? —preguntó unos segundo después.

Álex sonrió y asintió.

—Perfecta, como siempre —dijo y dio un sorbo al final de su copa—. Iba a pedir otra consumición, ¿quieres acompañarme?

Celia miró a su alrededor y sopesó sus opciones. No tenía intención de volver a la terraza del segundo piso para dar explicaciones de por qué había salido corriendo a toda prisa como si fuera Rayo McQueen en su última carrera. Tampoco le parecía una buena decisión quedarse sola en la discoteca con tanto borracho suelto o volver a casa del mismo modo. En un comienzo tenía intención de hacerlo con Sara, así que la esperaría. Además, sabía que Álex era buena persona y siempre que habían estado juntos, ella se había sentido muy a gusto.

—Vale, ¿qué vas a pedirte? —Celia se echó el pelo a la espalda y se cruzó de brazos centrando su atención en el chico.

No pensar en Iván, sí pensar en cualquier otra cosa.

—Lo mismo que antes.

—¿Y luego qué hacemos?

El chico la miró con una sonrisa divertida y se encogió de hombros.

—Mi idea era volver con mis amigos, pero si tienes un plan mejor me quedo contigo —Se rio y la cogió de la mano para atravesar a la multitud por enésima vez—. Ves pensando, Celia. En cuanto me sirvan la copa te voy preguntar por una alternativa mejor a la de bajar al segundo piso.

—¿Tus amigos están allí?

Él asintió. Vaya, los de ella también. Qué inoportuna coincidencia...

—Ahora pienso algo divertido —le dijo—. Apuesto a que te lo pasas mejor conmigo que con ellos.

Álex se carcajeó y no dijo nada. Estiró del brazo a la joven de cabellos como el ébano y juntos se encaminaron hacia una de las tantas barras disponibles en la mágica discoteca Alma.

Mientras el chico hablaba con el camarero y sacaba un billete para pagar su copa, Celia miró su móvil por encima. Imaginaba que sus amigos estarían buscándola o escribiéndole mil mensajes, pero no estaba preparada para razonarles a que venía esa escapada dramática al estilo princesa Disney. Encendió la pantalla de inicio y lo primero que vio fueron tres llamadas perdidas de Rebeca y diez de Inés. Desde luego, la revoltosa de su amiga debía tener un remordimiento de conciencia como una casa para haberla llamado tantas veces en tan poco tiempo. Decidió enviarles un WhatsApp a ambas haciéndoles saber qué estaba bien, pero no quiso pasarles su ubicación. Irían a buscarla y Celia prefería estar ahora mismo más con Álex que con ellas.

Regresar al grupo significaba volver a ver a Iván y no soportaría mirarle a la cara después del numerito que había montado.

—¿Tú quieres una?

Celia volvió a bloquear el teléfono y a guardarlo en un bolsillo. Después vio a Álex señalar su copa. ¿La estaba invitando? Qué simpático. Con lo caras que eran las bebidas en esa discoteca, le parecía un gesto muy amable por su parte.

—No, gracias —rechazó.

El chico sonrió e hizo un gesto con los dedos invitándola a acercarse a él. Quería decirle algo y visto el nivel de volumen de la música ensordecedora —nunca antes la voz de Tini se escuchó con tanta intensidad— a Celia no le supuso nada extraño concederle su cercanía.

Se deslizó el cabello tras la oreja y cuando él se incorporó, aproximando sus labios al oído de ella, sintió el aliento cálido de Álex hacerle cosquillas en la piel al susurrarle la pregunta prometida.

—¿Ya sabes cuál es el plan?

Celia levantó la mirada para encontrar esos ojos verdes a centímetros de ella. No se había dado ni cuenta de que estaban tan cerca y le sorprendió tanto descubrirlo que tuvo que tragar saliva antes de hablar.

—Eh... Sí. —Carraspeó y buscó a su alrededor una respuesta rápida.

En el centro de la pista de baile había una tarima. Era un breve rectángulo en el que cabían unas cinco personas como máximo y la gente se subía y bailaba sobre ella por dos razones evidentes: la primera era para lucirse, desde allí arriba se veía todo mucho mejor y también se era objeto de exhibición para pavonearse ante los demás cual Pavo Real extendiendo sus plumas; la segunda era que estaba situada justo en la salida del aire acondicionado, lo cual era una beneficio añadido que no se podía ignorar. Por eso mismo la zona estaba plagada de gente acechando como buitres. Todos a la espera de que una de las personas que estaban subidas bajaran para quitarle el sitio.

Ya tenía plan.

Se giró y vio el rostro expectante de Álex que la miraba sonriente. Tenía el pelo oscuro como la noche peinado hacia arriba contrastando enormemente con su mirada fresca y brillante. Era guapísimo, de eso no cabía duda, y además una persona encantadora. Celia pensó que haber visto a Iván con otra chica era un auténtica desgracia, pero al menos había tenido la suerte de cruzarse con Álex. Dicen que un clavo saca a otro clavo, ¿no? Y ella tenía a Iván demasiado agarrado a su mente, no le vendría mal la ayuda de otro tío cañón para quitárselo de la cabeza. 

—¿Ves la tarima? —gritó acercando su cabeza a la de Álex.

El chico estiró la espalda, ojeó la sala de baile y asintió. Sí, la veía.

—El plan es conseguir bailar cinco canciones encima de ella.

Álex frunció el ceño y volvió a mirar el objetivo. Entendia perfectamente cual era el reto, pero se preguntaba dónde estaba la gracia en bailar en ese pequeño espacio con riesgo a perder el equilibrio y caer ridículamente al suelo.

—No sé, veo dificultades técnicas en tu idea —Señaló al aire, aunque Celia imaginaba que su dedo pretendía indicar a la tarima—. En primer lugar tenemos que sortear un mar de personas borrachas bailando al ritmo del reguetón, lo cual ya de por sí es toda una aventura. Pero es que después se pone la cosa peor. Fíjate en los que están subidos: esas tres chicas, llamémoslas Mosqueteras, llevan ahí bailando media noche. Dudo que vayan a bajar ni aunque se lo supliquemos. Por otro lado, la pareja esa se está comiendo la boca a besos.

—Que lo hagan en otra parte —se quejó Celia—. Están quitando espacio que podríamos aprovechar nosotros.

—Estoy de acuerdos, ¿pero vas a decírselo tú? —Acercó la cabeza a la de ella y puso una expresión de chulería en el rostro—. Sé que eres valiente, amiga mía, pero dudo que tengas tanto coraje como para pedirles amablemente que se metan mano en los servicios.

Inevitablemente Celia estalló en una carcajada. La facilidad con la que Álex cambiaba de semblante y expresaba sus pensamientos tácitamente le resultaba terriblemente cómica. Juraría que ni siquiera lo hacía intencionadamente, si no que era su forma de ser y punto. El mero hecho de reírse cuando hacía menos de quince minutos estaba llorando como un bebé por Iván, la indujo a seguir la conversación con el chico de ojos verdes. 

—Pues entonces solo nos quedan los dos tíos que están intentando ligar con las Mosqueteras —sentenció.

—Míralos, que cara de cachorrillos abandonados. —Álex hablaba mirando a la pareja de amigos que se movían con menos gracia que un robot sobre la tarima y miraban de reojo a las chicas—. Sí, estoy de acuerdo contigo. El objetivo es sustituir a esos dos tíos, así les ahorramos la humillación del rechazo.

Celia reía como una niña y por unos minutos se olvidó del motivo que le había llevado a reencontrarse con Álex. Animada, le cogió de la mano y estiró hacía el centro de la pista. Estaban sonando todos los hits del verano, así que más que ir directos al objetivo, chico y chica lo pasaron deteniéndose cada tres minutos para exclamar la letra de una canción, bailar dando saltos y moviendo la cabeza de lado a lado, y comentar alguna tontería sobre el ridículo que hacían algunos a su alrededor.

—¿Por qué no vamos hasta el DJ y le pedimos que nos ponga una canción? —preguntó ella emocionada, agarrando con ambas manos el brazo de Álex.

La verdad es que él tenía una sonrisa preciosa y no la ocultaba. Se estaba terminando su copa y miraba a todas partes buscando un lugar dónde apoyarla, pero en ningún momento pareció incómodo ante el tacto de Celia.

—Nos va a mandar a tomar el aire —dijo—. Bueno, a lo mejor a ti no porque eres preciosa y, seamos sinceros, las chicas guapas tienen privilegios en esta clase de asuntos. Pero a mí me va a mandar bien lejos.

Ella se había sonrojado en cuanto escuchó el piropo salir de sus labios, sin embargo, se esforzó por aparentar indiferencia.

—Si con eso te refieres a que el DJ seguramente quiera acostarse conmigo, permíteme dudar sobre tu concepción del significado de privilegio. —Puso los ojos en blanco—. Para mí eso es un precio.

Álex asintió con la cabeza y aproximó sus labios a su oído una vez más. Cada vez que hacía eso, Celia se ponía muy, pero que muy, nerviosa y se preguntaba qué estaba haciendo.

—Tienes toda la razón del mundo. ¿Entonces seguimos el recorrido a la tarima?

La chica asintió y cogida de su mano se dejó guiar más al interior. Por cada minuto que pasaban juntos era más evidente que a Álex le gustaba Celia. La pregunta aquí era, ¿qué quería hacer ella? Siendo honesta, prefería mil veces que esa noche hubiera sido de Iván y suya, pero no podía estar dandole más vueltas al hecho de que él hubiera pasado página. En otro orden de cosas, Álex y ella se habían visto pocas veces y, aunque era obvio que ambos sentían atracción el uno por el otro, Celia no quería volver a ser la causa de otro corazón roto. Aunque siendo realistas, que Álex quisiera besarla no significaba una propuesta de matrimonio, ni mucho menos que sintiera algo por ella más allá de la atracción...

Ay, Dios, otra vez estos dolores de cabeza pensando en mil escenarios no, por favor.

Recordó lo que había pactado con Rebeca hacía pocas horas: esa era la noche de las oportunidades y los riesgos. Tomaría decisiones en base a lo que realmente deseaba hacer y no en sus miedos.

Así que, cuando Álex y ella llegaron a destino, Celia decidió que no sería ella quién propiciará qué algo ocurriera entre ambos. Sin embargo, si era él quien se lanzaba, actuaría según lo que le apeteciera en el mismo momento. No tomaría esa decisión pensando en Iván porque él ya estaba fuera de sus posibilidades, en su lugar, la tomaría pensando en sí misma, atreviéndose a hacer cosas que de normal no hacía y sin permitir que le controlaran sus temores.

—Acabo de darme cuenta de que tienes una mancha más grande que el continente africano en la camiseta —dijo el chico señalando el top rojo de Celia. Ella le dio un golpe suave en el hombro como respuesta—. Entiendo que eso quiere decir que ya lo sabías. Bueno, ¿qué hacemos ahora? —añadió sin soltarle la mano y mirando hacía la gente que bailaba en la tarima.

—¡Yo voy a subir! —respondió ella decidida.

Y eso hizo. Apoyándose en Álex, Celia se abrió paso y consiguió hacerse un hueco para bailar a duras penas. Las vistas desde allá arriba parecían mágicas: las luces de colores iluminando toda la sala, la gente a sus pies bailando y cantando, la música a todo volumen apoderándose de su espíritu. Por alguna razón, lograr subir acababa de transportarla a un mundo paralelo en el que nada malo podía ocurrir y unas ganas tremendas de disfrutar y dejar de lamentarse la inundaron.

Tenía ganas de bailar y eso hizo.

Miró abajo y sus ojos azules se encontraron con los verdes de Álex una vez más. La admiraba en silencio, con esa preciosa sonrisa suya pintada en la cara y Celia le extendió una mano para ayudarle a subir. Los chicos de antes habían bajado al poco después de que ella invadiera el relieve, así que ambos cabían en una pequeña esquina.

—¡Venga, ven!

Álex no se lo pensó mucho y agarró su mano para impulsarse. Entre el salto que dio él, la fuerza que hizo ella al estirar y el poco espacio disponible para situarse, acabaron pegados uno frente a los otro, mirándose a los ojos y en completo silencio. De fondo la voz de Duki empezaba la primera estrofa de Los del Espacio y aunque no era la canción más romántica del universo, Celia sintió que como banda sonora para un lio de verano no estaba nada mal. Le sonrió.

—¿Esto va a pasar o no? —preguntó él con simpleza.

No hizo falta que concretara porque Celia entendía a la perfección a qué se refería. Se encogió de hombros y no respondió todavía. ¿Por qué no hacerlo? Él era guapo y simpático. A ella le encantaba y, sinceramente, había salido esa noche con la idea de besar a alguien. Puede que no fuera Iván como tanto había ansiado, pero... Qué demonios, sí que quería. Deseaba sentirse bien.

—Depende de ti —contestó.

Pocas veces era tan directa y se le revolvieron las tripas durante los diez segundos que Álex se quedó quieto mirándola a los ojos sin decir una sola palabra. Esto de arriesgarse tenía una parte excitante y otra traumática. Se sentía muy vulnerable al haber sido tan transparente con él, aunque todo apuntaba a que la correspondía, ¿no?

De pronto la besó. Las manos de Álex sujetaron el rostro de Celia con rapidez y sus labios se posicionaron sobre los de ella suavemente. Estaba petrificada sin mover un solo músculo. En realidad no había sido consciente de la posibilidad de que eso ocurriera hasta que lo había hecho e intentó descifrar cómo se sentía en una fracción de segundo. ¿Feliz? ¿Confusa? ¿Asustada? ¿Desesperada?

No. Emocionada. Sí, eso mejor. Se sentía emocionada.

Levantó los brazos para sujetarse en la camisa de él y abrió la boca para devolverle el beso. No había sido tan malo todo lo que había pasado al fin de cuentas. Esto le gustaba. Los labios de Álex eran dulces y cariñosos con ella. Besaba de categoría y ella tenía ganas de ser besada. Su piel se erizaba con las caricias de sus dedos y su respiración extinguiéndose cerca de su boca despertaba la excitación de su interior.

Entonces un brazo se interpuso entre ambos y tan rápido como había empezado todo, se terminó. Álex fue arrastrado de su lado y ella tuvo que mirar a su alrededor varias veces para entender qué demonios estaba pasando.

A su ligue de una noche le habían obligado a bajar de la tarima a base de un estirón que le había arrancado tres botones de la camisa y el causante de semejante acto de violencia era el vecino de Celia. Lo primero que pensó ella fue que eso acababa de ser un gesto muy infantil originado por unos celos mal gestionados, aunque pronto comprendió lo equivocada que estaba.

—¿Me estás vacilando, Álex? ¡¿Qué cojones estás haciendo, idiota?! —gritaba Iván airado al chico al que ella acababa de besar.

—¿Qué coño estás haciendo tú, animal? Casi me caigo al suelo. —Álex se zafó de su amigo y se alisó la camisa con una expresión de cabreo en el rostro sorprendente. A su juicio, nada de lo que hacía el otro tenía sentido—. ¿Me puedes explicar a qué narices ha venido esto? ¿No ves que estoy ocupado?

En su afán por defenderse de lo que él creía, inocentemente, que no dañaba a nadie, señaló a Celia que seguía subida allá arriba. Ella tragó saliva y empezó a encajar las piezas del puzzle.

Eran amigos.

Iván y Álex eran amigos.

Joder.

Siguiendo a su vecino e interponiéndose entre los chicos, Inés apareció de algún lugar y miró a su amiga con un semblante incrédulo pintado en la cara. Ella tampoco comprendía nada, pero había presenciado junto a Iván ese inesperado beso y no sabía bien cómo proteger a la de cabellos negros. Acababa de meter la pata hasta el fondo. Si hacía un rato Celia creía que había perdido a Iván, ahora sí que lo había hecho de manera definitiva.

—Salgamos a la terraza —ordenó en un intento por apaciguar la situación—. No podéis pegaros en medio de la discoteca, si viene el de seguridad os va a tirar, por no decir que podéis hacerle daño a alguien o a vosotros mismos...

—¡Es que yo no entiendo qué he hecho mal! —gritó Álex nervioso—. Ha sido él, Inés, yo solo me estaba liando con una amiga, ¿he cometido alguna clase de delito que desconozco? Porque no comprendo a qué santo viene este idiota y me...

—¡Te has liado con Celia, pedazo de gilipollas! —interrumpió Iván con la mirada llena de odio—. ¡Celia Pedraza, mi vecina! La chica de la que te llevo hablando durante años. Tú, de todas las personas de este mundo, me has escuchado expresarte todo lo que siento por ella una y otra vez, ¿por qué me haces esto, tío? ¿No había otra chica en toda la discoteca? ¿Tenía que ser justo ella?

Y entonces Álex comprendió su error. No pudo rebatir absolutamente nada de lo que Iván le reprochaba, salvo tratar de convencerle de que no lo sabía, de que no había actuado con malicia. Miró a Celia y la descubrió a lado de ellos con las manos tapándole la boca y los ojos llorosos. Esperaba que ella tampoco supiera quién era él porque en caso contrario la odiaría.

—Vamos fuera a hablar, tío —dijo en un tono más tranquilo—. Deja que te lo explique, yo no sabía que ella era tu Celia, pensaba...

Iván no dejó que terminara. Tenía la cara contraída en una mueca y sus ojos azules brillaban. Se dio la vuelta sin decir nada y se marchó hecho una furia.

Celia se quedó estática en completo silencio, con lágrimas cayendo sobre sus pómulos y negando con la cabeza constantemente. No era posible. No podía ser verdad. Una cosa era tener mala suerte con Pablo, pero lo de Álex había sido una trampa de la vida demasiado cruel.

—Escúchame. —El amigo de Iván la agarró de los brazos y le obligó a mirarla a los ojos—. Le conozco, ahora está muy cabreado, pero se calmará y podré hablar con él y explicárselo todo. ¿Tú sabías que yo era su amigo?

—¡Pues claro que no! —Ella lloraba y miraba de Álex a Inés y de Inés a Álex suplicando por que alguien la creyera—. Él estaba con otra chica...

—Sí, eso es verdad. —Inés acarició la espalda de Celia y la abrazó—. Le hemos visto tonteando con una chavala, casi le come la boca delante de ella, entonces Celia se ha sentido mal y se ha marchado corriendo... 

—Creía que él ya no quería estar conmigo...

—Cuando Iván se ha dado cuenta de que ella lo había visto todo y que había metido la pata, nos hemos puesto a buscarla y de repente os vemos en la tarima... —Inés se esforzaba por encauzar la situación, pero se la daba fatal esa clase de conflictos—.  Francamente, yo creo que aquí la mala hostia de Iván tiene su origen en que justo el beso haya ocurrido con Álex. Sino no se habría puesto tan violento, ¿verdad? O sea, dudo que le guste que beses a otro chico, pero él iba a hacer lo mismo con la tía de antes hace nada...

Álex alzó las manos en un gesto que pedía pausa y silencio. No se estaba enterando de nada y a cada minuto que perdían ellos tres, Iván se alejaba. No tenía pruebas, pero casi con toda certeza su amigo se había marchado a casa con un disgusto enorme. Había una cosa de las que acababa de gritar Iván que era totalmente verdad: Álex sabía cuánto había sufrido él con la relación de Celia y Pablo. Haberles visto besándose seguramente le había hecho pedazos. Sentir la traición de otro amigo, perder a Celia de nuevo...

—¿Le quieres? —Interrogó a la joven de cabellos oscuros como si la respuesta a esa pregunta fuera de vida o muerte—. No pienses en tu ex, ni en mí, ni en todo lo que has hecho mal. Solo piensa en lo que sientes por él.

—¡Sí, sí y mil veces, sí!  —exclamó entre lágrimas—. No es justo lo que ha pasado, yo no te habría besado si no fuera porque creía que él ya no quería estar conmigo...

—Da igual, Celia, todo eso no importa. —Álex estiró de su brazo obligándola a avanzar y gritó sobre la música—. ¡Corre tras él y no permitas que amanezca sin decirle que lo que sientes! ¿Está claro? Nada de lo que diga yo va a servir ahora, tiene que escuchártelo decir a ti. ¡Corre!

Y por una vez en su vida, Celia actuó y dejó de pensar.

Aquí traigo este legendario capítulo de casi 4000 palabras y me pregunto si he conseguido sorprenderxs o ya sospechabais que esta situación iba a producirse. En cualquier caso, necesito saber qué pensáis.

¿Alguna vez habéis tomado una decisión de este tipo por despecho? 

¿Creéis que es justo que Iván se enfade cuando él también estaba con otra chica al mismo tiempo?

Más importante aun, ¿creéis que es posible la reconciliación de ambos después de esta cagada monumental? 🤣

Bueno, a final de semana vendrá el capítulo 20 donde veremos si Celia consigue alcanzar a Iván antes de llegar a casa o no.

Yo estoy living con esta parte final del libro, QUE GANAS DE QUE VEÁIS PA DONDE VA ESTO JEJE

Un día más me queda recordar que...
¡ESTAMOS A 7 CAPÍTULOS DEL FINAL DE ESTA HISTORIA!  ⏰🥰

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top