✰ 23. ES DEFINITIVO
Me pusiste la luna en las manos
Te gané sin temblar de un asalto
Con la miel en los labios - Aitana
Pasó toda la tarde hasta que se hicieron las siete, hora en la que su Príncipe Azul debía aparecer montado en su blanco corcel o negra moto, según se mire. Celia suspiró con ese semblante agotado que tiene uno después de ir de fiesta: quería dormir, pero sentía que debía ver a Pablo para recordarse por qué le había elegido a él y no a Iván. Se enfundó en un abrigo azul y salió de su casa con la mirada agachada.
—¿Qué tal anoche, Cenicienta? —saludó Pablo cuando la vio salir del portal.
—Me salté el toque de queda, pero por suerte no me convertí en calabaza.
Apoyado en su propia moto aparcada, con un cigarrillo en mano y el casco en la otra, el chico de Celia tenía el mismo aspecto irresistible de siempre. No obstante, ella no se sentía tan eclipsada como durante los últimos días porque el recuerdo de Iván la atormentaba. Es otras palabras: si normalmente su mente estaba al cien por cien para Pablo, esa tarde se había repartido al cincuenta entre los dos amigos. Qué horrible mareo.
—¿Y esa cara de pena? ¿Estás bien?
—Sí... —Celia se pasó una mano por la mejilla y forzó una sonrisa—. Estoy cansada.
—Podríamos haber quedado cualquier otro día.
—No, no te preocupes. Hoy está bien.
Él asintió y la estudió con sus pupilas. Le extrañaba que Celia no hubiera acudido a sus brazos con la radiante felicidad que la caracterizaba para estirarle de la cazadora y plantarle un beso en los labios. Podía percibir que algo no andaba bien entre ellos, era como si de golpe les hubieran arrebatado la pasión.
—¿Por qué no me dices la verdad?
—¿La verdad? —Ella tragó saliva muy incómoda.
—Te pasa algo, preciosa —insistió Pablo.
La chica se mordió el labio sin atreverse a mirarle a los ojos. No podía decirle que su amigo Iván se le había insinuado y que ella se sentía atraída por él. Faltaba valor para confesar algo así a la persona que venía llamando Príncipe Azul en las últimas semanas. Se había entregado en cuerpo y alma con la seguridad de que solo tenía ojos para Pablo y ahora se daba cuenta de que también los tenía para Iván. Así que le mintió a medias.
—Anoche Inés se enfadó conmigo —dijo—. Creo que sigo preocupada.
—¡Ah! —El cuerpo del chico, antes algo tenso, se relajó al darse cuenta de que no había peligro—. Yo no le daría muchas vueltas. Inés es un poco...
Celia alzó sus ojos azules y le escrutó, interrumpiendo con ese gesto lo que quiera que fuera a decir Pablo sobre Inés. Tenía la manía de proteger a sus amigas con uñas y dientes, por lo que esperaba que Pablo no cometiera el error de meterse con ellas.
—¿Un poco qué?
—Mmm... —Afortunadamente el chico se lo pensó dos veces antes de hablar—. Con mucho carácter. Pero sois amigas desde hace años, yo no me preocuparía. Seguro que se soluciona. ¿Quieres contarme lo que pasó?
Celia sonrió levemente. Buena respuesta. Su momento de inseguridad se desvaneció.
—Es una tontería. —Empezó a caminar sin rumbo fijo y Pablo la siguió después de tirar el cigarro al suelo y pisarlo con sus deportivas para extinguir el fuego—. Desparecí durante un rato y ella se quedó sola. Bueno, en teoría estaba con Paula y unos chicos, pero en realidad no porque Paula tenía intención de enrollarse con uno... En fin, que yo debía haber estado con Inés y la pobre se quedó de carabina dos horas.
Pablo escuchaba tranquilamente el breve resumen de Celia mirando al suelo y pasándose el casco de una mano a otra.
—¿Y dónde estabas?
Tanto evitar la situación de riesgo y aun así se había puesto en evidencia. A Celia no le quedaba otra que sincerarse, ya que mentir era evidente que no era su talento.
—Con Iván.
—¿Con Iván? —Se sorprendió—. ¿Iván Álvarez? ¿Mi amigo? ¿Tu vecino?
—Sí.
—¿Salisteis con él?
—No, nos lo encontramos. —Celia sentía verdadera necesidad de aclarar el punto de que nada era intencionado en esa historia—. A ver, es que es un poco lioso. Paula se ha descargado la aplicación de Soulmates.
—¿La de citas?
—Exacto. Resulta que llevaba días hablando con un tal Alberto y habíamos quedado con él y sus amigos en Alma para que Paula pudiera conocerlo en un ambiente poco incómodo...
De pronto Pablo abrió la boca y profirió una exclamación que daba a entender que había captado la conexión de los sucesos.
—Alberto García, ¿no? El amigo del gimnasio de Iván. Ahora tiene todo sentido —Se rio y Celia sintió que se quitaba un enorme peso de encima.
—Eso es —afirmó tajantemente con su primera sonrisa real de la tarde—. Fue todo una coincidencia. Al final resulta que Alberto y Paula congeniaron muchísimo y pasaron casi toda la noche juntos. También estaba la novia de Noe, así que a ella la perdimos nada más entrar a la discoteca.
—Por eso Inés y tú estábais solas... —Comprendió—. ¿Y por qué te fuiste dos horas con Iván?
Mierda. Dos horas a solas con un chico que estaba interesado en ella podía interpretarse muy mal. Pero Pablo no sabía que a Iván le gustaba Celia, ¿no? Bueno, de saberlo supongo que no habrían empezado a quedar nunca... Uno no se besa con los amores platónicos de sus mejores amigos.
—No me fui con él. —Aclaró por si acaso—. Bajé al baño un momento y al salir me lo crucé. Él buscaba a su amigo Álex y no lo encontraba, así que le ayudé un poco en esa misión y luego Inés me llamó muy molesta...
La expresión de Pablo se endureció al escuchar hablar de Álex.
—¿Qué pasa? —Celia frunció el ceño.
—Nada.
—Algo pasa, te acaba de cambiar la cara cuando he mencionado al amigo de Iván —insistió—. Oye, que yo te acabo de contar lo de Inés, ¿no me irás a dejar con el enigma sin resolver, verdad?
En su voz primaba un tono jocoso, por lo que Pablo sonrió.
—No, no, es solo... —La miró de reojo y se encogió de hombros—. Ese chico y yo no tenemos muy buen rollo.
—¿Y eso?
—¿Lo conociste? —Celia se dio cuenta de que Pablo evitaba responder.
—No. —Negó con la cabeza—. No sé dónde estaba, pero te juro que se escondió de maravilla. Miramos en todas partes y era como buscar una aguja en un pajar. Ni rastro de él.
Pablo le sonrió y se detuvo en medio de la acera. Sus ojos marrones miraban con ternura los azules de Celia. Acarició dulcemente su mejilla y ella sonrió.
—Álex y yo no nos aguantamos. No es que haya pasado nada entre nosotros, pero a él no le caigo bien ni yo ni nadie de los del grupo de nuestro colegio. —La besó en la mejilla—. Es un poco rarito.
—¿Así, sin más?
Celia se sintió un poco decepcionada. Esperaba algo más de contenido, pero creyó justificado que Pablo no quisiera darle toda la información todavía. Solo llevaban unas semanas quedando. Por otra parte, a lo mejor lo que decía era verdad y Álex simplemente era un chico extraño que le había cogido manía.
—Sí. Pregúntale a Iván si quieres. Es su mejor amigo y la verdad es que no entiendo por qué.
La conversación sobre Iván, Álex y Alma se dio por terminada tras ese último comentario. Celia tuvo la sensación de que la afirmación de Pablo derramaba un vistoso rastro de envidia. Quizá su chico se sentía dejado de lado por Iván... Ella misma se había sentido así alguna vez y entendía a la perfección la frustración, así que esbozó una cariñosa sonrisa y cambió de tema.
—¿Qué tal con tu amigo?
—¿Cuál de todos?
—El que ha roto con su novia. Me dijiste ayer que ibas a quedar con él.
Pablo deslizó sus dedos entre los de Celia y ambos pasearon cogidos de la mano por primera vez. A ella le producía una sensación de calidez en el pecho tener a Pablo cerca. Era una especie de guardián protector que la cuidaba de todos las preocupaciones que fluían a su alrededor.
—Uf, es una historia muy larga. —Suspiró el chico meneando levemente la cabeza para quitarse el rizo independiente de la frente—. ¿Quieres oírla? Pero debe quedar entre tú y yo. Estoy traicionando la confianza de mi amigo.
Ella se detuvo exageradamente erguida e hizo un gesto con los dedos y la boca simulando correr una cremallera entre ellos. Un compromiso tácito de su lealtad. Él se rio y la atrajo hacía sí: no la había besado en todo el rato y sentía nostalgia del sabor de sus labios.
—Bueno, presta atención que esto que vas a oír es un culebrón de los de película de tarde de domingo —bromeó y antes de empezar le obsequió con un dulce beso. Al separarse de ella pudo leer en sus ojos azules el renacer de la pasión que había predominado en sus encuentros durante esa semana. Por un momento, al verla bajar de su casa, creyó que se había esfumado—. Mi amigo Matías lleva saliendo con una chica que se llama Sandra desde hace tres años. Y, para que te hagas una idea, son como una pareja de modelos. No sé cuál de los dos está más bueno.
Ella se rio. Le gustaba la forma en la que Pablo trataba de hacerle sonreír dándole un tono divertido a la historia. Eso era muy tierno.
—Sandra es una maravilla de chica. Cuando la conocí pensé que Matías había sido el tío más afortunado del universo. Además de guapa es arriesgada, decidida y muy buena persona. Le dije que no debía dejarla marchar porque gente como ella hay poca. —Miró a Celia fijamente y esbozó una sonrisa de medio lado—. Aunque ni veinte Sandras podrían ser comparables a ti, Cenicienta.
Las mejillas de ella se pintaron de color rojo, como tantas otras veces, pero no interrumpió el relato.
—La cosa es que, de la noche a la mañana, a Matías se le ha cruzado un cable y ha decidido romper con Sandra. Ella no lo ha visto venir por ningún lado y está muy afectada. Como te decía, los dos son amigos míos, pero esta vez he tenido que posicionarme a un lado por razones más que evidentes...
—Claro, pobre chica... —murmuró Celia—. ¿Pero por qué la ha dejado?
—Según Matías, se ha dado cuenta de que ya no sentía lo mismo que cuando empezaron y creyó que Sandra merecía saberlo. —Suspiró—. Me da mucha lástima porque es muy buena, no se lo merece. Pero entiendo que si él no la quiere, hizo bien en sincerarse y poner fin a la relación.
—Pues sí, aunque es una pena.
—Sandra lo está pasando muy mal, pero no derramará lágrimas eternamente. A una mujer como ella nunca le faltarán pretendientes, créeme. —Celia quería hacerlo, pero oír hablar de la belleza de Sandra de esa manera a través de los labios de Pablo le hizo sentirse algo celosa—. La cuestión es que ayer Matías me confesó que llevaba semanas en una doble relación. Su idea era romper con Sandra definitivamente para estar con la otra. Y aquí viene el giró de los acontecimientos: la nueva chica tiene novio desde hace dos años y no va a dejarle por Matías.
—¡Venga ya! —Los celos de Celia desaparecieron con el inesperado desenlace.
—Ha metido la pata hasta el fondo. Le pasa por gilipollas... Yo le quiero, ¿sabes? Es mi amigo y esas cosas, pero tiene lo que se merece. Y mientras, Sandra está completamente destrozada...
Podía imaginarlo. ¿Quién no empatizaría con esa pobre chica? No hay nada peor que ser traicionado por la persona a quien amas.
—Deberías apoyarla —le instó Celia—. Queda con ella algún día y recuérdale lo maravillosa que es. Después de una ruptura, las cosas pueden parecer mucho peores de lo que realmente son, sobre todo si ha sido tan desastroso como lo cuentas. Para eso están los amigos, para ayudar a levantarnos cuando parece que es imposible.
Pablo sonrió y la miró de reojo con ternura.
—Eso haré. —Se detuvo y acarició su mejilla—. Eres un encanto, Celia. Me gusta que no seas celosa.
Ella se sintió halagada. No quería bajo ningún concepto que su relación con Pablo fuera una de esas repleta de desconfianza y conductas tóxicas. Le devolvió la sonrisa con cariño y se puso de puntillas para regalarle un beso.
—¿Entonces estamos juntos? —preguntó tímidamente.
—¿Quieres decir saliendo? ¿Formalmente? —Él rio en voz alta—. Pues claro que sí, Celia, lo daba por hecho.
Existe un placer indescriptible cuando se cumplen nuestros más sinceros deseos, especialmente, aquellos que tememos que no puedan hacerse realidad. El corazón de Celia se llenó de amor en cuanto Pablo verbalizó esas palabras de una manera tan despreocupada y natural. Todas las dudas que pudiera haber almacenado en su interior, sobre Iván o sobre cualquier otra cosa, quedaron abandonadas en un rincón recóndito de su memoria. Se le había concedido uno de sus más ansiados sueños: amar y ser amada.
Celia ya ha elegido un favorito. Se queda con Pablo, y no me extraña, es que la elección se me hace difícil hasta a mi. Tengo un crush con mis dos personajes, no se si eso es muy normal :')
Aunque se lo estoy poniendo mas jodido a Iván que a Pablo, jejej.
¿Qué opináis? ¿Sois más team Pablo o team Iván? Os leo 👀
Recordad votar y os traeré cuanto antes el siguiente capítulo ⭐️
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