✰ 21. LEALTAD
Entiendo que te confundas, no tiene mucho sentido
Dejar algo que es seguro por algo incierto conmigo
Las dudas - Aitana y Sebastián Yatra
Hacía poco menos de un minuto que se había despedido de aquel extraño con pinta de ángel cuando su mirada se cruzó con la de Iván. Fue inesperado y demasiado injusto. Celia llevaba años aburrida en su propia rutina como para que en un par de semanas hubiera terminado en una especie de triángulo amoroso entre su vecino rebelde y el atractivo de su amigo.
En realidad no podía decir que estuviera enamorada de ninguno o que alguno de ellos lo estuvieran de ella. Solo habían pasado dos semanas, pero la tensión sexual se palpaba en el ambiente con una intensidad incontrolable que exigía todo el esfuerzo y voluntad del mundo para contenerse y no meter la pata hasta el fondo. Especialmente en lo que se refería a Pablo: sentía que entre ellos nacía un vínculo especial, de los que vale la pena cuidar y construyen una relación espectacular.
De Iván no sabía nada más que lo que llevaba viendo los últimos años. Sabía que le atraía, que era uno de aquellos chicos granujas que tenía a medio barrio suplicando por su atención, que le gustaba fumar hierba de tanto en tanto y que en realidad no era tan malo como lo había acusado ella en el portal aquel sábado que ya parecía tan lejano.
Podía dejarlo ahí, podía evitar que se adentrara en su vida y lo pusiera todo patas arriba. Podía quedarse con Pablo y sentirse satisfecha. Pero al mismo tiempo, no podía.
—¿Iván? —murmuró, intentando disociar la realidad de la ficción, cuestionándose si lo que veían sus ojos era verdad o un mero espejismo del subconsciente.
Él esbozó una sonrisa sincera, casi tierna, tan diferente a las otras veces. Se alegraba de verla.
—Qué sorpresa, vecina —dijo—. Parece que estamos destinados a encontrarnos más allá del ascensor.
Eso la hizo reír. No tanto por el comentario, sino por la tranquilidad con la que hablaba, sin segundas intenciones o piropos encubiertos. Celia se relajó y subió las escaleras hasta quedar a un escalón de distancia de él. Mantenía la cabeza alzada, observando sus ojos azules y la ternura que emanaba de ellos. Este Iván le parecía un poco más auténtico que el que veía cada mañana en el edificio.
—Sí que es casualidad —se limitó a responder ella.
—Bueno, para casualidades vas a alucinar cuando te cuente que Alberto García es mi colega desde hace varios años.
Celia tardó un breve minuto en entender de quién hablaban.
—¿El chico de Soulmates? ¿Con el que ha quedado Paula? Hace media hora estaba hablando con él en la terraza... —Entonces ató cabos y abrió la boca fascinada—. ¡No me fastidies! ¡Eres uno de los amigos que había bajado al baño!
—Sorpresa —Rio.
Celia se unió a su carcajada. Había llegado a pensar que entre Iván y ella era imposible mantener una conversación decente sin que a ella le molestara algún gesto o comentario suyo, pero en ese momento se sentía realmente cómoda hablando con él.
—Bueno, ¿y dónde está el otro? —preguntó.
—¿Álex? Ni idea.
—¿Has perdido a tu amigo? —Pasó su mano por el cabello y tímidamente depositó un mechón tras su oreja.
—Se ha encontrado con alguien del colegio y les he dejado hablando. —Se encogió de hombros—. Yo prefería subir con Jorge y Alberto a escuchar anécdotas de gente desconocida.
Ella asintió sin dejar de sonreír.
—Entonces, ¿acabas de estar con Inés y Paula?
—Exacto.
—Qué raro que no me lo hayan dicho.
—Lo han hecho. Tienes un WhatsApp de Inés.
Entonces Celia recordó el mensaje que le había llegado antes de presenciar a la diva rubia abofeteando al tío cañón. Le dio lástima recordarle tan abatido al mismo tiempo que cuerdo. Si ella hubiera estado en su lugar, seguramente se hubiera echado a llorar desconsoladamente.
Sacó el móvil del bolso y leyó las palabras de Inés escritas en mayúsculas.
INÉS PUIG 💖, 01:30
URGENTE. NO TE AGOBIES NI TE ENFADES, TE JURO QUE NO TENÍAMOS NI IDEA. IVÁN ESTÁ AQUÍ, ES AMIGO DE ALBERTO Y JORGE. CREO QUE QUIERE VERTE. NO SÉ QUE TENGO QUE HACER, ¿LE DIGO DÓNDE ESTÁS O QUÉ? ¡¡¡CONTESTAME!!! ⚠️⚠️⚠️⚠️⚠️
Celia alzó una ceja sin comprender para qué le preguntaba su amiga qué debía hacer, si finalmente le había dicho donde estaba a Iván. Desechó ese pensamiento de su cabeza, restándole importancia. Conociéndola, seguro que se había puesto nerviosa y había actuado impulsivamente.
—¿Cómo sabías que tenía un mensaje suyo?
—No es muy discreta. —Iván sacó del bolsillo una caja de tabaco y sujetó un cigarrillo entre los labios—. Y en mayúsculas es más fácil leer desde lejos.
—No sabía esa faceta tuya.
—¿Cuál?
—La de fisgón.
Le guiñó un ojo al chico para hacerle saber que estaba de broma y luego amplió su sonrisa, divertida. Iván rodó los ojos y bajó un peldaño situándose a su altura, próximo a su rostro.
—Celia Pedraza, a lo mejor no lo sabes, pero te voy a contar un secreto —retiró el cigarro de sus labios y murmuró en su oído. El corazón de ella latió con fuerza al saberse tan cercana a su boca—: los tíos somos tan chismosos como las tías.
A Celia le puso la piel de gallina sentir la textura de su grave voz. Tragó saliva y miró al suelo sonrojada.
—¿Has venido a buscarme? —murmuró.
Se sorprendió a sí misma percatándose de lo insinuante que había quedado esa pregunta. Ella estaba con Pablo. Al menos ese era el plan. Sin embargo, era un poco tarde para que Iván no hubiera captado la indirecta infiltrada en una pregunta tan inocente. A Celia le había encantado la aparición sobrevenida.
Él volvió a esbozar esa conocida sonrisa socarrona, lleno de seguridad, y se acercó a ella acortando la breve distancia que separaba su rostro del de él. Sostenía el cigarro entre dos dedos y jugueteaba con un mechero en la otra mano.
—He venido a buscar a Álex —le susurró a tan pocos centímetros que sus narices casi chocaron—. Tú has sido una grata sorpresa por el camino. ¿Me acompañas a la terraza a fumar?
No era lo que esperaba oír, pero la tranquilizó.
Todos soñamos con vivir uno de esos excitantes triángulos amorosos de las películas donde dos chavales bien atractivos y de cuerpo atlético se enfrascan en una batalla por la mujer de sus sueños, desembocando en una secuencia de escenas pasionales que son la envidia de cualquier adolescente. Pero en el mundo real, cuando se producen esas románticas situaciones, suele darse muy a menudo un mismo resultado: alguien acaba herido.
Celia no quería ser responsable del corazón roto de nadie. Por eso le relajó que Iván dijera que venía a ver a Álex, porque así ella se sentía menos responsable del daño que pudiera producir en él. Una excusa muy poco sostenible, aunque lo suficiente para convencerse a una misma de que se encuentra en terreno seguro.
—Vale, ¿quieres que te ayude a buscarle también?
—Por favor. —Sonrío él mientras comenzaba a bajar las escaleras de dos en dos.
Alzó la mano y se la ofreció para que se apoyara en ella.
—No me gustaría que te abrieras las cabeza con esos tacones —dijo para justificar su caballerosidad y le miró de pies a cabeza con impertinencia—. Menudas botas, vecina.
—Pero que tierno eres, Iván —ironizó la otra haciéndole una mueca inocente. Aun así tomó su mano para ayudarse a descenderlas—. A ver si eres capaz de decir más de dos frases sin fingir que todo te da igual.
Con risas y complicidad ambos jóvenes se infiltraron entre la multitud en busca de un amigo que Celia no había visto en su vida y, en algún momento, con la excusa de no perderse el uno al otro, se agarraron de la mano y no se soltaron en mucho rato. De vez en cuando paraban a bailar una canción que alguno de los dos adoraba o simplemente a susurrarse comentarios divertidos que esbozaran una sonrisa en el otro.
Iván se fumó su cigarrillo apoyado en la barandilla de la enorme terraza de la planta baja y Celia le miró mientras lo hacía admirando sus rasgos físicos. Su vecino era un privilegio para el ojo humano y puede que no quisiera salir con un chico atormentado que fumaba hierba y actuaba como si el mundo le diera igual, pero disfrutar las vistas era gratis.
Tras una hora de aquí para allá sin rastro de Álex, Celia sintió de una forma casi imperceptible que su móvil vibraba repetidas veces. Se detuvo en una esquina, reteniendo el paso de Iván, que se giró hacia ella para saber qué ocurría. Sacó el teléfono y, tapándose una oreja con una mano y presionando el altavoz del aparato en la otra, escuchó la voz de Inés.
—Estás con Iván ¿verdad? —gritaba entre el ruido—. No has vuelto del baño desde hace casi dos horas, me estoy preocupando. ¿Qué estás haciendo? Joder, no habré interrumpido...
—Callate, Inés, no termines esta frase. Sí, estoy con él —respondía Celia sobresaltada.
—Pues si solo estáis hablando, tienes que volver ya —dijo la otra—. Llevo toda la noche sola y ese no era el plan. Dijiste que estaríamos juntas.
—¿Qué? No te oigo.
Entre el alto volumen de la música y el griterío de la gente, a Celia solo le llegaba el veinte por cien de lo que transmitía su amiga.
—¡Qué tienes que volver a la terraza! —gritó nerviosa Inés.
—Vale, vale. En seguida voy.
Celia colgó sin entender muy bien a qué venía la urgencia y le comunicó a Iván su inquietud.
—Ya sé que no hemos encontrado a tu amigo —dijo—, pero Inés se ha molestado conmigo porque no he vuelto. En principio era nuestra noche en pareja porque Noe está con su novia y Paula con Alberto. No la puedo dejar más tiempo sola, lo siento.
—Pero ella está con Jorge, ¿no? —Ambos seguían con sus dedos entrelazados. Él no quería separarse de Celia tan pronto.
—No le conoce de nada, Iván. Esa no era la noche que nos habíamos prometido. —Suspiró—. Me tengo que ir, de verdad.
Se miraron el uno al otro. Ella estaba preocupada por su amiga e Iván era capaz de entender que Inés se molestara por su soledad. Suspiró y le apretó la mano en un gesto cómplice.
—No te preocupes, ya busco yo a Álex. Vuelve con ella.
—¿Seguro? —dudó.
—Sí, está bien.
Le dedicó otra de esas sonrisas dulces que habían sido casi la permanente expresión de él durante la noche. Ella sonrió de vuelta. Por algún motivo le costaba marcharse de su lado.
Iván descendió su mirada a su boca, cuestionándose si besarla o no. Buscó en su interior el valor necesario para hacerlo, pero la imagen de Pablo se le aparecía como un fantasma arrebatándole el coraje.
Finalmente, estiró su mano y la rozó con los labios. Un breve gesto cariñoso que, si bien no le exponía tanto como un beso, era lo suficiente claro para dejar entrever sus intenciones para con ella. La miró esperando una reacción y cayó sobre su cuerpo la mayor de las decepciones posibles.
—Pablo es tu amigo —dijo Celia, con el rostro inexpresivo—. ¿Cómo-cómo puedes tontear conmigo sabiendo que estamos juntos? ¿Lo sabes, verdad?
—¿Estáis saliendo? Pensaba que solo habíais quedado una vez... —Se arrepintió instantáneamente de haber dicho eso. Hubiera sido más astuto razonar por qué él no opinaba que estuviera traicionando a Pablo, pero fue demasiado tarde.
Ella se sonrojó. Iván sospechó que entre su miserable nefasto amigo y ella habían pasado unas cuantas cosas más a parte del beso frente a la librería. No lo tenía claro, pero la vergüenza manifiesta en los ojos de Celia daba lugar a la libre interpretación.
—Da igual si lo estamos. Sabes que él estaba hablando conmigo. Me lo dijo. —Suspiró ella con la mirada gacha—. No está bien. No sé como has podido actuar así, es... Hay que ser leal a los amigos, ¿no? A mí no se me ocurriría salir con Alberto, por ejemplo, sabiendo que le gusta a Paula.
Las acusaciones atravesaron a Iván como una lanza, pero no dijo nada. Si tan solo Celia supiera la ironía de lo que estaba diciendo... Asintió con la cabeza un par de veces y se mordió el labio. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué él la vio primero y Pablo se la robó? Menuda estupidez, ella no era suya solo por eso.
—¿Esa es tu opinión de mí, no? —Bufó sintiéndose humillado y cambió el tono de voz a uno sarcástico y lleno de rencor—. Pues que te vaya bien con él. Ya me contarás si es tan honesto como piensas.
No se despidió o intentó convencerla de que él no era así. Ya tenía suficiente con aceptar que el gilipollas de Pablo había ganado. Lo que más le dolía era que Celia le viera como al malo de la historia.
Vaya, la noche mágica de Celia e Iván se ha ido a la 💩 al hacer ese ansiado acercamiento...
Pero tranquilxs, queda tanto por descubrir... estáis a punto de terminar la primera parte de esta novela. Creo que van a ser al rededor de unas 5 en total, así que ¡poneros cómodxs!
¿Qué opináis de esta nueva disputa entre Iván y Celia? 👀
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