✰ 17. VERGÜENZA
¿Por qué no puedo dormir? ¿Por qué no puedo pensar? '
¿Por qué no puedo ni decir tu nombre?
- (Menos) - Aitana, Pole y Álvaro Díaz.
El viernes, Celia contaba las horas para que fuera sábado por la tarde. En su mente, el deseo de repetir paso a paso todo lo que habían hecho Pablo y ella en el piso de Paterna, la tenía ensimismada y embobada mirando al horizonte. Hubo algo en sus manos firmes posándose sobre su piel que la volvió loca. La forma de acariciarle, primero dulce y luego salvaje, era algo hasta ese momento desconocido para ella. Nadie la había tocado de esa manera, con tanto amor y deseo al mismo tiempo.
—¿Celia?
Se giró y vio la confusa cara de Rebeca con una ceja alzada y los brazos en jarra. Parecía molesta.
—¿Qué?
—Te estoy hablando.
—¿A sí? —Celia sonrió tímidamente—. Perdón, estoy un poco distraída.
Su amiga puso los ojos en blanco y se sentó a su lado. Estaban disfrutando de los escasos veinte minutos de descanso que el profesor les había concedido para almorzar en la cafetería de la universidad. Rebeca fijó la mirada en los ojos azules de Celia, tratando de descifrar la razón que volvía a la de cabellos negros tan despistada últimamente.
—¿Esto tiene algo que ver con el chico ese? —preguntó.
—¿El qué?
—La cara de tonta que llevas puesta todo el rato.
Celia, lejos de tomárselo negativamente, se rio con ganas y la abrazó.
—¡Estoy muy feliz! —exclamó risueña.
—¿Sí? —Rebeca se apoyó sobre sus manos y miró con picardía a Celia—. Bueno, cuéntame. ¿Cómo es? ¿Tienes una foto?
—Aún no nos hemos hecho ninguna. Si quieres te enseño su Instagram, pero no es muy fotogénico...
—Excusas, excusas... ¡Quiero verlo!
Celia sacó su móvil y entró en la red social para mostrar el perfil de Pablo. Era cierto que el chico ganaba puntos en persona, pero tampoco estaba nada mal en las fotos que subía. Rebeca pensó que estaba buenísimo y se alegró mucho por el triunfo de su amiga.
—¡Madre mía, qué guapo! —Le guiñó un ojo y asintió aprobando al elegido—. ¿Dónde te llevó el miércoles?
Tan pronto lanzó la pregunta, la cara de Celia se encendió. Pensó en ella misma subida, con las piernas abiertas, sobre su regazo, quitándose la camiseta y masturbándole. Le avergonzaba contarle eso a Rebeca. En realidad, a cualquiera. Era algo muy íntimo, muy personal. Sobre todo para ella que empezaba a adentrarse en el maravilloso mundo del sexo y los fluidos corporales.
—¿Esa cara...? —masculló su amiga enlazando la poca información que tenía—. ¿Follásteis?
Celia no vio venir la pregunta y le sorprendió tanto que se atragantó con su propia saliva.
—¿Qué? ¡No! —Negó con la cabeza exageradamente y sus mejillas se tornaron todavía más rojas.
Rebeca, sin embargo, no parecía darse cuenta de la incomodidad que sufría su compañera de clase al hablar de estos temas y continuó con el interrogatorio.
—¿Os tocasteis?
—Eh, bueno...
—¡Oh, dios mío! Os tocasteis. —Abrió los ojos como platos, agitando las manos en señal de emoción. Al menos habló en susurros para evitar que toda la cafetería conociera la vida sexual de Celia—. ¿Qué tal lo hizo? ¿Te gustó?
—No... no me tocó... es que...
Celia estaba muy nerviosa. Se tropezaba con su propia lengua intentando encontrar las palabras necesarias para transmitir lo que había pasado sin sentirse juzgada por Rebeca o por ella misma.
—Tía, tía, tía. Calma. —La detuvo su amiga—. No hay vergüenza para esto. Son cosas naturales. ¿Qué pasa? ¿Te negaste?
—Sí. —Asintió mirando al pupitre avergonzada—. No me lo han hecho nunca y no me sentía preparada para hacerlo así tan de repente.
—¡Ah! Ya entiendo. Es normal que te de miedo la primera vez. Es algo de mucha confianza, no te agobies —dijo Rebeca comprensiva—. Entonces, ¿le hiciste una paja?
¿Por qué necesitaba saber tanta información de lo que ella hacía y dejaba de hacer con Pablo? A punto de explotar de nervios y vergüenza, Celia forzó el cuello arriba y abajo para asentir.
—Bueno, pero ¿por qué te da tanta vergüenza hablar de esto? ¡Si es lo más normal del mundo! —Rio la de cabellos rizados—. Yo se lo cuento siempre a todas mis amigas.
—Ya, pero no sé...
—Tía, todo esto es bueno. —Rebeca la abrazó tratando de calmar su agobio—. Si fue consentido y a gusto de los dos, obviamente.
No obstante, ni todas las buenas palabras del mundo habrían conseguido que Celia se sintiera cómoda. Simplemente era muy pronto para hablar de estos temas con Rebe, aún estaban empezando a hacerse amigas.
—Madre mía, tía, me estoy muriendo de vergüenza —dijo con el rostro ardiendo—. ¿Podemos hablar de otra cosa?
—Como quieras. —Se encogió de hombros la otra—. Pero si algún día te apetece comentar algo relativo al sexo, que no te de corte hablarlo conmigo. A veces es bueno conocer más experiencias a parte de la tuya.
—Lo tendré en cuenta.
—Genial.
Rebeca, obediente, no volvió a hacer ningún comentario de contenido sexual, aunque sí que le preguntó si la trataba bien y se sentía bien a su lado. Ante tales preguntas, Celia se dejó llevar entre nubes de algodón, unicornios y arcoíris, relatándole de principio a fin las mil y una maravillas de Pablo Aguirre. Jamás había conocido a alguien como él. Le atraía todo su ser: cazadora, moto, cabello rizado —en especial el rizo rebelde que siempre le caía entre las cejas—, su cuerpo atlético, sus manos grandes y llenas de experiencia, sus labios finos pero dulces como la miel y sus ojos oscuros que escondían tantos secretos. Celia se sentía bajo un encantamiento de novela, un mágico hechizo que la transportaba hipnótica a un mundo repleto de romance y placer.
El día pasó y con ello llegó la hora de la fiesta. La discoteca en cuestión estaba muy lejos de casa de Celia, cerca de la Playa de La Malvarrosa, pero lo prometido es deuda y Paula, Noe e Inés contaban con ella.
En realidad, se le habían pasado las ganas de salir. Solo quería ver a Pablo, pero dado que esta última opción no estaba disponible hasta el día siguiente por la tarde, se rindió ante el plan y a las nueve y media comenzó a prepararse para la noche.
En su armario se escondía tanta ropa que era difícil entender cómo conseguía toda caber sin reventar los cajones. Sin embargo, por alguna extraña razón, a Celia siempre le parecía no tener prendas suficientes para ponerse. Tras un buen rato vaciando estantes y desordenando su cuarto, la joven se decidió por un conjunto que oscilaba entre lo cómodo y atrevido. Puede que no estuviera Pablo para apreciar su sensualidad, pero sentirse sexy iba más allá de la opinión de los demás.
Se duchó en menos de diez minutos y, mientras se desenredaba el pelo, recordó a Iván. No supo qué era exactamente lo que le había hecho pensar en él. Desde luego no el cepillo, ni la toalla y muchos menos el secador.
No había vuelto a saber de él desde que se fue del Castillo a fumar por ahí. Había tenido la esperanza de que ambos pactarían a una especie de tregua por la hostilidad manifiesta de aquel sábado pasado, pero tal y como se había despedido, no sabía cómo interpretar la situación.
Se puso la camiseta de manga larga primero y luego las medias transparentes, la falda negra con detalles dorados y unas botas de infarto que Inés llevaba queriendo robarle desde hacía dos meses. A las once en punto, Celia estaba perfectamente maquillada, con el pelo recogido en una cola alta y el abrigo y bolso preparados en el recibidor. No había sido tan puntual en su vida. A pesar de todo, sus amigas, fieles a la costumbre de retrasarse para cualquier ocasión, no la recogieron hasta las once y media.
Sonó su móvil un par de veces y al descolgar la voz de Noe gritó:
—¡Baja, lenta! Qué Olga nos espera.
—¿Lenta? ¡Llevo desde las once esperando! —se indignó Celia.
—¿Y por qué no estás ya bajo?
—¡Porque hace frío!
—Excusitas —bromeó Noe haciendo voz de falsete.
Celia le colgó con una sonrisa pintada en la cara y salió corriendo a la calle.
Hola a todxs otra vez! ¿Tenéis muchas expectativas puestas en esta nueva fiesta? Van a pasar cositas interesantes, ¡Prestad atención!
Por cierto, ¿os pasa lo mismo que a Celia y os da corte hablar de sexo? Bueno, a veces hablar de sexo es fácil, pero reconocer la falta de experiencia en algo no tanto... ¿me explico? Contadme y hablamos 👀.
Recordad darle a la estrellita ⭐️ me ayudáis mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top