CAPÍTULO 3 DESCUBRIMIENTOS EN SOLITARIO

Eran las 8 de la mañana, y como era día de semana, me tocaba trabajar. Por añadidura, era martes así que me tocaba quedarme un poco más mientras que el resto de mis compañeros, disfrutaban de su merecido descanso en casa o algún bar no muy lejano de la universidad.

Como tarea extra, disponía de una hora para verificar que todo estuviera correctamente colocado y apagado, hacer inventario de reactivos o instrumental que requiriera ser sustituido además de que los laboratorios quedasen cerrados con llave. Aunque de normal me quejaba de estos días, ahora era una ventaja porque me daba acceso a todos y cada uno de los informes de todos los grupos de investigación, no solo de mi año sino de años anteriores desde que se fundó la universidad.

El gran problema era que el acceso estaba completamente prohibido y meter las narices en asuntos de la universidad podría traerme consecuencias. Pero la curiosidad que me había traído esa caja, me obligaba a jugarme las cartas aun a pesar de que los problemas que podía acarrear, fueran demasiado inmensos.

Me preparé como de costumbre para ir a trabajar. Tenía muchas cosas que hacer ese día, pero estaba nerviosa por aquella situación tan extraña. Intenté que no me afectara, alejarlo de la mente para que nadie me preguntara, hasta que me quedé sola.

El tiempo transcurría muy lentamente y, en ocasiones, ojeaba el reloj de pared del laboratorio. Suspiraba pesadamente mientras que miraba a uno y otro moviéndose con cuidado para evitar accidentes. En mi caso, había puesto el piloto automático mientras que preparaba varias disoluciones que usaríamos en los siguientes días. Menos mal que eso era esencial en mi trabajo y, por tanto, me era tan sencillo de hacer que no necesitaba pensar.

El último de mis compañeros se despidió de mí, recogió sus cosas y se marchó en un total silencio. Tardé unos segundos en percatarme que me había quedado sola, agitando mi cabeza en cuanto vi que todas las batas permanecían colgadas en el perchero y las tarjetas de visita de cada uno, colgadas pulcramente.

Por fin eran las doce de la noche, pero el tiempo estaba en mi contra. Sólo tenía una hora para cerrarlo todo y mirar en los archivos, ya que, en esa franja de tiempo, no había nadie de seguridad por el edificio que pudiera pillarme con las manos en la masa.

Cuando comprobé que todo estaba en orden, me dirigí a los archivos centrales de la universidad a buscar información. Iba bien preparada, con una grabadora para recoger datos, una cámara de fotos, un USB y mi móvil bien cargado.

Salí del laboratorio para ir a la oficina de secretaría. Antes de entrar, comprobé si alguien quedaba aún dentro, pero todo estaba despejado.

Esperé un tiempo prudencial antes de abrir la puerta con la copia de la llave que tenía en el manojo. Todos nosotros teníamos una por si acaso necesitábamos tener acceso a los archivos en un momento en el que no hubiera administrativos en la sala para atendernos. Aun así, si alguien me veía entrar a estas horas, las preguntas no tardarían en llegar, siendo altamente sospechosa.

Vamos Cathy, puedes hacerlo. Has hecho cosas más complicadas—Me dije a mí misma conforme entraba paso a paso en la estancia silenciosa. De entre todos los archivadores, empecé a revisar el más grande que era el correspondiente a los informes de alumnado desde que se fundó la universidad. Se notaba por el papel sin mirar las fechas, cuán era de antiguo con respecto a otras carpetas. El olor a la lignina de los libros antiguos, estaba presente en los amarillentos documentos, provocando una punzada de agradable nostalgia.

Aproveché para leerlos en voz tenue para así almacenar mejor la información en mi memoria y comprender mejor lo que estaba leyendo. Sin dejar de echar rápidos vistazos a la puerta cada pocos segundos, comencé mi lectura.

Lunes, 20 de abril de 1854.

Hoy abre sus puertas la grandiosa Universidad Técnica de Nueva York, también conocida como Universidad Five Stars de Nueva York. Esta universidad albergará titulaciones tales como Medicina en todas sus especialidades, antropología y biología en todas sus variantes y especialidades. Esta universidad destaca por sus increíbles grupos de investigación, cuyo estudio sobre el medicamento milagroso avanza poco a poco, pero no deja de avanzar. Sobre estas líneas, una imagen de los grandes investigadores que trabajan sin cesar día y noche.

En la fotografía se observaban 5 personas de bata blanca y amplias sonrisas, exceptuando uno de ellos, cuya seriedad era evidente. Al redactor del periódico se le veía excelso de alegría y entusiasmo, incluso dicha actitud había trascendido el papel y el futuro, llegando hasta una persona del presente, que era yo.

Carraspeé y continué leyendo.

Todos ellos, estudiantes de tercer año, casi graduados en biología y medicina molecular, posan sonrientes y llenos de optimismo.

Son: Alan Sanfer, Elleanor Stevenson,Lucius Petroni,Nicanor Rodriguez y Stuart Lawrence

—Vaya, vaya cuanta información puede sacarse de este desordenado archivador. Seguro que el premio gordo está escondido por algún lado— me dije a mi misma en voz alta.

Seguí buscando sobre aquellas cinco personas. Empecé con Elleanor, la primera mujer que estudió entre estas paredes:

Elleonora Mckenzie Stevenson, Louisiana 1834-1860 (26 años)

Hoy, el alma de nuestra querida Elleonora descansa en paz. Tras dos meses desaparecida, ha sido encontrada en la universidad, lapidada en el laboratorio de la Universidad Técnica Five Stars de Nueva York donde estudió y trabajó como investigadora en el departamento de biología y medicina molecular.

Durante 8 años, ha sido alumna impoluta, de notas impecables y de grandes ideas. Hoy nos despedimos de ella, con gran pesar y gran agradecimiento a sus aportaciones en su grupo de investigación. RIP ELLEONORA

Al leer esas líneas, el frío se me instaló en la piel. Aquellos textos cada vez eran más desagradables.

Lucius Von Petroni, Italia 1834-1870(36 años)

Nuestro queridísimo Lucius, increíble bioquímico con grandes ideales, ha aparecido muerto en su casa de Nueva York en extrañas circunstancias. Se piensa que ha sido muerte súbita, una auténtica tragedia. Esta mañana ha amanecido gris para la vida de aquellos que querían a Lucius .Recordemos aquel chico de intercambio, de aquel acento vivaz, aquel puro nervio, que vino desde tan lejos en busca de un sueño y ahora se marcha poniendo un antes y después en la gran Universidad Five Stars de Nueva York. Roguemos por su alma, que descanse en paz. Deja una fiel esposa y una adorada hija, afligida por el dolor y con tantos recuerdos buenos. Hasta siempre Lucius.

RIP LUCIUS.

No puede ser, esto no puede ser accidental. Demasiadas coincidencias juntas—Dije mientras seguía leyendo desalentada aquellas hojas desgastadas por el tiempo.

Debía continuar.

Nicanor Rodríguez Sánchez, Colombia 1834-1856(22 años)

Día afligido, con gran pesar, un gran luchador ha abandonado este mundo a la edad de 22 años debido a un tumor de garganta. A pesar de estar en la flor de la vida, no pudo acabar sus estudios debido a su trágica muerte. Su sueño se vio irrumpido por culpa de esta enfermedad. Siempre luchador y competente, a pesar de su gran timidez, venció cada obstáculo que se interpuso en su vida. Descansa en paz nuestro joven Nicanor. RIP NICANOR.

Stuart Lawrence Wall, Nueva York 1834-1858 (24 años)

Esta noche ha ocurrido algo terrible, el joven Stuart a aparecido ahorcado en un árbol cercano a la Universidad Five Stars de Nueva York. El suceso fue un duro golpe para la familia del fallecido, ya que Stuart siempre fue un joven vivaz y lleno de energía, por lo que el suicidio no concuerda con la situación del fallecido. El caso sigue abierto y nuestros corazones de nuevo quedan doloridos tras una trágica muerte más. RIP STUART.

Entre tantos informes había una noticia del periódico local, cuya portada la protagonizaba otro de los antiguos investigadores.

Tan sólo nuestro querido Alan Sanfer queda con vida y esperamos que por mucho tiempo. Hoy, 31 de enero de 1875 recordamos de nuevo a nuestro querido grupo de investigación y celebramos el 51 cumpleaños de Alan Sanfer, nuestro querido e incansable investigador.

De nuevo queda reabierto el caso de los cuatro científicos fallecidos. Se ha inculpado a Alan Sanfer, el único del grupo que queda aún con vida. El próximo 22 de febrero de 1877 se llevará a juicio y se realizará sentencia. A día de hoy no se han encontrado ninguna prueba o culpable relevante. El misterio aún queda en el aire...

21 de febrero de 1877

El científico Alan Sanfer, en vísperas de su juicio, ha desaparecido sin dejar rastro. La policía sigue buscando, a pesar de llevar 2 días sin aparecer. La hipótesis más probable es quizás una huida, lo que reforzaría ser el culpable de la muerte de sus cuatro compañeros, quizás por odios y envidias. Seguimos buscando y esperamos nuevas noticias...

Joder... no puedo creerlo, todos murieron en extrañas circunstancias, no puede ser... y ¿Alan? ¿Dónde está?, no puede ser que lleve tantos años desaparecido sin dejar rastro tiene que haber algo acerca de él, algún recorte de periódico o algo relacionado con él. Este asunto es cada vez más turbio y me pone de los nervios—Dije sin darme cuenta que la vena detectivesca comenzaba a surgir en mi interior hasta enloquecerme. Cuando un enigma se me ponía en frente, podía ser una criatura demencial y obsesiva a niveles demasiado elevados.

Para mi mayor sorpresa, no había nada más. Era como si esta historia hubiera quedado en el aire, ni una mención o dato sobre su vida. Era imposible que no hubiera más periódicos sobre el caso y ni siquiera estaban las fichas de los cinco científicos, ni datos personales.

El mundo era grande, pero no tanto.

Estaba segura que alguien estaba ocultando la verdad. O al menos, ese tal Alan Sanfer era un genio del disfraz.

Mis pensamientos me absorbieron de tal forma, que no me di cuenta que mi alarma llevaba sonando cinco minutos, marcando el final de mi aventura. Ahora que había logrado un poco de información, no iba a cometer ningún desliz.

Se hace tarde, debo irme, pero esto no quedará así. Debo de descubrir la verdad, aunque tenga que levantar tierra para ello.

Y estaba dispuesta, muy dispuesta, y no iba a descansar hasta lograr una explicación. Cerré la puerta con llave y dejé mi bata junto con las demás, suspirando pesadamente al pensar que hubo en el pasado cinco jóvenes que perdieron la vida demasiado pronto, dejando proyectos inconclusos y con una sensación de vacío extraña entre estas paredes.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top