CAPÍTULO 1 EL COMIENZO DE MI HISTORIA
Dicen que la lluvia siempre cesa. No es algo perenne, sino que es temporal al igual que nosotros. Ese fue el gran error de mi vida, pensar que todo es para siempre y ni siquiera nuestras vidas son eternas. Lo único que perdura son los recuerdos y nuestras acciones.
Da igual lo que has sido o vivido, allá donde irás no importa, solo importa lo que recuerdas, lo que has hecho; eso somos, una gran montaña de recuerdos. Recuerdos bonitos, recuerdos dolorosos, siempre marcan tu vida y a veces esa marca condiciona tu vida.
A veces las malas decisiones añaden a tu vida más recuerdos de los necesarios y a veces las personas preferimos vivir en los recuerdos del pasado olvidando el presente. Ese es mi caso.
Siempre he sido una persona confiada, de naturaleza amable de gustos extraños, pero siempre tolerante. Cuando los niños preferían salir al cine yo me encontraba en casa estudiando o leyendo. Los libros científicos siempre han sido mis preferidos. La ciencia siempre ha sido mi predilección y mi pasión y eso era algo que mantenía hoy día.
A pesar de ser muy sociable, era complicado mantener a mis amistades y casi siempre me dejaban sola. De nuevo, los recuerdos aparecían en mi vida y, por ello, la condicionaron de tal modo, que empecé a ser desconfiada, a pesar de seguir siendo sociable, pero dentro de mis pensamientos reinaba la desconfianza.
Siempre pensé que eso cambiaría al llegar a la universidad.
"Error absoluto, nunca esperes que las cosas salgan bien porque saldrán peor, simplemente es mejor pensar que puedes tener una oportunidad entre un millón de que las cosas cambien".
Ya os imaginareis el batacazo moral que me di, pero a pesar de todo, mis estudios siempre estuvieron en mis preferencias y seguí estudiando.
En mi universidad conocí a alguien. Se conoce como alma gemela, un ser humano de tu mismo sexo o del sexo opuesto (también puede ser algo indefinido), que es la persona que mejor te entiende en este planeta, incluso mejor que tus padres. Tuve la enorme suerte de conocer a este ser en peligro de extinción, aquello en lo que nadie cree y que es como los fantasmas, que hasta que no lo ves no lo crees. Pues sí, yo lo conocí y, por supuesto salí con él.
Como os habéis fijado lo dije en pasado ¿y eso por qué?, muy fácil él desapareció. Se esfumó. Fin. Os preguntareis también que si es que me dejó o si tuvimos una discusión, pero no, él desapareció, pero para siempre.
Aún recuerdo el día, fuimos con la universidad a hacer un estudio sobre astronomía con un telescopio por la noche en lo alto de una montaña. Todo iba muy bien, la noche era preciosa y el tema muy interesante. De pronto, oímos tiros en la lejanía, y como es natural empezamos a correr. Eran unos cazadores locos que iban a por nosotros. Corrimos para escapar y sin darme cuenta corría sola. Mis compañeros no estaban, los llamé, pero no me contestaban. De pronto todo quedó en silencio, así que fui a buscarlos. Todos se habían ido, para siempre. Aquellos asesinos se llevaron su recompensa, los mataron a todos, pero yo me escapé. Hubiera preferido irme yo también porque el vivir con ese recuerdo era algo que a día de hoy no me deja dormir. Busqué a mi otra mitad, pero no la encontré. La llamé a gritos hasta quedarme sin voz, pero no la encontré. Me escapé con vida condenada a vivir un infierno hasta el fin de mis días y así ha sido. He vivido sola, sin nadie a mi lado, sin amigos. La única amistad que podía considerarse como tal era una vecina que tenía en mi bloque de edificio donde vivía. Era mi vecina de enfrente.
Tenía mucho dinero, pero nunca lo gasté y siempre viví como una ciudadana más, no tenía ganas de gastar dinero en mí porque significaba que me encontraba sola y así era. La gente se empeñaba en conocerme, pero yo estaba cerrada en banda y no quería nada con nadie. Es triste pero sí, vivía sola con mi gato y mis dos jerbos, siempre mirando por la ventana añorando que esa noche vuelva y que esos locos me maten a mí también. Al menos estaría con él...
Los días eran tremendamente monótonos. Me despierto con los rayos del sol entrando por las rendijas de mi ventana, con mi gato chispa a los pies de mi cama, me dirijo a la cocina para desayunar algo que no sea muy elaborado y me pongo a leer o mirar por la ventana. A veces desempolvo mi viejo diario o mis viejos apuntes de la universidad, aunque esa parte no es para mí la más agradable.
Debido a los sucesos transcurridos aquella noche, tuve que empezar a tomar calmantes para dormir. Me había convertido en una especie de yonki de los ansiolíticos y los somníferos, pero no tenía opción.
Mientras agitaba mi vaso de café me asomé a la ventana, observando cada detalle de la calle. La gente paseando tranquila, niños yendo al colegio y mujeres y hombres fibrados corriendo vestidos con ropas flúor que llamaban tremendamente la atención.
La mañana parecía transcurrir como siempre hasta que alguien golpeó mi puerta deshaciendo mi sopor mañanero.
Miré por la mirilla de mi puerta y no logré ver a nadie, por lo que pensé que fue algún graciosillo.
Cuando me disponía a seguir con mi café, volvieron a llamar, pero esta vez era mi vecina así que me apresuré a abrirle a ver qué necesitaba. Una señora morena con acento y amplia sonrisa me dio los buenos días; ese rostro tan conocido siempre era agradable verlo.
—¡Buenos días Cathy! ¿Cómo se levantó usted?
—Bien Verona, como siempre. ¿Tú fuiste la que llamó antes a mi puerta?
Verona se puso pensativa.
—Que va señorita, sólo me pase por aquí para ver cómo estaba y decirle que trajeron un paquete para usted.
—¿Lo trajo el cartero?
—Pues fíjese que no parecía un cartero, era un hombre con gafas de sol y una gran bata blanca, parecía un químico o algo así.
¿Quizás vino algún compañero a avisarme de algo?
—Quizás sea de mi antigua universidad o un compañero de trabajo. Verona, ¿podría traerme el paquete?
—Claro que sí señorita, ahora mismo lo traigo.
Con su paso lento habitual marchó hacia su casa.
Por si no lo mencioné antes soy doctora en biofísica y química molecular. Trabajo como profesora de mi antigua universidad a tiempo parcial y mi otra parte de tiempo realizo investigaciones del ámbito científico. Ahora mismo estudiamos el mecanismo de cómo funciona el cáncer en los humanos y como erradicarlo. Nuestro objetivo es la creación de un solo medicamento capaz de curarlo absolutamente todo, hasta las enfermedades terminales y crónicas. Para ello realizamos muchísimos experimentos diarios, y los anotamos en nuestro cuaderno, cada científico tiene uno y ninguno de los que investigamos lee las notas del otro.
Verona no tardó en venir con una enorme caja que parecía ser pesada.
—Tome señorita, aquí tiene lo que le dejó aquel hombre. Se lo dejo y me marcho para que pueda examinarlo y no dude en llamarme si me necesita. Buenas tardes señorita-Se despidió con una enorme sonrisa.
—Adiós Verona.
¿Qué será lo que tiene la caja? y lo más intrigante, ¿quién me la mandó? Decidí no hacerme más preguntas y averiguar de primera mano lo que ocultaba dicha caja.
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