Capítulo X.
Cuando el carruaje llegó a Hogsmeade yo estaba completamente congelada, así que me apresuré a entrar en la primera tienda que ví.
Tuve que ir sola porque no encontraba a Draco por ningún lado, pero de cualquier forma no me molestaba, es que me encanta caminar y mirar absolutamente todo lo que hay en las tiendas, aunque no lo necesite. ¡Podría pasar horas viendo vidrieras!
En primer lugar entro a Honeydukes. Definitivamente ese es mi lugar en el mundo, tiene todo tipo de dulces mágicos. Agarro una caja de chicles que cambian de color cuando los masticas según tu estado de ánimo, y luego pastillitas que te dan un mensaje motivador antes de que te las comas. En fin, no puedo enumerar la cantidad de chocolates que compré, como quince barras grandes y algunas ranas de chocolate.
Iba a seguir mirando pero justo cruzan al mismo pasillo en el que estaba yo Neville y Dean, los cuales se quedan parados observándome. Yo solo me doy la vuelta y voy a pagar para irme, no sin antes mirarlos mal (sí, me levanté peleadora).
Cuando salgo camino un poco y llama mi atención una vitrina con escobas. Es "Spintwitches", la tienda de artículos deportivos. Entro y empiezo a recorrer el lugar. Veo un collar muy delicado de una copa pequeña con los colores de Gryffindor, y creo que es perfecto para regalárselo a Dobby, ya que él es muy fanático de Harry, entonces lo tomo. Luego veo una bola de cristal que tiene a Harry volando en el campo con su uniforme de Quidditch, no lo podía creer pero claro, si él es famoso, es obvio que tengan algo así. También lo tomé. Luego fui a pagar y salí.
Tenía un poco de hambre pero todavía podía ver otra tienda, entonces entro al "Emporio de la lechuza". Allí hay miles de ojitos de buhos mirándome, lo cual me atemoriza un poco. Le pido unos dulces y galletas para lechuzas, y luego me voy.
Ya tenía muchas bolsas en la mano, y además el frío me estaba molestando. Iba a entrar a una librería cuando escucho unas voces conocidas y me acerco un poco sin que me vean.
Lo que puedo observar es a Harry sentado en una roca, y Hermione está agachada sosteniendo sus manos con una risa cálida.
—Harry, tú eres tan especial, y yo siempre estaré contigo... nada ni nadie podrá separarnos, hasta haría el juramento inquebrantable para que sepas que digo la verdad.
Él sonríe, y luego la mira, dándole una sonrisa.
—Eso espero. Te quiero, Hermione.
—Yo también te quiero, Harry.
Ambos se miran y se sonríen.
Yo me hago para atrás y siento que los ojos se me humedecen. Cómo pude ser tan estúpida ¿acaso pensaba que él se iba a fijar en mi?
Si él mismo dijo que me habló porque estaba sola, debe sentir lástima por mi.
¡Y YO LE DI UN BESO EN LA MEJILLA FRENTE A TODO EL MALDITO GRAN COMEDOR! Dios, soy patética, no lo puedo creer. Además,
¿cómo se supone que voy a competir con ella?, con su mejor amiga desde primer año, la que sabe todo sobre él, la que siempre lo ayuda, la que es mil veces más bonita que yo.
Me dispongo a caminar rápido hacia cualquier lugar, pero como tengo lágrimas en los ojos no puedo ver bien y choco a mucha gente, entonces se me caen mis chocolates.
—¡Genial! —digo irónicamente.
Escucho que alguien me nombra
—¿Rose?
Levanto la vista y era Will. Luego se agacha y recoje mis chocolates.
—¿Estás bien?
Yo solo asiento con la cabeza.
—Entiendo..., no quieres hablar de eso. ¿Y si caminamos un poco? No voy a dejarte estando así.
—De acuerdo —digo con una voz muy bajita, casi imperceptible.
Él toma mis bolsas y empezamos a caminar.
—Entonces... ¿No quieres hablar de lo que te pasó? ¿Por qué estabas triste?
—Es algo sin importancia. Es solo que... no lo sé, todas las personas me decepcionan, es como si yo le diera igual a todos —digo desanimada, mirando al suelo.
Él me mira de reojo.
—Me imagino que estarás hablando de los idiotas de tus examigos. ¿Qué te hicieron ahora? ¿Sabes qué? Tú deja que Draco y yo les demos una lección. Apuesto que Draco estará feliz de hacerlo...
—No, no tiene nada que ver con ellos, esta vez no me hicieron nada. Pero no quiero hablar de eso, lo siento.
—No lo sientas, está bien, no te preguntaré más por eso. Pero si alguien te molesta dime y con gusto lo golpearé.
Yo me río.
—De acuerdo, será un placer.
Seguimos caminando un rato y luego entramos a la tienda se Madame Malkin.
Ella empieza a medir a Will porque él quiere comprarse un traje. Yo los miro. Él es tan elegante, y lindo, es algo muy atractivo e hipnotizante para ver.
—¿No lo crees, Rose?
—¿El qué? ¿Qué?
—Que un traje gris estará bien para variar, ¿o debería ser negro?
Madame Malkin trae unas telas y las coloca en el hombro de Will para ver cuál le queda mejor.
—Eh, sí. El gris te sienta bien.
—De acuerdo, el gris —le dice a la mujer.
Paga y nos vamos, el traje estará en dos semanas. Él insistió en comprarme un vestido pero me daba pena, así que me negué.
En el camino estuve algo callada, y él lo notó.
—Ey, no me gusta que estés así.
—Lo siento, es solo que... No pasa nada, todo está bien, olvídalo —digo sonriendo para que piense que estoy bien.
—Ven, te mostraré algo.
Dice y me lleva a un pasillo donde no hay gente.
Luego saca su varita y pronuncia algunas palabras, un color naranja brillante sale. Y de pronto, un montón de mariposas llegan y cubren todo el lugar, son tantas que incluso nos cubren a Will y a mi.
Yo me sorprendo tanto que no puedo parar de sonreír. Es un espectáculo hermoso. Luego de unos segundos las mariposas se van.
—¿CÓMO HICISTE ESO? —digo sorprendida.
—Es fácil, lo leí en un libro de hechizos avanzados. Nunca creí necesitarlo pero igual lo practiqué, y bueno.
—¿Es broma? Fue fantástico, me encantó —digo riendo.
—Que bueno que te gustó, solo quería que sonrías, si quieres puedo hacerlo de vuelta.
Hice que Will repita el truco cinco veces, pero luego me dijo que las mariposas vienen volando desde donde están para llegar hasta aquí, y podrían cansarse, entonces lo dejamos y seguimos caminando.
—Dawson, Pestch, con que aquí estaban.
Dice Draco, con Crabbe y Goyle tras él.
—Tomaremos una cerveza de mantequilla, ¿quieren acompañarnos? —dice el rubio.
—Por mi está bien —dice Will y me mira para ver si quiero ir.
Yo dudo un poco, no conozco a Crabbe y Goyle, pero es solo un rato, ¿qué es lo peor que podría pasar? Entonces acepto y vamos.
Llegamos a las Tres Escobas y nos sentamos.
—Entonces, ¿qué hacían traviesillos? —pregunta Draco con una sonrisa pícara.
¿Qué? Me pregunto internamente.
—Caminamos, sacamos mis medidas para el traje que te dije —habla Will relajado.
Draco asiente.
—Y luego seguimos caminando hasta que te encontré — Will termina de hablar.
—Que bueno que te hayas divertido, nosotros pasamos dos horas buscándote después de que me dijiste que ibas por una pluma y no apareciste más.
Will rió, y yo también, al parecer dejó plantado a Malfoy para caminar conmigo, y no le avisó.
—Bueno, ¿podemos seguir con nuestra discusión? —dice Goyle.
Todos lo miramos.
—Es verdad, ¿Cuántos pastelitos pueden comer? Yo ya dije que de quince a treinta, depende de en qué momento del día —contesta Crabbe.
—Yo tal vez unos... ¿Cuarenta? —dice Goyle.
Draco los mira con desaprobación, negando con la cabeza.
—Pues yo puedo comer ocho rebanadas de pastel de chocolate en el desayuno —digo orgullosa.
—¿Ocho? —pregunta Will asombrado.
—¿Ocho? Es un buen número. ¿Qué opinas, Crabbe? —habla Goyle.
—Sí, es bueno, porque las rebanadas de pastel son grandes.
—Sí, si fuera por mi comería más pero me da vergüenza —digo.
—Menos mal. Pestch, ¿Sabes que eso es malo para la salud? —pregunta Draco impresionado.
—Pero, ¡Draco! ¿Cómo podría resistirme? ¡Le ponen chispitas! —exclamo toda dramática.
Will ríe.
—Es verdad. ¿Cuál es tu favorito? ¿El de vainilla o el de choco... —dice Goyle pero lo interrumpo.
—Chocolate, estoy obsesionada con el chocolate.
—Esta chica me cae bien —dice Goyle.
Crabbe asiente, luego Will asiente. Draco me mira y piensa, luego habla.
—Bueno, Pestch, debo admitirlo. No serás la chica más linda de Hogwarts, ni la más inteligente, ni sabes cocinar, pero al menos ya no me pareces tan insoportable.
Todos nos quedamos callados mirándolo. Luego reímos.
—¿Qué? ¿Cómo sabes que no cocino?
—Pues, lo siento, pero se te nota en la cara que no eres muy talentosa para eso.
Yo abro la boca ofendida, sobre todo porque tiene razón.
Luego seguimos hablando un rato y al oscurecer volvemos a Hogwarts. La pasé muy bien con ellos, ¿quién diría que los Slytherins serían amigables y confiables? Como sea, al fin de cuentas, quitando que me rompieron el corazón, fue un buen día.
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