Recargar baterías

Tamaki se dejó caer en su silla con pereza, no había dormido tanto como hubiera querido pero la noche anterior llegó lo suficiente tarde a su casa y aún sentía que debía dormir un par de horas antes de estar por completo recuperado.

Pero para compensar su cansancio había comido mucho esa mañana. El comer era parte importante para él, porque de eso dependía su Don, algo en lo que se esforzaba para combinar y variar en sus alimentos antes de cualquier misión y por supuesto, disfrutaba la comida.

—Hey Amajiki, hasta que te dejas ver ¿ha salido todo bien?

Amajiki sonrió al ver a su compañero de clases, hablándole con naturalidad. De niño eso había sido todo un reto, el poder relacionarse con la gente por su inseguridad y timidez, pero su amistad con Mirio le ayudó a desenvolverse un poco más, al menos, lo intentaba. Estaba en tercer año en la UA, por lo que podía hablar más con sus compañeros del salón.

Aunque en el descanso solía encontrarse con Mirio, con el que era tan fácil estar.

—Si, todo ha ido en orden.

—¡Que alucinante que pudieras asistir con los héroes profesionales!

Tamaki bajó la mirada un poco avergonzada, ante la oportunidad que su compañero decía. Había sido invitado por Fat Gum a una misión especial con otros héroes, a excusa de sus prácticas profesionales. Fat Gum siempre hablaba del potencial oculto y el talento nato que él tenía y había utilizado esa oportunidad para demostrarlo.

Su presencia había ayudado a capturar a una parte de los miembros de aquella organización, o eso es lo que Fat Gum había remarcado y otros de los héroes profesionales, halagos que lo hicieron sentir tan nervioso... pero al mismo tiempo satisfecho.

Ser héroe había sido su sueño desde niño y cuando descubrió sus habilidades y debido a la burla de otros niños de lo inútiles que eran, él decidió dejar atrás ese sueño. Pero la motivación de Mirio y un entrenamiento extenuante le ayudaron a sacar todo el potencial de su Don, aquel que antes pensó era inútil, ahora lo había posicionado como uno de los tres grandes, los alumnos más fuertes de toda la UA.

—Si, ha sido una gran oportunidad pero...

Un ruido atrajo la atención de ambos, que miraron hacia la puerta del salón, que se había abierto de forma ruidosa, estrellándose con la pared. Ahí, de pie en la entrada del salón estaba Nejire Hado, que barrió todo el salón con la mirada, hasta que sus ojos captaron lo que estaba buscando. Sus ojos azules se centraron en Tamaki, que sintió un escalofrío.

Todo el salón se quedó en silencio, absorto a la escena, de la tensión que parecía envolver a Nejire, y su sola presencia haría dudar a cualquiera.

Nejire frunció el ceño y avanzó a pasos firmes e imponentes hacia donde estaba. Primero eran lentos y de pronto estaba corriendo hacia él. Tamaki dejó entrever su temor en su rostro y por inercia se levantó de la silla y levantó ambas manos, en señal de rendición a lo que sea que iba a suceder, preguntándose qué es lo que había hecho que la tenía de tan mal humor. Tamaki no podía recordar haberse equivocado.

Nejire levantó sus manos, rodeando el cuello de Tamaki y el impacto de colisión de ambos cuerpos los llevó al suelo. Con Nejire encima de Tamaki, él intentó levantarse pero Nejire se sentó sobre sus piernas, sin intenciones de moverse de ahí.

—Hado-san... —Su voz tembló, nerviosa y tímida.— ¿po-podrías...?

—Ni lo pienses —Nejire lo abrazaba con fuerza.

—Pe-pero todos nos están viendo... —Su rostro estaba enrojecido, tanto que era evidente con cualquiera que lo viera.

Las risas en el salón de clases estallaron ante la escena tan irónica y divertida, de ver a ambos en el suelo, en un momento que podría ser de total intimidad entre ambos, en una señal de muestra de algo más que una amistad.

Algo que no era así, por lo que Tamaki temía que cualquiera interacción entre ellos se malinterpretara. Nejire era de esa forma, efusiva, intensa e impulsiva, por lo que Tamaki temía que se hicieran una idea equivocada de su amistad... algo que solo él no entendía, ya que Nejire era lo suficiente evidente con sus sentimientos, algo que Tamaki ni consideraba, al considerarlo por completo imposible.

—Pe-pero... —Intentó hablar, viendo hacia el otro lado, temeroso de ver el rostro de sus compañeros. —¿Por-que?

—Me hizo falta Amajiki. —Hundió la cabeza en su cuello. —Necesito recargar mis baterías.

Nejire captó el aroma corporal fresco de Tamaki, aquel que la cautivaba cuando solía acercarse a él o que era la razones por las que, en su día a día, se acercaba más de la cuenta. Su aroma y su sola presencia siempre la tranquilizaba, como si le faltara una pieza y al estar a su lado, todo estaba bien.

Y aquella ausencia de un par de días de Amajiki por aquella misión, había sido una completa tortura para Nejire. Se había sentido ansiosa, nerviosa e inquieta, en lo único que podía pensar era en verlo. Por eso cuando lo vio sentado, la distancia era tan dolorosa que actuó sin pensar, para llenar aquella necesidad que Tamaki era en su vida.

Tamaki intentó contar en su mente, por que eso era lo único que lo mantenía juicioso. Ignorando las risas o comentarios de sus compañeros. O ignorando el calor que emanaba del cuerpo de Nejire, su aroma dulce colarse por su nariz, su cuerpo pegado al suyo o como ella estaba sentada encima de él...

El calor acudió a su rostro, su corazón latiendo desquiciado en su pecho, a punto de salirse de su lugar. "Tienes que resistir, tienes que resistir" se repetía una y otra vez, aunque sentía el rostro tan caliente y a su propio cuerpo realmente encantado por esa cercanía, que estaba a punto de colapsar.

Hasta que sintió la respiración y... ¿los labios? de Nejire rozar su cuello y todo su cuerpo se estremeció, de pies a cabeza. Iba a morir, el ruido de su corazón llegaba hasta sus orejas, iba a desmayarse, él iba, iba...

El sonido de la campana resonó en toda la escuela y aquello fue una señal para que Nejire se levantara de su regazo y le ofreciera su mano para ayudarlo. Tamaki la tomó con ciertas dudas y se levantó con su corazón nervioso aún inquieto.

—No vuelvas a dejarme tanto tiempo, Amajiki. —Nejire tenía un puchero en su boca. —O iré a buscarte, no importa donde sea.

Tamaki entreabrió los labios, sin saber que decir y bajó la mirada, nervioso, intentando no malinterpretar aquellas palabras, que Nejire esperaba que entendiera de una vez por todas, sus intenciones, su deseo de estar a su lado. 

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¡Hace mucho que no actualizaba esta colección! Ya que las ideas de estos dos se han ido a historias largas, pero tengo un par de ideas cortas que estaré trayendo, para endulzar un poco con esta pareja tan adorable que me estruja el corazón cuando escribo de ellos.

¡Gracias por leer a los que siguen por aqui!

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