Capítulo II: Mione

Se preguntarán que o quién era ese ser que desprendía ese particular aroma a flores que percibía el lycan.

Era una bella y juguetona princesa.

Mione era la princesa de las hadas del Bosque de la locura. Tenía casi 20 años.

Era muy hermosa, blanca, con ojos de color del chocolate y su cabello caía en pequeños rizos sobre sus ojos.

Era pequeñita, no medía más de 5 cms. Pero por su status de princesa podía agrandar su tamaño hasta quedar del tamaño de una mujer adulta.

Le gustaba pasear por el bosque a la media noche y era muy curiosa.

Angel , su madre y reina de las Hadas, le había prohibido salir a esas horas, porque ya sabía de la presencia del Híbrido en su bosque y tenía por la vida de su hija.

Pero Mione no era tonta.

Theo descansaba en el Gran Árbol, como cada noche, pero ese dia estaba amaneciendo. Y hacia algo de frío.

A Mione le gustaba transformarse después de que el híbrido hubiera abandonado el cuerpo de su principe.
Para disfrutar de su bello rostro y fantasear con sus besos y caricias.

Hasta que esa mañana, se envalento.
Miró embelezada al joven que descansaba en ese árbol, se acercó y rozando apenas sus dedos, delineó su perfecta faz.

Primero sus ojos, luego su nariz recta y termino con sus labios carnosos y gruesos.

- ¡Deliciosos! - pensó el hada parecen dos fresas maduras listas para comerse.

- ¿A qué sabrán los labios de este humano? - preguntó Mione.

Así que sin ningún pudor acercó sus labios a los del mago sintiendo una deliciosa descarga que, le erizo la piel por completo.

Y antes que el mago despertará, desapareció.

Theo abrió los ojos de golpe y miró para todos lados, mientras se tocaba los labios con los dedos.

- ¡Fue tan real! - dijo el mago  recordando ese beso.

Suspiró y se puso de pie. Y con un hechizo verbal apareció en su mansión.

Subió a su habitación y se desplomó en su cama. Para despertar pasado el medio día, como ya era su costumbre.

Se levantó, se cambió y caminó hasta el árbol que tanto amaba .

De repente percibió el aroma que lo volvió loco la noche anterior, mientras agudizaba sus instintos para localizar a la criatura.

No encontró nada, y como todas las tardes lloraba porque a pesar de su magia, no había podido encontrar el amor.

Se levantó, sacudió su capa y se dispuso a pasear por su bosque

Mirando a todo lugar, Theo cruzó su vista con la más dulce mirada que en su vida jamás conoció.

El hada y el mago se enamoraron al instante. Desde ese mismo momento él hada y el mago quisieron estar solo los dos en el bosque amándose siempre y en todo lugar.

Mione libre de temores revoloteo hasta el mago y lo besó.

Cuando se separaron. Mione hizo una reverencia y se presentó.

Mi nombre es Mione, soy la princesa de las hadas - dijo la castaña ¿Cuál es tu nombre bello príncipe?

Mi nombre es Theo - dijo el mago soy el dueño de este bosque - y espero que de tu corazón también.

- No me equivoqué - pensó la hada traviesa - ya que los labios de Theo eran deliciosos.

El mago la observaba reír y curioso le preguntó - ¿Por qué sonríes Mione?

- Porque tus labios son deliciosos - dijo el hada - más deliciosos que las fresas maduras.

Theo se rió a carcajadas por los comentarios de su hada traviesa.

La atrajo hacia sí y mirándola a los ojos le pidió permiso para amarla sin reparos. Allí mismo en ese bosque oscuro y tenebroso.

- Si - tómame dijo Mione - quiero ser solo tuya mi príncipe.

Theo no le quitaba la vista. Ella se veía adorable, era de él y de nadie mas. Y esa noche la haría su mujer.

- ¿Debo asumir que estas lista? - soltó Theo mirandola intensamente.

- Para ti, lo estoy - respondió Mione que se sentía mujer y poderosa ante sus ojos, bajo su atenta mirada.

Theo la tomó de la cintura y la acercó a él. Bajó sus labios a los de ella y la besó intensamente repitiendose que, debía ir despacio.

Mione gimió y Theo bajó sus labios hasta su cuello, besando, chupando y mordiendo a su antojo.

La pegó mas a él para hacerla partícipe de su deseo.

Mione volvió a gemir y Theo ya estaba ardiendo, como volcán en erupción.

Theo cerró los ojos con placer al sentir sus delicados dedos tocandolo.

Gimió audiblemente y su mano derecha fue directamente a su centro encontrándolo húmedo y dispuesto para él.

Fué el turno de Mione de gemir.

Tomó un pezón con su boca y lo chupó con ahínco mientras su dedo hacia un lento movimiento dentro y fuera.

Comenzó a temblar bajo él con el inminente orgasmo y Theo lo sabía.

- Dejalo ir, amor - le susurró y tomó el otro pezón en su boca.

Mione gritó cuando el orgasmo se estrelló en ella.

Theo sentía las reminicencias de su climax en su dedo y se lo llevó a la boca.

Luego abrió las piernas de ella y se colocó entre ellas y su miembro rozó su entrada.

- Seré suave, pero dolerá - Theo dijo entre dientes tratando de contener su exitación.

Mione asintió y Theo empujó levemente apretando la mandíbula. Estaba muy apretada y húmeda.

..Theo...

Él empujó y la penetró de una estocada y ella se agarró a él hundiendo sus uñas en su espalda.

Mione gimió, pronto el dolor comenzó a disminuir y comenzó a mover sus caderas.

Theo también se movió sacando su miembro solo para volver a entrar.

Mione arqueó su espalda dándole acceso a Theo a su pecho.

Eres mía, dilo... - Theo dijo entre estocadas.

- Solo tuya...

Theo aumentó sus embestidas y Mione pronto se encontró con otro orgasmo.

El castaño no disminuyó su movimiento, lo aumentó apretando sus dientes con un gran placer.

Él empujó y la penetró de una estocada y ella se agarró a él hundiendo sus uñas en su espalda.

- Shh, pasará pronto - Theo la besó mientras sus dedos tomaban un pezón masajeandolo y despertando el deseo en ella.

Mione levantó un poco sus caderas y Theo aulló de placer derramando su simiente dentro de ella.

Los dos respiraban erráticamente.

Theo se hizo a un lado y la arrastró en sus brazos ¿Estás bien? - Theo preguntó preocupado.

Mione asintió.

- Ven aquí - Theo la abrazó y le dijo te amo.

- Te amo Theo - respondió Mione besando su pecho y se quedaron dormidos a los pocos minutos.

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