CAPITULO I: La Maldición

Theodore Nott o Theo Nott, como lo llamaban sus pocos amigos, era un mago oscuro y tenebroso.

Era de gran estatura, cualquiera diría que parecía un gigante, medía 1.90, de rostro hermoso, piel blanca, cabello castaño y ojos azules, acompañado de un cuerpo duro y musculoso.

En la última guerra mágica habría servido a Voldemort, como un aliado muy útil.

Ya que por su carácter despreocupado y hostil, era un asesino acérrimo, mataba sin piedad a sus victimas.

Pero vivía escondido, no le habrían capturado, al ser destruida la alimaña a quien él servía.

Su nueva mansión quedaba en lo alto de una montaña, rodeada por el bosque de la locura, siniestro lugar, que si lograbas entrar, las criaturas que ahí habitaban devoraban tus carnes o la desesperación te consumía hasta la locura.

Nadie se atrevía a ir a capturarlo, por temor a perder la vida o mucho peor regresar loco y mutilado.

Los elfos que lo acompañaban eran sirvientes eternos de la familia Nott.

Pero a pesar de ser criaturas mágicas  huían asustados.

Antes que den las campanadas de la media noche, todos los elfos estaban escondidos.

Decían que la familia Nott habría hecho un pacto demoníaco.

Que cada primogénito debía ser sacrificado a un demonio antiguo, y este decidía su destino.

Siendo unos convertidos en licántropos o vampiros según las profecías que su oráculo maldito predecía una vez que en cielo se dislumbraba la luna.

El heredero Nott, se transformaba en la alimaña que habitaba en él, y salía a alimentarse en las noches.

Para desgracia del último descendiente de los malditos Nott, este se transformaba en un híbrido, mitad lobo, mitad vampiro.

En su transformación se desgarraba su piel blanca, convirtiéndose en un ser de aspecto oscuro.

Tal como se viera la musculatura humana enegrecida con garras en sus manos y colmillos feroces listos para desgarrar a sus presas.

Por esa razón durante la guerra, fueron hallados cuerpos mutilados o despedazados.

Era brutal para los ojos humanos, el aspecto terrorífico de las víctimas del maldito Nott.

Fiel espejo de terribles sueños que lo acompañaban cada despertar.

El motivo de tanta maldad en ese cuerpo tan joven era simplemente la falta de amor.

Su madre murió al poco tiempo que Theo nació.  Y su padre era un maldito Lycano de mal proceder. Quien tenía creencias inusuales y depravadas.

Creandole desde niño ese instinto asesino y sed de venganza.

Hasta que Theo en su peor luna llena lo destrozó con sus colmillos y amaneció sobre sus restos.

A la mañana siguiente se despertó como si hubiera bebido en exceso con una fuerte resaca.

Se levantó como pudo del suelo y al abrir los ojos se encontró con la grotesca escena, provocando que su estómago devolviera lo que había en el.

Tenía fuerza sobrehumana y al beber sangre su piel se regeneraba igual, como sucedía con los vampiros.

Pero solo se alimentaba de sangre humana o animal al salir la luna llena.

Esa noche buscaba desesperadamente poder alimentarse.

Su olfato bien desarrollado había percibido un dulce aroma a flores, que lo hacía maullar desesperado.

Se le hacía agua la boca por poder saborear la sangre de ese ser que, despertaba todos sus sentidos.

Bajo la ladera de la montaña, deslizándose de un lugar a otro desesperado, pero no encontró nada.

Ya que ese aroma se movía sin cesar, cansado de buscar se lanzó sobre las criaturas del bosque.

Encontró un cervatillo que huía rápidamente de sus depredadores

Una jauría de hienas corría atrás, dejándose oír su risa maldita.

Theo sin perder el tiempo se abalanzó sobre ellas, destrozando todo a su paso. Partiendo huesos y cráneos. Dándose un buen festín.

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