Capítulo III

Para mi discípula estrella

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Fay

—¿Y bien?Ya estoy sentada— cuestioné mirando a Lucien

—Eso veo, a menos que esté manipulándome con sus poderes— rió

—Deja de dar vueltas y explicarte por favor— pedí impaciente

—Bien, sabe usted que todas las hadas solo pueden controlar un elemento— asentí— pues bien, existen excepciones de ello.

—Lo sé, soy una de esas excepciones, mi poder ni siquiera es un elemento— expliqué

—¿Usted no puede controlar elementos?— inquirió curioso

—No

—¿Alguna vez lo ha intentado?

—La verdad es que no— fruncí el ceño con diversión

—¿Y cómo sabe que no puede cuando es evidente que no lo ha intentado?— cuestionó sonriente

—¿A dónde quieres llegar Lucien?

—A nosotros

—¡Lucien!— advertí

—Es en serio, no hablo de ti y de mí, sino de nosotros, las excepciones.

—¿Excepciones?¿Quiere decir eso que hay más como nosotros?

—Así es.Y para que de antemano vaya sabiéndolo, usted también puede controlar los cuatro elementos al igual que yo— espetó como quien dice dos y dos son cuatro

—¿Qué?— exclamé asombrada de nuevo

—Como lo escucha, todos los que solos excepciones poseemos esos poderes, pero además nos dan un tipo de magia único al cual llamamos Don.

—Déjame adivinar, tu Don es ese de desaparecer

—Sí, aunque técnicamente no desaparezco, solo me hago invisible— se encogió de hombros

—¿Invisible?

—Sí, observe— desapareció delante de mis narices y luego volvió a aparecer—Me ve— asentí y volvió a irse— ahora no me ve— exclamó y pude escuchar su voz justo frente a mí

—Es fascinante— comenté sin salir del todo de mi estupor

—Ciertamente lo es— sonrió—¿Adivina cuál es su Don?

—Sencillo, es mi magia de tinieblas.¿Acerté?

—Correcto— asintió

—Pero aún tengo una pequeña duda

—Dígame

—¿Por qué yo solo manifiesto mi don?

—Ya le expliqué, no manifiesta sus otros poderes porque no lo ha intentado, además todos los casos somos distintos.Por ejemplo yo no podía controlar mis poderes de niño, toda mi familia creía que había nacido sin magia, sin embargo con el tiempo apareció la invisibilidad, luego el fuego y los demás fueron proyectándose poco a poco— aclaró

—Entiendo.¿Y cómo aprendo a controlar mis otros poderes?— sonreí impaciente

—Yo la enseñaré, a menos que siga queriendo que me vaya— sonrió

  Era un maldito astuto

—¡Más te vale no estarme engañando!— entrecerré los ojos en su dirección

—No lo hago— rió— ahora si me disculpa Princesa Fay, tengo asuntos que atender, pero no se preocupe, mañana regresaré y comenzaremos el entrenamiento.

   Se acercó a mí y como el día anterior depositó algo en mi cabello.

—Déjame adivinar, una rosa violeta porque se parece a mí— sonreí

—Así es— dijo devolviéndome el gesto y desapareció frente a mis ojos

—Jamás entenderé esa referencia— negué divertida

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   La mañana me sorprendió en un abrir y cerrar de ojos.El día anterior me había dedicado a dar paseos por el bosque para calmar la ansiedad que me producía el pensar en lo que Lucien me había comentado.

  Estaba impaciente por comenzar a aprender magia de elementos.Sería algo nuevo para experimentar, algo que me hacía falta con urgencia.

   Me decidí a dejar que Lucien se quedara, al menos un tiempo, pero no pensaba enamorarme de él como él lo tenía planeado, para nada podía permitir eso.

  Así que en estos momentos me encontraba en mi cama pensando acerca de los términos que le pondría para mantenerlo cerca, pero a la vez no tanto.

   Me puse de pie luego de estar clara y fui directa a vestirme.Si iba a practicar magia podía ir olvidando mis lindos vestidos y zapatillas finas, así que opté por unos pantalones negros cómodos, un top para evitar el calor y me hice una coleta en lo alto de la cabeza, la cual trencé luego.

   Bajé y me paré frente a un árbol, me concentré intentando buscar a Lucien, más no había rastros de su presencia en todo el bosque.

   Quizá es demasiado temprano Fay

   Sí, seguro era demasiado temprano, él debía venir, lo prometió.

  Al rato de estar sentada en el mismo sitio volví a intentar buscarlo y finalmente di con su rastro.Pude sentir sus latidos acelerados, seguro venía corriendo porque llegaba tarde.

   En cinco minutos estaba a mi lado sonriéndome.

—Buenos días Princesa Fay, lamento la demora, tuve ciertas cosas que hacer— se excusó

—Da igual, no es como si lleve aquí sentada desde el alba esperándote— voy a arder por mentirosa

—¿Comenzamos entonces Princesa?Espero por usted

—Un segundo— me puse de pie sacudiendo un poco el polvo en mi pantalón

—¿Sí?

—Mira Lucien, si queremos que esto— nos señalé— funcione, deben haber ciertas reglas

—Explíquese por favor

—Primero que nada, omite tratarme de usted, a partir de este instante soy solo Fay, no su alumna, visto que te debo cierto respeto por ser tu discípula

—¿Entonces puedo tutearla?— lo miré enarcando una ceja— Diculpa, te tutearé a partir de ahora, Fay.

—Bien, la segunda regla es que te dejaré permanecer en el bosque cada vez que quieras, mientras no hagas nada extraño y te aviso que puedo saber qué estás haciendo en cualquier momento mientras estés aquí, no en vano controlo el lugar, así que me enteraré de cualquier cosa que estés pensando hacer siempre y cuando sea aquí.

—Estoy de acuerdo.¿Alguna otra cosa?

—De hecho sí, desiste de tu idea, al menos mientras entrenamos

—¿Idea?

—Sí, sabes bien de lo que hablo, tu objetivo

—¡Ah, de acuerdo!Mientras entrenamos nada de coquetearte, lo entendí— levantó las manos en una señal de rendición

—Bien— sonreí— ahora entrenemos.

********
—¿Así?— cuestioné observando la posición casi antinatural que había adoptado

—No Fay, te dije que simplemente te parases firme y tocaras el árbol— respondió Lucien golpeándose la frente con la palma de la mano mientras suspiraba

    Llevábamos casi tres horas intentando hacer que controlara el fuego, pero al ver que no íbamos muy bien cambiamos a la tierra, con la cual no estábamos muy favorecidos tampoco.

  Luego de hacer que me doliera literalmente cada músculo del cuerpo decidimos tomarnos un descanso.

  Lucien se tendió hacia atrás en el césped y yo lo imité con el mismo cansancio.

—Soy pésima en esto— resoplé

—No es que seas pésima, es que lleva práctica, no siempre se logra a la primera.

—¿Tú a qué edad lo lograste?— indagué con curiosidad

—Pues, no fue algo de una edad concreta, primero desarrollé el fuego a los doce, el año siguiente el agua, luego el aire y por último la tierra.Fue la que más me costó ya que no tenía un vínculo especial por la naturaleza o algo, por suerte lo logré al final.

—¿En serio?¿No te gustan las flores?— reí— Es irónico visto que vives regalándome rosas violetas.

—No es que no me gusten, en aquel entonces no me gustaban demasiado— se encogió de hombros

—¿Cómo pueden no gustarle las flores a alguien?Si son hermosas— hablé mirando a la nada— todo ese color y aroma.¿Alguna vez te has puesto a pensar el arduo trabajo que pasan para salir de la tierra?Eso solo prueba que además de ser extremadamente bellas son fuertes y resistentes.No entiendo cómo podían desagradarte siendo tan especiales.

—Fay— llamó serio

—¿Sí?

—Mira al frente

   Eso hice, y al darme la vuelta quedé inmensamente sorprendida al observar la cantidad de flores silvestres que habían crecido a nuestro alrededor.

   Eran de distintos tamaños, especies y colores.Un espectáculo digno de admirar por sobre todas las cosas.

—¿Eres conciente de que acabas de crear un jardín solo hablando de flores?— cuestionó Lucien mirándome incrédulo

   Yo no podía salir de mi estupor, había controlado la tierra.Así que él no estaba mintiendo, de verdad podía controlar los cuatro elementos.

—Eso veo— respondí en automático aún presa del asombro

—Mírame Fay— pidió

   Giré mi rostro en su dirección y lo sujetó con ambas manos observándome directamente a los ojos.

—Hay más en ti de lo que crees— me miraba maravillado, como si apreciara una obra única en su especie— eres poderosa, fuerte e inigualable y no te haces una idea de lo especial que es eso.Por favor, protégete siempre Fay, porque tesoros como tú no se encuentran todos los días.

   Su mirada heterocromática no dejó la mía por un solo instante mientras hablaba y yo no podía apartar mis ojos de los suyos tampoco.Éramos como dos imanes atrayéndonos sin remedio.

   En mi pecho inició un crepitar creciente que prometía hacer a mi corazón salir de la caja torácica en cualquier segundo si seguía viéndome así.

   Podía sentir el calor de mis mejillas ir en aumento y de un momento a otro nuestras manos se unieron.

   Él entreabrió los labios y luego los lamió sin dejar de observarme, yo imité su acción por puro reflejo y entonces comenzó a acercarse despacio.

   Nuestros labios estaban a centímetros de tocarse, bastaba un ligero movimiento para romper el poco espacio que nos separaba del otro, hasta que...

—¡Argh!— se quejó Lucien apartándose de mí— Fay tus manos

   Observé mis manos y efectivamente de ellas estaba emanando nada más y nada menos que fuego.

—¿Pero qué rayos?

   Comencé a gritar presa del pánico.¡Mis manos estaban ardiendo!¡Me iba a quemar!

   Corrí de un lado a otro sacudiendo mis manos para ver si así se apagaban las llamas.Lucien me gritaba cosas, pero yo no era capaz de escucharlo o prestarle la más mínima atención.Estaba demasiado ocupada intentando no quemarme, así que cuando sentí que comenzaba a enfriarme de un momento a otro fue que pude calmarme.

    Descubrí vapor reemplazando las llamas y al bajar la mirada noté pequeñas gotas de agua emanar de estas.

—Lucien, creo que enloquecí— dije con los ojos como platos

—Tres elementos en un día.¿Tienes idea de lo que es eso Fay?— cuestionó con tono de reproche y yo comencé a creer que algo iba mal

—No tengo idea— respondí bajito

   Caminó hasta posicionarse frente a mí.

—¡Estoy orgulloso de tu discípula!

   Me alzó en brazos y comenzó a girar conmigo encima mientras ambos reíamos a carcajadas.

—¡Lucien voy a caerme!— dije entre carcajadas

—¡Estoy tan orgulloso de ti Fay!— decía sin parar mientras me daba más vueltas

—Ya sabes lo que dicen, el maestro hace a su alumno— sonreí mirándolo

—Solo nos queda el aire— dijo incrédulo— definitivamente eres excepcional

—No me digas tantos halagos juntos, me da vergüenza— comenté y estoy segura de que mis mejillas eran tomates maduros

—Te mereces todos los halagos existentes en este mundo— sonrió

    Mis latidos acelerados cual caballos de carreras volvieron al ataque y esta vez sí sentí necesario refrescarme.

   Imaginé cómo sería poder controlar el poder del aire, de seguro podría hacer volar este atisbo de sentimiento instalado en mi pecho.

   En pocos segundos comprobé que dicha teoría era totalmente descabellada, puesto que una ventisca de dudosa procedencia comenzó a desordenar mi cabello con velocidad.

—Creo que ya tenemos el aire— le comenté a Lucien quien aún me miraba con ternura

   Abrió sus ojos aún más, si es que eso era posible.

—Tienes que estar bromeando

—No bromearía con algo así— afirmé sonriente

   Subí mi mano y comencé a girarla creando con ella un pequeño remolino y se lo mostré orgullosa.

—De acuerdo, si antes estaba impresionado, ahora estoy a punto de explotar— exclamó con los ojos como platos

    Yo no podía parar de sonreír con el pecho lleno de orgullo.Me sentía la persona más fuerte del planeta, lo cual siendo tan introvertida era un milagro.

—Creo que es suficiente por hoy Fay, en serio, avanzas sumamente rápido

—La verdad es que no estoy para nada cansada, quiero seguir Lucien— rogué haciendo un puchero algo exagerado

—Está bien, pero hagamos algo sencillo, no quiero que te hagas daño— advirtió

—Como usted diga profesor— dije haciendo un saludo militar y él soltó una carcajada leve

—Te enseñaré algo, veamos si puedes hacerlo, de acuerdo.

—De acuerdo

   Movió sus manos en círculos pequeños hasta formar una bola de hielo del tamaño de su mano.Luego con el dedo índice comenzó a trazar líneas invisibles en esta.

   No me había fijado que al tiempo en el que iba pasando los dedos, el hielo que estos tocaban se derretía, dando lugar a trazos de un dibujo o en todo caso, escultura, pues cuando completó su obra pude ver en esta una hermosa rosa de hielo.

—¡Es preciosa!— dije con emoción

—¿Te gusta?— asentí— Inténtalo tú misma

    Imité sus movimientos de manos esperando a que la bola helada se formara, tardé un poco más que él pero al final lo logré.Luego inicié a pasar mi dedo por ella para derretir el hielo, por supuesto no pude hacer la rosa que había prácticamente tallado en el hielo, así que en su lugar solo dibujé sobre él un corazón algo maltrecho.

—¿Qué tal?— cuestioné mostrándoselo

—Está genial, y eso que es la primera vez, aunque ya nada de ti me sorprende.

—No creas, en cualquier momento puedes volver a quedar boquiabierto, quién sabe.

    Rió ante mi intento de actitud arrogante.

—Para mi discípula estrella— dijo dándome la flor

—Soy tu única discípula— arqueé una ceja

—Así es, ya debo irme.

—¿Ya?

   Mi tono afligido me tomó por sorpresa incluso a mí.

—Sí, tengo cosas que hacer.

—De acuerdo.¿Volverás?— cuestioné con tono de cachorro abandonado

—Claro que volveré, mañana seguiremos entrenando

—Te esperaré aquí.¿De acuerdo?— sonreí

—De acuerdo— me devolvió el gesto— hasta mañana hermosa Fay

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