Capítulo II
¡Ah eso!Solo es mi don
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Fay
Me eché a reír en su cara sin poder contenerme.
¿Enamorarme decía?
—Está usted loco— dije entre carcajadas
—Por favor señorita, olvidemos las formalidades si no es mucho pedir y por cierto, estoy bastante cuerdo— frunció el ceño
—Si me disculpa, ni siquiera conozco su nombre, no puedo permitirme ser formal, además de eso, jamás me enamoraría de usted usted— reí
—¿Puedo saber por qué?
—Pues, ni siquiera sé qué es el amor caballero, además, si conoce todo acerca de mí sabrá que me está pidiendo destruir mi reino cosa que no haré— alcé una ceja
—Ya verá princesa Fay, antes de que se dé cuenta usted estará completamente enamorada de mí— sonrió con suficiencia
—¿Ah sí?Pues si pretende enamorarme, al menos dígame su nombre, porque no puedo amar a alguien que no conozco, eso es inconcebible— comenté toqueteándome el cabello
—Muy bien, mi nombre es Lucien querida princesa Fay y usted pronto dejará de usar mi nombre para llamarme amor— espetó con seguridad
—¡Déjese de impertinencias y salga de mi bosque de una vez o llamaré a la guardia real para que lo saquen por las malas— alegué con firmeza
—Ya se lo dije, su guardia real jamás podrá conmigo, así que deje de resistirse y solo acepte mi cortejo por favor
—¡Le dije que se vaya!— grité usando los poderes y el eco dentro de su cabeza se hizo insoportable incluso para mí
El cuerpo de Lucien cayó recostado junto a un árbol que tenía detrás mientras él sostenía su cabeza con fuerza y gritaba.
—¡Detente!— gritó
—¡Vete de mi bosque!— grité yo también
—De acuerdo— accedió aún en el suelo—me iré, por el momento momento— añadió
Fruncí el ceño enojada con su declaración, sin embargo poco pude hacer ante ella.Se levantó con dignidad del suelo, sacudió su ropa y giró hacia mí.
—Felicidades princesa Fay, ganaste una batalla, sin embargo no la guerra— afirmó
—Veremos, Lucien— escupí su nombre con desdén
—Como dije no pienso desistir con mis planes, así que olvídese de su soledad, porque llegará el día en el que no podrá vivir en este bosque sin mi presencia
—¿Me estás amenazando?— cuestioné contrariada
—¿Y qué si así fuera?
—¡Arghhh, solo lárgate de mi bosque, mañana me encargaré de volverte a echar, o mejor aún, no vuelvas!— me crucé de brazos
—Se parece mucho a usted, hasta mañana princesa Fay— dijo depositando algo sobre mi cabello y luego desapareció como por arte de magia
Cuando agarré lo que había puesto en mi cabello me sorprendió encontrar una hermosa rosa violeta.
¿Se parece a mí?
No entiendo a qué se refiere
Durante el transcurso del día me lo pasé meditando acerca de cómo había ocurrido esto.Aún no estaba segura al cien de que la visita de Lucien hubiese sido real siquiera.
¿Cómo entró al bosque sin atacar a los guardias?
Claramente no peleó con ellos porque de lo contrario yo lo sabría.Decidí por si acaso echar otra ojeada a la frontera, sin embargo todos los soldados se encontraban en sus puestos, despiertos, vigilantes y altivos al más mínimo movimiento que ocurriera frente a la puerta.
No, de seguro no había entrado por ahí.¿Verdad?
Sin embargo, ahora tenía una preocupación mayor, debía evitar que siguiese viniendo aquí.
No porque me pudiese enamorar de él, para nada, estaba entrenada para no hacerlo, simplemente me intimidaba el hecho de que alguien desconocido anduviera merodeando en mi bosque a cualquier hora, para colmo era sumamente poderoso y yo no estaba indefensa, sin embargo tenía herirlo de gravedad.Era bien sabido que mi magia podía llevar a cualquier desdichado que experimentara sus efectos a una absoluta locura.
Eran esas razones, pero por sobre todas las cosas me movía el hecho de que si alguien lo descubría aquí dentro seguro sería decapitado, no quería que nadie muriese por muy impertinente que fuera y menos por mi culpa.
De todos modos siempre he acarreado la muerte por donde paso, por eso permanezco aquí encerrada según conozco.
La noche llegó y con ella la doncella que traía mi cena se aproximó a la espesura del bosque.
Tan rápido como llegó se fue dejándome de nuevo sumida en mis reflexiones.Esta noche tampoco tenía demasiado apetito en particular, con la visita de Lucien se había producido en mi interior una incesante ansiedad que me impedía comer cualquier cosa por insignificante que fuera.
Ni siquiera pude probar las fresas que con tanto esmero recogí en la tarde para evitar pensar en el suceso a pesar de que estas son mis frutas preferidas.
Decidí echarle un último vistazo al bosque antes de irme a dormir, era como una rutina, por eso me extrañó que esa noche en particular pude notar un nuevo corazón latiendo entre todos los demás que solía escuchar diariamente.
Era un latido pausado, como si su portador estuviese dormida o en un estado de calma absoluta.
Me acerqué más con el hechizo, esta vez también para observar, no solo escuchar, después de todo yo era una con el bosque, podía andar en él a mi antojo sin siquiera moverme.
Fue entonces cuando mis curiosos ojos captaron a Lucien recostado a un árbol y profundamente dormido.
Su pecho subía y bajaba con cada respiración que emitía en su sueño.Pude notar también que fruncía el ceño cada tanto, como si estuviese teniendo una pesadilla para nada agradable.
Así que nunca se fue
De repente me sentí humanitaria.En un abrir y cerrar de ojos estaba a su lado.Puse mi cena y una cesta con parte de las fresas a su lado.Seguro no había probado alimento, vamos que quería que se fuera del bosque, no que muriera de hambre.
—¡Detente!— gritó en sueños de pronto
¿Qué estará soñando?
Al observar sus contraídas facciones, sentí aún más curiosidad, el sentimiento de que esta se iba incrementando dentro de mi pecho se hizo tan presente que decidí hacer algo para nada propio de mí.
A sabiendas de que sabía que estaba mal, que podía traer horribles consecuencias, más para mí conciencia que nada, usé mi magia para entrar en su mente.
Cuando estuve dentro me quedé atónita.Su pesadilla era horrible.Corría por un bosque a ciegas, alguien o algo lo perseguía y su pecho presentaba graves heridas, probablemente hechas por una espada.Pero lo peor no era eso, sino el hecho de que frente a él había una puerta la cual emitía una luz brillante y esperanzadora, sin embargo, cada paso que daba hacia esta, en lugar de acercarlo solo lo alejaba más de su objetivo.
Pude sentir la desesperación emanar de cada célula de su cuerpo y apoderarse de su mente.
En medio de mi hazaña decidí que si podía usar mis poderes para saciar mi curiosidad, bien podía también utilizarlos para ayudar a esta pobre alma en pena.
Apoyé la palma de mi mano en su frente y cerré los ojos.Volví dentro de su sueño y lo primero que hice fue cubrir su alrededor de una espesa neblina muy característica de mi magia de tinieblas.
Luego proyecté mi voz en su cabeza para que la escuchase provenir de todas partes.
¡Felicidades audaz guerrero!Ha completado usted su batalla.No sufra pues esta triste agonía, avance hacia su futuro con la misma valentía!
Al pronunciar aquellas palabras inmediatamente hice que la puerta dejara de avanzar, él corrió con premura y alegría hacia ella y cuando la alcanzó salí de su mente.
Me fijé en que su respiración volvía a ser normal y dormía con absoluta tranquilidad.
Así sin querer prolongar aún más mi estadía cerca de él, volví a mi palacio a dormir, lo cual no pude hacer debido al pensamiento de tenerlo cerca.
Me sentía completamente insegura y desprotegida con él en el bosque, y es que aunque me pesara admitirlo, este chico sí podía enamorarme si se lo proponía.
Lo noté en el instante en el que su heterocromática mirada chocó con la mía y se presentó con semejante firmeza y decisión.
Me preocupé, desde ese momento estaba muy asustada de que lograra su cometido.Si eso llegaba a ocurrir, mi reino quedaría reducido a nada, destruído completamente.
Para colmo yo no sabía absolutamente nada acerca de Lucien.Solo conocía su nombre, lo demás era un completo misterio.Inclusive su magia.
¿Cómo era posible para él controlar cuatro elementos sin desfallecer cuando el resto de las hadas solo podían con uno?
Ciertamente así funcionaba la magia en el mundo.Las hadas podían controlar un único elemento y había una nación de cada uno acorde con las características de sus ciudadanos.
Cada reino poseía sus soberanos independientes y los reinos convivíamos en completa paz desde tiempos remotos.
Aunque yo fuese la excepción de la regla de los elementos, visto que mi magia no era un elemento en sí o tampoco la derivación de uno.
Atando cabos me di cuenta de que si yo era una excepción, por qué no habrían de haber más.
Eso explicaba realmente demasiadas de las dudas que carcomían mi cabeza desde el suceso de la tarde.
Al divagar por al menos dos horas más por fin conseguí quedarme dormida, a pesar de que conté con poco tiempo de sueño, visto que al alba me despertó el golpe de un objeto contra el cristal de mi balcón.
No tuve que levantarme de la cama para saber de quién se trataba.Lucien había lanzado una pequeña roca para captar mi atención y hacerme salir de mis aposentos.
Muy contrariada por su manera de despertar a las personas y ofuscada por su comportamiento en general, me levanté dispuesta a cantarle unas verdades.
—¿Cómo osas despertarme de esa manera?— grité desde mi balcón
—Se ve hermosa esta mañana princesa Fay— comentó con una sonrisa mientras me saludaba con la mano
—No recibo halagos de personas que no son de mi agrado— respondí con hastío
—Me da igual ser o no de su agrado en estos momentos, pues aunque lo niegue lo seré muy pronto, por cierto, gracias por lo de anoche— afirmó subiendo y bajando las cejas
—¿A qué te refieres?— interrogue haciéndome la desentendida
—La verdad no la tenía a usted en el concepto de quien usa sus poderes por mera curiosidad, sin embargo, debo agradecerle, gracias a su intervención tuve una placentera noche de sueño— alegó
—De la cual yo fui privada gracias a tu presencia— me crucé de brazos
—¿Está insinuando que mi presencia le quita el sueño?¿Acaso ha tenido usted algún sueño indebido con mi persona estimada Princesa Fay?— su tono pícaro no pasaba desapercibido de la pregunta más decidí no darle el gusto aunque me sintiera sumamente avergonzada
—No osea poner palabras en mi boca o saldrás muy mal parado, ahora si me disculpa, le doy una última advertencia para que desaparezca de mi bosque o de lo contrario cuando la doncella venga a traer mi desayuno le rendirá cuentas a los reyes.
—¿Es eso una amenaza?
Percibí al instante el cambio de tono en su voz, de un momento a otro se había puesto completamente a la defensiva, pero no pensaba ceder ante ello.
—Tómalo como te plazca, mientras acates la orden
—No le temo a sus padres, ni siquiera le temo a usted, quien dicen que es el hada más poderosa del mundo, así que por favor, deje de subestimar mi inteligencia, ya le dije que no pienso rendirme hasta lograr mi cometido a si tenga que arriesgar mi vida en el intento.
Mi respuesta no llegó a dejar mis labios, pues en ese instante sentí la presencia de la doncella, quien venía temerosa, observando cuidadosamente a ambos lados, como si en cualquier instante fuese a ser atacada.
Me molestaba sobremanera que me temiera, pero en este momento eso pasó a segundo plano.Tenía un problema mayor.¡Lucien!Si lo veían aquí lo iban a ejecutar al seguro.
—¡Lucien!— siseé en su dirección
—¿Qué sucede Princesa Fay?¿Acaso se ha aburrido de contradecirme?
—¡No seas atrevido y solo sube aquí!¡La doncella viene a traer mi desayuno y como te vea aquí irás directo a la muerte!
—¿No haría eso las cosas más sencillas para usted?Si muero desapareceré y dejaré de ser una amenaza para su nación.
—No seas ridículo, si quiero que te vayas es solo para evitar que te maten, piensa que si quisiera desaparecer ya lo habría hecho, ahora ocúltate rápido— volví a susurrar sintiendo los pasos de la chica cada vez más cerca de nosotros
—Está bien— suspiró resignado
Desapareció en fracciones de segundos sin dejar un mínimo rastro de su presencia en el lugar, lo cual me pareció sumamente extraño, puesto que solo desvié mis ojos de él un segundo, ni volando podría haber desaparecido así de rápido.
La doncella llegó minutos después dejando frente a mí la bandeja con comida y justo se disponía a salir cuando escuchó un fuerte ruido provenir del otro extremo de la habitación, el que era cubierto por unas cortinas.
—¿Qué sucede afuera Majestad?— inquirió con la duda ahondando su voz
—N-no es nada, seguro fue algún animal— dije intentando sonar calmada, acto en el cual fracase estrepitosamente
Cuando estuve a punto de convencerla de mi alegato se escuchó otro estruendo proveniente de la misma estancia.
Aquello acabó con la poca fe de la chica hacia mis palabras y se dirigió con paso rápido hacia el lugar.Yo estaba preparada para rogarle que no delatara la presencia de Lucien, pero quedé sorprendida en demasía al correr la cortina.
No había absolutamente nada allí
Solo habían dos opciones, de verdad había un animal salvaje, o Lucien tenía alas, me decantaba más por lo segundo la verdad.
Estaba a punto de volver con la muchacha para que se retirara al palacio, pero al correr yo misma la cortina esta vez me encontré a Lucien sentado en una butaca mirándome con diversión.
Cerré la cortina contrariada e intentando pensar una excusa para demorar a la empleada, sin embargo ella salió a la sala sin mediar palabra conmigo y mi sorpresa fue peor aún al encontrarla vacía nuevamente.
Miró a todas partes como buscando algo, pero fue en vano, Lucien ya no estaba allí.
En un instante en el que se dio la vuelta para mirar al balcón, él volvió a aparecer como por arte de magia en la silla nuevamente.
Lo miré como si le hubiesen crecido dos cabezas y él solo me dio su característica sonrisa socarrona.En cuanto la chica se dio la vuelta desapareció justo como había venido.
¿Cómo era aquello posible?
Definitivamente él era especial y yo iba a descubrir por qué o dejaba de llamarme Fay.
Finalmente la doncella abandonó mi palacio convencida de que un animal salvaje era el causante de que se cayeran dos jarrones de madera en la sala y ni siquiera sospechó de la presencia del chico que me miraba divertido desde la misma butaca.
Llevé mis manos a mis caderas y comencé a reprocharle.
—¡Estás loco!
—Así es, estoy loco por tí— bajó la cabeza y yo me sonrojé inevitablemente
—¡Deja de decir esas cosas!¿Acaso no entiendes que nos pones a ambos en peligro?¡Y una cosa más, explícame en este preciso instante cómo apareces y desapareces a tu antojo!— reclamé
—¡Ah eso!Solo es mi don— se encogió de hombros prestándole importancia al tema
—¿Don?Haz el favor de hablar un idioma que entienda si no es mucho pedir— dije más calmada
—Debería sentarse Princesa Fay, es una larga historia— sonrió.
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