-Pacto-
Caperucita roja ingresó a la casa y notó al enorme lobo frente a ella, la particularidad del aterrador animal no era devorar personas, sino algo peor...sueños.
Me aproximé con cautela hacia el fino escritorio, con cada paso que daba, mi ansiedad aumentaba. La mirada invasiva de parte del Demonio de París, no me ayudaba en nada.
— Bonsoir Monsieur, buenas tardes, Se-señor Agreste...—saludé en voz baja, con un marcado acento inglés.
Una parte de mí temía que pasará lo mismo que en la entrevista de Balthazar. Y la otra, no sabía que esperar de él.
—Jeune Agreste, Joven Agreste—me corrigió con desprecio y con acento francés. Se recostó en su asiento, puso una pierna sobre la otra y cruzó sus manos sobre esta.
¿Por qué Juleka no estaba? ¿Chloe ha llamado? Quería articular una respuesta en ese momento, pero la incertidumbre de por qué el Demonio de París estaba aquí me mataba.
La pregunta Marinette ¡no la respondiste!
¿Pregunta? ¡Cielos es cierto!
—Ma pâleur? ¿Mi palidez ? Este...se debe—. El altivo empresario enarco una ceja, su mano sostuvo su mandíbula con aburrimiento.
—Siéntese, a menos que quiera estar de pie lo que dure la entrevista—ignoró mi intentó de respuesta.
Piensa positivo, él es un empresario ocupado, céntrate en las preguntas y responde de inmediato.
—Aunque, no creo que dure mucho—agregó.
Adiós actitud positiva, hola miedo.
—Merci beaucoup, Muchas gracias— fue lo único que mi emergente pánico dejó articular. Tomé asiento en la cómoda silla. Él cambio su postura, ahora estaba leyendo mi portafolio, su mano acariciaba su barbilla.
El silencio era abrumador, sentía que las paredes se iban encogiendo. Aprete la tela de mi falda, necesitaba distraerme en algo o comenzaría a hiperventilar.
Tienes un monumento de hombre frente a ti ¿Qué más distracción quieres?
El joven Agreste es endemoniadamente atractivo, con un aura dominante que aterra. Lo vi por entre mis espesas pestañas, al tener mi rostro inclinado, mientras él seguía pasando las páginas y leyendo.
Su barba era poco perceptible, muy bien recortada. Su piel bronceada era un pecado a la vista: tentando a pasar los dedos sobre ella, para comprobar si es tan tersa como se ve.
Algunos mechones de su bien cuidado cabello, caen sobre su frente. Noté que, cuando lee algo que le interesa fruñe el ceño ≪Mi terror hacia el silencio, estaba aminorando≫. Sus cejas algo pobladas, junto a su verde mirada, lo hacían ver como un gato. No, él no era un gato, el parecía una pantera. Olfatee su deliciosa loción, era una mezcla maderada de cedro.
Su pecho se apretaba sobre su camisa desmangada que, dejaban a la vista lo tonificados que estaban sus brazos.
¿Qué se sentirá ser apresada por esos fornidos brazos?
Ok, imaginación estas yendo por otro lado ¡Céntrate!
—¿El traje que lleva? L'avez-vous conçu? ¿Lo diseño usted? —sus ojos verdes estaban fijos en mí.
—¿Eh? Ma robe? ¿Mi vestido? —él enarco una ceja. Debí parecer una estúpida, contestando una pregunta con otra—¡Si, lo hice yo! Pe-perdón, no quise alzar la voz—no dijo nada, ni cambio su expresión. Me apresuré a agregar algo más profesional a mi respuesta—. Lo hice a un año de graduarme, para London Fashion wee...
—Hace un año, Señorita Cheng.
—Es correcto—respondí, notando al momento que, él lo había afirmado no consultado. Sonrió de forma guasona.
—Eso explica lo desfasado del estilo. No es lo que se está usando ni en Londres ni París, en esta temporada. Patético.
Su respuesta hirió mi orgullo de diseñadora que, como tal, debía estar siempre a la vanguardia. Gabriel's es una casa de modas de prestigio, y yo ni siquiera puse empeño en vestir a la altura de la entrevista. Me confíe que Juleka, una persona que no conocía iba a entrevistarme y tratar bien... ¿a razón de qué? apenas y conozco a Luka. Dejé que Alix escogiera mi outfit, cuando era yo quien debía hacerlo.
—Este diseño me valió muchos reconocimientos—tenía que ingeniármelas y salir bien librada de esto. Así que hice un intento más por defender mi diseño.
—Usted estudio en ¿Central Saint Martins? —inquirió, cerró mi portafolio de golpe, y yo di un respingo ante la acción.
—Es correcto joven Agreste, me gradué de tan prestigiosa escuela en Londres—dije con orgullo, pues ahí conocí a grandes talentos, tanto como maestros y compañeros de carrera.
—Lo tendré en cuenta—una sonrisa se dibujó en mis labios, cuando lo escuché hablar—para no enviar a capacitar a mi personal a ese lugar, al parecer—me miró de arriba abajo con desdén—ha bajado sus estándares en los últimos años.
Adrien
Su estúpida sonrisa se borró de su rostro. Yo estaba determinado a barrer el piso con "la rata Dupon" Esa fachada de santurrona no me la trago en lo más mínimo.
—Veamos qué tan buena es Señorita Cheng—me apresuré a dar mi siguiente movimiento, sus inseguridades eran latentes, prueba de ello era su irritante tartamudeo—. La pondré a prueba. Su libro está muy sobre adornado de logros. Pienso que es perfecto para leerle a los niños en el primario—sus azules me observaron dolida—. A mí me parece que solo alardea—. Observé su aspecto una vez más, esbocé una risa burlona— su aspecto contrasta con la imagen de "chica perfecta" de su portafolio.
—To-todo en ese li-libro es verdad—y ahí estaba ese jodido titubeo otra vez—Si es por el color del vestido, yo...
—Dejé de tartamudear, es irritante—ella se mordió sus labios y bajo su mirada, sus manos tenían un ligero temblor. ¿O le estaba infundiendo miedo o ella iba fingir un sincope? —¿vio a la chica que salió de esta oficina? —ella me miró con esos ojos azules y vacíos, al parecer, procesando mi pregunta. Vaya que es idiota—. La morena de cabello plateado y cuerpo de infarto—donde no me haya entendido, le echo a patadas. Para su suerte, asintió—.Necesito cuatro diseños con la temática de primavera y verano para ella: Dos para la noche y dos para el día, como lo solicita la Fédération de la Haute Couture et de la Mode. Usted como diseñadora, sabe los requisitos y colores que se manejaran para la siguiente temporada—no dijo nada, solo me observó. Abrí el cajón del escritorio y saqué una libreta. La deslice por la mesa y ella la tomó— A su lado hay una lapicera. Tiene—miré mi SmartWatch—10 minutos que comienza, ahora.
Marinette
Presioné el lápiz sobre el papel en blanco. Mi mano temblaba, luego de la forma en la que Agreste se dirigió a mí, todos mis deseos y ganas de estar aquí me abandonaron. Desconocía si Chloe había llamado o no. Él es un magnate de la industria de la moda, no es ajeno a los escándalos que suceden en otros países y, si buscó información referente a mí en internet, se habrá encontrado con toda la basura que la gente y Bob escribieron sobre mí.
Traté de controlar mi respiración, entender la prueba. Mi mente estaba en blanco.
La razón: los asistentes del diseñador principal de un atelier están limitados a trabajar en los diseños elaborados por este, el requisito indispensable para ser parte del equipo de trabajo de una Haute Couture, es saber coser a mano. Pues todos los diseños que se exhiben en la pasarela deben ser elaborados de esa manera. ¿Por qué debía diseñar para la peli-plateado? Yo no aspiraba a ser diseñadora en jefe, mi prueba debía ser coser en tela.
—Tiempo.
—¿Qué? —cuestioné de inmediato.
Me mostró su cronometro con los diez minutos finalizados.
—Eso comprueba que usted, es una vulgar mentirosa que, tiene el descaró de pretender ingresar a Gabriel's, con está basura—empujó mi portafolio que me apresuré a atrapar. Ese acto tan despreciable, hizo hervir mi sangre—Lárguese de mi empresa de inmediato.
—Je ne mens pas! ¡No miento! —me puse de pie, apreté mi libro entre mis manos, conteniendo las ganas de lanzarlo contra su rostro—Los artesanos que trabajan en el atelier, necesitan demostrar su capacidad con la costura manual, no con el diseño. Su prueba esta errada en está ocasión joven Agreste, lo cual es comprensible, usted es el CEO no el diseñador de la marca.
Mi defensa sonaba mejor en mi cabeza. Exteriorizarla no fue la mejor de las ideas.
Él se puso de pie, su mirada oscura intimidaba y su altura duplicaba el sentimiento. Me levanté de la silla y me sitúe detrás de ella, temiendo que aquel gran hombre se acercará a mí. Dejó caer ambas manos sobre el escritorio, el golpe en seco hizo que yo diera un brinco.
Sus ojos verdes estaban fijos en mí, destilando desagrado hacia mi persona.
—Soy el CEO por una sencilla razón—su mandíbula se tensó al igual que sus hombros—conozco el trabajo del diseñador en jefe, los artesanos y técnicos del atelier. Además de administrar todo en este lugar, por eso es perfecto—sus verdes me recorrieron de pies a cabeza y sonrío con burla—. No cómo usted Señorita Cheng, que no sabe cuál es su lugar: No tiene experiencia en la industria. Su marca nació muerta—sus palabras eran como dagas, apuñalando mis sueños de uno en uno—,no me extraña que sea una fracasada, le di la oportunidad de diseñar cuatro miseros trajes ¿y que hizo usted?—tomó el cuaderno que me había dado para la prueba, se sentó en su silla y me imitó—se quedó diez minutos observando la página, temblando como una gelatina—lanzó el cuaderno a mis pies, me contuve de no llorar frente a él, por la ira y la frustración que todo esto me generaba—¿Se imagina en un atelier? dónde se trabajan cincuenta diseños diferentes a mano. Además de las pruebas del cliente y la modelo.
Sus brutales palabras tenían razón. En lugar de haberme quedado observando el cuaderno, debí cuestionar el porqué de la prueba. Mis ataques de pánico eran una constante y, estoy luchando por contener uno ahora. Entonces ¿qué haría en un atelier con una carga laboral tan pesada? Yo ya no era una persona normal ¿Por qué sigo pretendiendo que lo soy?
Baje mi rostro, mis largas pestañas retuvieron las gruesas gotas que querían escapar de mis lagrimales.
—Lamento quitarle su tiempo—fue lo único que pude pronunciar con mi voz quebrada, mordí mis labios para evitar que un sollozo brotará de estos. Di la vuelta. No tenía nada que hacer aquí, no tenía nada que hacer en París.
El diploma del Maestro Fu decía: "Lo bueno de tocar fondo, es que solo te queda subir". Pero en mi abismo, no había paredes por las cuales escalar.
Caminé hasta situarme frente a la puerta. Apreté el portafolio contra mi pecho, vi por última vez los alrededores de esa elegante oficina. Algo llamó mi atención. La luz estaba apagada en ese cubículo, por ello le resté importancia cuando ingresé. Ahora los rayos de sol del atardecer iluminaban parte de este. Había un maniquí con varios trozos de tela a su alrededor, unos pulcramente colocados sobre este y otros destrozados. Yo no fui la única entrevistada este día. No había que ser un genio, para deducir que yo no fui evaluada del mismo modo.
Ahora la frase en el diploma del Maestro Fu tenía sentido. Sentí una sed de justicia recorrer mis venas. No tenía nada que perder, pero si mucho que defender, mí pánico se transformó en coraje.
Baje mis manos a cada lado, una aún sujetaba mi portafolio. Di media vuelta, el Demonio de París estaba de lo más tranquilo con su móvil.
Con el dorso de mi mano libre, limpié el rastro de las lágrimas que habían descendido por mis mejillas. Agradecí que el rímel fuera a prueba de agua, de lo contrario, me vería como una panda furiosa.
—Disculpe, joven Adrien—mi voz no tenía la suficiente potencia para que él apartará su vista de su celular, pero eso no frenó mi determinación—Las otras aspirantes hicieron sus pruebas en ese maniquí—más que una pregunta era una afirmación.
—Si, ahora fuera de aquí—ni de coña.
—¿Por qué no hice la misma prueba?
—El resultado sería el mismo—será un hijo de puta.
—Difiero—lo confronté, cansada de este juego de preguntas y respuestas que no nos llevaba a ningún lado—ahora soy consiente—su mirada se elevó un poco, sin mover su rostro—quien me evaluó, no fue más que un títere de Chloe Burgeois.
Adrien
Lancé mi celular sobre la mesa de mi escritorio, me puse de pie. Esta vez no iba ser nada gentil con esta rata. Se había atrevido a faltarme al respeto en mis dominios. ¿Yo? títere de Chloe ¡maldita rata!
—¿Repite lo que dijiste? —demandé, dando grandes zancadas para acercarme a ella. Quería ver si tenía los ovarios de repetir su ofensa. ¡Jodida pretenciosa!
—Fui lo bastante clara, no veo la necesidad de repetir la verdad—ningún tartamudeo, ni un rastro de la chica cobarde que hace unos minutos estaba sentada frente a mí.
Has sacado tu verdadera personalidad, rata mentirosa.
Con cada paso que daba esperaba que, toda esa fachada de seguridad desapareciera. "la rata Dupon" no movió ni un solo musculo, me situé frente a ella y bajé la vista por la gran diferencia de altura. La mocosa elevó su rostro, con esa mirada retadora que cambió el opaco de su iris por un extraño brillo de determinación.
Voy a doblegarte.
—Fracasaste, no eres más que una mentirosa con una boca grande.
—Para usted soy una mentirosa—sonrió con petulancia—pero usted para mi es un crédulo.
—¿Cómo te atreves...?
—Chloe le llamó y usted le creyó ¿Por qué? ¿Por su posición? ¿cree que los ricos nunca mienten?
Si no fuera mujer, ahora mismo le soltaba una hostia a su rostro de muñeca.
—Chloe si me llamó—su sonrisa pareció ensancharse—. Y aun así te di la oportunidad de probarte, que fuera distinta a la de las demás, no tiene nada que ver. Para alguien con tu "experiencia" esto era un paseo por la feria. Claro, de ser verdad lo escrito en tú libro—me incliné hasta quedar cerca de su rostro—veo que no.
—Mi error estuvo en no preguntar—sus carnosos labios dibujaron una sonrisa ¿traviesa? —él suyo, dejarse influenciar por lo que los demás dicen.
¡Suficiente del policía bueno!
—¿Tú vas a enseñarme a no ser crédulo? —ironicé—Empecemos por la parte en la que fracasaste en ese reality—su ceño se frunció—por crédula.
—E-eso no fue...
—¿Tu cuerpo no fue suficiente para convencer a los jurados? —la estaba desestabilizando.
—Imbécil.
—Cuidado con ese vocabulario—me erguí y crucé mis brazos—¿o es que a tus amantes les gustaba ese lenguaje tan vulgar? — dejó caer su portafolio y su rostro se desencajo por la furia contenida—¿por cuantas camas pasaste? antes de lograr tu "título de diseñadora"
Marinette
¡Suficiente! Alce mi mano para propinarle una bofetada. El malnacido detuvo mi acción y, sujetó con fuerza mi muñeca.
—¡Suéltame Douchebag! — Use un insultó de la jerga Londinense que significa gilipollas. Con fuerza golpeé su pecho con mi puño libre. Pero fue inútil, su agarre no disminuyó.
Debí irme cuando pude. ¡Qué me importaba lo que Chloe o él hicieran! Agreste no iba recibir un golpe de moralidad por desafiarlo.
La frustración y la ira contra mi comportamiento me invadieron. Me sentí como una tonta, tanto coraje para no lograr nada. Él no me soltaba y podía escuchar su risita burlona hacia mi persona.
—Por favor—supliqué, admitiendo mi derrota y resignándome a ser el hazme reír de futuras conversaciones de Chloe y Agreste—suélteme.
Un escalofrió me recorrió por completo, sentí como el pulgar de Agreste, recorrió la cicatriz en mi muñeca.
Recuerdo imborrable de mi intento de suicidio.
¡Por favor que no se dé cuenta! ¡no quiero revivir ese momento!
—¿Santa no te trajo lo que le pediste? —sentí su aliento cerca de mi oreja. Su cínica pregunta aceleró mi corazón ¿Por qué le divierte? —los cobardes siempre hacen ese berrinche, cuando la vida no es como ellos quieren—las últimas palabras fueron frías. Soltó mi mano y se alejó de mí.
Abracé mi muñeca contra mi pecho.
A los ojos del mundo, el suicidio es un acto de cobardes ¿Qué les da el derecho de pensar así? No saben el miedo que produce la vida cuando nada tiene sentido. Todos te animan, pero, aun así, la soledad no se marcha.
—¿Por qué...? —susurré.
—Porque lo es, este mundo es para personas con determinación, que usan sus miedos como catapultas para lograr su éxito. Los cobardes en cambio—sentí el desprecio en su voz hacia mi—buscan vías mediocres de escape.
Me quedé en silenció, mi vista clavada al piso y mi mano frotando mi muñeca. Todo mi coraje desapareció, me sentí expuesta.
—Yo no buscaba escapar—aquello era más para mí, que para convencerlo a él o al mundo. Porque nadie entiende, hasta que lo experimenta.
—¿Ah no?
—Buscaba liberar a mis seres queridos de lidiar con mis problemas.
Adrien
La frialdad en sus palabras me dio escalofríos, esperaba que titubeará que se avergonzará de esa acción. Hace unos momentos buscaba humillarla, y ahora, de pronto, siento curiosidad.
¿Mi madre, se habría suicidado para dejarme el camino libre?
Sacudí mi mente de ese pensamiento.
Marinette tenía carácter, eso me había quedado bastante claro. Pero le era difícil mantener sus emociones, encausarlas hacia un fin. Chloe le temía por alguna razón.
No vas por toda Francia llamando a todas las casas de moda por nada más que rencor. A mí me parecer, era miedo.
Sonreí de lado, podía sacar provecho de todo esto.
—Te propongo un trato—, nada como hacer caridad con los pobres—para ello tendrás que empezar desde cero.
Sus azules me observaron dubitativos. Aún en su posición tenía las agallas de desafiarme. En este juego ella necesita un adversario y, yo con gusto lo sería ¿Qué tan grande es tu deseo por callar la boca de Chloe? Eh, Dupain.
—¿Dónde está el truco? —su desconfianza se asemeja a la de un perro hambriento, que se niega a probar comida.
—Te estoy dando el beneficio de la duda—recogí su portafolio del piso.
—Luego de insultarme—, ahora es un perro hambriento y rabioso.
—Soy un demonio en los negocios, no esperes condescendencia de mi parte.
Marinette
Agreste tenía razón, era un demonio en la industria y como tal, sino soy de provecho para su empresa, no dudará en hacer polvo mi carrera. Por otro lado...si mostraba mi talento y mi experiencia en otras ramas de la costura, tendría una posibilidad que, Gabriel's me defienda y me ayude a evidenciar las mentiras por parte de Chloe.
Claro, como si eso fuera a pasar. Regresa a casa a descansar de todo esto.
Cerré mis ojos, suspiré. Mis emociones estaban inestables, la mención de mi intento fallido de suicidio estaba trayendo a mi mente las escenas que me negaba a recordar. Siempre lograba bloquearlas, pero ahora tengo tanto con lo que lidiar que, mi concentración se ve afectada.
—¿Aceptas el trato? —escuché su voz, abrí mis ojos y su mano derecha estaba extendida frente a mí. Mi vista conectó con la oscuridad en sus ojos verdes.
—¿Hay un contrato de por medio?
—Siempre lo hay. En Gabriel's nos enorgullecemos de concretar cualquier acuerdo en base a un contrato, el cuál deberás firmar el lunes a primera hora.
—De acuerdo joven Agreste, tenemos un trato—estreché su mano, su agarre fue firme y sonrió, de una forma tal, que todos los bellos de mi piel se erizaron.
Un segundo... ¿Cuál iba ser mi puesto?
—El lunes te quiero en mi oficina a las seis en punto, para que a la siete comiences...—sus palabras me hicieron sentir una felicidad inexplicable, sea cual sea tenía un trabajo—...en el puesto de ordenanza.
—¡¿Qué?!—solté su mano, y retrocedí dos pasos por la conmoción— ¿Qué ha dicho?
—Fui bastante claro, no veo lo necesidad de repetir—jodido cabrón, me devolvió la respuesta de nuestra discusión—. Ambicionabas obtener una oportunidad. En tus sobradas agalladas de hace un rato, lo demostraste a flor de piel.
—No, yo... no—puros balbuceos era los que brotaban de mis labios. No había manera de forjar mi carrera desde el puesto de ordenanza.
Con suerte, podría llegar a recepcionista ¡en un par de años!
—Todos empiezan desde cero, hasta yo—menudo petulante.
—Usted, heredo una empresa.
—En quiebra y mira ahora en lo que convertí a Gabriel's — presumió. Caminó a mi alrededor a paso lento—tienes carácter Señorita Cheng, solo, no sabes a donde apuntar.
—¿Y usted me va a enseñar?
Hizo un ruido con su boca y negó con su dedo índice.
—La vida te enseñará. Pero si no quieres—me dio la espalda—ya sabes lo que te espera afuera gracias a Chloe. Y de bien te informó—me miró por sobre su hombro y luego hacia mis muñecas—una vez haces un berrinche como ese, cualquier cosa te puede hacer repetirlo.
¡Jodida mierda!
Me tenía entre la espada y la pared, sentía el peso del mundo en mis hombros. Tenía razón, nada me esperaba afuera.
Aún estaba el temor de ir a parar a una entrevista, donde intentaran abusar de mi...y lo lograran. Mis recuerdos gritaban salir y, yo no podía seguir conteniendo esto.
—Lo tomó—pronuncie con un marcado temblor en mi quijada.
—Chica lista—musitó—bien, una empleada se ausentará—se giró hacia mí, después de dejar mi portafolio sobre la mesa—, serán seis meses por su maternidad. Tú cubrirás su puesto durante ese tiempo—parecía que cada vez, agregaba más dificultades al asunto y, su cínica sonrisa, me demostraba que le encantaba hacerlo—, si en ese tiempo, escalas hasta el nivel del atelier, tendrás un puesto fijo en mi empresa—su rostro se ensombreció—sino lo consigues, prepárate para recibir una humillación de mi parte, peor que la de Chloe.
—Que quede por escrito. No quiero que de la nada, agregué más detalles a todo esto—refutar era en vano y yo solo quería irme de ahí, antes de sufrir un ataque de pánico.
—Ya te dije que no te preocupes por eso, el lunes leerás tu contrato—se acercó más a mí, con sus manos dentro de sus bolsillos.
—Agradezco la oportunidad—me limité a decir. Mi madre me había enseñado a ser agradecida con quien me brindará ayuda, por muy sencilla o hija de puta, que fuera.
—Al contrario—se inclinó y me susurró cerca del oído. Me tensé ante su falta de respeto al espacio personal—gracias a ti, por los siguientes meses de diversión—. Maldito arrogante. Se irguió y saco de uno de sus bolsillos un pañuelo que me extendió—limpia los restos de Tus lagrimas, pareces una pordiosera.
Agarré el pañuelo que me ofreció, lo observé con enojo. Hipócrita.
Me giré cuando limpié mis mejillas y caminé hasta la puerta. Pues para mí, está reunión había finalizado.
Necesitaba respirar aire fresco, necesitaba salir de ahí. Él adivino mi acción y abrió las puertas de la oficina, menudo intentó de caballero. Que ganas de partirle la cara, pero con la suerte que me cargo iría a parar a la cárcel de por vida.
Salimos al pasillo, él me hizo ademan que fuera por delante, lo cual hice gustosa, sentí su intensa mirada sobre mi espalda. Aceleré el paso, cosa que fue inútil, cinco pasos míos era uno de Agreste.
—Ondine—la seria y firme voz de él me sobresalto. La mencionada pelirroja, no tardo ni dos segundos, en aparecer del otro lado de la puerta de vidrio. Abrió en el acto—. La Señorita Cheng estará con nosotros a partir del lunes.
Detestaba que diera por sentado todo.
¿Y cómo no? Sabe que no tienes opciones...aunque bien podrías...
Mis demonios estaban sugiriendo vías de escape ¡Necesito alejarme de todo esto!
—Bienvenida a Gabriel's Srta. Cheng—su felicitación sonó sincera.
—Gracias—respondí en un murmullo.
—Ondine, te enviaré las especificaciones del contrato cuando llegué a mi casa, luego del memorial de mi padre—había olvidado el pequeño detalle del aniversario luctuoso del Señor Gabriel—¿Te acompaño a la salida? —se dirigió a mí. Su falsa amabilidad me estaba cansando.
—No, gracias, recuerdo cómo llegar a la salida—prefiero elevar una plegaria en honor al Señor Gabriel, que entablar una palabra más con el pelmazo de su hijo—adiós Ondine, gracias por todo—la pelirroja se despidió. Agreste sonrió con arrogancia.
Y ahora te tiene en la palma de su mano.
Maldigo mi rota vida.
—Ve con cuidado, Marinette— dijo Agreste. Descarado. No le respondí, estaba cansada, ya no podía contener las lágrimas.
Había obtenido un trabajo que era para humillarme. Lo acepte, porque no tenía ni como montar un atelier por mi cuenta, no podía seguir viviendo de la caridad de mi amiga y, de mis pocos ingresos con los trajes del grupo de teatro.
No me di cuenta del momento en que ingresé al ascensor, giré y justo cuando las puestas se cerraban, Agreste me guiño el ojo, con su estúpida sonrisa siniestra. Maldije mi suerte, porque mis lagrimas ya corrían libres sobre mis mejillas, me había visto de nuevo llorar.
Presioné el botón del primer piso, noté que aun llevaba el asqueroso pañuelo de Agreste, lo metí dentro del bolsillo de mi falda. Se lo devolvería el lunes, no quería que me acusará de robar su estúpida prenda.
Estaba furiosa conmigo misma, por las decisiones estúpidas que había tomado este día. Suspiré, puse los puños a un lado.
Bajar la guardia en este momento, fue una mala idea.
[—¡Marinette, despierta! ¡No te duermas! ¡¿Dios, que hiciste?!
¿Alix está aquí? Su ropa y sus manos están manchadas de sangre. La cual le impedía deslizar sus dedos sobre la pantalla de su celular, su rostro reflejaba pánico ¿tanto la frustraba no poder revisar sus redes sociales? Mis azules vieron las sábanas bajo mi cuerpo, también tenían sangre. Si no puedo remover las manchas él se va a molestar, son sus sábanas favoritas...]
Limpie las lágrimas de mi rostro con las mangas de mi chaqueta, poco me importó que se manchará con el maquillaje de mis sombras. Las imágenes de mi delirando, cuando Cherry Hair intentaba llamar a emergencias para salvar mi vida, estaban arremolinadas en mi cabeza.
—Tranquila, ya paso, estarás bien. Toma los medicamentos y esto pasará—repetí ese mantra hasta que las puertas del ascensor se abrieron.
Salí de elevador y a paso raudo busqué abandonar ese edificio, me estaba mareando, mi respiración estaba irregular. Vi en la acera a una preocupada Alix, que, al verme aparecer por las puertas de vidrio, corrió y me abrazó de inmediato, respiré el aire del exterior, pero la sensación de vacío aumentaba.
—¿Qué pasó? —se separó un poco de mi— Son las cinco. Demoraste mucho en ese lugar. ¿estás bien? Juleka hace poco me envió un mensaje, disculpándose por no poder hacer la entrevista ¿Quién te entrevistó?
—Estoy bien—sonreí para tranquilizarla, sus ojos me miraban dudosos—En casa te cuento todo, fue...muy agotador, mentalmente muy agotador.
—Claro, claro. Te entiendo—me sujetó de los brazos—vayamos a casa, allá hablamos con calma.
Agradecí internamente que no me preguntará nada más, mi aspecto debía ser un asco. Subimos a su auto que estaba a unas cuadras del edificio, me sentía ajena al mundo a mi alrededor, como si fuera una pieza de rompecabezas perdida, que jamás encajaría en ningún lado. Ese demonio interno se hacía presente, y estaba drenando todo mi ánimo, todas mis esperanzas.
Alix condujo hasta casa y yo fingí dormir, mi corazón dolía. Todo mi esfuerzo, todo el conocimiento que almacené, no servían de nada. Yo no valía nada, la mentira era más creíble que la verdad y yo... dejé que pasará.
Llegamos a casa, Cherry Hair me sacudió un poco para despertarme, fingí desperezarme, tomé la cartera que olvidé esta tarde y salí del auto. La pelirroja abrió la puerta y nos adentramos al vestíbulo.
Alix hablaba, pero yo no entendí una sola palabra, mi cuerpo ya no tenía fuerzas para dar un paso más. Me dejé caer en las gradas y rompí en llanto. Mis manos trataron inútilmente de esconder mi rostro. Escuché a mi amiga caminar hasta mí y sentarse a mi lado.
Pardonne-moi Alix, je suis un échec, Perdóname, Alix, soy un fracaso.
—Marinette...
—¡Él dijo que esto era un berrinché! —bajé uno de mis brazos, dejando a plena vista mi muñeca y la cicatriz sobre esta—que conseguí mi título por acostarme con los maestros ¡Intenté defenderme! ¡Te juro que lo intenté maldita sea! Alix... no puedo seguir poniendo buena cara a todo. Fingir que nada de esto me afecta. Todos pasan la página y yo, sigo releyendo el mismo capítulo, sin entender lo que me está pasando.
—Mini Bug—su mano acarició maternalmente mi cabeza.
—¡Le vendí mi alma al diablo para su diversión! porque en algo él lleva razón ¡Yo ya no tengo opciones!
Espacio para la autora:
Hola mis invocador@s, , hoy doy por concluida la edición de los primeros capítulos de este Long Fic *redoble de tambores. Lo que significa el comienzo de las actualizaciones normales, con capítulos nuevos, para las antiguas lectoras y una continuidad a la historia para las nuevas lectoras.
Gracias por su infinita paciencia en este proceso, que llevó medio año, hay mil cosas que corregir, pero eso ya es otro rollo.
Estamos a unos cuantos capítulos para que sepan cual es el nombre del ex de Marinette.
Han visto la verdadera personalidad de nuestra protagonista, su actitud justiciera al confrontar al Demonio de París. Algo que captó la atención de Adrien.
Ya veremos que pasa con estos dos más adelante. 🤐
Sin más que decir, gracias por su apoyo, es por ustedes que este fic continua.
Nos leemos pronto.
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