La Montaña Escondida (XIV)
Aparezco en Hipsomnía sentado en la misma mesa en la que tuve la charla con Azura, el lobo celeste a mi lado, acostado y durmiendo, y el gato en mi falda, no puedo dejar de acariciarlo mientras ronronea. Mis protectoras, Azura y la princesa Tai, estan de pie mirándome y sin decir nada desde que aparecí.
No puedo contarles de la verdadera creación del mundo, de lo que acabo de escuchar, de Zor y Meraquel. Todo ese secreto debe quedar en mí hasta que sepa en quien puedo confiar y como toda la verdad puede afectar a las personas que me rodean.
A veces la verdad es más peligrosa que ocultarla.
—Creo que lo hice bien —me apuro en decir sin mirarlas, buscando desviar lo que realmente quiero decirles.
—Se podría decir que sí —contesta la princesa Tai—, sin embargo, no fuiste tan inteligente y te dejaste manipular por tus emociones.
—¡Ya no lo molestes! —exclama Azura—. Tienes que comprender que aún debe madurar y se enfrentó a todo lo que se encontró en su camino lo mejor que pudo.
—Pero casi no alcanza —indica la princesa Tai—. Luke quería morir en ese hoyo y quería dejar a las almas puras sufrir en manos de los demonios.
—Me tendrían que haber contado toda la verdad —digo molesto—, sin embargo, comprendo que no estaba preparado para manejar bien mis decisiones si hubiera sabido de todo mi poder oculto.
—Puede ser... Lo hiciste bien Luke —Azura se acerca y me acaricia la cabeza—. Vimos todo lo que realizaste y superaste el poder que asumí que tendrías. Meraquel —continua con su voz entrecortada—, del cual desconocíamos por completo, decidió aparecer y Zor estuvo de tu lado. Ahora eres un guardián con poderes de un hechicero supremo y eso balancea las cosas de nuestro lado. Por algún conjuro no pudimos escuchar que es lo que te dijo, no obstante, vimos la aparición de la varita —se silencia.
—No dijo nada importante, solo el mismo bla, bla, de los que creen que con maldad pueden gobernar el mundo —sonrío incomodo—. La asesina roja —la hago aparecer con un chasquido de mi dedo— decidió mostrar su verdadero poder y con ello me enseño conjuros que ustedes desconocen.
—Pero... —quiere decir algo la princesa Tai.
—No hay nada que entender —me apuro en decir—, no soy el mismo Luke, pero a pesar de mi poder, sigo necesitando de ustedes. Lo que sucedió con Meraquel, solo es el comienzo de lo que vendrá.
—¿Sabes algo que nosotras no? —Pregunta Azura.
—No —niego y hago desaparecer mi varita con otro chasquido—. Solo sé que todos me vendrán a buscar y ya no debo ocultarme, debo enfrentar mi destino, quiera o no.
—¿Por qué no acabaste con Meraquel? —interroga molesta la princesa Tai.
—¡No lo digas de esa manera! —exclama molesta Azura.
—No me voy a excusar, no supe hacerlo y él sacó ventaja... Algo me dice que pronto nos volveremos a ver y entonces acabaré con él.
—¡Debemos liberar a Sunshine! —expresa con un grito de victoria la princesa Tai—. No le demos entidad a ese hechicero, con Sunshine podremos tener el triángulo de las protectoras completo y tú, Luke, podrás batallar sabiendo que te cubriremos las espaldas.
—Ella no quiere que nos acerquemos a la prisión hasta que no consiga toda la información —dice Azura acariciando en cuclillas al lobo celeste.
—¿Información? —pregunto sorprendido.
—No es momento que lo sepa todavía —sonríe la princesa Tai—. Tienes merecidas unas vacaciones.
—No las quiero, no las necesito, no mientras tantas almas estan sufriendo.
—Ellas —dice Azura mirándome— estarán bien, todos han visto tu poder y no atacarán hasta que no estén seguros de que te puedan derrotar. ¡Eres un guardián hechicero! Una combinación que ni siquiera las profecías nombraron. Y eso nos dará tiempo para pensar una nueva estrategia.
—¿Entonces esto vendría a ser un adiós? —pregunto con sorpresa.
—Solo un hasta luego —me corrige Azura—. Tu viaje recién comienza —chasquea los dedos y desaparezco.
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