La Montaña Escondida (XII)
Llegamos en silencio hasta el puente, que volvió a ser construido, yo no puedo dejar de admirar a la flor gigante de Kaprá que arroja al aire una gran cantidad de polen rosa y las abejas revolotean de un lado a otro. Primeo se gira y me mira con una gran sonrisa dibujada en su rostro juvenil.
—Estoy orgulloso de ti y mis bellas abejas también. —Ellas bajan y se colocan como un gran ejército detrás de Primeo—. Sabía que lograría retirarte la maldad, aunque en ella yaciera Meraquel. Todos fuimos engañados de la peor forma, eso significa que la verdadera semilla aún sigue en manos de los demonios y que tenemos que estar atentos para no ser sorprendidos. No reconocerás tu poder hasta que sepas lo que has logrado, Luke.
»Bebiste con sabiduría el néctar de la flor y te uniste a tu dolor, dejándolo salir en una furia controlada. Lo que suceda de aquí en adelante solo será a base de tus decisiones y creo que has demostrado inteligencia al saber seleccionar como dejarlas fluir. En verdad —sonríe—, quisiste rendirte cuando caías al abismo, quisiste unirte a tu familia. Pero no lo hiciste, y no porque la abeja te mirara con sus ojos tristes, sino porque sabes que dentro de ti está la verdad, la sabiduría y el poder para poner fin al sufrimiento de miles de seres mágicos y de las almas puras. No interesa en lo más mínimo saber que Zor cometió un error descomunal al crear a los Dioses, sin esa creación no estaríamos hablando. Ahora es tu misión remendar sus equivocaciones. Puedo asegurarte que Zor nunca te dejará solo.
»Yo nací gracias a esta flor —continua sin permitirme preguntarle sobre Zor—, gracias a su néctar, y ahora revivió la varita de Zor. Nunca creí que viviría para verlo con mis propios ojos y ver una batalla tan aguerrida como la tuya. ¡Naciste para esto! ¡Guau! —exclama con alegría levantando sus manos como si verdaderamente fuera un niño—. Primero lograste ser sigiloso sobre el puente cuando tenías todo en contra —se inclina y camina mirando hacia los costados—, luego, ya sin importarte lo que sucediera te arrojaste y, por último salvaste a una abeja. Ella te eligió como su dueño, como a quién debe proteger con su vida. Sin embargo, desconociendo su poder, la alejaste para intentar vencer a Meraquel y ella comprendió tu decisión. Yo creé una ilusión y por eso ella no murió, Meraquel no logro distinguirlo solo porque su poder no está completo. No obstante, en tu viaje no lograrás hacer todo solo, por eso el destino te ha colocado a todas tus protectoras y a cada ser que has conocido, que te ayudarán en tus batallas. Este es solo el comienzo de una larga y perversa travesía.
»El polen rosa que te bañó es la curación que te regala la flor gigante de Kaprá y tienes que aceptarla siempre. No me gustaría que vuelvas a tu mundo golpeado y que tus seres queridos se preocupen por tus heridas. Ellos tienen que saber lo menos posible para no ponerlos en peligro. Por esta razón prometo prepararte la poción de curación a base del polen y serás el único ser mágico que la tendrá. Pero tú podrás dársela a quien creas que la necesite y también podrás venir las veces que consideres necesario para visitarnos.
—Me encantará volver —sonrío incomodo—. ¿Puedo preguntar algo?
—Por supuesto, espero poder responderte —acaricia a una abeja que se acerca.
—¿Mi alma está divida en tres partes?
—No lo sé con seguridad —niega con su voz apagada—. No soy quien debe darte las respuestas que buscas, yo solo cuido de este lugar. Lo único que sé, es lo que te han dicho, que tu alma se combinó con la de Hícari y el lazo que las mantiene unidas y poderosas, es la sangre de Zor. Esa luz que viste ingresar a tu corazón en el momento que venías aquí, en el puente que había creado el súbdito enviado por Eriko, era un hechizo de Zor para que tu poder despierte en el momento que Meraquel apareciera. El único que podía saber eso es Zor, solo él supo que en tu cuerpo no estaba la verdadera semilla de la discordia.
»Tú no puedes verlo pero, tu ojo derecho en este momento es amarillo y el izquierdo azul, es tu transformación final. No te preocupes —se apresura en decir cuando ve mi rostro asustado—, solo aquí tendrás este semblante. El aspecto no es todo, eso creo que ya lo sabes, pero los demonios temerán cuando te vean.
»Ahora —sonríe— en que momento sucedió que Zor ingresó su sangre, no lo sé y creo que no debería importar. Tu arma, su arma, es la más poderosa del universo y si logramos que obtengas a Destino Oscuro, serás invensible, pero no estoy del todo seguro. Debemos esperar para obtenerla, la oscuridad que envuelve a esa varita no es algo que puedas manejar en este momento. Solo te pido que pienses que tu destino será cada vez más peligroso pero estás preparado para recorrerlo, nadie te dejará solo. Y en el momento que venzas a Meraquel, restituyas la paz en Veneficus, y Mort esté en paz, podrá ella liberar a tu familia. Solo te pido, sé que es difícil, que sepas esperar el momento. Pero —me mira y chasquea sus dedos—, alguien se adelantó y logró cambiar el conjuro de la esfera de la repetición para que tu familia ahora viva una y otra vez recuerdos lindos. ¡Shhh! —coloca su dedo índice en los labios—. No se lo digas a nadie.
—Está bien —dejo salir un gran suspiro de alivio. Quiero saltar de alegría, no sería oportuno hacerlo—. ¿Eso durará hasta que pueda liberarlos?
—No lo sé, Luke, esperemos que sí. Repito, no te apures, no pienses en el futuro. Tienes muchas misiones que llevar a cabo antes de liberar a tu familia.
—¿Y si el noveno demonio nace en el cuerpo de Nora? —pregunto preocupado.
—¿Nora? —me mira sorprendido.
—Sí, Nora, la otra guardiana.
—¡Ah! —sonríe—. Ella; eso no sucederá, no te preocupes.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Confía en mí —se acomoda el cabello—. El noveno demonio existe y tú tuviste visiones de su vida anterior, antes de ser encerrado en la semilla, eso significa que te ha elegido. No atacará a Dora.
—Nora —corrijo sonriendo.
—Sí, ella —en su mano aparece el bastón—. ¡Meraquel se orinó en su túnica!
Los dos largamos grandes carcajadas. Las abejas nos miran sin entender porque dos pequeños ríen sin parar. Necesitaba reírme de esta manera con alguien, aunque sea Primeo, que recién conozco.
—¡Su rostro arrugado se parece a las nalgas de mi abuela!
Nos arrojamos al suelo a reír a carcajadas. Mis ojos se humedecen y mi estómago duele.
—Primeo —digo luego de secarme las lágrimas— ¿los otros hechiceros supremos murieron, quedando solo Zor y Meraquel?
—No lo sé —se pone serio y su rostro se oscurece—. Espero que así sea. Esto no debería decírtelo, pero, hay quienes dicen que el verdadero demonio Eriko ha muerto y en su lugar se encuentra un hechicero supremo. Como te habrás dado cuenta pudo crear un camino gemelo que tuviste que atravesar para llegar hasta la Montaña Escondida. Colocó en tu camino todos tus miedos, todos tus antiguos temores y envió al peor de sus súbditos. Eso es extraño, a Eriko siempre le gusta acabar él mismo con sus misiones.
—Entiendo —digo preocupado.
—Aún no lo haces, pero pronto lo harás.
—Quiero volver a Mane —digo sonriente—, sin embargo, no sé si es bueno hacerlo.
—No entiendo —me mira con sorpresa.
—No quiero poner en peligro a David y Pequeño.
—Te diré un secreto, el pájaro que se elevó al cielo, y Pequeño son familia, puedo asegurarte que estarás bien y ellos te cuidarán
—No comprendo —me rasco la cabeza.
—No es necesario que lo sepas ahora —golpea dos veces su bastón y desaparezco.
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