La arena de combate de Coelum (I)
El clamor del público comienza a aturdirme al mismo tiempo que emergen los Shinshi de la arena.
El primero en aparecer es Zacarías, el Shinshi de la discordia, con una gran sonrisa y de vestimenta negra. Detrás de él, aparecen dos más: uno con el cabello rojizo, sin sonreír y musculoso; el otro tiene el cabello gris, sonriente y de mi estatura, los dos tienen la misma vestimenta que Zacarías. Detrás de ellos aparece un ser moreno, de vestimenta blanca y una soga dorada que envuelve su cintura. Saluda al público y camina hacia el único lugar vacío de la tribuna. Por último aparecen dos seres que me dan escalofríos, uno delgado como una sombra, ojos brillosos y tenebrosos, con un caminar similar a un espectro; a su lado, un hombre de bello rostro, luminoso y con una gran sonrisa, su cabello dorado refleja la luz como si fuese un espejo. Saluda y arroja besos al público, en su cintura tiene pequeñas cabeza de ojos saltones.
Se acomodan en la tribuna, dejando el sector medio para el único que posee vestimenta blanca. Alrededor de esa tribuna se colocan varios seres, que parecen custodios, con grandes lanzas doradas y una seriedad imponente. Creo entender que es lo que sucede y si todo sale bien, podremos acabar con dos pájaros de un solo tiro.
Arniscan contempla todo el escenario como si fuese un guerrero del medioevo, o un gladiador en el coliseo romano vislumbrando la algarabía del público antes de morir atravesado por una lanza. Mi padre, solía contarme todo lo que sucedió en esa época oscura, según sus palabras: «no existe glamour en la muerte, ni en las batallas sanguinarias, solo personas perversas pueden festejar en esos escenarios». Ahora, viendo todo lo que ocurre comienzo a entender cada una de sus palabras. Nada de lo que suceda aquí puede ser una razón para festejar. Arniscan tiene toda la oportunidad de ganar.
El público se silencia en el momento en que el hombre de túnica blanca, que parece ser el líder, se coloca de pie y levanta su mano derecha. Mira hacia los costados y al llegar a donde estan mis amigos hace una mueca de desprecio y desaprobación.
—Gente, público adorado —su voz es penetrante, grave e imponente—, hemos esperado este momento desde hace siglos. Esta vez se enfrentarán dos fuerzas diferentes: el guardián y Arniscan, el demonio del engaño. Las reglas son las mismas de siempre, solo el demonio puedo usar conjuros y maldiciones, y el guardián solo puedo pelear con armas y sus puños. No está permitido lastimar al público, ni pedir ayudar, tampoco clemencia. Si alguien se atreve a ayudar a algunos de los luchadores tendrá consecuencias nefastas y también para su familia. Saben que las reglas divinas de Coelum son benévolas para los seres que siempre nos fueron leales y tajantes para lo que siempre estuvieron en contra. Los guardianes jamás nos protegieron. —El público abuchea con excitación—. Por favor..., silencio..., por favor. —Mueve sus manos y logra que se callen—. Entiendo su enojo, saben lo benevolente que es su líder divino, pero no me gusta que me interrumpan cuando hago el discurso de apertura.
—¡Leider, Leider, Leider! —clama el público de nuevo, haciendo caso omiso a su pedido de silencio.
Un ser enorme, verde y de cabello negro, con tres brazos, uno sale de su abdomen y los otros de los hombros, discute colérico con un pequeño ser parecido a un duende de sombrero celeste, un trébol de tres hojas en su boca y una remera a cuadros. Tiene una barba corta, anaranjada que cubre solo la superficie de su boca. Unos lentes cuadrados brillan con la luz del sol que se posa por encima de su cabeza y sonríe ante los gritos del gigante.
—¡Leider, Leider, Leider!
El clamor de la gente aumenta su intensidad y se olvidan por completo de la discusión.
El duende, luego de ser empujado por el dedo índice del gigante verde, escupe el trébol que en el aire crece exponencialmente y atrapa a su contrincante. El gigante busca escapar y le es imposible.
—¡Leider, Leider, Leider!
Arniscan sigue mirando con admiración todo lo que sucede.
El trébol se abre y lo que alguna vez fue el gigante verde, enorme, con tres brazos, ahora es solo un saco de huesos. El trébol vuelve a la boca del duende que desaparece entremedio del público, con una gran sonrisa. Quedo estupefacto con lo que acabo de ver. Asumí que todos los seres que viven en mundo de los sueños, eran seres iluminados, no asesinos a sangre fría.
Detrás de Arniscan hace su aparición un gran camaleón pálido que tiene en su lomo dos grandes círculos multicolores que giran mientras él respira. Uno de sus súbditos fue encerrado, parece ser que este es aún más poderoso.
El clamor del público comienza a descender y la guardia que custodia a Lieder lanza al aire varios rayos que estallan en el cielo como fuegos de artificio, dando inicio a algún festival importante.
—Les agradezco a todos que me demuestren su cariño y saben que es reciproco, sin embargo, les pediré que hagan silencio de ahora en más, este espectáculo debe disfrutarse sin emitir sonido. Ya he dicho las reglas, por lo tanto invito a mi leal Shinshi de la Deshonestidad a que coloque el collar al guardián. —El espectro se acerca a gran velocidad y me coloca el collar blanco que en la parte delantera tiene una luz verde que titila como si fuese una alarma—. Eso nos protegerá a todos de algún ataque y le permitirá al guardián que no rompa ninguna regla. Ahora, los contrincantes tienen cinco minutos para pensar sus estrategias. —Se acomoda y todos se sienta al unísono. El espectro se aleja mirándome sonriente y me hace una reverencia y luego sacarme la lengua burlándose.
Azura, Okami, Doragon y la princesa Tai se me acercan preocupados y ciertamente yo también lo estoy; cuando acepté la batalla, jamás pensé que se daría de esta manera. Doragon con sus grandes fosas nasales libera un vapor que nos envuelve en un círculo difuso y sin sentido. Tal vez quiera conservar nuestra conversación en la mayor de las intimidades. Hoy, en este momento, todos estan en contra de nosotros y debo acatar cada consejo u orden que me brinden mis protectoras.
Frente a mi estan Azura y la Princesa, a mi derecha Okami y mi izquierda Doragon. Ya debe haber pasado un minuto.
—Entiendo que mi decisión de pelear contra Arniscan no fue bien pensada, y que la princesa Tai es la más apta para vencerlo. Pido disculpas por no haber sido inteligente y guiarme por mi enojo. Quiero que entiendan que presumí que todos ustedes estaban heridos y que debía vengarlos.
—Luke, guardián —dice Azura—, actuaste como te enseñamos y no estamos aquí para criticarte, es la prueba más grande que deberás sortear para convertirte en el leal guardián que el mundo de los sueños necesita. Ideamos un plan cuando descubrimos que Arniscan atacó a Somnium y todo salió a la perfección. La princesa Tai lo engañó. Debíamos hacerle creer que él era poderoso, que nosotras nos rendimos a sus encantos y que tú no eras más que una marioneta del destino.
—¿Por qué me trajeron aquí? —pregunto—. ¿No debimos ir a algún lugar donde estuviésemos solos?
—No —niega la princesa Tai—, intenté que fuera en otro lado pero alguien intervino y creo que fue Marcus o Leider como le dice el público. Te diré la verdad de una buena vez, Arniscan cree que destruyó hasta los cimientos a Somnium pero no fue así, sin embargo, las personas que amábamos sí han muerto. Es primordial que él crea que ya la ciudad no existe, que todos los Jokan han muerto y que el árbol de la sabiduría de las hadas ha sido quemado. No lo arruines, ¿sí? —Coloca su mano en mi hombro—. Te aseguro que esta batalla no será sencilla y que todo depende de ti para hacernos con la victoria y con un demonio menos.
—Te equivocas —digo furioso—, no puedo lanzar la maldición de Extium encerrade, por lo tanto no puedo derrotarlo.
—No hay tiempo para explicarte todo —indica Azura—. Tendrás la ayuda de Doragon y en un momento dado ese collar saldrá de su lugar, y allí podrás tomar la ventaja. No creas en nada de lo que te diga Arniscan o lo que te muestre, él es el mejor mentiroso de todos los mundos.
Suena un gong y el público aplaude con parsimonia haciéndome entender que llegó mi momento, el momento que esperé parte de mi vida: cambiar algo que haga el mundo un tanto mejor. El vapor que generó Doragon desaparece. El dragón se coloca detrás de mí.
—Luchadores —dice colocándose de pie Leider—, que gane el mejor y sino haremos que salga victorioso Arniscan —Todo el público ríe y una fruta me golpea en la cabeza.
—¡VETE A LA CUEVA CON LOS JOKAN! —Grita un ser con tres ojos, una frente prominente y tres dedos en cada mano.
—¡Oye! —Exclama un guardia—. No se pueden lanzar cosas a la arena.
—¡YO HARÉ LO QUE QUIERA! —Replica furioso el ser de tres ojos.
Un rayo del guardia lo vaporiza y lo que alguna vez fue un ser enojado, ahora son cenizas que desaparecen en el cielo. Las nubes, como pequeños algodones azucarados celestes, se mueven de derecha a izquierda y diviso una pequeña estrella a lo lejos.
El camaleón, súbdito de Arniscan, nos observa con sus grandes ojos perezosos, que se abren y cierran con lentitud y tienen un pequeño punto negro ovalado que asumo que es su pupila. Su cola, es un poco más corta que la de Doragon.
Arniscan chasquea sus dedos, mientras sonríe y ahora su vestimenta es un manto en forma de sombra, como el que vestía Edaxnios cuando nos conocimos.
—Tus protectoras hace miles de años atrás me supieron decir que el engaño y la mentira son lo más perverso que puede existir, pero no es así. A veces es necesario cuando uno quiere sacar ventaja de una situación. Todos dicen que Ingnisute es el demonio más poderoso. ¡Eso es una gran mentira! ¡Una estúpida y cruel mentira!
—Bueno, tampoco significa que tú lo seas —señalo molesto.
Del cielo cae la asesina roja y se entierra en frente de mí.
—Te podría gritar, pero no soy Yoru Ikari, aunque, no por eso me tienes que insultar —niega.
—Ustedes son un poco sensibles a la verdad y cuando eso sucede, gritan como niños malcriados. Tú, Arniscan, necesitas del engaño para crear realidades en las que no puedes vivir y quieres mostrar un demonio que no eres.
—¡Basta de charlatanerías! —ordena un guardia.
—¡Qué comience la batalla! —dice jocoso Leider y luego suena un gong por segunda vez.
Las nubes queparecían tímidas ahora ocupan todo el cielo, se tornaron grises y amenazantes.Agarro a la asesina roja, la desentierro, miro a Arniscan y corro a buscarlo. Aquíse sella mi destino, el de las almas puras.
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