El Cementerio Olvidado(X)

Detengo la punta de la espada justo a un centímetro de su lomo que se contornea; el dragón gris está nervioso y eso quería lograr. Su cola me golpea el rostro lanzándome lejos y termino en el suelo agrietado. Me levanto sonriente y quitándome un poco de sangre del rostro. Él me mira con furia y con extrañez, pero no me detendré, no saldré de este lugar hasta que no le dé una lección, una que el ser mágico más sabio no espera aprender.

Levanto mi espada esperando que algún rayo la impacte, sin embargo, eso no sucederá en este lugar; la llama celeste está más encendida que nunca, la asesina roja está de mi lado y yo del suyo. Una gran bola de fuego azul estalla cerca de mí haciendo que pierda la postura, no obstante, mi amiga clavada en el suelo logra que no caiga...

«No volveré a ser derrotado por el miedo», es lo que me repito en la cabeza y juro por la sangre de mi familia que así será.

Con su cola me arroja una roca más grande, que es destruida hasta ser polvo por mi espada. Sin tener conocimiento de lo que estoy haciendo corro por las paredes hasta que logro darle una gran patada en su hocico, logrando que sus patas se abran y sus colmillos se entierren hasta la mitad en el suelo. Su quejido de dolor sonó a una súplica... No me detendré.

Corro hasta el final de la cueva permitiendo que el dragón se coloque de pie. Doy la vuelta mientras abro un surco con la punta de la asesina roja y a un metro le arrojo una piedra que impacta de lleno en su frente y su rostro hace una mueca de dolor. Por su hocico descienden unas pequeñas líneas de su sangre blanca, que gota a gota forman un pequeño charco. Si a ese charco le tuviera que colocar nombre le diría: el pequeño oasis de la inmortalidad y la sabiduría.

Esquivo con un rápido movimiento de mi cuerpo dos bolas de fuego azul, que al estallar detrás de mí, hacen que los restos de pared impacten en mi espalda y caiga de rodillas sin aire. La cola del dragón gris da de lleno en mi torso y esta vez es mi espalda la que hace un surco en el suelo. Mirando hacia arriba sonrío, nunca me sentí tan vivo, nunca pensé que podía batallar contra un dragón y sentir que la vida fluye por mis venas.

Mixed es un pequeño dragón de papel que Mathew dibujó cuando tenía cinco años y mis padres lo colgaron orgullosos con un hilo del techo del comedor. Cada vez que se prendía el ventilador, Mixed flameaba con su fuego celeste dibujado. Era bello verlo desde bebé hasta el día que salimos para el aeropuerto. Sin embargo, creo que Mixed supo que su creador había muerto y desapareció. Una tarde, con tan solo cuatro años, con mi espada de madera y me escudo de plástico, prometí vencerlo para liberar a mi ardilla, que hacía años él tenía apresada. Mixed flameó y vi su poder, uno que solo los ojos dibujados podrían expresar. Me prometí encontrar en algún momento a Mixed, montarlo y buscar a mi familia. Eso ya no tiene sentido.

—¡Tu muerte te dará la paz! —exclamo furioso.

—No sabes lo que dices.

Mueve su cola en forma de péndulo.

—Tú eres el que no sabe lo que dice —indico mientras corro a atacarlo pero me repele con su cola.

—¡Es suficiente! —exclama de un grito.

—No eres nadie, no puedes decirme cuando es suficiente. ¡Estoy cansado que me digan que debo hacer en este maldito mundo! —expreso furioso.

—Luke —intenta decir con calma, en sus ojos puedo ver el enojo en su máxima expresión—, te pido que reflexiones y que tus acciones no sean manejadas por toda la furia que tienes encerrada en tu alma.

—¡Tú no sabes nada de mí!

Intento atacarlo pero soy derrotado de nuevo.

—Tienes razón, no sé nada de ti, pero tampoco me parece correcto que quieras asesinarme para obtener un poder que no deseas.

El dragón gris mueve su cola destruyendo unas rocas que estan en su cercanía y da golpes con sus patas haciendo que caigan unas estalactitas del techo, que al impactar en el suelo se destruyen, una roza mi pie y me produce un corte.

No mostraré dolor, no hoy, no cuando me enfrente a mis enemigos.

—¡Si lo obtengo todo se terminará por fin! —indico colocándome de pie y recuperando el aliento.

—¡No lo hará! ¡Te condenará por una eternidad! ¡Maldición! ¿No lo entiendes?

—¡NO ME IMPORTA! —niego mirándolo a los ojos.

Me muevo con velocidad secándome el sudor con ayuda del viento que se produce por mis movimientos, esquivo todas las arremetidas de su cola y hocico, terminando en el mismo lugar donde todo comenzó. La asesina roja lanza grandes llamaradas que me envuelven pero no me queman. La levanto con toda la furia, salto para darme el impulso necesario para enterrarla en su espalda y en el aire doy un giro como si fuese un gimnasta. Una sola imagen se cruza en mi cabeza: los ojos de decepción de mi madre. Su mirada es la misma que tuvo cuando le dije que quería morir, que la vida conmigo adentro no tenía sentido, que en el infierno estaría más feliz, si el verdadero infierno lo vivía en Potman, en el maldito colegio. Ella no buscó reconfortarme con sus palabras, solo colocó su mano en mi hombro y se retiró en silencio. La falta de diálogo fue angustiante pero supe entender que si deseaba morir ella no podía detenerme, sin embargo, con el tiempo entendí que su mano en mi hombro significaba que hasta en el mismo infierno ella estaría a mi lado y que debía tragarme las palabras para escupirlas en la cara de los que me hacían daño.

Arrojo lejos de mí la asesina roja y caigo sobre el lomo del dragón; me seco unas lágrimas rebeldes y dando un salto me alejo. Él de alguna manera comprende que todo ha terminado y no busca atacarme. Me siento en la única roca que queda en pie y lo miro con una sonrisa.

—Mi madre te ha salvado.

—No lo creo —dice con su voz apaciguada—, es tu ser que te indica que tú eres así.

—No me conoces —repito molesto—, quería darte una lección y de cierta manera funcionó. No iba a matarte, no tendría objeto vivir una eternidad en completa soledad viendo a mis únicos seres queridos, morir.

—¿Una lección? —pregunta con sus ojos grises abiertos de par en par.

—Demostrarte que tú no quieres morir, solo quieres vivir y correr los riesgos de salir de este lugar. Un ser que solo desea descansar por la eternidad no hubiese puesto tanta resistencia...

—Te equivocas —dice casi titubeante.

—¿Me equivoco? ¿En serio vas a negar lo que acaba de suceder? —Lo miro con sorpresa.

—Sí, estás equivocado. —Por primera vez veo algo que parece ser una pequeña sonrisa—. Sin embargo, has entendido la última prueba a la que fuiste sometido para que la Montaña Escondida te permita ingresar. ¡Bravo Luke! —Deja salir de su hocico una cantidad de humo que cubre todo el ambiente. No es cálido, sino frío, como una neblina de invierno—. Onisher hazte presente, requerimos de tus servicios... Mirut alius kara —conjura mientras el vapor blanco se combina con un humor negro y la luz ahora es oscuridad, hasta que aparece un portal dorado.

—¿Requiere de mis servicios maestro? —pregunta una voz susurrante y fantasmagórica

—Gracias por hacerte presente servidor leal. Sí, requiero de tus servicios —responde con su voz calma—. No quería molestarte de nuevo, pero el tiempo apremia. Creo que entiendes Onisher.

—Sus órdenes para mí no son molestia maestro.

El humo se disipa y aparece la misma figura que me colocó el collar, no hay ningún cambio en su apariencia, sin embargo, algo de este ser mágico no me gusta.

—Requiero con urgencia que lleves al guardián por el sendero más corto hacia la Montaña Escondida y procures que nada le suceda en el trayecto. Luke debe llegar en perfecto estado al lugar, y lo que suceda allí será problema de él.

—Perfecto maestro. —Su manto se difumina por un momento, dejando entrever un rostro cadavérico, blanco como la nieve y frío como un témpano—. ¿Necesita que le traiga trufas blancas de la ladera de la montaña?

—Sería de mi agrado saboréalas —dice jocoso.

—Excelente maestro —hace una reverencia—. Por aquí Luke, debemos ir por el portal.

—Antes que se vayan Onisher —dice el dragón gris acercándose a mí—, necesito decirle unas palabras a Luke y luego él cruzará el portal.

—Perfecto maestro, lo espero del otro lado —desaparece haciendo que el portal se ondule por un momento.

El suelo retumba con sus pisadas, su cola se mueve en forma de péndulo y me mira con seriedad.

—Gracias por no asesinarme, por demostrarme que aún quedan humanos que no desean mi sangre y mi sabiduría. Hoy creo que aprendí más yo de ti, que a la inversa, sin embargo, Luke —me mira con cierta ternura que luego desaparece—, la semilla que crece en ti no es del todo mala y lo que has visto tampoco es del todo cierto, no obstante, es lo que tendrás que descubrir en todo este viaje. La sabiduría es como un árbol, solo crecerá fuerte y con frutos ricos, si los cuidados son adecuados. El exceso de agua pudrirá sus raíces y la falta hará que se seque. Mucho sol marchitará sus hojas y la falta las volverá insulsas. Pero dándole la justa medida de sabiduría y desconocimiento a tu mente, obtendrás el camino correcto a la solución de los conflictos. Muchos, a través de tu travesía, te dirán qué debes hacer y qué no, pero creo que tú solo obtendrás la mejor solución. Aprende a escuchar, a ver, a oler, a pensar; son las mejores armas para seleccionar la correcta resolución de los problemas venideros.

»Los demonios se creen inteligentes, indestructibles, pero puedo jurarte que estan temblando del miedo con tu aparición y estan ideando la mejor estrategia para derrotarte. Buscarán atacarte en tu dolor, en tu soledad y en tu culpa, y esos sentimientos para ti muchachito son los que más te corroen. Te brindaré por el momento algunos destellos de mi sabiduría, no obstante, pronto nos volveremos a ver para que te siga dando a cuenta gota todo lo que sé de este bello y perverso universo. Onisher, mi súbdito, era el sirviente más leal de Edaxnios. En sus momentos de oscuridad, vendió su alma cambio de que su familia estuviese a salvo de los devoradores de alma. El poder de Onisher es descomunal, hasta el día de hoy, supera la magia de Zor y es el único ser mágico que puede crear portales. Cuando con el gran conjuro de creación oscura, Buyuka, logró el cometido de crear un solo camino por donde transitar el Jigoku, su familia fue asesinada por Eriko.

»Cuando el tatuaje de los Jokan se transformó en el mapa del Jigoku, a su vez también se convirtió en la llave de ingreso al mismo. Y cuando estuviste en el lugar más peligroso y que nadie ha conocido jamás, que es el sector central, está llave te permitió ingresar y salir sin dificultades. Arniscan te hizo creer que todo fue obra suya, sin embargo, él no tiene autorización para entrar a ese lugar, excepto que entre contigo. Por eso se mantuvo oculto mientras tú peleabas con la calavera líder.

Eres el guardián legendario y eso conlleva una gran responsabilidad. Elige tus batallas sabiamente, y confía en que tus protectoras te guiaran.

»Acércate con tu collar y tu espada —dice con su voz ronca—, tengo un regalo para ti —me acerco con cierta desconfianza—. Hazme un pequeño corte con tu espada en mi cuello —la bajo y lo miro con desconcierto—. No temas, no me sucederá nada, recuerda que de cierta forma soy inmortal y por esa razón también dejé que me atacarás —me guiña el ojo—. Necesito que dos gotas de mi sangre ingresen a tu collar, aumentará el poder y te dará sabiduría.

—No puedo hacerlo —niego con mi cabeza mirando el suelo.

—Tiene que hacerlo sino no llegarás a la montaña —indica con calma.

Le apoyo la espada en el cuello cierro los ojos y el dragón gris se mueve unos centímetros y se produce el corte. Abro la tapa de corcho, coloco dos pequeñas gotas y todo brilla con intensidad.

—Ahora —su herida se cicatriza con velocidad—, ve que Onisher no tiene mucha paciencia. No confíes mucho en él, no creen en los humanos y puede engañarte con su voz.

Doy media vuelta asustado, no quiero caminar con un espectro por un lugar que no conozco y al saber que es más poderoso que Zor, sería totalmente indestructible.

—¡Cuídate, Luke! Nos veremos pronto, ahora pensaré en las trufas blancas —se recuesta y cierra sus ojos.

Mi cuerpo traspasa elportal y todo se vuelve difuso y creo que estoy cayendo.

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