El Cementerio Olvidado(V)

Caigo en un campo de margaritas y aves que revolotean en el aire como lo hacen los buitres. El cielo es celeste resplandeciente, la brisa tenue y reconfortante. Algunos conejos y ardillas pasan cerca de mis pies y les sonrío, me siento en paz. Camino llevando mi mano a la espalda y no está, ni el collar, ni la llave, ni siquiera mi túnica. Soy Luke, el de la vestimenta sucia y con el cabello revoloteado y grasoso.

Mi cuerpo pesa más que en el mundo de los sueños, mis pasos son más profundos y cansadores. El sudor más pegajoso. Sin embargo, ver las margaritas blancas y amarillas, con sus tallos finos y fuertes, me entregan paz. Es como volver por unos momentos al invernadero.

Las aves dejaron de revolotear y se han posado sobre las ramas de un viejo nogal. Su canto es ansioso y agudo, como si fuese un gran coro nervioso por la presentación en un teatro colmado. Me acerco al árbol a recoger las pequeñas nueces envueltas en sus cascaras verdes y duras, amaba cosechar los nogales que estaban a un kilómetro de mi hogar. Mi padre nos levantaba antes que saliera el sol y durante nuestras caminatas nos narraba las propiedades del fruto seco; nunca le di mucha importancia por mi enojo a madrugar, y ahora estoy arrepentido de saber que jamás volveré a tener esas mañana llenas de amor y aventuras.

Vuelvo sobre mis pasos y me siento en una piedra lisa, dejando que mi dolor fluya hasta el piso y se aleje de mi corazón lastimado. Cierro mis ojos intentando recordar cada rostro de mi familia: la sonrisa de mi madre, el mentón de mi padre, los ojos verdes de mis hermanos.

—El dolor es un aguja que se clava en el centro del corazón y nunca, ni en el mejor de los días, uno se lo puede sacar —dice una voz detrás de mí.

Me doy vuelta para observar quién me habla, y es una mujer joven con un vestido de novia que le llega hasta los tobillos, con pequeñas manchas rojas y está rasgado en su hombro derecho, como si alguien hubiese intentado quitárselo a la fuerza. Sus pies estan sucios con costras de barro seco; sus manos pulcras con uñas largas y pintadas de color sepia. Su rostro joven, sin tantas arrugas, tiene la definición de dolor y de angustia. Sus ojos son grisáceos y tristes.

—Bienvenido a mi lugar —continúa al ver que no digo nada por mi sorpresa—, soy Mort y he decidido que era momento que nos conozcamos antes de que termines con tu travesía.

—¿Tú eres...?

—Ciega, sí —responde con una leve sonrisa—, pero no creo que eso sea un impedimento, tú no eres un discriminador patológico ¿o me equivoco?

—No... nunca haría eso... pero mi pregunta era si...

—Sí, fui la creadora del Bosque Tramposo, de Arbor, del Cementerio Olvidado y la Montaña Escondida, entre otras cosas como las almas de los humanos. También soy la hermana de Zor, una de las personas más buscada por los demonios y Edaxnios. Logré escapar de sus garras, no quería seguir creando desolación para sus divertimentos y tuve que tomar esta forma para no ser detectada.

—Un gusto conocer a una hechicera tan poderosa —hago reverencia con mi cabeza—. Perdón que a veces sea insolente o ignorante de lo que sucede en este lugar. Son tantas versiones de los mismos hechos que no llego a comprender nunca que es lo que de verdad sucede.

—La historia nunca es completa, depende de que boca salga, pero no estamos aquí para hablar de la creación del mundo de los sueños, sino de tu misión.

—Salvar a las almas puras —me apuro en decir.

—Entre tantas otras que irás conociendo a través de tu travesía. He visto todo lo que has logrado hasta el momento y fui la única que jamás dudó de tu potencial. Yo —gira su cabeza hacia el nogal—, era discriminada por ser mujer, por ese simple hecho no podía ejercer la magia que corría por mis venas desde mi nacimiento. Pero mi hermano, siempre estuvo en contra de las leyes universales y por lo tanto me entrenó como su par. Tú, Luke, fuiste discriminado y separado de tu grupo social solo por ser delgado. Vi tu pasado, triste y desolador, y tu futuro difuso y un tanto prometedor. No debí ingresar al palacio flotante para conocer tu destino, eso está penado con la muerte, sin embargo, no quería dejarte solo en tu viaje. Tus protectoras deben cumplir con las leyes que rigen en Coelum y si hacen algo fuera de esos dictámenes, pueden morir, condenándote a ti.

»Todos los seres, sean humanos, mágicos o demonios, transitamos dolores incurables y quiero que lo tengas bien claro a la hora de combatir o querer apaciguar una pelea innecesaria. Como te dije al comienzo, es una aguja que se clava en el centro del corazón, y solo los más sabios saben lidiar con ello. La mayoría lo expresan en enojo y poca tolerancia a la frustración, como te ha sucedido desde el comienzo. Por eso tienes el tatuaje en tu tórax, el que te indica que eres el guardián legendario ¿y sabes por qué lo eres?

—La verdad que no —niego incómodo.

—Porque tu poder florece de tu dolor, de tu furia, de tu pureza y de la búsqueda de la verdad. Los guardianes tienen diferentes formas de expresar su poder y tú eres el único que lo hace por medio de la furia incontrolable arriada por el dolor y duelo de una pérdida inconmensurable, como fue la de tu familia. Por supuesto que entiendo lo que sientes —dice y yo me siento extraño, es como si hubiese entrado a mi mente—, yo sufrí igual que tú.

»El cielo resplandecía con su color azulado y el canto de los grillos predicaban que sería el mejor día de mi vida. El amor crea y destruye de la misma manera, pero en ese momento no me importaba el lado oscuro de ese sentimiento, quería creer en la luz. Las sillas de madera, el sendero con pétalos de rosas, la música de la banda y los invitados eran el panorama perfecto para mi casamiento, el que esperé desde el momento en que Hafis me lo propuso mientras nuestro picnic llegaba a su final. Hafis era un elfo maravilloso, lleno de pureza y sabiduría, y aun sabiendo de mis oscuros secretos decidió vivir a mi lado. Nuestras especies tienen prohibido estar juntas, es peligroso e inmoral que eso suceda, no obstante, no nos importaron las viejas leyes y las advertencias de los ancianos, que a pesar de sus edades, carecían de sabiduría. Hafis llegó en su corcel blanco, con melenas negras y detrás de él, llegó todo su batallón, el más poderoso de su reino. Luke, mi corazón latió como nunca, con un poder descomunal y sentía que caería desmayada. Pero si eso sucedía, Hafis me tomaría en sus brazos y me despertaría con un dulce beso. Parezco una adolescente contándote una historia de amor juvenil.

—Por favor, continua —digo preocupado por el tiempo.

—El tiempo aquí no corre de la misma manera —dice con una sonrisa—. Llegarás a tiempo a la Montaña Escondida. No te preocupes por algo tan mundano como la prisa de llegar a completar las cosas. Yo nunca dejaría que te sucediera algo.

»Como te decía, Hafis con su vestimenta blanca y pulcra, se me acercó y tomó mis manos sudorosas, me sonrió y nada más importó. Un duende, Chamay, el mejor amigo de Hafis, encargado de la boda, invitó a todos a prestar atención de las sagradas palabras pero de repente todo terminó. El cielo se oscureció, los demonios de rango menor en manos de Relanis, llegaron en grande oleadas incontrolables. Cada invitado murió, cada esperanza se difuminó como la bruma de una mañana de invierno. Intenté por todos los medios mágicos detenerlos, comprender por qué nos atacaban... Hasta que Hafis murió por una flecha de Relanis y mi poder estalló por los aires. Acabando con todos los enemigos, sin embargo, Relanis escapó como la rata que es y yo caí en manos de Edaxnios que me utilizó, que usó mi dolor como un medio para las peores atrocidades. Yo no quería crear a las almas, no quería que el dolor que sentí al perder a Hafis se plasmara en cada padre y madre al perder a sus hijos. No deseaba que todo se cubriera en un gran manto de tinieblas, sin embargo, mediante torturas y amenazas lograron doblegarme. Juro, Luke, estoy completamente arrepentida y mi poder ya no es el mismo de antes —niega con sus ojos humedecidos—. Un hombre, alguien que nunca había visto en mi vida, y de quien desconozco su nombre, me ayudó a escapar. No me salvó, todo lo contrario, me alentó a huir, a creer en mí y entender que una hechicera puede ser más poderosa que un hechicero. Una puerta se entreabrió y él, a quien solo le conocí la voz, me dijo: «Creo en ti, creo en lo que puedes crear y sé que podrás salvar al guardián de las garras de Edaxnios. Vete, no mires atrás, deja en esta cárcel todo el dolor, la pérdida y vete. Vete tan lejos donde el dolor tarde en encontrarte»

»Corrí con todas mis fuerzas, o con lo que quedaba de ellas, sin saber siquiera a donde me ocultaría. El amanecer me encontró vagando en un pantano plagado de peligros pero nada importó, lo que en un comienzo fue dolor, ahora era furia. Y esa furia fue la que atrajo a Yoru Ikari, que apareció junto a Ingnisute y Maliccia, la demonio de la envidia. Yo estaba en desventaja, mi varita estaba en manos de ella. Esquivé cada ataque, cada arremetida, cada intento de asesinarme, no obstante, mi derrota era inminente. Maliccia, con su sonrisa perversa me dijo: «—He envidiado tu vida, tu amor y tu poder, y por ello te quitaré lo más preciado que te queda, tu vista. Y luego dejaré que mis hermanos se diviertan contigo».

»El conjuro que me arrojó, el más perverso de todos, sim septium, acertó y he aquí el resultado —se señala el rostro—. El hombre misterioso, quien me alentó a escapar, se presentó en la batalla, lo reconocí por su tono de voz grave. Los demonios lo insultaron y amenazaron de muerte si no volvía sobre sus pasos. Pero él se negó. Los desafió. Después de un tenso silencio solo pude escuchar sonidos metálicos, quejidos, insultos y conjuros que nunca antes había escuchado. Nuevamente silencio, pero esta vez acompañado de una extraña y abrumadora calma. «Huye, estás a salvo por ahora. Perdón por no llegar a tiempo» dijo y percibí arrepentimiento en su voz.

»Vagué sin rumbo un tiempo, no sé cuánto la verdad, hasta que pude aprender a ver con mis otros sentidos, que con el correr del tiempo se agudizaban más y más. Sin embargo, no tenía claro donde ocultarme, estaba lejos de sentirme a salvo. Entendí que nunca lo estaría mientras estuviese en la superficie, los demonios podrían percibir mis sentimientos. Por eso, al llegar a un árido desierto se me ocurrió crear lo que ya conoces —sonríe con satisfacción—. Pero había un problema, necesitaba mi varita. Caí rendida, sedienta y agotada. Enterré mis manos en la cálida arena, comencé a cavar frenéticamente hasta que algo golpeó mi cabeza, tanteé hasta encontrar el objeto y la reconocí al instante, era mi varita. «Esto te pertenece, disculpa la demora, tuve un contratiempo» dijo el hombre misterioso y me devolvió lo único que aún me recordaba a Hafis.

»Luego de eso, me oculté en este lugar, donde nunca nadie me encontraría y una tarde, en un sueño pude verte nacer. Tu llanto agudo me mostró el camino hacia la esperanza, seguí tus pasos, tus tropiezos, tu dolor. Vi cómo peleaste contra la muerte, contra Edaxnios y comprendí que naciste para salvar a los seres mágicos que día a día sufren los ataques de los demonios. No quiero que vengues a Hafis, eso no lo devolverá a la vida, pero si quiero, que no permitas que otras personas sufran de la misma manera que nosotros lo hemos hecho. Luke, yo soy la única persona que puede liberar a tu familia de la esfera de la repetición, quiero que te concentres en tus misiones y dejes en mis manos la liberación. Si tu madre se presentó a hablarte fue obra de mi poder, quería que llegaras aquí.

—Gracias —me silencio, un nudo en la garganta me impide seguir hablando.

—¿Crees que verdaderamente eres el guardián legendario?

—No —niego mirando el piso—, solo asumo que es una forma de manipularme para llegar al final de la misión.

—Buena observación —sonríe—, solo tú podrás descubrir la verdad. ¿Quieres liberar al dragón gris?

—No creo que me quedé otra opción —digo mirándola.

—Siempre las hay Luke, siempre las hay... Nos volveremos a encontrar —chasquea los dedos y aparezco en la bifurcación con la llave que tenía Rímpu colgada en mi cuello.

El camino del medio es rojo, el de la derecha azul y verde el de la izquierda. En todos se escuchan rugidos, risas y alboroto. Es momento que tome una decisión, comienzo a correr por el camino del medio, dejando detrás todos mis mayores temores.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top