PASADO VS PASADO

"¿Por qué la estoy ayudando? ¿Por qué lo estoy haciendo?" Eran las preguntas que me asaltaban una y otra vez. Pero sabía la respuesta; sabía que, si la llevaba con Kim Namjoon, su tranquilidad sería la mía... ¿pero a qué costo? ¿Al costo de mi amor? ¿Al del suyo?

Quería que Alma fuera feliz, que encontrara su norte para que volviese a estar completa, muy a pesar mío, muy al precio de romperme a mì mismo.

Sin embargo, esos interrogantes en mi mente tenían una segunda respuesta: si ayudo a Alma, también podré lograr que baje la guardia y así mostrarle quién era verdaderamente Namjoon.

Mi llanto tenía un fundamento: verla abrazar a mi enemigo era una estocada al corazón, pero no lo suficiente para abandonar la guerra. Era solo una batalla fallida.

El regreso a casa de Alma fue en total silencio. Sentía como sus miradas furtivas se clavaban en mi perfil. Sabía que las preguntas se le estaban agolpando en la garganta; quería respuestas ante mi intromisión y mi actitud allá en la empresa de Namjoon, pero se le dificultaba hacerlas. Quizás por miedo a mi reacción o a mi propio mutismo tenso.

–¿Pasa algo, Alma? No dejas de mirarme–la sorprendí rompiendo aquel silencio pesado.

–Es solo que...–calló luego de balbucear.

–¿Solo que...?–repetí su inconclusa frase. Estacioné el auto fuera de su casa. El silencio volvió a reinar. Ya me estaba cansando (por el momento) toda aquella confusión y ese vacío lleno de palabras sin decir.

–Bueno, noto que no continuarás con tu explicación así que, si no te molesta, me marcho. Estoy exhausto y quiero descansar. Mañana será un día complicado y... ¡diablos! No tengo por qué explicarte qué haré. Que tengas buenas noches–culminé desviando la mirada del frente hacia mi ventanilla y desactivando el seguro de la puerta de su lado.

–¿Por qué me seguiste hasta allí Jin?–su pregunta fue rápida, como si temiese perder la oportunidad.

Volví a mirarla, suspiré hondo y bajé la cabeza.

–Por si necesitabas ayuda, por si pasaba algo que no puedas manejar–en mi mente sonaba una risa seca e irónica ¡qué fácil me era mentir en ese instante!

–Esa no es la respuesta que espero

–¿Y cuál sería?

–¡Vamos, Juan Sebastián Kim!–sabía que estaba molesta. Cuando decía mi nombre completo , eso significaba que su enojo rayaba la exasperación. No estaba del todo a salvo, pero necesitaba escapar de esta situación. No quería enfrentarme a ella para que terminásemos mal; demasiado me había costado estos años recuperarla (si podía decirse así) y compensarla también por mi error el día del accidente.

–Uuffff... Alma. Creo que, lo mejor será que entres a tu casa a  descansar. Mañana hablamos, si quieres–le dije como intentando disuadirla de seguir indagando.

–No te vas a escapar de esto, Jin. No esta vez. Necesito saber por qué subiste a la azotea y... y por qué estabas llorando–lo último lo dijo casi en voz baja. Quedé paralizado, no sabía qué hacer, qué decir, cómo moverme.

–Creo que te confundiste–alegué rápido–la poca luz allí arriba te hizo ver cosas que no fueron.

Trataba de escaparme de esta situación, pero sabía que no podría: Alma me tenía acorralado.

–¡Por Dios! ¿Acaso me crees estúpida? Recuerda que solo tengo amnesia, no creas que soy tonta. Si me seguiste, me viste, y eso provocó que rompieras en llanto. Por lo que más quieras Jin, ayúdame a entender, no solo lo que no recuerdo, sino lo que no estoy viendo.

Sus palabras calaron hondo en mi pecho, nuevamente se armaba el nudo en mi garganta y me estaba costando respirar; hice un esfuerzo titánico para "demostrarle" que "estaba bien". Sin embargo, preferí seguir en silencio mirando hacia adelante.

–¡Bien, Kim Seokjin!– cuando comenzaba a hablar en coreano significaba que su enojo era enorme – haz lo que quieras ¿Quieres quedarte callado? ¡Perfecto! Pero a mi no me convences que estás bien. No sé que tanto ocultas asi que... ¡qué más da! Me largo de aquí. Cuando dejes tu postura de niño caprichoso hablamos– terminó bajándose del auto y dando un portazo.

Las lágrimas volvían. "¡Dios! ¡Qué patético soy!" Golpeaba el volante mientras mi rostro se mojaba. Decidí perseguirla. Bajé del vehículo y corrí tras ella. Logré retenerla del brazo y ponerla frente a mí.

– Te olvidaste... me olvidaste  – es lo único que se me ocurrió decirle. Quizás no tanto, era lo que había pensado durante estos tres años que pasamos juntos.

– ¿A qué te refieres? Y... ¡oyeme bien Jin! No me vengas con que no es nada.

Volví a callarme; sentía estar perdiendo la guerra esta vez. Solo la miré y comencé a caminar hacia atrás, para luego darle la espalda. Quería irme de allí; no soportaba nada ya.

–¿Por qué te vas? – gritaba tras de mí – ¿vas a renunciar a esto, Juanse? ¿Vas a dejar que me vaya, otra vez, como hace años?  – lo último que dijo impactó en mi cabeza como una bala. Me dí vuelta, incrédulo ¿Ella me recordaba? ¿O jamás me había olvidado?

Mi corazón latía peligrosamente. Creía que en cualquier momento explotaría. No sabía si era cierto o solo mi imaginación. Acorté nuestra distancia y me encontré nuevamente delante de Alma.

–¿Cómo? No entiendo ¡Alma! ¿Me recuerdas? – mi voz se escuchaba desesperada, esperanzada.

– Claro que si. Eres mi primer amor, mi primera vez, mi primer hombre ¿Cómo olvidarte? – ahora ella era la que lloraba mientras acariciaba mi cara.

El universo conspiraba a mi favor, la fortuna me sonreía. Me sentía el ser más dichoso en este mundo extraño.

–Entonces, ¿por qué todo este tiempo lo ocultaste? ¿Por qué me hiciste creer lo contrario?

– Porque aún sigo muy confundida, amor – esas palabras me reconfortaron parcialmente, eso de estar confundida me ponía en alerta – Todavía no sé qué papel juega en mi vida Kim Namjoon. Sé que desde que lo vi, mi corazón se dividió en dos: entre tú y él.

Esa confesión era clave; eso cambiaba el curso de las cosas. Con esto podía hacerle frente a Namjoon; tenía mucho más para ganar. Toda mi existencia se renovaba: Alma no me había olvidado y, algo mejor, aún me amaba (o, por lo menos, eso había entendido).

Veía que continuaba hablándome. Ya no escuchaba sus explicaciones de por qué había actuado de esa manera. Mi impulso más inmediato fue traerla hacia mi capturando su rostro entre mis manos para llevar sus labios hacia los míos. Si. La besé; la besé como aquel verano en que ambos nos conocimos y reconocimos y sellamos nuestro amor. Ella no se resistió, al contrario, entrelazó sus brazos tras mi nuca y continuó el beso.

Al separarnos, su mirada se perdió en la mía: esa era la prueba de que tenía ganada casi todas las batallas, hasta diría, la misma guerra.

– Jin... yo... lo siento. Fue un impulso el seguirte. Yooo... estoy confundida – dijo mientras seguía abrazada a mi.

– No importa, mi amor. Yo estaré aquí apoyándote en todos tus pasos. Sea cual sea el desenlace de tu duda, aquí estaré... siempre para tí.

Mi estrategia estaba funcionando, Alma esbozaba una sonrisa de confianza, y yo mismo me sentía confiado. Ahora debía enfrentar al otro Kim de su vida, a su otro pasado. Me despedí de ella con la intención de buscar a Namjoon al otro día.

–¿Señor Kim? – la secretaria ingresó a su oficina.

– ¿Si, señora Min?

– Un hombre lo busca. Me pidió que lo anunciara como el doctor Kim.

No permití que él contestara, ingresé de imprevisto al lugar. – Gracias, señora Min. No hace falta que vaya en mi búsqueda – anuncié sin dejar de mirarlo.

– Señora Min, ¿nos deja solos, por favor?– su tono era frío pero cordial. La secretaria hizo una reverencia y se fue.

–¿Me dirá el doctor Kim a qué se debe su inesperada visita?–hablaba irónicamente. Lo sabía, estaba a la defensiva y eso significaba que algo lo ponía en desventaja frente a mi.

–Solo decirte que tu juego está llegando a su fin–mi seguridad se sentía temeraria.

–¿Crees poder competir conmigo, Kim Seokjin? Sabes bien que Alma y yo estuvimos casados y tuvimos una historia, corta y complicada, pero historia al fin; hasta un hijo de por medio.

– Y que ella, gracias al cielo, no recuerda. Porque, te lo aseguro Kim Namjoon, no dudaría en volver a dejarte.

Su semblante cambió de irónico a sombrío. Parecía un lobo a punto de atacar. Sin embargo, yo estaba en calma, tenía un gran as bajo la manga.

– ¡No te atrevas a mencionar eso! Por lo menos yo estuve en su vida. En cambio, tú, te apareciste en el aeropuerto y ya crees que con eso bastará. Eres ave de paso.

Reí entre dientes. Esta situación se volvía cada vez mejor. Él se dió cuenta que había algo más. Entendió que yo tenía algo más.

– ¿Seguro, Kim Namjoon? ¿Por qué no le preguntas a quien verdaderamente recuerda y a quien dejo en el olvido? – ataqué sin miramientos – si supieras algo de relaciones sabrías, en demasía, que el primer amor y tu primera vez no se olvidan.

El CEO palideció, no se esperaba semejante estocada en el centro de su pecho. Sonreí ante mi primer triunfo, aunque debía proceder con pies de plomo. Esto no acabaría aquí, Namjoon daría batalla.

Lo dejé cavilando en lo que había ocurrido. El pasado de su ex esposa lo miraba de frente y no lo podía creer. Esta guerra se recrudecía... pero yo estaba más que seguro de ganarla.





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