EFECTO DOPPLER
El efecto doppler: La frecuencia aumenta cuando la fuente y el receptor se acercan y disminuye cuando se alejan. Así sentí mi momento de felicidad junto a Namjoon: algo que, de lejos, se distinguía de a poco; de cerca fue abrumador y colmó mi corazón, para luego volver a alejarse como un rumor.
Esa mañana comprendí que amaba con todo mi ser a Kim Namjoon; que debía darle la oportunidad de explicarme sus motivos y de contarme su historia. Creí que así la parte de mi vida perdida la recuperaría. Esa mañana - un poco después - la felicidad se escapaba de mí como arena entre los dedos y era llevada por el viento.
El portero sonó y no sé por qué mi estómago se endureció. Quise no darle importancia, pero esa molestia no me lo permitía. Nam accionó el botón para contestar.
"¿Quién es? ¿Hola? ¿Podría contestar, por favor?" Su voz sonaba molesta. "Quizás es solo broma de niños. Creo que me preocupé por nada" Mis pensamientos trataban de darme algo de calma... pero estaban errados. Cuando escuché la voz de quien llamaba, una punzada en mi cabeza hizo que mi cuerpo se doblara hacia adelante. Nam me miró aterrado sin saber qué hacer. Luego, la voz se hizo aún más nítida y escuché su nombre: "Park Hannah". Una segunda punzada traspasaba mi pecho. El nombre de aquella mujer, extrañamente, me era conocido ¡Maldita amnesia! ¿Por qué me mostraba fogonazos de cosas que no entendía?
–No tienes nada que hacer aquí, Hannah–la contestación de él me volvió al presente.
–Namjoon, cariño, solo déjame pasar. Hablemos.
¿Qué debían hablar? ¿Por qué Nam no la dejaba entrar? ¿Qué tenía que esconder? Mi angustia y mi confusión iban en aumento; necesiaba saber qué papel jugaba la "ex secretaria" aquí y cómo es que llegó al punto de llamarlo tan íntimamente.
–Hannah, por favor, vete. No tienes nada qué hacer aquí. No tienes...
–Nam, déjala pasar. Algo en esa voz me dice que sabe de nosotros, ¿verdad?–sorprendentemente me oí haciendo esa petición. Sabía que era arriesgado, mi interior me gritaba que sería doloroso lo que tenía para escuchar; aún así, tomé coraje. Debía enfrentar aquello. La expresión de Namjoon lo confirmaba.
–Alma, no es necesario. Ella no es nadie.
–¿Cómo puede "no ser nadie", cuando está más que claro que te conoce? Y me parece que demasiado bien para referirse a ti como "amor" o "cariño". Dejemos que entre y escuchemos qué tiene que decir al respecto.
Había abandonado hace un par de meses atrás a Juanse. Sentía una extraña atracción hacia Namjoon. En él había algo que me hacía tener sentimientos profundos, y algo muy escondido en mi interior que no sabía muy bien qué era, pero se asemejaba bastante al odio. Sin embargo, me embarqué en aquello para poder entender. Se que Seokjin no comprendía mi decisión, pero la respetó y hasta entendió. En Jin si reconocía el amor incondicional, sino, ¿cómo se explicaría su renuncia a pelear por mí?
El clic de la puerta abriéndose me sacó del ensimismamiento, dejando lugar a la figura de una mujer esbelta, cabello liso y sedoso, de proporciones perfectas. Volví a escuchar un "clic", pero esta vez en mi cabeza, mientras todo comenzaba a dar vueltas. Escuché a lo lejos "¿todo bien, preciosa?"; parecía como si Nam se lo dijese a alguien más, pero se refería a mí, solo que, yo me sentía en otro plano, como si estuviera suapendida en el aire.
–¡Oh, señora Kim! No sabía que usted estaba aquí– su voz era asquerosamente condescendiente, típico de una zorra en traje de secretaria.
–Perdón, creo que no la conozco ¿Cómo me llamó?– mi confusión dejó a la mujer llamada Hannah aún más sorprendida de lo que estaba.
–¿Cómo? ¿Acaso no sabe quién soy?–prosiguió entre irónica y recelosa–¡señora! ¿Acaso su esposo no le contó la verdad?
Antes de poder contestarle o preguntarle algo más, Nam se adelantó y le cruzó la cara de una bofetada. Su acción hizo que un grito se escapara de mi boca. Mi reacción fue acercarme a ella para asistirla. Sus ojos se desbordaban en lágrimas sin control.
–¿Por qué hiciste eso? ¡Dime qué carajos hizo para golpearla de esa forma!– mi voz denotaba una ira inconmensurable. La mirada de Nam cambió de iracunda a una de notable estupor.
–No entiendo por qué la defiendes– alegó él en replica.
–Mira, Nam, esto es un hecho. Puede que ella haya venido con ciertas intenciones, quizás hasta haya planeado todo esto pero, a decir verdad, el que está en falta aquí eres tú. Ella no estaría en esta posición y mucho menos yo si no nos hubieses arrastrado a vaya uno a saber qué.
Namjoon no daba crédito a lo que oía. Su respiración era agitada, como si de él dependiera la vida de los tres... y así era. Bajó la cabeza y comenzó a hipar. Estaba llorando. Quería acercarme a consolarlo, pero esa sería la excusa perfecta para él poder salvarse, y eso no era una opción.
–Creo que somos lo suficientemente adultos como para escucharnos y decirnos lo que nos debemos, ¿verdad?– dije dirigiéndome a cada uno de ellos. Hannah asintió; Nam solo pestañeó.
–Quiero la verdad–sentencié con determinación pero con un miedo que me estaba devorando.
Los tres nos sentamos en la sala del departamento. El silencio nos consumía, y eso no debía pasar. Cuando quise decir algo, se me adelantó Nam y comenzó su historia: de cómo nos habíamos conocido, los maltratos por su ira, y tantas otras cosas. Hannah hacía sus acotaciones y así me enteré que ella había sido su amante mientras habíamos estado casados.
El mareo que experimenté al ver y escuchar a Hannah aumentó de una manera considerable. Lo peor fue después, cuando Nam avanzó en su confesión y todos los recuerdos se agolparon en mi mente. Un zumbido agudo en mis oídos hizo que me los tapase y que cerrase los ojos. Había comenzado a recordar, había comenzado a completar la parte del rompecabezas de mi vida que se había borrado.
Hannah se quedó callada mucho antes de que Namjoon terminara de contar todo. Miré a ambos y les grité, tanto les grité que me quedé muda y comencé a llorar desconsoladamente.
–Alma, mi amor, por favor, no hagas esto– la voz de Namjoon sonaba irreal; parecía una broma.
–¿Tu amor? ¡Tu amor! ¿Así sin más dices esas palabras que son sagradas? ¡Todo esto te queda muy grande en tu cobardía Kim Namjoon! ¡Todo en tu vida a sido para alimentar tu egoísmo y mi desgracia! ¿Alguna vez te pusiste a pensar en los "cadáveres" que dejaste a tu paso? Todas esas existencias que exterminaste solo por verte a tí sanado; ¿y el resto? Que vea cómo hacer, ¿verdad?– mis palabras estaban cargadas de un veneno letal y un desgarramiento tremendo.
Hannah solo se levantó de donde estaba y con casi audible "me retiro", se fue del departamento.
Nam y yo quedamos frente a frente sin mirarnos, en un tiempo que parecía no correr.
–Solo quiero que sepas que estoy arrepentido de haber sido el hijo de puta más grande en esta historia– su voz quebró el mutismo del lugar–y que sé muy bien que me merezco cada castigo, en especial, este, Alma, el de tu desprecio.
Todo mi cuerpo temblaba, mientras mi corazón se rompía en pedazos imposibles de rearmar. Simplemente no le dije nada y me limité a tomar el celular y marcar un número.
–No llames a tu madre, por favor, yo te llevaré a tu casa. Quizás de paso podemos...
–Hola, ¿Juan? Soy Alma–ya no escuché las últimas mentiras de Namjoon. Solo lo ví agarrarse la cabeza y mecerse los cabellos de la histeria. Ahora el que lloraba desconsoladamente era él.
–Si, si. Sé que pasó mucho tiempo sin que hablaramos o nos vieramos. No, no estoy en mi casa. Estoy en lo del señor Kim ¿Podrías venir a buscarme, por favor?–y mi voz se quebró con las últimas palabras.
–Volviste a apodarme así–rió vacíamente Namjoon–que más puedo esperar, es lo que me merezco.
Me levanté del sillón sin mirarlo y me dirigí a la puerta. Antes de salir, me volví y lo miré; volvía a parecer el niño débil y perdido que había tratado de salvar, pero ya era tarde: al perderme otra vez y, quizás, para siempre, lo dejaba a la deriva.
Salí rápido de allí para no arrepentirme de mi decisión. En el ascensor descargué todo mi dolor a través del llanto. Ahora los recuerdos venían como una frecuencia de sonido insoportable de oír, se agolpaban en mi cabeza hasta el punto de las náuseas y luego se alejaban para depositarse, nuevamente, en los lugares de donde habían sido desterrados.
Esperé a Jin en la acera. El frío de la tarde era inclemente, pero yo ya no sentía nada. Solo albergaba en mi pecho un hueco difícil de aguantar. Otra vez, Kim Namjoon me lastimaba ¿Era tan inmenso el dolor que le causé que hasta ahora seguía castigándome? ¿Me merecía esto? Y la respuesta llegó a mí cuando vi a Jin bajar de su auto. "No me merezco más dolor en mi vida" aseguré limpiándome las lágrimas. Corrí hacia Jin y me abalancé en sus brazos.
–Alma, ¿qué sucede?–se notaba su preocupación.
–Solo abrázame y llévame a casa, ¿si?–refuté.
–Pero... ¿qué te hizo ese malnacido?
–Juanse, por Dios, ahora no. Vámonos de aquí. Lo único que puedo decirte por ahora, es que el señor Kim, no volverá a estar nunca más en mi vida ni en la de nadie cercano a mí.
Jin besó mi cabeza, me abrazó aún más fuerte, para luego soltarme y llevarme de la mano a su auto.
Desde la ventana, Kim Namjoon veía cómo su felicidad se moría junto al aterdecer que daba paso a la oscuridad de la noche y a la propia de su corazón.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top