El desgraciado agarro al gato y lo ahorco con un lazo dejándolo colgando en un árbol.

Mientras veía morir al gato, las lágrimas salían de sus ojos porque recordaba lo mucho que había querido a aquel animal al cual mataba sin causa alguna. Su alma quedaría comprometida sin posibilidad de refugiarse en ninguna piedad divina.

La misma noche en que el gato fue ahorcado, la casa de su asesino se incendió.

El matrimonio logro escapar de las llamas al ser despertados a tiempo por los gritos de los vecinos. Lo perdieron todo.

Cada pared y cada objeto de la casa habían quedado fulminados por el fuego, a excepción de una de las paredes del dormitorio, alrededor de la cual los curiosos se habían congregado admirados por un extraño fenómeno. En la pared había quedado grabada en bajo relieve la imagen de un inmenso gato ahorcado y colgado en un árbol.