El gato se llamaba Plutón, y su presencia hacia honor a su nombre. Era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa.

La dueña del animal le temía porque se había rendido a la creencia de que todos lo gatos negros eran brujas transformadas.

Plutón y el hombre, sin embargo, eran compañeros inseparables.

Con el paso de los años, una vida de excesos, sobre todo con la bebida, comenzó a hacer que el hombre cambiara, llegando a maltratar salvajemente a los animales que tenía en casa, e incluso, a su mujer a quien continuamente dañaba con palabras hirientes.