Capítulo XXXI

Argentina. 1 año y medio atrás.

Carla llegó al aeropuerto de Ezeiza con una mochila en la espalda, el pasaje en una mano y una valija que explotaba en la otra. Hacía mucho que no viajaba. Antes de su relación con Sergio, con su amiga Soledad y el grupo de amigos de la secundaria se dedicaron un año a viajar por Argentina y algunos países de Latinoamérica. Nunca había viajado a otro continente. El viaje más largo que había realizado fue de cinco horas a Bolivia, por lo que viajar doce horas en un avión la ponía nerviosa y le hacía dar ganas de vomitar.

Recordó esos momentos antes de que Sergio apareciera en su vida. Era alguien más feliz, con ganas de crecer, de descubrir el mundo, de conocer gente y vivir experiencias. Sergio le había quitado todo eso, la había apagado, le había borrado los colores, la había convertido en una versión más gris de sí misma.

Compró una botella de agua y un libro en un kiosco de revistas para que el viaje no sea tan largo. «Introducción a la Astrología China. Cómo conocer tu signo, personalidad, salud, dinero, amor» de Ludovica Squirru. No le interesaba mucho la astrología, pero era lo único que consiguió en ese lugar lleno de revistas de modas, chimentos o suplementos políticos. «Según como me viene yendo en el dinero, la salud y el amor, los astros me odian. O nací en el momento equivocado.», pensó mientras miraba la contratapa del libro en la fila de embarque. Estaba en oferta y tenía que cuidar el dinero. Si bien la cantidad que le daban en la beca estaba bien para vivir una persona sola, no era mucho. Por lo menos hasta que empezara la pasantía.

Acomodó la mochila en el compartimento de cabina del avión y se acomodó en su asiento mientras la azafata daba indicaciones sobre como ajustarse el cinturón y cómo actuar en caso de accidentes. Carla suspiró mirando la cartilla que explicaba cómo usar la máscara de oxígeno, y la guardó enseguida en el respaldar del asiento frente a ella. Le daba miedo viajar, su cabeza imaginaba las escenas más terribles, así que tenía que distraerse porque le quedaban muchas horas por delante.

Había despachado la valija en la bodega, por suerte no le cobraron exceso de equipaje. No llevaba muchas cosas. Su valija iba más llena de sueños y expectativas que de ropa. Este viaje era la oportunidad para empezar de nuevo, para remediar el pasado. No sería fácil comenzar sola, moverse en una ciudad nueva, en un nuevo país. Pero valdría la pena.

Las turbinas del avión comenzaron a rugir, Carla sintió la velocidad del avión avanzando por la pista de despegue, y lo sintió elevarse del suelo. Cerró los ojos y apretó su mano en el asiento. Cuando se estabilizó, miró las nubes por la ventanilla. Se sentía nadando en un mar de algodón. Tomó el libro que había comprado mientras escuchaba los sonidos de la gente, abriendo compartimientos y levantándose de sus asientos.

«El horóscopo chino es un texto oracular predictivo que proviene de varias disciplinas taoístas combinadas con el pensamiento filosófico, moral y religioso del budismo y el confucianismo. Los doce animales del horóscopo son metáforas del comportamiento humano, y también del comportamiento de la energía que todo lo envuelve».

Carla nunca se había interesado en el mundo de la astrología, pero le llamaba mucho la atención lo oriental, y creía en que todo es energía. Siempre sintió que era muy perceptiva de la energía de las cosas y de la gente. Pensó que podía pintar sobre estos animales arquetípicos, resaltando las características que diferenciaba a cada signo. Todo lo que Carla tomaba lo volvía arte o pintura. Era su paréntesis de la realidad, su escape.

Buscó su animal a través de las páginas, calculando su fecha de nacimiento: el conejo.

«El Conejo es símbolo de protección, afecto, suerte, magia, conexión con el más allá: tiene suerte a través de la vida y, si no abusa, puede administrarla de modo tal que le permita revertir con maestría cada situación en la que se sienta atrapado, cazado o rumbo a la hoguera».

Carla cerró el libro con los parpados cansados. Siempre había sentido que no era una persona con suerte. No había tenido suerte con la familia en que nació ni con las parejas que se fue encontrando. Pero quizá había que cambiar de perspectiva. Todo depende del lugar desde donde se mire. Quizá si era una persona con suerte; una suerte que había acompañado con mucho trabajo, con determinación, con estudio, con esfuerzo, y con algo de amor propio. Así pudo salir de la relación con Sergio, otra mujer quizá seguiría viviendo con él, eso fue suerte, pero también determinación y amor propio. Estaba sentada rumbo a una beca que se había ganado con mucho trabajo y esfuerzo, pero también con mucha suerte. Como en el arte, como en la pintura, todo es cuestión de perspectiva. «A veces solo hay que movernos y mirar las cosas desde otro punto», pensó Carla mientras se le cerraban los ojos.

Al llegar al aeropuerto nadie la esperaba con un cartel como había visto en muchas películas, tampoco con un auto. Pero no importaba. La esperaba una nueva ciudad, una nueva historia, nuevas experiencias. Respiró profundo y sintió como el aire le llenaba los pulmones. Tomó un taxi y se dirigió directo a la UAB a presentarse, todavía faltaba para empezar las clases, pero tenía que acreditarse. La ansiedad y la adrenalina le hacían cosquillas en la panza. Luego iría a la casa de la familia que había contactado desde Buenos Aires para alquilar una habitación. Miró por la ventanilla del auto la ciudad y quedó maravillada por el arte y la arquitectura que resaltaban en cada lugar, de la mezcla de lo antiguo y lo moderno. Sacó un mapa de su mochila, tendría media hora de viaje aproximadamente para llegar a la universidad. Por lo que se dispuso a disfrutar del paseo, a reconocer la ciudad que ahora iba a ser su casa y se sintió una persona con mucha suerte. Esta vez iba a salir bien.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top