Capítulo XXX


A la mañana siguiente, Marcos se despertó abrazado al cuerpo de Carla. Deslizó suavemente su brazo para no despertarla, la miró dormir, su rostro levemente rosado por el calor de sus cuerpos pegados uno con el otro. No sintió el vacío de las últimas veces que estuvo con una mujer, por el contrario, se sentía lleno de deseo, de cariño, de admiración. Le encantaba esa chica, y quería mucho más que una noche con ella.

Se levantó de la cama tratando de no hacer ruido y puso la pava para tomar mate cuando Carla se despertara. Deseaba sorprenderla, aunque fuera con un misero mate. Miró su teléfono, quería recibir una respuesta del registro civil y no pasar todo el día preso de la incertidumbre.

—Buen día. —La voz de Carla entrando en la cocina lo sorprendió.

—Buen día. —Marcos se acercó y le dio un suave beso en los labios. Se alejó rápido para no arrastrarla a la cama otra vez—. ¿Dormiste bien?

—Muy bien —contestó Carla sonrojándose y buscando las cosas en la alacena para preparar el mate—. ¿Tenés que ir a trabajar?

—Sí, tengo que supervisar la finalización de la obra. ¿Cursas en la universidad?

—Sí, y después tengo turno en el museo.

—Voy a extrañarte todo el día, entonces —admitió Marcos acariciando su rostro. Carla tomó su mano y la beso.

—Yo también te voy a extrañar, mucho.

El teléfono de Marcos empezó a sonar sobre la mesada de la cocina. Los dos se estiraron para ver si era la llamada del registro civil. Estaban ansiosos por recibirla, por saber si en unas semanas ya todo estaría resuelto. Si serían marido y mujer. Dos palabras que empezaban a cobrar un nuevo significado entre ellos. Pero ambos leyeron, en la pantalla del teléfono, el nombre de Vanesa. Marcos peinó su pelo que le caía desordenado sobre los ojos y sacó la pava del fuego para cebar el primer mate.

—¿No atendés? —preguntó Carla presa de la curiosidad y de un poco de celos. Marcos la miró y sostuvieron sus miradas por unos segundos en silencio.

—Es mi ex, le debe haber llegado la noticia... Si le llegó a mi padre, lo debe saber medio Colombia.

—No me molesta si querés atender —manifestó Carla que sintió un nudo en el estómago mientras pronunciaba esas palabras. Ahora también era mentirosa.

—No quiero hacerlo... —contestó Marcos pasándole un mate a Carla, que suspiró aliviada—. Voy a terminar de vestirme. —Besó suavemente su cabeza al pasar mientras se dirigió a la habitación. Carla se quedó en la cocina tomando el mate y no pudo evitar mirar el celular sobre la mesada. Un mensaje entrante lo hizo vibrar iluminando la pantalla.

Vanesa: Marcos atiéndeme, ¿es verdad que vas a casarte? No puedo creerlo...

Cerró los ojos moviendo su cabeza hacia el frente. Volvió a sentir ese nudo en el estómago. «Tranquila Carla, no mirés lo que no te incumbe. No somos nada más que dos personas que se gustan. No podés exigirle nada.», pensó tratando de mantener la calma. Marcos volvió de la habitación y Carla le pasó un mate. El teléfono comenzó a timbrar nuevamente. La pantalla se iluminó con un número desconocido y Marcos atendió al instante.

—Sí, soy yo. Está bien, perfecto. A las cinco paso por ahí entonces. Muchas gracias. —Carla lo fulminó con la mirada esperando una respuesta. Marcos sonrió.

—¿Eran del registro?

—Eran...

—¿Y?

—Nos casamos en dos semanas. —Carla no pudo contener un alarido de emoción y Marcos la abrazó en el aire haciéndola girar entre la mesada de la cocina y la barra desayunadora. La devolvió al suelo deslizándola por su cuerpo en forma lenta y, luego, la besó profundamente. Carla sintió su erección contra su cuerpo y sonrió en su boca.

—Es la emoción —murmuró Marcos con su clásica voz de chulito y volvió a besarla—. Me voy a la obra —siguió hablando mientras depositaba pequeños besos sobre los labios de Carla después de cada palabra—, que después tengo que pasar por el registro. Y si no te suelto vamos a utilizar la barra, no para comer. —Carla sonrió sonrojándose—. ¿Cenamos luego?

—Cenamos —afirmó Carla dándole otro beso más largo. Marcos la tomó de la cintura y la apoyó sobre su cuerpo.

—Así no puedo irme nada... —susurró con voz ronca sobre su boca.

—¡Vamos! Que yo también llego tarde, chulito —sentenció ella riendo mientras puso una mano en su pecho y lo empujó hacia la puerta dándole pequeños besos al mismo tiempo qué empujones.

Marcos salió hacia la obra, sin ninguna gana, aunque se sentía emocionado por como las cosas se estaban dando. Todo era muy nuevo con Carla, pero lo hacía sentir demasiado bien, quería estar con ella. Hacía mucho tiempo que no experimentaba estos sentimientos por nadie, quizá nunca los había sentido de esa forma. Pensó en que tendría que comprar unos anillos, «¿O sería confundir las cosas?», estaban en un punto en donde era muy difícil no confundirlas. Y en algún punto, quería hacerlo. Vio el edificio terminado y sonrió, se veía muy bien. Estacionó el auto y antes de bajar sintió vibrar su teléfono. El nombre de Vanesa apareció en la pantalla otra vez, suspiró, molesto y atendió.

—¿Qué quieres?

—Marcos, quiero hablar contigo. No respondes mis mensajes ni mis llamadas.

—Estás hablando conmigo, ahora. Se rápida porque tengo que entrar a mi trabajo.

—No me hables así, Marcos...

—¿Así cómo?

—Distante.

—Es que no tenemos nada de que hablar, creo que ya lo hemos dicho todo.

—¿Es verdad lo que me contó tu padre? ¿Vas a casarte?

—Se ve que tiene más tiempo de hablar contigo que conmigo....sí, es cierto. Me voy a casar.

—¿Tan rápido conociste a alguien? ¿Tan rápido te olvidaste de nosotros?

—¿Nosotros? No hay nosotros, Vanesa. No puedo creer que tengas la cara para decirme esto.

—¿Ya no me amas? —Marcos cerró los ojos y pasó la mano por su pelo. Hubo un minuto de silencio entre ambos—. Yo nunca pude olvidarte. Siempre te amé, Marcos —suspiró sin poder contestar. Si bien estaba seguro de que ya no amaba más a Vanesa, no podía negar que no le era indiferente, que hablar con ella le producía muchas cosas. Cerró los ojos y la imagen de Carla llenó su mente, hacía muy poco que se conocían, pero a pesar de ese breve tiempo sus sentimientos hacia ella eran cada vez más fuertes, muy diferentes a los que sintió por Vanesa alguna vez, más maduros, más reales—. ¿No vas a responderme?... eso quiere decir que todavía sientes algo por mí. No puedes casarte, Marcos. Si es necesario, viajo hoy mismo para allá.

—Ni lo piense, Vanesa. Estoy con otra persona, que me hace sentir bien, que me sana. No quiero verte ni hablar contigo. Respeta aunque sea eso. Tengo que cortar.

—Está bien, te llamaré luego.

—No lo hagas. —No terminó de pronunciar la frase cuando sintió el tono del otro lado de la línea. Vanesa había cortado. Exhaló un suspiro de frustración. «Como siempre no le importa nada más que ella misma», reflexionó Marcos tomando el casco de seguridad y bajó del auto.

Carla llegó a la UAB y se encontró con Laura en la puerta. Tenían clase con Hugo y no sabía muy bien cómo iba a reaccionar después de la escena del día anterior.

—Mmmm... Esa cara, esa sonrisa, ese brillo en los ojos... ¡Lo hiciste con Marcos! —gritó Laura mientras entraban en la universidad. Carla sonrió y le tapó la boca de un manotazo.

—¡Nos miran todos, otra vez! Como te gusta el show, amiga.

—Connnsmfjie —intentó decir Laura como pudo con su boca tapada.

—¿Qué? —carla sacó su mano.

—¡Contáme! —alcanzó a decir antes de que Carla tapara su boca de nuevo.

—Después, ¡Dale que ya empezó la clase! —Carla corrió por el pasillo entrando al aula.

—¡Mala! No me podés dejar así —gritó Laura corriendo detrás—. Aunque sea decime si la tiene grande el colombiano.

—¡Laura! —gritó Carla entre carcajadas y entró al aula. 


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