• 8: Hachi •

   Aquella mañana hacía demasiado frío y no le apetecía salir de la cama.  Sus sábanas cálidas envolvían su cuerpo desordenadamente, pero estaba muy cómodo como para arreglarlas.  Podía escuchar los ronrroneos de Kou en su oído y apreciar el fulgor de las letras de su mano, dándole a la oscura habitación una iluminación casi imperceptible.

   Era su día libre.  Podría yacer allí tumbado en la misma posición hasta la hora del almuerzo si es que se le daba la gana, pero un impulso en su interior, prefería levantarse y caminar por horas y horas alrededor de la ciudad.  Necesitaba enfocar sus difuminados pensamientos, respirar el aire fresco del día.  Por lo que obedeció a su cuerpo y se enlistó tratando de no despertar al gato, quien lo hizo inevitablemente.

Yuu, ¿dónde vas?

   Su dueño acabó por colocarse una chaqueta adecuadamente y lo miró.

—Saldré a caminar. Volveré antes del almuerzo, no te preocupes.

   Caminó hacia la puerta, listo para girar el picaporte, hasta que las palabras que salieron desde las cuerdas vocales telepáticas del animal lo detuvieron en plena acción.

Trata de estar calmado.

   Yuu parpadeó varias veces, completamente estático e inexpresivo, pero sin embargo, asintió con la cabeza.  Abrió la puerta y la cerró con un poco más de fuerza de la que hubiese deseado.  Partió rumbo a la cocina, divisando a los lados casi como un loco, tratando de asegurarse de que ningún encargado deambulara por allí.  Se acercó a las alacenas y tomó el que sería su desayuno de ese día.

   Salió, finalmente, al exterior, presionando paso por paso los bloques de concreto y liberó la respiración que no sabía que estaba conteniendo, una vez que atravesó el enorme portón negro.  Comenzó a las andadas, con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo un pedazo de pan.

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   Shinya suspiró por decimosexta vez en aquella mañana.  Guren lo miró pésimamente, pues estaba consciente de que lo hacía apropósito para llamar su atención.  Pero él no sentía ánimos de escuchar a su amigo parlotear de sus cosas (las cuales generalmente ni eran demasiado importantes), así que continuó machacando los tomates para la salsa con el mortero.

   Ejercía la fuerza suficiente como para destrozar una nuez, haciendo que la piel de la pobre fruta se rasgara aparatosamente.  La cabeza le deambulaba lejos de su quehacer, reprochándose a sí mismo su propio descuido en haber permitido que un molesto niñato se metiera a deambular por la cocina y los pasillos cual transeunte en la ciudad.  La próxima vez, -si es que, por supuesto, la había, aunque suponía que no-, lo golpearía.

   Un último y exagerado suspiro le colmó la paciencia.

—¿¡Se puede saber qué mierda te pasa!?

   Los empleados restantes lo vieron estupefactos y totalmente congelados, temiendo por cualquiera que fuese a ser el próximo grito de su malhumorado jefe, del cual nadie tenía ganas de ser víctima.  Shinya se rió, pero a continuación, sonrió angelicalmente para sus trabajadores.

—Está bien, vuelvan a sus actividades —cerró los párpados.

   La gente acató la orden en silencio, obviando al albino tomar a Guren del antebrazo y llevárselo fuera entre gruñidos y amenazas aterradoras.

   Lo guió casi forzosamente hasta la oficina, cerrando la puerta con la traba y quitándose el delantal ante la furia de su azabache amigo.  Lo miró intensamente, haciéndolo callar.

—¿Qué diablos tienes? —se cruzó de brazos, esperando impacientemente por la respuesta.

—Es sobre Yuu-ch...

—¡Otra vez ese mocoso de mierda! —exclamó tirándose el cabello.

—¡Espera, Guren, escucha! —se acercó a él para mantener sus brazos quietos y mirarlo más de cerca—. Me preocupa lo que pueda estar pasando entre Yuu-chan y ese chico rubio que apareció aquí la otra vez...

   El susodicho liberó su extremidades, escondiendo las manos en los bolsillos del pantalón y lo vio con aburrimiento.

—Y según tú, ¿qué es lo que pasa?

   Shinya bajó la cabeza.

—¿A caso no prestaste atención a la reacción de Yuu al verlo?

   Guren hizo una mueca desentendida.

—Pues no lo sé, yo sólo hacía mi trabajo: sacar a las ratas de la cocina.

—Se puso a llorar, Guren... —frunció el ceño.

—¿Y a caso ese debe ser mi problema?

   Sus ojos azules parecieron arder en llamas, pero manifestó su enfado chasqueando la lengua y dándose la vuelta, tomando el mandil y abriendo la puerta.

—Eres imposible.

—Oe, Shinya, espera, ¡pero...!

   El pedazo de metal se cerró estruendosamente y produjo una arrebatada vibración en el suelo.  Se llevó los dedos al hueso de la nariz, suspirando profundamente.

—Diablos —susurró con rabia—. ¿Por qué debería importarme a mi la vida de ese mocoso? —caminó rumbo a la cocina—. Sólo me hizo perder tiempo valioso que fácilmente pudieron ser órdenes entregadas y dinero ganado... mierda.

/

   Yuu yacía desplomado en la misma banca en la que ocurrió su más terrible y bochornoso accidente.  En el suelo, aún se podía observar rastro de las llamas, pues el concreto estaba totalmente ennegrecido.

   Miró hacia el nublado cielo, hundiendo las manos en los bolsillos de la chaqueta, dejándose recostar casi que por completo en su lugar.  Su expresión desganada brilló por su presencia y el cabello le ondulaba gracias a la tenue brisa mañanera.  Sin pensar en nada, cerró los ojos, disfrutando de ella y, al mismo tiempo, acabando de masticar el último bocado de su improvisado y pobre desayuno.

   O por lo menos lo intentó, hasta que sintió a una persona tomar asiento a su costado.

   Olisqueó el aire sutilmente y se sintió desfallecer en cuanto reconoció ese aroma; perfume caro, masculino, tan... él.  Tragó saliva, negándose a abrir los ojos y enfrentarlo luego de pasar vergüenza ya dos veces ante sus narices.  Lo escuchó suspirar y trató lo más que pudo de continuar sereno y evitar que su corazón tomara las riendas por si solo.  Lo último que quería era provocar otro alboroto.

—Yuu-chan —llamó tenuemente.

   Él, por su parte, atinó a encogerse.

—Por favor, no me ignores —lloriqueó infantilmente.

   Yuu suspiró igualmente, rindiéndose al fin cuando estuvo seguro de regular los intensos latidos sucumbiendo en su pecho.  Descubrió las brillantes esmeraldas que tenía por ojos y lo miró sin decir nada.

—Quiero disculparme por lo que pasó el otro día.

—¿Qu...?

—Perdón por hacerte llorar —su expresión demostró arrepentimimiento y aquello sólo aumentó la culpabilidad creciente en su interior.

—Oh, no, Mika, tú no lo hiciste, tranquilo.

—¿Seguro? Si no es así, yo...

—Claro —sonrió, enderezándose en la banca—. Yo... en realidad, tengo... —murmuró dubitativo, sin atreverse a finalizar la oración.

   ¿Debería decirle? ¿Podría ser capaz de confiar en él?

   Rondaban tantas preguntas dentro de su cabeza y no creía tener una respuesta certera.  Aunque en realidad, la tenía.  Quería ser sincero con él.  Quería contarle aquel mal que lo tenía cautivo para así pedirle perdón de rodillas por siempre causarle problemas.  Pero... ¿Estaba listo para ello? ¿Estaba listo para enfrentarse a la posible mirada de rechazo de Mika? ¿A que lo viera como un loco? ¿A que se alejara de él para nunca volver?  Las personas generalmente siempre sospechaban que era un niño algo maldito, pero aquellos eran individuos poco importantes en su vida y le daba meramente igual.  Pero Mika... él...

   Ante la expectante expresión del chico, se mordió la mejilla interna.

—Tengo... eh... ¡Alergias! Sí, tengo muchas alergias, sobre todo al humo y ese día había demasiado y bueno, me hizo llorar... —rió, tratando de sonar lo más convincente que pudo.

   Mika elevó una ceja.

—¿En serio?

—¡Oh, sí! No te imaginas cuanto. Creo que nadie en el mundo es tan alérgico como yo —volvió a carcajearse, frotando su mano izquierda sobre sus negros cabellos.

   Su risa forzada se detuvo luego de un par de segundos en los que pudo comprobar, mediante abrir los ojos y ver la suspicaz cara del rubio, que no se tragaba una sola palabra de lo que estaba diciendo.

—Eh... no me crees, ¿cierto?

   Su acompañante negó, pero posteriormente le enseñó una dulce sonrisa.

—No te preocupes, Yuu-chan, supongo que cuando estés listo, me lo dirás —se acercó a él al punto en que sus rodillas se estaban rozando.  Sacó un nuevo celular del bolsillo trasero de su jean ante su atenta mirada y ojeó la hora—. Tengo que irme ahora, pero... —lo guardó y clavó aquellas penetrantes piedras azules en las suyas—. En caso de que tu "alergia" sea cierta, esto te hará sentir mejor.

   Yuu ladeó la cabeza.

—¿Que es...? —fue interrumpido abruptamente.

   Los párpados se le abrieron enormemente.

   Mika lo estaba besando.

   El contacto fue la cosa más efímera que pudo haber vivido en toda su corta vida, pero aquello había acarreado en su interior, un tsunami de emociones, sentimientos y cosas que dejaron su cabeza hecha un lío.  Su visión se borroneó por escasos segundos, insertándose en su mente, una imagen tan fugaz, que se le olvidó en un santiamén.  Se quedó de piedra, con los mofletes encendidos.

   Mika rió, levemente sonrojado, levantándose de su asiento y deseándole una rápida despedida.  Luego, desapareció de escena tan cautelosamente como llegó.

   Él, mientras tanto, llevó una mano hacia la zona en que residía su alocado corazón.  La visión del atractivo rostro del chico, la cercanía entre ellos y sus bonitos labios sobre los suyos produjo una fuerte oleada de calor a su sistema.  Todo arremetió de golpe, despertándolo del trance en el que cayó sin notarlo. Repentinamente observó a su alrededor con terror; divisó las calles, la plaza, las personas, los objetos, los transportes.  Todo parecía estar bien.  Aterradoramente bien.  Tan calmo, tan normal y tan correcto, que sintió más miedo de esa manera que si hubiese ocurrido otro desastre.






















































actualicé , oh dios! xd
y sí , se besaron .. sé perfectamente que fue el beso más horrible y poco descriptivo que han leído en sus vidas , PEEERO tiene un motivo y lo sabrán más adelante 👀

a partir de ahora , quizás hayan actualizaciones más seguidas~ y si ven algún error , me avisan .. sin miedo xd

en fin , gracias por leer , los adoro<3

ni siquiera sé por qué siguen leyendo esta cosa ksksjsj



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editado 22/12/2019

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