IV. Me arto del pescado y otras cosas
Sin duda no era mi día de suerte. A muchos les resultaba molesto toparse con conocidos en la calle pero sin duda esas personas no conocían a Tony. La idea de que sólo faltaba Izaro para concretar los reencuentros agradables me hizo reír un poco.
Tony caminó hacia el extremo este del edificio donde se extendía un estacionamiento de carros al margen de un extraño monumento de mujeres. Él me esperó allí, al lado de las figuras herrumbrosas de unas señoras tomando té y ondeando una declaración como si les dijera a sus amigas «Miren lo que traje para los bizcochos»
Cuando me aproximé lo suficiente volvió a retomar su camino hacia el patio trasero del parlamento que era finalizado por una valla de hiero bruñido con ornamentas filosas en la punta. Detrás de la valla una rivera escarpada descendía hacia el río y abría paso a un paisaje gris de puentes, campos y algunos edificios aislados. Tony se adelantó unos pasos y le perdí la pista. Cuando llegué al patio trasero di vueltas sobre mis pies y no lo divisé.
Sobe me había alcanzado con Albert. Corrieron hacia mí, aunque al paso de ellos era un trote ligero. Sobe tenía la punta de la nariz roja por el frío y las mejillas pálidas, se acomodó el gorro y me señaló un pequeño edificio circular separado por un estrecho pasillo del central.
—La biblioteca del parlamento —explicó entre jadeos—. Tal vez se metió ahí.
La fachada era de piedra caliza y no lo suficientemente grande para considerarse edificio, más bien era una habitación. Tenía una estructura circular como un arco doblado y sus paredes albergaban de soporte unos dieciséis arbotantes, o así los mencionó Sobe ya que leía el folleto mientras marchaba en esa dirección. La estructura contaba con numerosas ventanas empuntadas, ornamentas, picos y esculturas que le otorgaban un toque exagerado como una chica que quiere embellecer su cara y usa tanto maquillaje que logra el efecto opuesto. Su techo se elevaba en varios niveles hasta ser coronado por una cúpula, no estaba recubierto de tejas en la cima sino de acero.
Nos dirigimos de tropel a una de sus numerosas entradas hasta que una mujer uniformada nos detuvo.
—Lo lamento ahora se está dado un recorrido privado ¿Tienen identificación?
—Sí —respondimos los dos al unísono.
—¿Puedo ver su identificación?
Hubo un silencio incómodo hasta que Sobe dijo:
—Emm sí —buscó en sus pantalones, extrajo algo y lo mostró en un movimiento veloz.
—Eso es un cupón de Mac Donald's —dijo la mujer impaciente por perder el tiempo.
—Oiga señora —intervine—, déjenos pasar a esa biblioteca la vida de mi madre depende de ello.
La mujer llevó una mano a su radio con la mirada tensa. Escarlata se revolvió dentro de mi abrigo como si sintiera lo crispado que me encontraba. Eso no ayudó mucho a verme más normal. Le dediqué una risilla nerviosa y muy aguda para mi gusto.
—Tranquilícese, no le haremos daño —prometí alzando las manos entre nosotros, con la pinta que teníamos preciamos unos críos vagabundos, ceñudos y nerviosos—. Soy Jonás Bronw —esperancé—. Tal vez estoy en la lista.
—No hay lista —afirmó ella y tuvimos que alejamos antes de que llamara a seguridad.
Me volteé totalmente desconsolado y Albert nos preguntó si ya nos podíamos ir al barco pero estaba tan abatido que ni me molesté en responderle. Caminé hacia la valla de metal y divisé el río buscando aire fresco porque sentía que una tormenta se libraba en mi interior. Cada vez que pensaba en mi padre y su agente el estomago se me revolvía. Estaba a punto de decirle a Sobe que era mejor volver cuando escuché el traqueteo de unos pasos armoniosos y calmados detrás de mi espalda.
Tony se acercaba con una sonrisa radiante y gélida, como el hielo que resplandece por el sol. Tenía las manos en los bolsillos y se detuvo al notar que Sobe dirigía una mano a su cintura baja donde guardaba un arma. Procuré que no se mostrara tanto mi alivio como estrés por encontrarlo.
—Tranquilos, tranquilos —exclamó alzando los brazos con aire petulante—. Sólo vengo a hablar contigo Jonás ¿Podemos? Es decir, si tu mami te deja y... —le lanzó una mirada a Albert— tu abuelo.
—¿Qué quieres? —pregunté.
Él negó con la cabeza y volvió a reír. Su aliento quedó suspendido en el aire por unos segundos. Se acomodó su ensortijado cabello sólo para que quedara igual que antes y añadió:
—Solos. Yo no traje a mis aliados, como podrás ver —dijo extendiendo con una nobleza fingida los brazos hacia los costados—, así que tú no llevarás a los tuyos. Por favor acepta. No me iré sin un no.
Sobe me lanzó una mirada que decía «Ni lo pienses»
Pero asentí a intervalos. De todos modos si tenía agentes merodeando cerca daba igual que estuviéramos juntos o separados, nos atraparían. Él comenzó a caminar en paralelo a la valla, contemplando el río que serpenteaba debajo de la escarpada rivera. A lo lejos los autos surcaban el puente de lado a lado. Hasta entonces el paisaje había sido gris pero nunca me había parecido oscuro.
Caminamos lejos del parlamento, me volteé y miré de soslayo lo que dejaba atrás, entonces advertí que Sobe había desaparecido. Me seguiría a la distancia, si había de alguien que no confiaba en La Sociedad ese era él. El agente me condujo fuera de la colina del parlamento hasta un parque situado en Bank Street donde me detuve por completo. Él arqueó las cejas:
—Creí que gustarías un café.
—No me gusta el café, gracias.
—Bueno en ese caso gracias por aceptar mi visita.
—Ve al grano Tony.
Él me observó por encima de su hombro ya que me llevaba una buena altura y dijo:
—Siempre tan hostil conmigo y no comprendes que puedo ser tu amigo, podríamos trabajar juntos reclutando a algunos Cerras —fingió estar dolido, pero aun sonreía como si disfrutara mi incertidumbre.
—Querrás decir matando Abridores.
—Asuntos menores —contestó haciendo un mohín.
—¿A qué has venido Tony? ¿Tienes un mensaje de tu jefe?
—Bueno como ya sabrás no estás en tu hogar hace casi un mes y por tu expresión tranquila deduzco que tampoco te has comunicado con tu familia en el mismo tiempo ¿Me equivoco?
—Iba a llamarlos antes de saltar al portal...
—En fin —dijo sacudiendo una mano como si no le interesara pero se veía alborozado detrás de toda la actuación de mensajero despreocupado—. No me interesa a dónde vayas y a tu padre tampoco. Sólo quiere advertirte que no vuelvas a casa o lo que llames casa en Sídney porque no vas a encontrar nada bueno allí.
—¿Q-qué?
—Que no hagas esa llamada porque no te gustará lo que escuches al otro lado de la línea.
—¿Qué sucede? ¿Qué ocurrió?
—Mira, creí que andabas de vagabundo intentando volver a Sídney con tus amigos y causando desastre en este mundo, hasta tu padre lo creyó, pero por lo que veo planean hacer un viaje a un pasaje —observó mi mochila—. Empacaron y todo — volvió a sonreír en realidad nunca había dejado de hacerlo—. Así que lo más prudente sería no darte el mensaje que tu padre me ordenó llevar.
—No puedes... —mascullé tragándome la desesperación, no quería darle el lujo de verme llorar.
—Oye, vine a decirte que te alejes de casa pero ya estás alejado y no tienes intención de volver en un buen tiempo ¿Estas buscando a tus hermanos o no? —no esperó a que le diera una respuesta—. Muy bien, sigue con ellos, recuerda que haces bien. Si te digo el lío que hubo allá, en Australia, querrías ir y malgastarías tu tiempo, es mejor que busques a tus hermanos. Ya los abandonaste casi un año, no los hagas esperar más.
—¿Qué le sucedió a mi familia? —mascullé comprimiendo los puños hasta que quedaron blancos—. ¿Por qué mi papá lo sabe y quiere alejarme?
—A tu padre le habría encantado verte y explicarte que lo hizo. Sí, sí él lo hizo, porque desea protegerte y tiene un cargo muy elevado en La Sociedad como para ocultar que su hijo, y el mejor amigo de su hijo, son la cosa más buscada en secreto por muchos países, pero tampoco tiene tanto poder. Las investigaciones aumentaban y él ya no podía alterar tantos datos. Así que se encargó de atar unos cabos sueltos antes que sus socios lo notaran. Pero todo lo hizo para protegerte a ti y a tus hermanos. Quiere que recuerdes eso. Y que aunque no creas, que ellos estén en otro mundo los está salvando de muchos líos. Piensa que de esa manera están ocultos de Gartet, es un milagro que hasta ahora no se hayan enterado que tienes un punto débil. Tú también deberías ocultarte un poco. Bueno, en fin, tu padre te dice que no vuelvas a casa. Te ama mucho y toda esa cháchara.
Se quitó con temple una imperfección imperceptible de su traje almidonado y lujoso, a su lado yo me veía como un sórdido muchacho, alterado, perdido y sin idea de qué hacer. Me odié por tener quince años y parecer un chiquillo tonto. Mi padre... el agente seguía metiéndose pero había crecido años enteros en los últimos meses, ya no era un niño.
Mis fuerzas languidecieron intentando contenerme, me costaba horrores reprimir las ansias que tenía de desenvainar a anguis o golpearlo en la cara.
No deseaba escuchar nada de mi padre, solamente quería saber que el resto de mi familia se encontraba bien. No había sabido nada de él desde que se desenmascaró como un agente de La Sociedad hace un año y se fue porque tenía que elegir entre atraparme o hacer la vista gorda y abandonarnos. Optó por la segunda opción después de intentar la primera y fracasar. Tenía que llamarlos. Antes de regresar al parlamento los llamaría...
Unas sirenas de policía inundaron el ambiente. Varios grupos de patrullas surcaron la calle y doblaron a toda velocidad en Wellington Street, el plan de Dante estaba funcionando. Evacuarían a las personas y en la confusión atacarían. Pasé el peso de mi cuerpo de un pie a otro. Debía irme pero no podía marcharme sin saber algo de mi madre.
—Tony ¿Ella está bien? Por favor dime que ella está bien.
—Me encanta cuando suplicas, sé que te cuesta suplicar, más a personas como yo —exclamó con un brillo gélido en la mirada, hablaba de forma mecánica y ausente. Supe que no serviría de nada rogarle, no encontraría piedad detrás de esos ojos—. Sé que piensas que todo se está desmoronando a tu alrededor y tal vez así sea pero del dolor del elegido vendrá la salvación que en cenizas se ha sumergido. ¿No dice así?
—¿Qué cosa? ¿De qué me estás hablando? —grité con todas mis fuerzas hasta que sólo salió de mis labios un bramido ronco.
El retrocedió un paso como si me temiera pero no cesaba de sonreír. Se peinó sin muchos resultados y añadió:
—No tienes ni idea ¿Verdad? Pero mis fuentes me informan que el Triángulo realizó misiones en busca de información. Creo que convocarán a sus fuentes paganas de brujería para obtener orientación en esta guerra. En cualquier caso, sabrás de lo que hablo cuando vuelvas a la isla. Tú eres especial Jonás y mi viejo amigo Sobe también. Lo supe después de que me dejaste inconsciente en Cuba y tu padre también lo adivinó, después de todo es muy obvio. Un Creador que es mejor amigo de alguien tan anormal que ni siquiera tiene nombre su condición... No puede ser casualidad.
Algunas personas comenzaron a correr por la calle, era una multitud que se abalanzaba hacia nosotros. Turistas, empresarios y transeúntes que galopaban como animales lejos del peligro. El trafico se había detenido, las personas se aglomeraban en cada rincón, algunos se quedaban quietos en medio lio, intentando comprender qué era lo que sucedía. Los bomberos no tardaron en llegar, podía escuchar el ulular de sus sirenas a unas manzanas.
Tenía que ayudar a mis amigos, buscar a mis hermanos, salvar a mi madre. Los ojos se me anegaron de lágrimas.
Las manos me temblaban. Escarlata se asomó fuera de mi abrigo y descendió al suelo mientras yo permanecía inmóvil.
—Parece que no podrás llamar a casa. Qué lástima, tus amigos te necesitan. Una decisión difícil, Jonás. Tendrás muchas decisiones difíciles y de ellas dependerá lo que te depare el futuro no sólo tuyo sino el de todos. Algún día nos volveremos a ver Jonás Brown, pero entonces serás mayor, mayor y triste como todos los adultos —asintió y metió sus manos forradas de cuero dentro de los bolsillos—. Esperaré con ansias ese día.
El agente comenzó a irse a paso despreocupado mientras los transeúntes corrían a todas luces. Los gritos colmaban el aire y las sirenas se oían como truenos ensordecedores. Mis amigos, mis hermanos, mi madre y abuelos. Debía ayudarlos, pero no sabía por quién empezar.
—¡Tony! —lo llamé entre la muchedumbre alborotada.
Él se volteó, pero continuó caminando de espaldas mientras las demás personas lo chocaban.
—Te desearía suerte pero no necesitaras eso —guardó silencio por unos segundos—. Fuerzas, Jonás. Te deseo muchas fuerzas.
Y desapareció sumergiéndose en el mar de personas. Me enjugué las lágrimas mientras las personas me empujaban al pasar a mi lado, me sentía totalmente indefenso, no podía respirar como si me hubieran dado un golpe duro entre las costillas.
Escarlata se subió a mi hombro. Escuché un grito. Me estremecí. Y corrí lejos de allí, hacia la colina del parlamento.
Esté es el estacionamiento cerca de la escalera donde encuentra a Tony
Doblan por esa esquina, ahí hay como una cuadra con monumentos.
Esta es la parte trasera del edificio, donde está la biblioteca:
Parece chiquito pero ese edificio redondo es enorme D:
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