Vida y muerte
Suelo pensar bastante en la muerte.
No en la mía propia, claro está, sino en La Muerte. En la fragilidad de la humanidad y nuestras propias vidas. Es posible que esté repitiendo palabras que muchas personas antes de mí ya han dicho, pero no se me ocurre mejor forma de contar lo frágiles y corrompibles que somos. Una mala respiración puede hacer que nuestro corazón se detenga y nuestra conciencia desaparezca para siempre.
La muerte es lo que le da y le quita sentido a la vida. Vivimos porque morimos, aunque sepamos que nada lo que hacemos tendrá sentido dentro de doscientos años. Nadie recordará nuestros nombres; seremos huesos olvidamos, al igual que las millones de personas que estuvieron antes que nosotros. Y, si es que tenemos la magnífica suerte de hacer algo que trascienda la historia, dentro de cuatro y cinco mil años ya no importará. Al fin y al cabo, todos moriremos, la Tierra será engullida por el Sol moribundo y nada de lo que hicimos importará.
Pero aquí estamos. Sonriendo, cantando, bailando y ayudando para que otros mejoren las cosas cuando, dentro de cien veinte años, las siete mil millones de personas que habitamos en el planeta desaparezcamos. La humanidad es cabeza dura, no se rinde, sigue adelante y hace oídos sordos a lo que los pocos iluminados dicen. "¡Paren! ¡Mueran! ¡Nada tiene sentido!". Los gritos no se escuchan por encima de la fiesta que es estar vivos.
Somos vida, muerte y vida. Seremos comida para gusanos que a su vez será comida para aves y éstas comida para humanos, quienes a su muerte servirán como abono para plantas. Un ciclo sin fin, volvemos a la tierra de la que salimos. No somos solo nosotros, células con un código genético irrepetible, también somos el aire que respiramos, las plantas y los animales que comemos, las personas que pisaron el mismo suelo en el que estamos plantados. Somos un conjunto de polvo, átomos, sentimientos, humanidad que se irá a formar parte de la Tierra y del universo aun cuando el planeta muera y no haya nadie más para leer estas palabras.
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