Quién iba a decir
Quién iba a decir que vos, que naciste en un departamento más chico que una caja de zapatos en una de las ciudades más grandes del país, llena de gente que corre, compra y grita sin saber a dónde va, en qué gasta y a quién insulta, soñás con montañas altas como las nubes y el aire tan puro que asfixia donde no existe ninguna otra alma aparte de la tuya.
Quién iba a decir que vos, que te acostumbraste a las fiestas de navidad de los vecinos hasta bien entrada en la madrugada y a la manía del de arriba por vivir corriendo los muebles, no vas a poder escuchar tus propios pensamientos en el silencio. (¿O es que no los querés escuchar?)
Quién iba a decir que vos, que te obsesionabas con los misterios, con las cosas que todavía no se habían descubierto, te estás abrazando las piernas arriba de la cama porque le tenés miedo al futuro desconocido.
Quién iba a decir que vos, que contabas doce estrellas en el cielo contaminado de la ciudad e imaginabas las que faltaban, no ibas a ser capaz de ver los postes enormes en tu camino en el mediodía.
Quién iba a decir que vos, que siempre dijiste que las parejas no son la meta primordial en la vida, que el sexo casual es una mierda y nunca ibas a ser "como esas otras", ibas a estar dejando migajas para el flaco con el que estás jugando ese juego tan manipulador y tóxico que los destruye a ambos pero que cuando se ven hacen de cuenta que nunca se corrieron en la boca del otro.
Quién iba a decir que vos, que jamás derramaste una lágrima frente al enemigo en esta batalla campal llamada vida y arrasaste con el universo en un arranque de ira, todavía ibas a ver las cicatrices fantasmagóricas cada vez que te mirás los brazos con la esperanza de ver si así todavía sos capaz de sentir algo.
Quién iba a decir que vos, con esas manos tan frías como el hielo porque tenés una circulación de mierda y no son simples metáforas, ibas a poder prender fuego la piel de alguien con un simple toque.
Quién iba a decir que vos, que te autoproclamás escorpiana "sin corazón", ibas a terminar siendo Hufflepuff.
Quién iba a decir que vos, que toda tu vida soñaste con irte lejos, lejos y nunca volver porque nunca sentiste ninguna raíz atando tus pies, no sepas cómo volar. (Sólo esperá. Empezá a correr y ya vas a alzar vuelo, te lo prometo).
Quién iba a decir que vos, que no decís lo que sentís ni en pedo ni de casualidad, ibas a estar sangrando estas palabras sobre el teclado.
Quién iba a decir que vos, que naciste en piel humana con la más dulce de las sonrisas, podías sacar garras y ver en la más profunda oscuridad.
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