Capítulo 2: El deportista famoso

Fruncí el ceño, me había despertado con todo el peso de mi alma, había venido hasta acá intentando abrir mis sentidos y cerrar mis sentimientos frágiles, no para que un idiota me fuera a tratar de esa manera, su petulancia incluso le quitó lo atractivo.

Toqué nuevamente la puerta y presioné el timbre.

— ¡Te dije que te largaras! —su gritó retumbó desde el otro lado de la puerta.

¿Qué le pasaba a este imbécil? ¿Quién se creía?

—No vengo a verte a ti idiota —grité—. ¡Vengo a enseñarle a Habacuc matemáticas!, ¡ahora déjame pasar!

Mi respiración estaba agitada, parte de mi ira comprimida había sido liberada y me sentía muy enojada con el mundo, nunca había sentído algo así, siempre era pacifista, pero no me sentía yo, era mi versión llena de completa ira.

Silencio, silencio, escuché unos pasos y el crujir de la puerta cuando la abrió, su ceño estaba fruncido.

— ¿Cómo me llamaste?

La impresión que me volvió a dar de su increíble atractivo me conmocionó, pero me sentía a flor de piel, solo quería golpear a alguien.

—Nunca te llamé —repliqué—, ni siquiera sé quién eres.

Alzó las cejas, noté que sus brazos estaban llenos de tatuajes y su mirada se volvía profunda cuando entrecerraba los ojos, como si no pudiera creer que alguien como yo le pudiera responder de esa manera. Escuché unos pasos y luego Habacuc apareció asomándose para ver quien estaba en la puerta, cuando me reconoció, su rostro pareció iluminarse en una enorme sonrisa, lo consideraba como mi hermano menor, él era todo un amor.

— ¿Acabas de levantarte? —Preguntó Habacuc— tus ojos se ven diminutos.

Puede que porque había estado llorando por muchas horas y los tenía completamente hinchados.

— ¿La conoces? —preguntó el hombre petulante bajando la cabeza para poder mirar a Habacuc.

—Claro, ella es Claus —dijo Habacuc—, es nuestra vecina, ella me explica matemáticas.

—Se lo mencioné antes, pero me cerró la puerta en la cara —agregué a Habacuc como un fuerte impulso, me sentía como si lo estuviera acusando con mi mamá.

—No sabía quién eras —se defendió el hombre petulante—, pero ahora todo encaja, una chica tan desaliñada dando clases de matemáticas, que cliché.

Abrí la boca y mis cejas se alzaron sin poder creer lo que había dicho, ¿desaliñada? Ahora que lo pensaba... ¿esa era la impresión que daba? Quería abofetearlo, quería gritarle, quería llorar, solo quería devolverme a mi casa y desaparecer en mi habitación otra vez, en cambio me quedé ahí de pie frunciendo el ceño completamente ofendida.

—No la llames así —me defendió Habacuc apartándolo hacia un lado de un empujón, el hombre petulante apenas se movió y lo miró con diversión en sus labios.

— ¿Por qué? —Replicó— ¿es tu novia?

Cuando observé que Habacuc iba a volver a golpearlo me entrometí entre los dos y lo tomé por los hombros para empujarlo hacia la sala conmigo.

—Déjalo. —dije y agregué en tono más fuerte para que el hombre petulante que seguía en la puerta escuchara: — A las personas estúpidas solo hay que ignorarlas porque solo les encanta llamar la atención... ¡Me dan lástima!

Escuché el bufido que soltó el hombre petulante y sus pasos resonaron contra el suelo cuando subió las escaleras.

Sintiéndome como si hubiera ganado la batalla tomé asiento en la mesa del comedor (siempre la usábamos para estudiar), Habacuc sacó de su mochila su cuaderno cuadriculado y lo abrió, pero parecía pasar las paginas sin ver realmente lo que hacía.

—Me siento muy apenado Claus —comenzó a decir—, él cambió mucho desde que se fue a  Gran Vigor, tan solo llegó hoy y las peleas no han cesado, ¿viste todos los tatuajes de sus brazos? Solo espero que sus tres meses aquí terminen rápido para que se vaya.

¿Gran Vigor? Eso quedaba a cinco horas en Ferry, era la única manera de llegar porque aquí en San Cribar no había aeropuerto, esa era una de las ciudades mas mencionadas y estupendas del mundo, ahí solo vivian estrellas de cine y gente poderosa, con razón era tan petulante.

— ¿Quién es él? ¿Tu hermano? —indagué, recordaba que su hermano se había ido hace casi un año cuando quedó seleccionado para jugar a nivel profesional, nunca lo llegué a conocer porque él siempre estaba metido en sus clases extracurriculares, creo que practicaba baloncesto.

—Sí, Calvin —dijo—, está aquí por las vacaciones, pero ya nos acostumbramos a estar sin él, solo estorba con su ego de “soy un deportista famoso”.

No me gustaba el baloncesto, nunca fui fan, nunca lo entendí, ni mucho menos lo comenzaría a hacer ahora, aunque me daba cierta curiosidad saber que Calvin fuera un deportista famoso en tan poco tiempo y la fama lo hubiera vuelto todo un patán.

—Bueno, olvidémonos de esto y enfoquémonos en lo importante —abrí mi libro de matemáticas—, estudiar para que apruebes.

Pasamos dos horas practicando y resolviendo ejercicios hasta que finalmente me fui a mi casa, cuando me volví a encerrar y estaba acostada viendo la televisión, recordé lo bien que me sentía al pensar en Brian, su sonrisa, su cabello, el tono de su voz, así mataba las horas y escuchaba música dedicándosela a él en mis pensamientos, ahora me sentía vacía, no podía dedicarle mis ilusiones porque él prefirió estar con Trami.

Detuve mis pensamientos y me di cuenta que las lágrimas se habían salido solas, maldita sea, maldita Trami, maldito Brian, malditos sentimientos e ilusiones que no servían para nada más que destruir vidas.

Me levanté resignándome a dejarme derrumbar otra vez en sollozos, y coloqué música urbana a todo volumen, de esa forma solo pensaría en letras sin sentido. Mientras bailaba comencé a hacer todo un estriptis, fingiendo ser una profesional quedando en mi sostén y bragas, me monté en la cama e imité a las chicas que salían en el video creyéndome toda una sexy mamasita y no una desaliñada chica que estudiaba música y daba tutorías de matemáticas.

Cuando me sentí mejor y las ganas de reir fueron mayores que las de llorar, decidí cambiarme de ropa a una más abrigada porque hacía mucho frio, era tarde y el sueño comenzaba a vencerme, así que me dirigí a la ventana para abrir las cortinas y poder tener la luz de los faroles de la calle acompañándome en la noche.

Cuando de repente sentí que el corazón se me saldría por la boca, las cortinas ya estaban recogidas y no me había fijado en eso, mis ojos pararon a unos metros de distancia donde estaba Calvin apoyado desde la ventana de la casa de los Craft, su sonrisa ladeada y sus ojos entrecerrados me hicieron tragar saliva dejándome sin respiración.

Esto no podía estarme pasando a mí, ¿me había visto bailar semi desnuda?

— ¡Lindo espectáculo! —Gritó—, espero que podamos repetirlo en otra ocasión.

Soltó una carcajada mientras cerraba el vidrio de la ventana y corría la cortina, dejándome completamente avergonzada, pero de alguna manera completamente airosa de que supiera que no era una nerd de las matemáticas desaliñada, no era como si me hubiera grabado o algo así...

No sabía lo equivocada que estaba.

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¿Que les va pareciendo la historia?
La escribí con el teclado pero con mi corazón abierto, temí desangrarme...😂😂

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