Capítulo 2. Información importante
Las hijas de Kagaya finalizaron mi vestimenta. El uniforme estándar de Cazador que consta en su caso de una chaqueta negra teñida en dorado de líneas rectas con pantalones negros de hakama metidos en una tela kyahan de patrón de negro y blanca, y sandalias zori blancas. También un haori con los mismos patrones que asimilan el sol y la luna. Y mi peinado consistía en una coleta de caballo bien alta.
Una verdadera Cazadora de Demonios en todo su esplendor. Menos mal que la chaqueta no era abierta porque sé de alguien que le hubiera gustado que llevase ese tipo de ropa. No me agradaba la idea de enseñar más de lo debido. ¿Sabéis qué? ¡No llevaba sujetador ni bragas! Voy a estar sumamente incómoda con todo esto.
Las hermanas de cabello blanco hicieron una pequeña reverencia y me dijeron que tenía que ir la Finca de la Mariposa porque me está esperando uno de mis herreros. Oh, a lo mejor me habrá hecho una nueva espada, mientras yo estaba inconsciente. ¿Y quién se hizo cargo de mi arma? Esa es una buena pregunta que esperaba obtener respuesta pronto.
Yo pensaba que la finca iba a estar lejos, pero era todo lo contrario. Desde aquí podía oler las dulces flores que inundaban el lugar. Me estaba gustando porque sentía paz y serenidad en este sitio. Las hermanas me dejaron a la entrada y se retiraron. Son muy amables en guiarme. Normal, Laura, estás en un mundo desconocido para ti. Esperaba no perderme por la finca.
Joder, es decirlo y ya estoy dando vueltas como una idiota. Ya deberían haber puesto unas pancartas diciendo… Retiro lo dicho. Encontré la enfermería. De pronto, escuché sonidos de alguien quejarse. ¿Quién será? Me entró la curiosidad y abrí la puerta. Kochō Shinobu estaba desinfectando las heridas provocadas por Shinazugawa Sanemi. ¡Dios! ¡Es tan guapo! Su mirada sería capaz de desintegrar mis bragas.
—¡Laura-chan!
Unas voces femeninas me llamaron. Desvié mi mirada para ver quienes eran. Eran las niñas alegres que siempre ayudaban al resto de cazadores en mejorar sus capacidades físicas. Creo que se llaman Sumi, Kiyo y Naho.
—¡Nos alegra que estés bien!
—Y yo de estar aquí con todos ustedes —dije con una sonrisa.
—Nos tenías preocupados —habló Shinobu sin apartar la mirada en quehacer—. Pensábamos que no ibas a despertar.
—Bueno… Soy una caja de sorpresas —respondí, acercándome un poco más.
—La verdad es que sí —se rio maliciosamente. ¡Dios! Da mucho miedo cuando reía de esa manera.
Quien no dijo nada en todo esto era Sanemi. Sus ojos lilas pálidos me miraban, intentando descifrar algo en mí. Yo me estaba poniendo un poco nerviosa. Por la Virgen del Pino, di algo. No te quedes mirando como un tolete de mierda.
—Ese demonio no te habrá dejado ninguna cicatriz, ¿verdad?
Esa pregunta me sorprendió mucho.
—Yo te puedo contestar a eso —interrumpió Shinobu—. Ninguna marca.
—Eso me alivia.
¿Por qué hizo esa pregunta con tanta preocupación? Él debería pensar en sí mismo si sigue causándose más heridas feas, aunque no dudo que se veía demasiado atractivo.
—¡Laura-chan! —me llamó Sumi—. Haganezuka Hotaru te está esperando en una de las salas para entregarte el arma.
¿Eh? ¿Ese hombre es mi herrero? Quien iba a imaginar que me tocaría el herrero más atractivo que haya existido en la faz de la tierra. Ay, no. Acabo de recordar que era alguien muy persistente y amante de sus creaciones. Seguramente me echará la bronca por romper su espada e intentará matarme, como lo haría con el pobre Tanjiro. Por cierto, ¿ese muchacho estará acá?
—¿Podéis llevarme hasta él? Aún no me he acostumbrado a caminar sola por aquí.
Las chicas no dudaron en ningún momento, más bien parecían felices. Dejamos a solas a Shinobu y a Sanemi en la sala de enfermería. Solo rezaba a que Hotaru no me matase. Ya me estaba poniendo un poco nerviosa con todo esto. Hemos llegado a una sala y ahí estaba, acostado de lado y, por alguna extraña razón, parecía estar enfadado. No podía saberlo con claridad porque portaba esa máscara llamada Hyottoko.
El ambiente no me gustaba para nada. Era tensa. En cualquier momento, este hombre iba a explotar. Yo me adentré en la sala con mucho miedo y me arrodillé delante suyo. Una gota de sudor resbalaba por mi sien. Hotaru se iba colocando, mientras cogía de detrás suyo la espada nueva. Yo estaba dudando si estirar el brazo para cogerlo. Él no hacía ningún tipo de ruido. Poco a poco iba extendiendo mi brazo a punto de tocar aquella tela, no obstante, pegué un chillido cuando Hotaru agarró mi muñeca con mucha fuerza.
—Como vuelvas a romper una espada, no dudaré en asesinarte. ¡¿Me estás oyendo?!
Ya sabía yo que este hombre iba a decir eso. Luego soltó mi muñeca para poder proseguir. Saqué la espada de aquella tela y me sorprendí muchísimo. Una simple katana perfecta para mi estatura. La hoja iba cambiando de color con patrones negros y blancos. No sé que significaba. Luego me fijé en el guardamanos que tenía dibujos de soles y lunas. ¿Todo esto tiene que ver con Diena y Licht? Ellas representaban esos elementos.
—Muy pocos Hashiras dominan dos elementos al mismo tiempo —habló Hotaru—. ¿Cuánto tiempo te ha tomado dominar, Hashira del Ying-Yang?
—... Sinceramente, no recuerdo —confesé. Este cayó de lado.
—¡Espero que no hagas ninguna estupidez con esa espada! ¡Como hace ese chico estúpido llamado Tanjiro!
¡Ajá! Sabía que ese chico de cabellos burdeos estaba. Un momento, ¿este sueño estaba ocurriendo antes de lo sucedido en el tren? Porque Kyojuro está vivo. ¿O es un sueño alternativo? Me está dando un quebradero de cabeza increíble.
—Gracias por crear la espada Nichirin, Haganezuka-san. Como siempre, son increíbles.
Él bufó, sintiéndose orgulloso ante mis palabras. Sí, son hermosas. Hashira del Ying-Yang. Quiere decir que domino la luz y la oscuridad, y desconozco si también el resto de respiraciones. Sin embargo, presiento que sin la espada, todavía tengo la fuerza suficiente como para acabar con un monstruo. No dejaré que esta espada salga dañada. La cuidaré muy bien.
Hice una pequeña reverencia a Hotaru, ya que se marchaba para la Aldea de los Herreros. Que pena no haberle visto la cara. Yo estaría maravillada. Bueno, me conformo de escuchar su voz molesta. Yo salí de la habitación dispuesta a ir a una zona de entrenamiento para comprobar el estado de la espada.
Aún estaba pensando en lo que me dijo Kagaya. Un demonio diferente al resto y la espada Nichirin no pudo acabar con él. Solo mi puño. Tal vez la sangre de los Antiguos recorre mis venas. No lo sé. Eso debería investigarlo un poco más. Las palabras de Senku resonaban una y otra vez en mi cabeza. Cuatro Antiguos. Los primeros descendientes de la Madre de Dragones. Y pensar que yo estaba destinada a formar parte de todo esto.
Sin darme cuenta, estaba en una zona de campo creado para el entrenamiento. Este tiene que ser mi sitio idóneo. Hashira del Ying-Yang. Desenvainé la espada. Un gran poder emanaba en ella. Podía sentir que me estuviera hablando. Mis ojos se cerraron para centrarme en ella. El viento soplaba con suavidad jugando con mi coleta de caballo. No escuchaba ningún sonido a mi alrededor.
Un movimiento rápido realicé porque había presenciado un objeto enfrente de mí. Cuando abrí los ojos me di cuenta que había partido en dos una hoja de cerezo. Vaya, y yo pensaba que iba a ser torpe en cuanto al manejo de espadas.
—¿Probando tu nueva espada?
Una voz llamó mi atención y giré la cabeza hacia atrás. ¡Sanemi!
—Es sorprendente el trabajo que realizan los herreros —confesé con una sonrisa de oreja a oreja.
—Lo son. Han nacido para crear grandes espadas para matar a esos hijos de puta —dijo, apoyando la espalda en el tronco de un árbol—. ¿Estás bien?
—Sí, solo estoy un poco confundida después del enfrentamiento de ese demonio.
—Ese pajarraco no paraba de decir que no era un demonio normal y corriente.
—¿Pajarraco? —cuestioné.
Pronunciar esa palabra hizo que cierto ave se posara en mi hombro. Miré de reojo y me fijé que era un búho de plumas marrones y blancas. Sus ojos amarillos se fijaron en mí.
—¡Estás bien, poupou!
—... ¡Poupou! —No me resistí a abrazar a ese animal emplumado porque lo echaba de menos.
—¡Suéltame, poupou! ¡Que me asfixias, poupou! —Y aún mantenía ese comportamiento.
—Habla más que mi cuervo —dijo Sanemi estando a mi lado—. Me daban ganas de quitar todas las plumas posibles para dejarlo calvo.
—Si haces eso, no tendrás la posibilidad de follar con Laura, poupou.
Una vena creció en mi sien y tomé al búho con mis propias manos para agitarlo con violencia. El pobre animal estaba gritando a los cuatro vientos posibles.
—¡Deja de decir tonterías, pajarraco de mierda! ¡Yo no me voy a acostar con Sanemi!
—¡Entonces acuéstate con Kyojuro o con Tengen, poupou!
—¡Tampoco!
Esto era ridículo. ¿Cómo se atrevía este idiota decir esas cosas? Encima, estaba delante Sanemi. El chico no reaccionó en ningún momento, solo se limitaba a ver y a escuchar con esos ojos sin expresión. Qué vergüenza. Entonces, él tomó al pájaro y lo echó a volar lejos de nosotros.
—Es una molestia —dijo sin tapujos.
—Puede que su comportamiento sea un tanto molesto, pero tampoco era necesario que le hicieras eso al pobre animal.
—¿De verdad que no te acostarías conmigo?
Mi cara se puso roja cual tomate. No me imaginé que Sanemi me hiciera esa pregunta. ¡No! ¡No! ¡Otra vez no! Con todo el dolor del mundo le di una bofetada fuerte causando que él volase y rompiese el muro que protegía toda la finca. El peli-blanco empezó a quejarse de dolor.
—¡No vuelvas a preguntar eso, babieca de mierda!
—Extravagante. Sanemi voló —escuché la voz de Tengen quien asomó la cabeza.
—¡Laura-chan es impresionante! ¡Una fuerza así no se ve todos los días! —exclamó Kyojuro.
Maldita sea. Lo que faltaba era que tuviera a tres más detrás de mí. Ya tenía suficiente en el mundo de One Piece. Me fui de ahí con mucha rabia porque no quería verlos. Solo necesitaba estar en un sitio, donde la paz se cierne sobre mí.
Y encontré el sitio idóneo. Una zona del bosque no lejos de la corporación. Enfrente de mí había un riachuelo, perfecto para descansar y meditar sin ningún tipo de problema. Yo cerré nuevamente los ojos queriendo que la naturaleza me diera esa sensación que tanto ansiaba.
No sé por cuánto tiempo estuve así. Debería abrir los ojos para ver si todavía era de día o ya anochecía. Mis párpados se abrieron. Todo estaba oscuro. El viento soplaba con suavidad con la copa de los árboles. Un momento idóneo para aquellas bestias nocturnas. Al levantarme, escuché un aleteo fuerte aproximarse hacia mí.
—¡Emergencia, poupou! ¡Emergencia, poupou! —Era Poupou que estaba ajetreado y se posó en mi hombro—. ¡Muzan está aquí junto con las Lunas Superiores, poupou!
¡¿Cómo?! No tuve tiempo para pensar lo que estaba sucediendo, por lo que corrí con mucha prisa hacia la casa de Kagaya. Esto no pintaba bien. Ese hombre no debería estar aquí. Los Cazadores verán la oportunidad de matarlo. O tal vez ya se hartó de todo esto y quería acabar con la existencia de esta corporación.
Llegué a tiempo junto con el resto de Hashiras. Kagaya estaba en el tatami tranquilamente junto con su esposa. Y enfrente de mí me encontré a ese hombre que inspiraba la muerte. Muzan había traspasado las puertas sin ningún tipo de problema junto con el resto de demonios. Esta sensación era indescriptible. Él caminaba hacia nosotros con la mirada fija en nuestro líder y se detuvo respetando cierta distancia.
—Bienvenido, Muzan —habló con suavidad Kagaya—. No esperaba tu visita. Pensaba que preferías estar escondido por más tiempo. Es un privilegio verte por primera vez en persona.
—Ubuyashiki Kagaya. Tienes un aspecto horrible para ser tan joven —habló. Su voz era dominante y me ponía nerviosa—. Estoy aquí por un motivo.
—¿Exterminar a los Cazadores de Demonios?
—No, es por otro asunto que nos está perjudicando a ambos bandos. Ya sabes a lo que me refiero, mocoso.
¿A ambos? ¿Se referirá a aquel demonio que todos han hablado? ¿A quién me enfrenté en aquel entonces?
—Entonces, hablaremos mejor dentro —dijo Kagaya—. Los Hashira y las Lunas Superiores estarán presentes también.
Muzan estuvo conforme con eso por la seguridad de todos de proteger a sus líderes. Sé que algunos miembros no estaban conforme ante eso. Ya todos dentro, nos quedamos enfrente de los demonios. Ahí estaban. Muzan está enfrente siendo el cabecilla del grupo. Luego le seguían en fila Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, Gyutaro y su hermana Daki.
Y el resto de Hashira detrás de Kagaya junto con su esposa. Una gota resbalaba por mi sien. El ambiente estaba tenso. Yo miraba de reojo a Shinobu que tenía la vista fija en Douma, la Luna Superior Dos. Claro, seguramente estará pensando en todas las posibilidades de matar a ese demonio con la glicina por haber matado a su hermana. La venganza no era buena en todos los sentidos.
—Llevo semanas intentando buscar algún motivo en concreto. Unos cuantos demonios han decidido dejarme. Yo intenté matarlos por su traición —iba informando—, pero mi maldición no funcionaba. Es como si un poder mucho mayor que el mío se apodera de ellos.
—¿Un demonio más poderoso que tú?
—No paraban de decirme que yo no soy nadie. Solo soy un peón para ellos. Gracias a mí, pude crear un ejército que ellos pueden manejar.
—¿Ellos?
—Unos tipos llamados Antiguos —mencionó.
¡Ajá! Así que mis sospechas eran ciertas. Estaba en el mundo correcto. Los cuatro Antiguos, a la raza que tenía que enfrentarme, estaba perjudicando a Muzan. Claro, como él era un demonio, ellos tenían el poder suficiente como para controlar su sangre demoníaca y liberarlos de su posesión convirtiéndolo en unos Antiguos falsos. Es por eso que pude derrotar a uno de ellos con mis puños.
—¿Antiguos? Nunca los he escuchado —dijo Kagaya.
—Oyakata-sama, no debemos fiarnos de estos tipos —habló Sanemi con la mano en su katana—. Déjeme matarlos con saña.
—Ah, un Cazador dispuesto a matarnos —rio Akaza con una sonrisa socarrona y divertida—. Déjeme enfrentarme a él, Muzan-sama. Nunca he peleado con un Hashira del Viento.
Kagaya levantó el brazo en señal de que todos los presentes estuviesen tranquilos y no hicieran ningún tipo de movimiento. En cierta manera, él transmitía paz. Da igual si eres humano o demonio, perjudicaba a todos. Ese es el verdadero poder de Ubuyashiki Kagaya.
—Princess Laura —me nombró a lo que me tensé—, enfrente, por favor.
Yo me levanté, sintiendo mis piernas cual gelatina. Luego me senté al otro lado de Kagaya. Sentía todas las miradas sobre mí.
—Tú te enfrentaste a un demonio singular, ¿verdad? —me preguntó.
—Así es —afirmé—, y fui la única de los Cazadores que pudo matarlo.
Los ojos de Muzan se abrieron de par en par. El resto de demonios también estaba impresionado. Creo que ellos estuvieron siguiendo a escondidas a esas criaturas nuevas y se habrán sorprendido ante la capacidad de no ser ejecutados por unas espadas Nichirin. O habrán escuchado rumores, que también era posible.
—Intenresante, sí —murmuró Kokushibo—. Veo en ti una fuerza abrumadora… pero… hay algo más. ¿Qué será?
—Oh, tiene razón lo que dice Kokushibo-dono —habló Douma. Escuchar su voz me ponía los pelos de punta—. Su olor es muy diferente al resto de humanos. ¿Será porque eres una mujer bastante intrigante?
—Me das asco —vociferó Akaza. Claro, recordemos que el demonio del Soryu odiaba a muerte a Douma.
—Hueles a ellos.
Me puse tensa al escuchar la voz de Muzan. Sus ojos rojos como la sangre me miraban fijamente. Me sentía entre la espada y la pared. ¿Qué debería hacer? ¿Hablar? ¿Ignorar ese comentario? Entonces, recordé las palabras de Kagaya esta mañana. Cualquier cosa que supiera, se lo diría. Todos merecen saber la verdad. Abrí completamente mis ojos decidida en hacerlo.
—Sí, por mis venas corre sangre de los Antiguos; sin embargo, soy la descendiente de uno de ellos. Soy completamente humana.
Todos se callaron ante la noticia. Sé que recibí miradas de sorpresa por parte de los Hashira.
—Con razón la princesa tiene una fuerza abrumadora —dijo Tengen impactado.
—¿Sabías la existencia de esos seres? —me preguntó Giyu.
—No, hasta que mi cuidador me explicó mi razón de vivir —me iba a inventar algo porque ellos no entenderán nada sobre viajes a otros mundos—. No tengo padre ni madre. Nací entre las raíces de un árbol que estaba escondido en una cueva, aún vivo gracias al agujero del techo donde pasaban los rayos del sol.
—¿En serio? —Shinobu estaba asombrada.
—Me explicó que ese árbol era proveniente de una Antigua que solamente quería paz para estas tierras. Yo pensaba que era la única… hasta que me enfrenté a ese demonio. Su energía es distinta. Una voz me decía que soy la única que puede destruirlo…
—Debe haber una explicación. Oh, pobre criatura desalmada. —Unas cuantas lágrimas resbalaban por el rostro de Gyomei.
—La hay —dije—. Mi cuidador me dijo que los Antiguos son inmortales ante cualquier criatura, menos entre ellos. Yo no creía esas historias, pero lo sentí en mi propia mano. No pensé que… fueran ciertas.
—Una mata Antiguos. ¡Muzan-sama! ¡Es lo que necesitaba! —exclamó Gyokko saliendo más de la vasija.
Muzan aún seguía mirándome. Seguramente se estará haciendo todas las preguntas posibles. Yo no podía decir que venía de un mundo distinto porque me tomaran como loca o no serían capaces de entender. Tal vez mi destino estaba previsto en acabar con esos seres, antes de que decidan encontrarme y conquistar los mundos siendo la nueva Madre de Dragones.
—Oyakata-sama, no recuerdo si usted me dijo cuál sería mi destino, el motivo de mi unión en los Cazadores —dije, mirando al líder—. Ahora sé cuál es. Sabiendo que hay una nueva amenaza y ser la única de enfrentarme, mi deber es ir tras los responsables. Aunque… no podré hacerlo sola.
—¿Insinúas que los Cazadores y los demonios unen fuerzas? —me preguntó y yo asentí.
—¡Ja! Yo no pienso unirme con una criatura tan fea como tú —alzó la voz Daki.
—Gracias, ya soy consciente que soy fea.
—Muzan —llamó Kagaya al nombrado—, ¿estás de acuerdo?
—... Me da rabia que estén usando su ejército para algún propósito que desconozco. No voy a perdonarlos, así que los demonios mantendrán una alianza con los cazadores —dijo—. Kokushibo, Douma, Akaza, Gyutaro, Daki —los nombró—. Acompañaréis a la Hashira.
—Sí, señor.
—Kyojuro, Sanemi, Tengen. Iréis con ella también. —Un cuervo hizo acto de aparición posando en el hombro de Kagaya y susurró algo en su oído. Luego emprendió vuelo—. Serás acompañada por más cazadores. Tienen un talento único.
—Un momento, Oyakata-sama —le interrumpió Iguro—. No se referirá a ese grupo, ¿verdad?
Kagaya solamente sonrió. Sí, nos van a acompañar los protagonistas de este mundo. Mi aventura acaba de empezar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top