Capítulo 14. El secuestro
—¡¿Cómo que nos hemos alejado de nuestro objetivo?!
Le grité a Golzy y ella me mostró la brújula indicando que ha dejado de parpadear ese color ámbar. Oh, Dios, no me lo podía creer. Y no podemos girar el vagón hacia otra dirección o pararnos porque este tiene un único trayecto. Mierda, esto no pinta demasiado bien. Tenemos una suerte cojonuda.
El vagón se iba parando poco a poco mostrando que estábamos a punto de llegar a nuestra parada. Yo abracé a Roy preparada para lo que se iba a venir. No estábamos seguros si, cuando abrieran las puertas, nos encontraríamos con los Aliens. El resto del grupo sacaron sus armas. El vagón se paró y las compuertas se abrieron. Unas armas nos estaban apuntando.
Joder.
—¡¿Quiénes sois?! —nos gritó un hombre barbudo y calvo. Este tiene pinta de que es alguien problemático—. ¡Identificaos!
—¿Quieres que lo seduzca? —me habló bajito Golzy.
—¿Roy?
Esa voz me resultaba familiar. Es aquella mujer rubia de aquella sala gigantesca. Minerva creo que se llamaba. El niño la reconoció enseguida, que saltó de alegría para ir a abrazarla.
—¡Minerva!
—Mocoso estúpido. ¿Dónde estabas? —le preguntó, mientras le tiraba suavemente de la mejilla—. ¿No sabes que este sitio está plagado de monstruos?
—Quería buscar a mi mamá —confesó con lágrimas en los ojos—. Yo pensaba que la había encontrado.
Eso confundió mucho a Minerva hasta que me vio. Parpadeó unas cuantas no creyéndose que fuera idéntica a su madre. El resto del grupo también. El hombre barbudo le pidió al resto de sus compañeros que bajaran las armas porque piensan que no somos peligrosos. Uf, por los pelos.
—Es increíble. Es cierto lo que dicen muchos científicos. La posibilidad de encontrar a alguien parecido a ti.
—Sí, es cierto —respondí.
—Gracias por encontrar a Roy. Lo buscábamos como unos locos —dijo Minerva—. Yo soy Minerva. El hombre barbudo es el Mariscal Roland. Estos dos mellizos con rasgos africanos son Amadi, que es el hermano mayor, y su hermana pequeña Femi.
Pues si que son idénticos. La única diferencia es el género y que Amadi tiene el pelo más largo que su hermana. Creo que estos son los únicos supervivientes aparte de nosotros. Están sobreviviendo en este lugar repleto de esos alienígenas. Y pensar que no les importaba el niño, pero veo que es todo lo contrario.
—Yo soy Laura. Y estos son mis amigos: Golzy, el búho Poupou, Katakuri, Cracker, King, Lucci, Marzo e Izou.
—Vaya, que tipos más cools tenemos aquí —exclamó Femi acercándose a los chicos. Se retiró un poco la manga de su camisa y mostró su tríceps—. Yo también soy fuerte.
—Femi, deja de mostrar que eres mejor que cualquier otro hombre —le riñó su hermano.
—¡Oh, venga ya! ¡¿No ves a estos tíos más musculosos que yo?! Y mira que tienen pinta de ser unos viejunos… pero buenorros. ¿Os va el Sugar Daddy?
—¡Femi! ¡Está Roy delante!
—Agh, estos mocosos y sus neurones —se frustró el Mariscal—. Nunca os hemos visto. Y por las pintas que tenéis, dudo mucho que seáis de esta nave.
—¿Cuáles pintas? —cuestionó Cracker un tanto mosqueado.
—Tu amigo el gay.
Oh, ya empezamos. Izou no le dio mucha importancia porque sabe que ellos desconocen su cultura. Mejor así. No queremos buscar ningún tipo de pelea con esta gente.
El Mariscal Roland nos aconsejó acompañarlos porque tienen una base, donde hay suficiente abastecimientos para todos. Si, durante este viaje no he comido nada y me estoy muriendo de hambre. Y no creo que sea la única. Él nos iba explicando durante el camino lo sucedido en esta nave. Los mariscales tomaron la decisión de ir a un planeta un tanto desconocido porque recibieron una señal de auxilio y fue el único que se negó rotundamente. Claro, la mayoría ganó.
Pudieron encontrar mucho material para transportar hacia el planeta Tierra. Y entre ellos estaba una piedra extraña con forma de huevo. A Roland le pareció extraño y a los mariscales les importaba poco. Lo llevaron al laboratorio para investigarlo con más detenimiento porque creen que es una vida alienígena. Sin embargo, la seguridad del laboratorio fue pésima y un niño pequeño se coló porque sentía curiosidad por aquel objeto extraño.
Fue demasiado tarde. Aquella criatura atrapó la cara del muchacho. Todos ellos pensaban que todo había acabado. Solo fue un ataque de aquella bestia al niño. No llegaron a imaginar que horas después ese niño acabase muriendo.
—Lo peor de todo era mi hijo.
—... Lo siento mucho. —Joder, es una noticia bastante dura.
—Yo siempre me he negado por el bienestar de la gente. Esos hijos de puta solo piensan en el dinero… Y mira las consecuencias. Es difícil confiar en la gente sabiendo que nos quedamos sin recursos y te matan solo para conseguir comida. Los sintéticos de Seegson son una porquería. Desde que Weyland Yutani los compró, no hacen nada. Solo matan para conservar a ese monstruo y que esta nave espacial vaya directamente a la Tierra.
Esta historia ya me lo sé perfectamente. Esa maldita compañía siempre está por todos lados. Solo quiere conseguir al xenomorfo pensando que lo pueden dominar, pero esa bestia es más inteligente que el resto de los seres humanos que estamos aquí. Me pregunto si el Alien que nació dentro de su hijo sea una reina o simplemente una criatura normal y corriente.
No tardamos mucho en llegar a la base. Roland marcó un código para abrir la puerta y entramos. El sitio es acogedor. Es una sala grande con un montón de recursos suficientes para sobrevivir. Sin embargo, nosotros tenemos un objetivo claro y es encontrar el trozo de la Estrella Cobalto. Mis ojos pardos se fijan en la brújula que porta Poupou. No hay ninguna señal. Solo está en ese tono color azulado. Nos va costar muchísimo encontrar esa piedra.
—Aquí lo tenéis todo. Si tenéis ganas de coger un arma, solo pedidla. Yo las custodio para que estos mocosos no hagan ninguna estupidez.
—¡Vamos, mariscal! Usted sabe bien que cuidamos perfectamente esas armas chulonas que tiene ahí detrás —alzó la voz Femi.
—Tú eres una chica caótica para empezar —recalcó Minerva dejando a Roy en el suelo.
El pequeño corrió hacia donde estaba yo para abrazar mi pierna. Todavía tiene la idea de que soy su madre porque me parezco mucho a ella. No tuve más remedio que cogerlo en brazos para que se sintiera seguro. No sé si este lugar es idóneo, pero veo que no han tenido ningún percance con los xenomorfos. Y quiero que continúe así.
—Agradecemos que nos haya permitido hospedarnos aquí, pero no podemos quedarnos por mucho tiempo —habló Katakuri—. Tenemos una misión que cumplir. Estamos buscando un objeto especial.
—¿Un arma chulona?
—¡Femi!
—Es más que eso, chica problemática —murmuró Golzy y chasqueó los dedos.
No sé qué hizo, pero más de uno se mareó completamente.
—¿Qué hiciste? —pregunté.
—Ahorrarnos el tema de explicar.
—¡Wuakala! ¡Sabía que existían otros universos! —exclamó Femi—. ¡Te lo dije, hermanito!
—Es… imposible. ¿Cómo lo has…? ¡Eres una bruja!
—Vaya, has tardado mucho, tigre —dijo con un toque de coqueta Golzy, causando que el joven se sonrojara de golpe. Típico de la gótica.
—Estrella Cobalto —susurró Minerva—. Que piedra más rara…
—No es buena idea —habló Roland—. Ya habéis visto más de un cadáver. Me niego a que salgáis por ahí.
—Entendemos su preocupación, mariscal. Nosotros no somos unos humanos normales y corrientes-yoi. Ya se lo demostró Golzy —explicó Marco—. Es un objeto muy importante y no podemos perder el tiempo.
—Aún así el peligro está al acecho.
—Por favor, el más peligroso que puede haber en este planeta es el plumífero. —Cracker señaló a King. Creo que hizo referencia a la capacidad de crear fuego.
—¿Plumífero? ¿Tiene alas? —cuestionó Femi, pero Amadi golpeó suavemente la cabeza de ella por ser tan cotilla.
Si es cierto que tenemos esa misión, pero salir fuera no es buena idea. Esas criaturas nos encontrarán y nos matarán o nos raptarán para llevarnos hasta su nido. Ante la teoría que he visto en muchas películas y en videojuegos, la probabilidad de que exista un nido es del 99,9%. Y seguramente estarán en una zona húmeda.
—Si queréis ir a la aventura, os recomiendo que comáis y descanséis para recuperar fuerzas —nos aconsejó Roland.
Sí, creo que tenemos que hacer eso. Yo pregunté si había una habitación disponible a lo que Minerva me indicó una hacia al fondo. No quisiera compartir con nadie, salvo con Roy. El niño no se ha despegado de mí en ningún momento. Cuando entré, me encontré un saco de dormir bastante grande. Bueno, es normal que no hubiese una habitación con una cama grande.
Dejé primero a Roy para luego acostarme. Pensándolo bien, no tengo mucha hambre. Son los nervios de estar en este lugar porque uno no puede cerrar los ojos. Uno tiene que estar alerta ante cualquier cambio que puede haber o algún ruido. Roy se apegó a mi pecho, mientras yo le acariciaba con dulzura el cabello. A mí me gustaría tener un hijo.
—No me abandonarás, ¿verdad?
—No. Yo te protegeré de cualquier cosa.
—¿Y me ayudarás a buscar a mi mami?
Roy tiene esperanzas de encontrar a su madre. Lo veo en sus ojos.
—Encontraremos a tu madre. Te lo prometo.
Él me dedicó una pequeña sonrisa a lo cual volvió a esconder su cabeza en mi pecho. Creo que al poco rato se quedó dormido porque escuché unos leves suspiros. Realmente me siento muy mal por él porque es solo un niño huérfano. Tal vez a la madre la capturaron. Esa es mi idea.
De repente, escuché la compuerta abrirse y vi quien entraba. Cracker portaba consigo una bolsa de galletas, su comida favorita. Él se sentó a mi lado para estar más cerca de mí hasta me ofreció la comida a lo cual negué.
—Se te nota en la cara que estás preocupada —susurró por lo bajo.
—¿No te das cuenta en el mundo en que estamos? Es difícil que uno pegue ojo ante la presencia de esas criaturas.
—Princess, he visto de lo que eres capaz. Tal vez esas nos superen en número, pero tú puedes acabar con esto.
—¿Tantas esperanzas tienes de mí? —pregunté.
—Y de casarme contigo —dijo. Luego él se acostó para cubrir mis caderas con su brazo—. Nunca te he visto comportarte como una madre. Y ahora que te veo con ese mocoso, me entran más ganas de crear una familia contigo.
—... No soy de tu mundo. Lo sabes bien —aclaré.
—Eso no es un impedimento. Yo haría cualquier cosa para estar contigo.
Este hombre es terco y adorable al mismo tiempo. Decidí volver a la posición de antes, en la postura de la cuchara con Cracker detrás. Está claro que no se irá. Lentamente el sueño me iba dominando y me quedé dormida, esperando a no tener ninguna pesadilla.
«Princess».
Mis párpados se abrieron de golpe. No reconocí esa voz. No es ninguno de los Antiguos. Es como una voz siseante. Vale, tranquilízate, Laura. No ha pasado nada. Pero me alarmé demasiado porque no estaba Roy. Me giré para ver a Cracker quién seguía durmiendo y lo zarandeo.
—Cracker. ¡Cracker!
—¿Qué pasa? —preguntó, adormilado.
—¿Has visto a Roy?
—No, pero seguramente estará con esas personas —musitó, volviendo a dormirse y abrazarme.
No, mi instinto me indicaba todo lo contrario. Quité su brazo para ponerme de pie a lo cual escuché un quejido por su parte. Salí de la habitación con cierto desespero. Ese niño no debería irse por su cuenta y más aún cuando hay peligro. Ya escuché a Minerva que lo ha intentado.
—Princess, él estará…
A Cracker no le dio tiempo de terminar la frase porque escuché el grito de Roy. Todos se alarmaron de ello. Fui la primera en correr hasta él. Escuchaba palabras como: «¡aléjate!». Roy no estaba solo. Alguien más estaba con él. Por la Virgen del Pino, dime qué no es un xenoformo. Esa criatura no debe llevarse al chico. Debo impedirlo a toda costa.
Oía la voz de Roy. Estaba huyendo todo lo que pudiese. Me guiaba por los ecos que emitía este lugar. No sé cómo saqué las fuerzas para correr tanto. Tal vez porque estamos de un niño de cuatro años que se ha metido en un buen lío. Cuando giré a la izquierda vi a aquel monstruo intentando llegar a Roy, pero él se metió entre unas rejas que lo protegían, pero no por mucho tiempo. Me quedé petrificada. Otra vez este miedo.
—¡Eh! ¡Bestia! ¡Chúpate esta! —exclamó Amadi portando un arma poderosa que dispara balas de ráfaga.
El xenoformo empezaba a sangrar y a gritar de dolor alejándose de su objetivo. Cada uno de los participantes iba atacando. Esas armas son un tanto peligrosas. Sin embargo, unos ruidos provenientes de detrás de nosotros, me alarmaron demasiado. Los xenoformos salieron de los conductos de ventilación aprovechando que nos habían encontrado. Golzy creó un escudo protector porque vio que unos cuantos se abalanzaron hacia nosotros. King también los retenía con su espada imbuida de fuego.
Yo aproveché la ocasión para correr hasta Roy y cogerlo en brazos. Tenemos que volver a la base cuanto antes. Y parece que Roland me leyó el pensamiento En ningún momento han dejado de disparar dándome el paso en esquivar a la criatura. Son demasiados y dudo mucho que podamos con todos. Y las armas de Katakuri y Cracker no sirven para nada.
Yo no miraba hacia atrás. Mi prioridad es Roy. Este niño no tiene que ser capturado por los xenomorfos. Cuando llegamos a la base, las puertas no se abrían. Espera, ¿no me digas que esas cosas destrozaron el panel de energía de aquí? ¡Lo sabía! Esto es una especie de trampa.
—¡Golzy! ¡Abre la puerta!
—¡No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo, cerdita!
¡Mierda! Esto se está complicando demasiado. Minerva se quedó sin balas y una de las criaturas clavó con su cola el vientre de esta. En vez de caer, ella le cogió la cabeza y usó todas sus fuerzas para arrancarla. ¡Ños! Esa fuerza no la tiene un ser humano (salvo yo). Un grito desgarrador escuché y proviene de Amadi. La sangre corrosiva de uno de los xenomorfos llegó a su brazo izquierdo y se lo estaba comiendo. Su hermana lo defendía como podía.
¡Yo era la única que podía hacer algo! Dejé a Roy en el suelo y le pedí que se encondiera en algún sitio hasta que esto se solucione. Él me hizo caso. Me quedé enfrente de las puertas y coloqué las manos en la reja e hice fuerza. No me estaba costando demasiado, pero tenía que darme prisa para que nadie muriese. Vamos, vamos.
¡Puertas abiertas!
—¡Chicos, entrad!
Y pasó una cosa que no tiene explicación. Los aliens se retiraron y se escondieron. A más de uno lo confundió. ¿Otra trampa? Me separé de las puertas para mirar al techo intentando averiguar algún ruido. No oía nada. Mi Vision no detectaba nada.
—¡Eres una androide todo este tiempo!
La voz de Roland causó que mirara a Minerva. Sangre blanca. Con razón pudo arrancar la cabeza al alien.
—Por favor, mariscal. No es lo que piensa.
—¡Nos has estado engañando todo este tiempo! ¡Y seguramente trabajas para Weyland Yutani!
—¡Yo no tenía planes de tener a esa criatura! ¡Estoy en negación absoluta de que un niño, su hijo, haya muerto por la estupidez humana! ¡Yo intenté contactar con Apollo para expulsar a esa bestia, pero me ha denegado el acceso!
—Princess, ¿dónde está el niño? —me preguntó Lucci no dando mucha importancia a la conversación.
Oh, Roy. Le pedí que se escondiera. Cuando el moreno hizo la pregunta escuché la rejilla de la ventilación abrirse. El pequeño estaba saliendo de su escondite. Menos mal. Está a salvo. Iba a cogerlo en brazos, pero unas manos oscuras provenientes del alien agarrando los hombros del niño.
—¡Laura!
—¡Roy!
Mis pies se movieron con rapidez hasta el conducto de ventilación, pero la criatura se lo llevó, mientras el niño gritaba a pleno pulmón. Hasta me atreví a meterme ahí. Fue demasiado tarde. Se lo ha llevado.
—¡No! ¡Roy! ¡Roy! —grité. Supliqué.
—¡Princess, sal! —Marco me cogió de las piernas para sacarme del sitio.
—¡Le prometí que lo iba a proteger! ¡Le prometí que iba a ayudarlo a buscar a su madre! —Usaba mis fuerzas para zafarme del agarre—. ¡Se lo prometí! ¡Se lo prometí! —empecé a llorar de desesperación porque fallé.
Solo se escuchan mis llantos pidiendo a esa criatura que lo devolviese de vuelta. Ahí me di cuenta que no lo protegí. Fallé. ¿Por qué no los ataqué? ¿Por qué dejé que mi miedo me doblegue? Ninguno dijo nada. Solo se quedaron callados, mientras Marco intentaba calmarme todo lo posible.
Supuestamente yo me consideraba como la descendiente de la Madre de Dragones y no hice nada. Me siento responsable por todo. Tal vez debería rendirme. Es lo que quieren los Antiguos. Mi cuerpo empezaba a experimentar la emoción de la negación. Esto me es familiar. Eso pasó en el mundo de Kimetsu no Yaiba. No es orgullo. No es amor. Es la rendición.
—Mariscal… debemos ayudar a Roy —susurró Femi.
—Negativo. Con tantas bajas no podemos.
—¿Va a permitir que un niño muera? —preguntó Katakuri—. ¿No ha pensado que ese niño va a tener el mismo destino que su hijo?
No. Tiene razón lo que dice Katakuri. No dejaré que estos sentimientos me dominen. Debo espabilarme. Salvar a Roy. Me separé lentamente de Marco no comprendiendo mi comportamiento y fui adentro a la base. Todos pensarán que el miedo me invadió, pero no. Yo no dejaré que esta batalla la ganen los xenomorfos. Rescataré a ese niño cueste lo que cueste.
Sin permiso del mariscal abrí la puerta donde está todo el arsenal de armas. Necesitaré cualquier tipo de recursos. Granadas, dos fusiles de pulsos, dos escopetas, un lanzallamas junto con dos botes de combustible y un smartgun. Creo que no me hace falta nada. Estas armas son útiles para matar a esos insectos. Antes de salir, me recogí el cabello con una coleta de caballo y me quité el pulóver para amarrarlo a mi cintura. Esta vez iba a ir en serio.
Cuando salí de la base todos se sorprendieron con la cantidad de armas que portaba.
—¡No me has pedido permiso para…!
—¡Mariscal! ¡No tengo tiempo para discutir con usted! —le grité—. ¡La vida de ese niño está en juego! ¡Si quiere, quédese aquí con sus compañeros, mientras tenga ese remordimiento! ¡Yo iré a rescatarlo!
No lo iba a escuchar más. Golzy y el resto me siguieron. Mi determinación creció, sabiendo que hay una vida que hay que salvar.
—¿Puedes encontrarlo?
—Si recreo la imagen del chico en mi mente, no habrá problema —me dijo Golzy—. Mis instintos de bruja me indican que está… muy abajo.
Entonces habrá que tomar el ascensor. Ella nos indicó que hay cerca uno y este es capaz de ir a las plantas inferiores de la nave. El ascensor no tardó mucho y todos entramos. El silencio reinó un poco. Tal vez sea por la tensión. Cuando se me pasó el cabreo conmigo misma, me di cuenta de una cosa.
—... Sed sinceros conmigo. ¿Me he pasado con las armas?
—No. Para nada —contestaron con sarcasmo.
—Pero te ves molona —confesó Golzy.
—Cuando te pones de esa manera, das miedo, poupou.
—Creo que me pasé trayendo el smartgun —confesé. Entonces tomé la decisión de entregar el arma a Izou que este quedó impresionado—. Sé que tienes buena puntería, pero esta arma es muy potente y tiene un visor que te permite ver a los enemigos y disparar automáticamente.
—Es curiosa. —Él la tomó. No tuvo problema en agarrarlo.
—¿Suele tener… estos comportamientos? —cuestionó King.
—Cuando son cosas que le importan —respondió Lucci.
—¿Tienes idea a dónde se lo llevaron?
—Creo que sí, Cracker. Si no lo han matado en ese mismo instante, lo habrán llevado al nido. Son como las hormigas o las abejas, que tienen una especie de colmena.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Sí, mis sospechas fueron ciertas. Una gota de sudor iba resbalando por mi sien. Este sitio es demasiado lúgubre. Las paredes estaban cubiertas por aquella sustancia negra y se podía escuchar al fondo el ruido de los aliens o la gente agonizando de dolor.
—Perfectamente podría decorar muy bien en mi casa —bromeó Golzy.
—Escuchad. Este sitio estará repleto de ellos. Abrid bien los ojos en las paredes porque se camuflan en las paredes. Y si veis saliva caer en los conductos de ventilación del techo, id a los lados. Y una cosa: estará plagado de huevos. No os acerquéis porque se abrirán y saldrá un bicho con forma de araña para atrapar vuestras caras e inyectar un embrión.
—O incendiarlos si los vemos —propuso King.
Lo que sea. Tenemos que estar atentos. Golzy iba a ser nuestra guía en este lugar porque tendrá que ser un laberinto. Los pasillos están llenos de cadáveres con los pechos destrozados. O había algún que otro que está delirando o sufriendo de dolor. Eso significa que en cualquier momento va a engendrar a una pequeña criatura. No debemos hacer ningún ruido para no llamar la atención.
Pisar el suelo es asqueroso. Me daba cierto repelús. Yo portaba en mis manos el lanzallamas porque es un arma bastante útil. Y también apuntar a los lados para iluminar la zona. Hay que salir de aquí cuanto antes. Roy estará en lo más profundo del nido. Los aliens no son estúpidos.
Cuando apunté hacia la izquierda, mi cuerpo respondió con un escalofrío en el cuerpo. Ahora entiendo porque Roy me confundió con su madre. Es clavada a mí, salvo que no portaba gafas y es un poco más flaca que yo. Al igual que todos, tiene el pecho reventado. Fue una víctima más de los aliens. ¿Cómo se lo contaré a Roy?
—¡Lo encontré!
Palabra mágica que quería escuchar. Fui a donde estaba el resto del grupo. Roy está atrapado en esa sustancia pringosa, que es como una prisión.
—¡Roy! ¡Ya estoy aquí! —alcé la voz. Mis manos tocaron su rostro—. ¿Roy? —No obtuve respuesta ninguna porque sus ojitos están cerrados. Está como dormido.
—¿Le habrán metido algún tipo de somnífero? —me preguntó Marco echando un vistazo al niño.
No sabía qué responder. No sé qué le pasaba. De repente, por el rabillo del ojo vi un huevo abierto y un abrazacaras muerto. Todo mi cuerpo empezó a temblar. No. Dime que no. Solo han pasado unos minutos…
—Golzy… ¿Puedes mirar su pecho?
La gótica me hizo caso y usó su magia dándole la habilidad de ver a través de la piel con rayos X.
—Oh…
—Está infectado, ¿verdad? —Ella asintió levemente.
—Joder —musitó Cracker.
Otra vez ese sentimiento de culpabilidad. No podía mirarlo. Le di la espalda. No tenía muchas fuerzas como para enfrentar esta responsabilidad. Apreté con fuerza mis puños con cierta impotencia.
—Por favor… que alguien acabe con su sufrimiento. Yo… No puedo permitir que ese niño sufra de dolor cuando esa cosa reviente su pecho.
—Espera, Princess…
—¡Shigan!
Lucci no lo pensó dos veces. Hizo su ataque mortal golpeando con fuerza el corazón de Roy. Lo mató en cuestión de segundos y la criatura sin un huésped vivo, no es nada.
—Seguramente había otra solución-yoi —lo riñó Marco.
—¿No has escuchado su petición, Phoenix? Ella tiene mucho conocimiento de esa criatura. Ella sabe perfectamente que no hay otra forma para salvarlo —recalcó Lucci.
—Ahí le doy la razón al miembro del CP0 —lo apoyó King.
No. No la hay. El pequeño alien esparció sus raíces en el diafragma de su huésped y si uno, a la hora de cortar, la sangre corrosiva hará el resto. Es la única solución. Quisiera poder retrasar el tiempo y ayudarlo. Ya no se puede hacer nada.
—Princess.
Esa voz serpeante ya la escuché antes. Mis ojos, que permanecieron cerrados, avistaron una especie de huevo salir de una vulva. Iba alzando la mirada viendo una especie de criatura gigantesca. Eso solamente significaba una cosa:
La Reina de los Xenoformos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top