Capítulo 13. El mundo de Ridley Scott
Que frío. Todo estaba oscuro. No estaba segura a dónde habíamos parado, pero probablemente sea un lugar extraño. Lo primero de todo comprobé que no portaba orejas y cola de cerda. Un suspiro solté porque me alivié demasiado. Dios, no sabéis lo doloroso que es saber que eres un animal de por vida y más aún cuando estás en celo.
De repente, la puerta se abrió automáticamente, donde la luz me cegó por unos segundos. Tiempo después recuperé mi vista y caminé poco a poco hacia la salida. Mis ojos se agrandaron porque me sorprendí viendo los grandes ventanales. El cielo oscuro y con estrellas y al lado un planeta enorme. Eso solamente significaba que estábamos en el espacio. En una nave grande, quizás.
Me quedé maravillada. Siempre he soñado cómo sería ver el cielo de esta manera. Un estado de hipnosis difícil de describir. Pero mi mundo mágico se esfumó al escuchar quejidos detrás de mí. Se me había olvidado que el resto del grupo estaba todavía en esa habitación extraña y sin luz. Vaya, nunca me imaginé que tuvieran una estatura casi normal, y me refería a Cracker, a Katakuri y a King.
—... Me siento raro —añadió Katakuri.
—¿Dónde cojones están mis alas? —reclamó King. Es cierto. Han desaparecido.
—Ya os dije que dependiendo del mundo donde estemos, puede perjudicar a nosotros. Ya sea para bien o para mal —explicó Golzy.
—¡El espacio, poupou! —exclamó el libro-búho.
—¿Qué cojones es eso? —preguntó King.
—Más allá del cielo azul hay más cosas, poupou. Estrellas, asteroides, otros planetas… Es como el océano, pero en el cielo, poupou.
—Y el lugar en que estamos es una nave, similar a la de un barco —especificó Golzy.
Obviamente al ser piratas o marine (en el caso de Lucci) no saben la existencia de este mundo tan distinto al planeta Tierra. Me quedaría toda la vida mirando ese planeta naranja y amarillo. Sin embargo, otra vez la magia se rompió porque empezó a sonar una alarma y unos compartimentos empezaron a cerrar las ventanas.Una voz se escuchó.
—Cerrando compartimentos por orden de Saturno. Atención: cerrando compartimentos por orden de Saturno. Si necesitan ayuda, los androides Seegson los pueden ayudar.
—¿Qué está pasando? —cuestionó Izou—. ¿Androides? ¿Está el Dr. Vegapunk aquí?
—Uhm, dudo mucho porque este lugar no tiene pinta que sea nuestro mundo —dijo Marco.
—Diste en el clavo, fénix. —Golzy caminó un poco más para mirar la gran sala, donde nos encontrábamos—. Si os soy sincera, no sé qué mundo es este. Pero está claro que domina una inteligencia artificial en esta nave.
Seegson. Me suena de algo. Tengo la certeza de que en este mundo nos vamos a encontrar ciertas sorpresas. A mi izquierda vi una puerta grande. Nos llevará a otra zona probablemente. Yo bajé por las escaleras seguida por el resto del grupo. No tardé mucho en llegar y me di cuenta que no respondía a mis movimientos. La luz roja indicaba que estaba cerrada y no se abría de ninguna manera. ¿Estará bloqueada?
—Golzy, ¿puedes abrirla con tu magia?
La gótica solo chasqueó los dedos para que la gran puerta se abriera. No, en serio, la forma en que se abrió me resultaba familiar. No sé dónde lo habré visto. ¿En una película quizás? Cuando pisé la entrada la luces se encendieron para mostrar una gran sala y enfrente de nosotros una gran maqueta de una nave y unas escaleras de quince escalones para entrar a otra habitación.
La maqueta es la representación de la nave donde estábamos ahora. Tiene que ser gigantesca. Oh, no. Eso significaba que nos costaría un montón encontrar el siguiente trozo de la estrella porque la brújula, que tiene Poupou, no ha parpaeado en ningún momento. Una gota de sudor iba resbalando por mi sien temiendo que esta misión sería dificultosa. Me acerqué a un panel con la información acerca de la maqueta. Su nombre es Estela, una estación capaz de cargar a millones de personas y exportar diferentes materiales de distintos planetas para llevarlos a la Tierra.
—Chicos, esto se va a complicar —murmuré—. Esto es una nave grande. Más grande que el propio barco de Big Mom o de Shirohige.
—Ahí le doy la razón a Princess —dijo Katakuri.
—Oye, bruja, ¿no tienes un hechizo para encontrar con más facilidad esa piedra?
—¿Crees que no lo he intentado más veces, Lunaria? Los Cuatro Antiguos son más poderosos que yo. Lo único que nos salva es la brújula.
—Habrá que usar la imaginación. Si yo fuera la estrella, ¿dónde me escondería? —preguntó Izou.
—Y si yo fuera mi hermano mayor, dejaría a mi hermano pequeño follar con Princess —alzó la voz Cracker. Oh, no, ya empieza.
—Cracker, quien me lo pidió fue Poupou.
—¡Ah! Encima el pajarraco.
—¡Que soy un libro, poupou!
—¡¿Queréis dejar vuestra polla a un lado y centraros?! —grité cual leona.
De repente, un ruido estruendoso nos alarmó a todos y provenía de la derecha. Otra puerta. Yo tragué saliva y me atreví a acercarme sin hacer el más ruido posible. La puerta al ser automática se abrió creando un poco de ruido. Justo enfrente de mí había una barra cubierta a lo cual me escondí. El resto hizo lo mismo. Asomé un poco la cabeza dándome cuenta que es otra sala grande. Yo diría como una especie de salón con dos escaleras a los lados.
Una chica rubia ondulada de ojos azules estaba delante de una puerta y tocando unos cuantos botones y usando una especie de aparato. Chispas se crearon causando que se alejara un poco.
—¡Mierda! —exclamó. La joven tomó un walkie talkie para hablar—. Aquí, Minerva. Esta mierda de aparato no sirve. Estoy intentando abrir el ascensor y no me hace puto caso. ¡Me da igual! Quiero que vengais acá cuanto antes. No quisiera encontrarme con ese monstruo.
Palabra clave: monstruo. Desde hace un buen rato me di cuenta que el lugar está abandonado, como si esto fuera una nave fantasma. Y es la primera persona con quien nos encontramos. La chica todavía estaba discutiendo y decidió alejarse del ascensor para buscar a los otros subiendo por las escaleras de la derecha. Mi oportunidad de acercarme.
En ningún momento aparté la vista de aquellos escalones por si volvía a aparecer. El panel de control estaba estropeado. Está claro que ha intentado un par de veces abrir las puertas del ascensor y dudo mucho que se pueda arreglar.
—¿Por qué tenemos este tipo de comportamiento? —cuestionó Lucci en voz baja.
—No sabemos si son enemigos, Lucci —aclaré—. Se la veía nerviosa. Este lugar… le falta vida. Algo pasó y no lo sabemos con certeza; así que mantened los ojos bien abiertos ante cualquier anomalía. Golzy, ¿puedes…?
No me dio tiempo de terminar la frase porque la puerta se abrió. Joder, esto se le llama ventaja.
—De nada, cerdita —rio por lo bajo.
Luego entramos y las puertas se cerraron. Teclas con diferentes departamentos. No sé a cual ir. Es una duda bastante importante. Tal vez al departamento de medicina. A lo mejor encontraremos a alguien que nos dé respuesta a lo que está sucediendo. Menos mal que no había música de por medio porque sería bastante incómodo. ¿Cuánto hemos tardado? ¿Dos minutos? Esta espera se me está haciendo larga.
¡Aleluya! Las puertas se abrieron. El olor a medicina inundó mi olfato. Silencio es lo que percibí. No escuchaba absolutamente nada. Esto es extraño. No hay un alma en este sitio. Ni una persona presente en la sala de espera. Yo subí unos pequeños escalones buscando con la mirada a alguien. Esto me estaba resultando extraño.
—¿En qué puedo ayudarla?
Y casi me da un ataque al corazón al escuchar una voz casi robótica. A mi izquierda había una pequeña sala a la que no se puede acceder, como si fuera un mostrador y dentro se encontraba una especie de robot. Un sintético quizás porque no tenía cara de humanoide. No, en serio. Esto me estaba resultando familiar.
—Oye, guapo, ¿hay alguien vivo en este lugar? —preguntó Golzy de forma coqueta.
—Los informes de Saturno indican que hay presencia humana en las instalaciones.
—¿Por dónde están?
—Usted no está autorizado. Necesita la autorización de un superior para conseguir esa información —recalcó.
Eso extrañó a más de uno.
—Golzy, no intentes ligar con él. Es un simple robot. No tiene emociones —le dije.
—Qué pena. Le iba a hechizar para que nos diera la información —comentó, muy decepcionada.
—¿Al menos puedes decirnos si hay algún médico en este lugar? —cuestionó Marco—. Yo soy médico y seguramente habrán heridos.
—Saturno no autoriza a desconocidos a entrar en el departamento. No pertenecéis a la empresa Seegson Communications.
—Se acabó. Me hartó.
Golzy susurró unas palabras un tanto desconocidas para mí y enseguida aquel sintético empezó a arder en llamas. Aquella cara de plástico se iba derritiendo y causaba pequeños circuitos en el sistema de aquel robot. En cuestión de segundos cayó al suelo, mientras moría lentamente. Sí, yo tenía las mismas ganas que Golzy. Romper la cara a ese estúpido sintético que no ayudaba en nada.
Hattori pudo colarse sin problema en la pequeña ventanilla y apretar uno de los botones para abrir la puerta. No le costó mucho porque el botón tenía escrita la palabra “puerta”. Dios, con solo ver el pasillo con unas cuantas sillas de ruedas y camillas daba mal rollo. Las luces no paraban de parpadear, como si hubiera habido una pelea en este lugar. Yo caminaba con pasos seguros en el pasillo viendo que pasábamos de una sala a otra. No percibía a nadie. Todo estaba en absoluto silencio.
Y cuando giramos a la izquierda… ¡Por la Virgen del Pino! Un cadáver sentado en la silla de ruedas. Su mandíbula estaba destrozada. Casi me dieron ganas de vomitar por el horrendo olor que desprendía. Marco tuvo que acercarse para inspeccionarlo más de cerca. Creo que él nunca ha visto tal brutalidad.
—Hay que tener mucha fuerza para romper la mandíbula con mucha facilidad —comentó. El idiota se atrevió a tocarlo—. Está hecho añicos.
—No tuvo una muerte digna —dijo Izou.
—O-Oye, este sitio me da mala espina, poupou. ¿Por qué no volvemos, poupou?
—Eres un quejica, Poupou. —Golzy tuvo la valentía de acercarse también—. Sí, definitivamente quien hizo esto, tenía mucha mala leche. Fíjate. Un ser humano no haría esto. Y si fuera así, tendría que estar bien hormonado.
—Hay una especie de saliva. Es pringosa.
—¡Ni se te ocurra tocarla! —lo reclamé.
—Aquella mujer mencionó que hay una especie de monstruo en este lugar —habló Lucci—. Es posible que sea cierto.
—Hay una nota. —Golzy encontró una hoja de papel arrugado en el puño del cadáver. La gótica empezó a leer. El ceño se frunció porque se quedó extrañada o algo llamó su atención—. Dice que trajeron a un niño con una extraña criatura en la cara. No pudieron extraerlo porque su sangre es corrosiva. El niño estuvo mucho tiempo con ella hasta que esa especie lo liberó. El pequeño mostraba signos de que no había pasado nada. Todo estaba bien… ¡Por los cuernos de Satanás!
Cuando exclama de esa manera, eso es que vio algo interesante.
—Unas horas después, el niño empezó a convulsionar y de su pecho resurgió una especie de serpiente, rompiendo la caja torácica del chico. No pudieron capturarlo. El niño no sobrevivió.
Esos detalles me resultan tan familiares. Una criatura capaz de romper la caja torácica de una persona para renacer. Una forma en desarrollo para convertirse en…
—Oh, no —susurré.
—¿Ocurre algo, Princess? —me preguntó Katakuri.
—Ya sé en qué mundo estamos. A dónde vengo tenemos una especie de televisión donde se proyectan películas o series ficticias. Para mí, todos ustedes sois ficticios. No sois reales en mi mundo —aclaré, mirando a los hombres.
—Es decir, que eres capaz de saber donde estamos actualmente.
—Así es, King. Yo nunca me imaginé que estuviésemos aquí. Espacio, nave, Seegson, sintéticos, humanos sobreviviendo, una nota que indica que hay una criatura… Está claro que estamos en el mundo del creador de esta ciencia ficción. Ridley Scott, un director de cine, dio vida a esta criatura —iba hablando, mientras me acercaba al cadáver con valentía para verlo más de cerca y comprobar mis sospechas—. El Alien, o también conocido como xenomorfo. Una máquina de matar perfecta. No siente emoción alguna. Solo existe para matar y crear más criaturas.
—... ¡Yo quiero verlo!
—¡¿Te volviste loca, poupou?!
—Yo también quiero verlo, pero mi instinto me dice que no debemos toparnos con esa cosa —le advertí—. Sé de lo que es capaz. Ahora mismo… puede que nos esté escuchando —murmuré por lo bajo mirando el techo, a la zona de ventilación.
—... Princess, somos piratas y un asesino del Gobierno Mundial —recalcó Cracker—. Además, estás tú con tu fuerza monstruosa y a la bruja con sus hechizos raros. No creo que vayamos a tener problemas con esa criatura.
—Está temblando, poupou.
Sí, no paraba de temblar. No es la emoción. Es el miedo. Mira que no soy fácil de asustarme, pero estamos hablando de un monstruo que puede matarte cuando quiera. Gotas de sudor resbalan por mi sien. No estoy segura si solamente hay uno o hay varios, o hay una Reina de por medio. Mierda, si es así, entonces tenemos un montón de problemas.
Una mano sentí en mi hombro. A Katakuri no le gustaba verme así. Y a mí tampoco, pero estamos hablando de algo insólito. Nuestra misión principal es buscar la estrella e irnos de aquí cuanto antes.
—¿Sabes la debilidad de la criatura?
Cierto, no había caído ante eso.
—Su mayor debilidad es el fuego —respondí a la pregunta de Katakuri.
—¡Perfecto! Tenemos a dos pajarracos capaces de generar fuego y a una bruja —comentó Cracker.
—Te recuerdo que mi habilidad no es dañar, es curar —corrigió Marco con una gota en la sien.
—¿Las balas sirven?
—No sé si con tus balas…
No terminé la frase porque un ruido estruendoso escuchamos proveniente de una de las salas. Mi corazón empezó a latir con mucha fuerza temiendo que fuera la criatura. A modo de respuesta agaché mi cuerpo para esconderme detrás del ventanal. Todos me miraron con extrañeza.
—Joder, ustedes no sabéis lo mal que estoy pasando —murmuré.
—No es propio de ti asustarte.
—Lucci, tú no sabes…
Golpes hicieron acto de aparición en la zona de ventilación. Algo se estaba arrastrando ahí arriba. Yo seguí el ruido hasta ver uno abierto. El ruido cesó por unos instantes. Mi corazón no paraba de latir por el miedo que estaba sintiendo. Cierta sustancia estaba saliendo de la ventilación y un gemido de pavor se me escapó porque una mano con seis dedos y esquelética hizo acto de aparición.
Poco a poco aquella cosa iba saliendo de su escondite y yo dejé que mi cuerpo cayera al suelo por el miedo a modo de respuesta. Ahí estaba. La criatura perfecta. No teme a nada, salvo el fuego. Un alien de dos metros dispuesto a dar caza a su próxima víctima.
El xenoformo se presentó ante nosotros.
La criatura no paraba de sisear, abriendo la boca para mostrar su segunda mandíbula a modo de amenaza. Yo estaba temblando en el suelo incapaz de moverme. Lentamente el xenoformo iba caminando hacia nosotros con los brazos abiertos. Aquella cola mortífera no paraba de moverse.
—Princess, levántate —me suplicó Cracker con la espada en mano.
No podía. No podía. Lo intentaba, pero no podía. En mi mente se cruzaban muchas ideas y una de ellas es que íbamos a morir en este preciso instante.
—A mí no me das miedo, criatura patética.
King se puso delante también con su espada e imbulló aquel metal de fuego. El xenomorfo reaccionó, echándose para atrás no gustándole demasiado. Es una criatura inteligente. Sabe bien que si pelea, será su fin. De pronto, el alien hizo un ruido en todo lo alto que dejaría sordo a cualquiera. Esto no me gustaba para nada.
—Tenemos que matarla.
—Pan comido.
Golzy murmuró de nuevo esas palabras extrañas e hizo lo mismo con el sintético de antes. El xenormorfo empezó a arder en llamas, mientras gritaba, como si estuviera pidiendo auxilio. Ese sonido no me gustó para nada. La criatura fue derretida. El ácido corroía el suelo. Dios, eso destroza el brazo de una persona, literalmente. Vi a Golzy acercarse para comprobar que la bestia había muerto, sin embargo, mi Vision se activó y grité:
—¡Golzy, aléjate!
La bruja reaccionó, usando una teletransportación. De aquel agujero emergió otro, y otro, y otro… ¡No sé cuántos había, pero se les notaba el enfado! Escuché a Katakuri decir de largarnos de aquí lo más pronto posible. Él me cogió porque vio que estaba sumamente petrificado y salimos del lugar. Yo miraba desde atrás a los xenomorfos correr como si no hubiera un mañana hasta que alguno escupía ácido. Menos mal que más de alguno tiene conocimiento de Haki de Observación.
Golzy usaba su magia de fuego para hacerles cualquier tipo de daño o de advertencia ante esas bestias. Algunos eran inteligentes y se metían por los conductos de ventilación. Esto es un mal presagio. Yo sé que ninguno huiría ante esta situación, pero son demasiados. Al fin llegamos al ascensor e Izou apretó un botón cualquiera. Yo suplicaba que las puertas se cerrasen. Casi una de las criaturas se iba a meter, pero no fue así.
Un alivio sentí por todo mi cuerpo. Ya pasó. Joder, que mal lo pasé.
—Mierda, eso si que es una verdadera plaga —insultó Cracker.
—Creo que huir fue la mejor opción-yoi.
—¡Eh! Supuestamente eres esa tal Madre de Dragones que no para de comentar todo el mundo. Deberías haberlos eliminado en un santiamén —reprochó King hacia mi persona.
—Baja la voz, King —lo amenazó Katakuri—. Yo, con mis propios ojos, he visto de lo que es capaz. Sin embargo, estamos ante una amenaza que ella teme. No ha parado de temblar ante la huida —dijo para luego bajarme, donde mis pies tocaron el suelo.
Es cierto, incluso siento que tengo frío. ¿Me pondré mala? Espero que no porque hay un trecho por recorrer. Descubrir dónde está el siguiente trozo de estrella y largarnos de este mundo porque, de verdad, me estaba enfermando. Estaba tan tensa que me asusté con facilidad ante el sonido de la puerta del ascensor. No sé dónde demonios estábamos. Parece una especie de estación para moverte con un tren e ir de un lado para otro.
Y un ruido hizo que me sobresaltara.
—¡Basta ya! ¡Si tenéis ganas de pelear, hacedlo! ¡Os daré un buen tortazo que os mandaré para Marte! ¡Eso lo tengo clarísimo!
Cómo se notaba que estaba tensa, ¿verdad? Pero mi ira aflojó porque escuché como una especie de llanto de un niño pequeño. Eso me llamó la atención. Detrás de una de las columnas, se iba asomando la cabeza de un pequeño. Dios, ahora me siento mal por haberle gritado. Me acerqué lentamente de forma amigable y me arrodillé a lo cual extendí la mano a modo de amistad.
—Perdona si te grité. Estoy asustada al igual que tú. No muerdo, tranquilo.
El pequeño dudaba y tenía motivos porque le grité de una forma no amistosa, pero poco a poco iba saliendo del lugar. Su cabello oscuro corto y desordenado daba indicios de que había estado merodeando por el lugar, sobreviviendo. Sus ojos son marrones y brillan en la oscuridad. El niño no tuvo miedo en abrazarme con mucha fuerza.
—¡Mami!
¿Eh? No esperé tal respuesta. Me sonrojé de golpe.
—Yo no…
—¡¿Dónde has estado, mami?! ¡Te he buscado por todos lados! ¡Tenía mucho miedo!
A lo mejor me parecía a su madre físicamente. Aparté un poco el cuerpo del muchacho y me fijé que portaba un collar de plata con un nombre grabado. Me supongo que será el suyo.
—Cariño, siento decirte que no soy tu mamá —susurré bajito.
—... Oh… Te pareces mucho a ella —dijo, ya mirándome bien la cara—. ¿Eres su hermana?
—Uhm, tal vez. Eso no lo descartes —reí por lo bajo—. Mi nombre es Laura. Y estos son mis amigos. Katakuri, Cracker, Marco, Lucci, Hattori, Izou, King, Golzy y Poupou.
—Yo me llamo Roy —dijo el pequeño—. ¡¿Eso es un búho y una paloma?! —exclamó con sorpresa acercándose con cierta ilusión.
—¡Soy un libro, poupou!
—¡Y habla!
—Es un charlatán, al fin y al cabo —murmuró Golzy quedándose a la altura de Roy—. Una criatura como tú no debería estar solo en un sitio como este. ¿No has visto que hay monstruos?
—Lo sé, pero estoy buscando a mi mamá. Pensaba que la había encontrado, pero…
Su cara cambió a uno de tristeza. Me da cierta pena que este niño de tan solo cinco años esté solo. No tuve más remedio que cogerlo en brazos, a pesar de mi escoliosis. Me iba a arrepentir.
—Si quieres, puedo ser tu madre sustituta, ya que me parezco a ella.
A Roy le gustó la idea y me abrazó con tanta fuerza. De verdad, adoro a los niños porque son lo más inocente del mundo. Es cierto que hay algunos que son traviesos, pero no lo hacen con maldad.
—Perfectamente podrías ser la madre de mis futuros hijos —murmuró Cracker—; por ello, debemos…
—¡No habrá ninguna boda! —exclamé.
Yo agradezco que me haya salvado de Mero, pero es pasarse de la raya. Además, aún no estoy preparada para una boda y más aún cuando este mundo es un sueño. No es real. Otra vez esos ruidos extraños provenientes del conducto de ventilación. Roy me abrazó con mucho miedo. Está claro que los xenomorfos nos están buscando. Miré las señales de destino para escoger con cual tren íbamos.
Me iba a arrepentir de escoger Technology Systems porque, probablemente, nos encontraremos a muchos sintéticos. Caminé lentamente hacia el lugar para apretar el botón. Fueron los cinco segundos más largos de mi vida porque tardó demasiado. Las compuertas se abrieron y luego entramos. Pude ver con mis propios ojos como uno de los xenomorfos salió del conducto. Esas criaturas no se iban a cansar hasta darnos caza.
—Golzy, ¿esa cosa todavía no ha dado ninguna señal?
—Me temo que no, cerdita. ¡Oh! ¡Espera! ¡Se ha puesto en color verde!
Joder, no lo hice a propósito. Solo esperaba no encontrarnos con ninguna sorpresa en Technology Systems.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top