Capítulo 10. Cambios drásticos

Me faltaba aire. No sé cómo hice aparecer una bolsa de papel, pero estaba recuperando el aliento por la emoción de ver a Izou y a King. Casi me iba a dar un ataque al verlos.

—¿Se encuentra bien, Laura-chan? —preguntó Tanjiro con cierta preocupación en su rostro.

—Ah, tranquilo. Esas cosas le suelen pasar —dijo Cracker.

A ver. Recapitulemos. He llegado al mundo de Kimetsu no Yaiba con ropas distintas y estas personas me conocen. Luego vamos en búsqueda de los Antiguos para deternerlos. Finalmente, aparecen los chicos de One Piece, y sustituyeron a Zoro y a Smoker por Izou y King. ¿Qué estaba pasando?

—Este sitio es un poco extraño —añadió Marco echando un vistazo a su alrededor.

—Vosotros sois extraños —gruñó Sanemi—. No sé quienes sois y me importa un bledo si Princess os conoce.

—No hay que ser maleducados, Sanemi. Si son amigos de Laura-chan, nosotros también lo seremos —le corrigió Kyojuro.

Vale, ya me recuperé del todo. Aún así tenía muchas dudas de lo que estaba pasando con todo esto. A lo mejor alguien los trajo aquí. ¿Los Antiguos? No. Ellos no desearían que los chicos estuvieran presentes porque ellos saben la relación que tengo. Algo no me estaba cuadrando.

De repente, al alzar la mirada, me encontré el rostro de Izou. ¡Por la Virgen del Pino! Es demasiado atractivo viéndolo de cerca. Me iba a dar un parraque.

—Eres la famosa Princess Laura, ¿verdad? Marco me habló mucho de ti. Eres dura de roer.

—G-Gracias. —¡Ya empezamos con la timidez!

—Yo pensaba que eras más grande, pero parece ser que no.

—¡No te burles de ella, King! —gritó Cracker que estaba echando chispas. Entonces él me cogió nuevamente para abrazarme—. Es adorable así.

—Lo que tú digas, Charlotte.

—Y pensar que no eran Los Antiguos. Eso me alivia —dijo Zenitsu soltando un suspiro.

Eso alarmó demasiado al resto menos a Izou y King que no saben del tema. Cracker tuvo que soltarme porque quería una explicación detallada de lo que estaba ocurriendo. No me quedaba de otra que contar desde el principio para que los dos nuevos integrantes se enterasen de la movida. Mientras explicaba, me fijé que el sol seguía escondiéndose en esas nubes oscuras por lo cual era ventajoso para los demonios.

Realmente aún no estaba creyendo que ellos estuviesen aquí. Es como si alguien los hubiera mandado para ayudarme con este propósito. ¿Es a esto a lo que se referían los Antiguos? Pero ellos se referían a los chicos de este mundo. Tal vez sus planes iban a cambiar con la aparición de los chicos de One Piece.

—Y eso es todo.

—Vaya, no pensé que la situación fuese tan grave —añadió Izou.

—¿Y están aquí? —me preguntó Katakuri con su semblante serio.

—No lo sé. Aparecen en mis sueños para molestarme, pero no los hemos visto físicamente. Encontramos una planta que causa que duerma bien... pero tiene un efecto secundario, que espero no volver a tomarlo.

—¿Qué efecto secundario?

—No quieras saberlo, Marco.

—La pregunta que hizo Charlotte sobraba —añadió Lucci con los brazos cruzados—. Ya ellos sabrán que estamos aquí.

—Sí, pero aún no entiendo qué hacen ellos dos aquí —dije, refiriéndome a Izou y a King—. Ellos no tienen nada que ver con esto.

—Una voz dijo que sí.

Vale, eso lo que dijo Cracker me llamó demasiado la atención.

—¿Voz? ¿Qué voz?

—Es una voz de mujer, si no me equivoco.

¿Mujer? Entonces no puede ser un Antiguo porque todos ellos son hombres. Joder, son muchas incógnitas la verdad. Un aleteo escuché y es Poupou quien se posó en mis hombros. Cracker le llamó pajarraco y sabemos como se pone el búho cuando le llaman de esta manera, sin embargo, en esta ocasión solo ululó como ave rapaz que es. Eso sorprendió demasiado a Cracker y al resto -menos los otros dos-. Muy pocas veces le he escuchado hablar a este pájaro.

Una voz. ¿Quién podría ser? ¿Alguien que nos quiera ayudar? ¿O simplemente jugar con nosotros? No estoy muy segura la verdad. Cada vez que intento resolver una situación aparece otra y más complicada todavía. Quisiera saber qué está pasando porque no entiendo nada. No me esperaba que hubiera un crossover entre ambos mundos.

—Bien, ya tenéis toda la información necesaria. —Tengen se metió en medio, como si quisiera llamar la atención—. Es mirar a cada uno de vosotros y pienso: por favor, aquí nadie supera mi belleza sin igual.

—... ¿Disculpa? —Ese comentario molestó un poco a Cracker.

—Mirad a este tipo cubriendo su rostro con la máscara —dijo, señalando a King—. ¿Qué esconde? ¿Su fealdad?

Uy, si tú supieras lo que esconde. Cuando le vi quitársela, mis bragas se mojaron automáticamente con tanta belleza. Aunque no podía verlo con claridad, se notaba que King había fruncido el ceño.

—Soy para todas las mujeres un guaperas. Me considero el dios de las festividades. —Ahí su arrogancia—. Aunque algunos de vosotros sois altos, no superais la gran magnificencia de mi estilo. Sois extravagantes, pero no tanto como yo. —Cada vez que hablaba, se acercaba a mí. Esto no me gustaba para nada—. Y un dios de las festividades necesita una reina, así que... —Se giró, tomó mis manos y me miró con ilusión en su mirada—, ¡princesa, cásate conmigo!

—¡¿Cómo casarte con ella?! —Eso enfureció más a Cracker. Recordad que en mi otra aventura, él me dijo que me pidió matrimonio.

A ver, seamos sinceros. Tengen es atractivo en todos los sentidos del mundo y diría yo que es un personaje bastante interesante en Kimetsu no Yaiba. Yo tenía un rostro un tanto serio que iba apartando lentamente las manos, pero poco a poco iba sonriendo. Es una sonrisa falsa, aunque Tengen parecía que estaba ilusionado. Hasta que no se esperó que yo le agarrara de la oreja y tirase de ella con tanta fuerza que pudiera dejarlo roja.

—¡Te he dicho un trillón de veces que no pienso casarme contigo porque eres un mujeriego de mierda! ¡Ya tienes tres mujeres! ¡Ni se te ocurra pedírmelo de nuevo porque te juro por Dios que perderás tu dignidad! ¡Y me refiero a la polla que cuelga en tu entrepierna! ¡¿Me estás oyendo?!

Y le solté abruptamente a lo que se quejó por lo bajo. Los más jóvenes se asustaron ante mi comportamiento, pero ya me estaba sacando de los nervios este idiota. De verdad, es que no entiende que no me casaría con él por esa principal razón. No pienso ser el cuarto plato de esta babieca.

—Me ha puesto cachondo ese trato.

Luego miré a King. ¿Perdón? Oh, recuerda las palabras de Queen, es un sádico pervertido. ¡Lo que faltaba ya!

—¡Ni un comentario acerca de que si te has puesto cachondo en tratarlo de esa manera! —lo encaré. No iba a permitir que me dijera esas cosas—. ¡Te arranco las alas!

King agitó las alas y por un momento vi como se le iluminaron sus ojos. ¡Ah! Esto no me estaba pasando a mí. Debo tranquilizarme antes de que mate a alguien con mis propias manos.

—Oye, mocoso —lo llamó Cracker—. Nadie, absolutamente nadie, le pedirá matrimonio salvo yo. ¡Fui el primero!

—¡Cracker, no empieces! —exclamé, agarrando una de sus coletas para que se mantuviera callado.

De verdad, se comportan como niños chicos. No me esperaba que hubiese una especie de enfrentamiento con Cracker y con Tengen. Me voy a volver con tantos personajes de por medio. Ni que yo fuera tan interesante para los ojos de cualquiera.

—Dais asco.

Akaza estaba caminando hacia nosotros. ¿Ahora qué mosca le picó?

—¡Eh! Nadie te llamó, Luna Superior Tres.

—¿Quieres que te dé una paliza, Hashira? Porque yo encantado de probar tu técnica de espada. —Akaza sonrió con cierta confianza.

—Oh, Akaza-dono, eres tan protector con las mujeres. —Douma se aproximó para ver el ambiente—. Tú y tu patética idea de que a las mujeres hay que tratarlas como reinas. Yo las trato de la mejor manera, pero cuando la carne me llama, es difícil de...

Douma no acabó la frase porque Akaza le dio tal puñetazo que desintegró su cabeza. Marco iba a decir algo al respecto porque es médico, sin embargo, vio como la cabeza del demonio se regenera. Estaba sorprendido ante aquella habilidad.

—¿Cómo...?

—Son demonios, tienen la capacidad de curar sus heridas y son casi inmortales —comenté—. Repito: demonios. Ellos no tienen nada que ver con los Antiguos, ya que tienen debilidad hacia las espadas nichirin que portan los cazadores de demonios y la luz del sol.

—Todo lo contrario a los Antiguos —dijo Katakuri.

—Si son enemigos, ¿por qué se unieron? —cuestionó Izou, aunque luego respondió solo—. ¿Para ayudarte? —Yo asentí luego—. Eso se explica, pero se ve que no se llevan muy bien.

No. La verdad es que no, sin embargo, estaban dispuestos a luchar contra los Antiguos. Necesitaba pensar con claridad cuál sería el siguiente paso. Con tantas voces a mi alrededor no ayudaba en nada. Me alegraba que los chicos estuviesen aquí porque así podían controlar mis hormonas. ¡No! ¡¿Qué demonios estaba pensando?! Contrólate, Laura.

—¡Seguro que es una trampa! —exclamó Zenitsu.

—No creo que lo sea —recalcó Tanjiro.

—¡¿Y cómo explicas la aparición de estas personas?! ¡No pertenecen a este mundo! ¡Seguro que estarán disfrazados!

Es normal que esté así porque esto es algo que uno nunca se lo esperaba. ¿Disfrazados? No, eso sería imposible. Bueno, cualquier cosa pudiera pasar. Sin embargo, mi mente empezó a trabajar porque no comprendía el motivo del porque estaban aquí. ¿Los Antiguos los mandaron? No, no podía creerlo.

De repente, una gota de agua cayó sobre el cristal de mis gafas y miré hacia arriba. Nubes negras hicieron acto de aparición y empezó a llover con mucha fuerza. Esto es un mal presagio. No me gustaba para nada porque truenos y relámpagos hicieron un estruendo que cualquier persona huiría.

Mi cabeza estaba empezando a dar vueltas por lo que la sostuve con ambas manos y empecé a gritar con dolor. Esta sensación me recordaba ante aquel enfrentamiento del Antiguo de aquella isla, una especie de criatura cadavérica y en ese momento pude despertar mi Estado Nocturno. Marco se puso a mi lado con cierta preocupación.

—¿Qué te duele?

—¡La... cabeza...! —exclamé—. ¡Son ellos!

Marco iba a usar su habilidad para aliviar esta sensación horrible. Todo fue tan rápido que me quedé perpleja. Sanemi sacó su espada para atacar a Marco, pero Katakuri lo interceptó a tiempo usando su tridente a modo de protección. Eso me confundió bastante. Katakuri lo alejó de golpe usando la fuerza bruta. ¿Por qué Sanemi atacaría a nuestros aliados?

—¡Sanemi! —lo llamé—. ¡He dicho que no los ataqueis!

Pero él me ignoraba por completo por decidió enfrentarse al mayor de los Charlotte. Menos mal que Katakuri contaba con su Haki avanzado. Y no es el único cazador de demonios que atacó. Todos iniciaron un ataque hacia los hombres de One Piece. ¿Por qué? ¿Qué estaba pasando?

—¡Quietos! ¡Parad! —volví a exclamar, pero la cabeza me dolía tanto que continúaba con mis quejas.

—Estoy un poco confundido —añadió Izou con las armas desenfundadas—. ¿Por qué nos atacan si son amigos de Princess?

Kokushibo nos miraba a cada uno y luego esbozó una gran sonrisa un tanto siniestra y es algo que no comprendía en absoluto.

—Por una simple razón, sí —habló. No. Un momento. Esa no es su voz—. No permitiremos que unos gusanos como vosotros nos arrebate a la futura Madre de Dragones.

—Ella merece estar con su especie y no mezclarse con meros mortales. —Kyojuro no parecía el mismo, incluso sus ojos cambiaron a un color rojo como la sangre—. Que pena que no haya llegado a follar contigo porque sería el primero de mis hermanos en esparcir mi semilla en ti.

Todo mi cuerpo estaba temblando. ¿Qué? Los chicos... No. No quiero creer que estuviesen manipulados por los Antiguos, pero esa mirada cínica como si hubieran ganado esta batalla están haciendo que lo creyera.

Katakuri y el resto tomaron la decisión de estar a mi lado, en caso de que sucediera algo indebido. Tanto cazadores como demonios atacarán sin importar las consecuencias. Si ellos están siendo manipulados... ¿Esto significa que es mi fin?

Cuando Kokushibo desenvainó su espada para golpear un escudo apareció de la nada. Ninguno de nosotros tenía esa habilidad. O tal vez lo desperté sin querer. Una figura casi invisible se apreciaba, pero se volvió visible debido a que estaba usando un poder desconocido.

—¡Caminad hacia atrás! ¡Entrad a ese portal! —La voz es de una mujer joven que, perfectamente, es de mi edad.

¿Portal? Miré hacia atrás. Me sorprendió de que en un instante haya aparecido algo asombroso. Los chicos estaban desconfiando demasiado, pero esa chica nos salvó la vida y nos estaba protegiendo. Y a mí me estaba doliendo más la cabeza. Entonces Marco me cogió en brazos y fue el primero en adentrarse a ese portal seguido con el resto.

Y mi cabeza dejó de dolerme. Me alivié demasiado. Cuando abrí mis ojos me percaté que estábamos en una especie de cuarto grande. Tengo la sospecha de que es la casa de alguien. Se siente acogedora, pero me preguntaba quién vivía en este lugar.

—Pues al final tus amigos se volvieron locos —comentó Cracker.

—Ese comentario no ayuda nada —le riñó Katakuri—. Ella confiaba en esos chicos.

—Y la confianza es un asco.

La voz femenina estaba detrás nuestra. No podía ver su rostro porque su capucha ayudaba a esconder su cara, pero me fijé que el color negro le ceñía demasiado. Ella caminaba con cierta seguridad; esos tacones sonaban por toda la sala. ¿Quién era? Dudaba mucho que provenga del mundo de Kimetsu no Yaiba o de One Piece.

Espera un momento, Poupou estaba en su hombro, como si fuera la mascota de esa mujer. Me acuerdo que él me comentó que tenía una dueña antes de conocernos. ¿Será ella?

—Has caído en un mundo manipulado por los Antiguos —siguió hablando—. El aura que les rodeaba indicaba que fueron víctimas del hechizo de ellos. Por ende, no puedo fiarme de ellos y más aún cuando consumiste la passiflora. Esos hijos de puta son unos listillos.

—... ¿Cómo sabes eso? —cuestioné.

—Digamos que soy una bruja —respondió con tranquilidad—. Soy una bruja de una familia ancestral y conozco bien esa especie porque, digamos que, mis ancestros sirvieron a los suyos.

Eso me alarmó demasiado y no fui la única.

—Si es así, ¿por qué deberíamos fiarnos de ti? —Lucci no se andaba con chiquitas.

—Porque descubrimos que la emperatriz, Madre de Dragones, no era feliz. Estaba esclavizada, manipulada por sus cuatro primeros hijos, los Antiguos que han estado manipulando la mente de ese mundo de cazadores y demonios. Nunca experimentó el amor hasta que conoció a un mero mortal, a un simple humano. Mi familia se rebeló contra ellos para proteger a la emperatriz, sin embargo, su poder es mucho mayor que el nuestro. No pudimos protegerla.

—Pero ella murió, ¿no? —Estaba interesada en la historia. Parece que ella tenía conocimiento sobre ello.

—Sí, así es. Mi tatara tatara tatara tatara...

—Joder, ¿cuántas abuelas has tenido? —gruñó King con cierta molestia.

—Oye, cuidado Lunaria. Que esos insultos me excitan demasiado.

¿Perdón? Tuve que parpadear unas cuantas veces porque no creí que mis oídos hayan escuchado tal cosa. No será que esa tipa sea una pervertida, ¿verdad?

—Como decía, una de ellas atrajo a esa persona, quien estuvo enamorada de la emperatriz, para imbuir su espada. Solo el amor verdadero puede acabar con la tortura de la Madre de Dragones. Sin embargo, no esperaba que siglos después ella reencarnarse en esa figura proveniente del mundo de los piratas y las Frutas del Diablo nacidas por el Demonio del Mar.

Se refería a Diena. A lo mejor esa bruja ancestral no predijo que ocurriría algo así, o incluso es una maldición de los Antiguos. Diena murió enfrentándose a su padre. Y luego su espirítu reencarna en mí. Los Antiguos me dijeron que estaba atrapada en un sueño. ¿Soy yo quien crea estos sueños?

—Solo quiero ayudarte, futura Madre de Dragones —siguió hablando—. Traje a estas personas porque son los únicos que puedo fiarme —dijo—. Sé que te hubiera gustado que estuvieran Zoro y Smoker, pero se negaron rotundamente y ya tienen una vida mejor.

—Pero Izou y King no tienen nada que ver con esto.

—Créeme que lo serán —rio—. ¿Te he dicho que leo el futuro?

—... ¿Quién eres?

Ante esa pregunta, la chica se quitó la capucha para mostrar su rostro. Cabellos negros y largos, ojos grises, maquillaje estilo gótico y un piercing se decoraba en su labio inferior. Por alguna extraña razón, por su aspecto físico, se parece mucho a un personaje que he creado para mis obras y que sería la pareja ideal para Lucci.

—Mi nombre es Rocksy Golzy.

¡Hostia puta! ¡Es ella!

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