Capítulo 28

       Noah

           Mis queridos padres, llevan divorciados desde que tengo doce años, si llevan diez años separados.Imaginen lo difícil que puede ser para una niña de doce años, a punto de entrar en la adolescencia ver que sus padres dejen de amarse.Sentir el llanto de tu mamá en las noches, todo por su corazón roto.Sí, me hizo crear un pequeño rencor en mi padre.Él siempre fue un ejemplo a seguir para mí, pero, el día que engañó a mi mamá con una trabajadora de su galería mi visión de padre perfecto se derrumbo ante mis ojos.Mi relación con el se deterioró, él  intento muchas veces acercarse a mí, en el año del divorcio, pero simplemente me encerré en mi mundo y lo dejé de lado.Por suerte nuestra relación mejoro con los años, nunca será igual, pero tenemos buena relación.

     Todos los años nos reunimos para navidad y para fin de año.El viaja desde Washington hasta Miami para vernos.Este año no es la excepción.Por eso en estos momentos yo estoy de camino a la casa de mi mamá, se llevara a cabo la típica cena de navidad.

       Llegó a la entrada de la casa de mí mamá.Mis nervios aumentan con cada paso que doy.Toco el timbre y siento unos pasos apresurados.La puerta se abre y revela un hombre alto, pelinegro y con algunas arrugas que desvelan su edad, aunque es una persona bien cuidada.El señor me brinda una sonrisa  y abre sus brazos.

—Nomo—me saluda y me unde en sus brazos.

—Papá—intento separarme de él.

—Haz crecido mucho—me pasa la mano por el pelo y me despeina mucho.

—Papá—ruedo los ojos—Tengo veintidós años, deje de crecer hace mucho—paso por su lado y entro a la casa.

     Mi mamá estaba como siempre, con su perfecto pelo rubio, su sonrisa cálida pero que en cualquier momento puede sacar su carácter frío y exigente.Me acerco a ella y la abrazó, hace días que necesito un abrazo de mi mamá, llevaba días sin verla debido a su ajetreado trabajo en el hospital.

—Mamiiiii—la aprieto entre mis brazos.

—Nomo—me besa en la mejilla y me las aprieta—¿Estas comiendo bien?—asiento—¿Has hecho ejercicio?—asiento otra vez—¿Estás usando anticonceptivos o condón?

—¡Mamá!—me escondo en su cuello, mis mejillas se ponen rojas y puedo sentir su riza resonar en su pecho.

—¿Qué?—pregunta como si nada—No quiero ser abuela por el momento.

     Nuestro momento fue interrumpido por el timbre, mi padre, que estaba mirando un juego de fútbol ajeno a nuestra conversación, fue  a abrir la puerta de la casa.La puerta fue abierta y desveló a un Ray con una botella de vino en una mano y unas flores en la otra.Miro a mi mamá en busca de una explicación de la llegada de este individuo pero ella ya está sonriendo saludando.

—Ray pasa—lo saluda muy sonriente y sostiene las flores que el le entrego—Ay no tenías que traer nada—va en busca de un lugar para poner las flores.

—Buenas—Ray le extiende la mano a mi papá.

—¿Quién eres tú?—mira extrañado a Ray mientras le sostiene la mano, y por el color rojo que está adquiriendo la mano de Ray mi papá esta apretando mucho.

—Paul—mi mamá está de vuelta—deja al chico, es el novio de Noah—la iba a rectificar pero al ver la cara de enojo de mi papá dejé que pensara que lo era.

     Fuimos a la cocina y nos sentamos en la mesa a esperar que mi mamá sirviera la comida, estábamos bastante cerca de la cocina para ver todo lo que pasaba.

—¿Cariño quieres que te ayude?—le pregunta mi papá a mi mamá, le dijo cariño, no, seguro escuché mal.

—No, lo tengo controlado—ella le sonríe y trae la comida a la mesa—Espero que les guste—deja su mano en el antebrazo de mi papá y la quita al momento.

—Ray—mi papá llama al chico a mi lado—¿Trabajas o estudias?—le pregunta.

—Las dos cosas—le dice mientras bebe del vino que trajo—Estudio danza en la universidad de Noah—me da una sonrisa y fue inevitable que una se plasmará en mi rostro—Y hay veces que trabajo como instructor de danza en un salón de baile, con niños—no sabía eso de Ray.

—¿Con eso piensas mantener a mi hija?—pregunta mi papá, solo espero que la conversación no se ponga incomoda—¿Crees que con un trabajo de unos pocos días te dé para darle una buena vida?

      La mesa se queda en silencio, mi mamá le dice algo al oído que no pude captar, pero si capté las caricias disimuladas que se daban en sus brazos.¿Que mierda esta pasando?

—Con mucho respeto señor—Ray interrumpe mi línea de pensamiento, pero no mi línea de visión, aún puedo ver los brazos entrelazados de mis padres—Creo que con lo que gano puedo vivir, solo tengo 22 años y ni siquiera he terminado la universidad.Su hija es los suficiente capaz de trabajar y ganar dinero, ella no necesita un chico que la mantenga, ella necesita un chico que la trate bien y le de cariño, eso ni con millones de doláres se compra.Aunque quisiera mantenerla, ella no me dejaría que lo hiciera—sonrío ante todo lo que dijo él, ¿por qué tengo que ser tan orgullosa?, ¿por qué no acepto de una vez que me gusta?

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Ray

—De amor no se puede vivir—dice el señor y puedo ver a Noah lanzarle dagas con los ojos.

—Amor deja a los chicos—le reprocha la mamá de Noah—Ellos serán felices a su manera.

—¿Por qué le dices amor?—le cuestiona a su mamá, es este el momento en el qué me doy cuenta que se aproxima una pelea.

—A ver cariño—la señora rubia comienza a hablar—Sabes que tu papá y yo nos tenemos mucho cariño—la cara de Noah esta adquiriendo un tono rojo—Tal vez lo vamos a intentar de nuevo—la señora mira a Paul y ambos sonríen.

—¿Intentar qué?—pregunta Noah mirandolos serios.

—Tu papá y yo volvemos a ser una pareja—le confiesa la señora mientras sujeta las manos de su ahora novio.

—¿Mamá te volviste loca?—Noah le grita y su mamá da un pequeño brinco, mi mano sujeto la de Noah y trato de darle un apretón, quiero que se de cuenta que puede decir cosas de las que se puede arrepentir.

—Noah respeta a tú madre—la regaña el papá.

—¿En serio?—se carcajea Noah—Vienes a hablar de respeto cuando fuiste el primero en ponerle los cuernos.¿Donde mierda quedó tú respeto?—le dice a su padre, jamás la había visto tan enojada—Me voy—le da una última mirada a su mamá y sale por la puerta pegando un portazo.

—Voy tras ella—me levanto incomodo de la silla y miro a la señora apenado.

—Cuidala—me dice su mamá mientras una lágrima baja por su mejilla.

   Salgo corriendo tras Noah y la encuentro caminando por la calle a unos metros de la casa, me dirijo hasta donde está, mientras más me acerco a ella más fuertes son los sollozos.Le jalo del brazo y la envuelvo en un abrazó.

—No llores por favor—le doy cariñitos en el pelo.

—¿Por qué tienen que volver?—se pega más a mí—No es justo—susurra contra mi cuello.

—Cariño la vida no es justa—besó su pelo—Solo tienes que buscarle lo bueno de la situación.

—¿Puedes llevarme a casa?—me pregunta con sus ojos llenos de lágrimas, esos ojos azules que en este momento son opacos, sin su característico brillo—No—ella refunfuña—Vamos a ir a un lugar mejor—le seco las lágrimas.

      Nos subimos en mi auto y ella se dejó llevar a el lugar secreto—no tan secreto porque todos lo conocen—Happyland es nuestro destino.Un parque de diversiones bastante concurrido por la juventud, hoy no era excepcion.El parqueo estaba repleto de carros y niños con sus padres.Bajamos del auto después de encontrar lugar y nos dirigimos a la entrada.

—No tengo ganas de hacer esto—me dice Noah en la entrada.

—Relajate nos vamos a divertir—le digo sonriendo pagando la entrada al lugar.

     Entramos al lugar y la música navideña reinaba los altavoces.Todas las personas que trabajan en el lugar iban acorde a la época, con sus gorritos de Santa Clous.El lugar estaba repleto de luces dándole un ambiente mágico al parque.

—Vamos a comprar un gorro—jalo a Noah hasta el quiosco lleno de gorritos de navidad, diademas y sombreros—¿Te gusta esté?—le muestro un gorrito amarillo de los minions.

—Si—sonríe inflando sus mejillas y me deja ponerle el gorrito—Luces muy tierna—le aprieto sus cachetes.

—Te voy a elegir uno—me dice y se acerca a analizar los gorros—Este me gusta—me pone un gorrito de un conejo rosado, de esos que aprietas una punta y mueven las orejas.

—¿No hay algo más masculino?—me pregunto y ella rueda los ojos.

—Esto—me saca el gorro y me pone una diadema de Minnie Mouse—Te queda bien el moño.

   Fuimos hacia los juegos, ella con su gorro de los minions y yo con mi moño de Minnie Mouse.Caminamos hacía el  más cercano, los coches chocones, o como muchos le digan.Hicimos la fila y logramos entrar.

—Noah vs Ray—le digo a la chica—El que pierda paga los churros con chocolate.

—Hecho—acepta el trato y se monta en su auto.

      Unos minutos después salgo con la ceja sangrando, digamos que acelere de más y mi cabeza termino en el volante del auto.Noah me jalo fuera del juego y me llevo hasta un banco cerca del lugar del accidente.

—Dejame ver eso—me sujeta los cachetes y se acerca a mi cara—Te va a doler esto—me empieza a limpiar el lugar con alcohol y yo suelto uno que otro chillido, realmente arde—No es profunda, no lleva puntos—me dice mientras saca una curita de su bolso.

—¿Puedes ponerme la de Bob Esponja?—le pregunto al ver que son de animados.

—Si—me pone la curita sobre la herida y me da lijeros masajes en el lugar afectado.

—Deberias darle un beso—le digo poniendo la mejor cara de cachorito que me sale.

—Vale—suelta una risita y me besa la curita.

   Después del susto en los coches chocones, nos acercamos a un puesto de juegos.Por unas pocas monedas podías probar tu puntería y ganar un peluche.Había gran variedad pero definitivamente el aguacate con gorrito de Santa Clous debía ganarlo.

—Tienes cinco intentos—me dice el señor del puesto—Aciertas los cinco intentos escojes el peluche, aciertas tres intentos y escojes uno de los pequeños—me entrega una pistola de juguete con cinco proyectiles.

         Las carcajadas de Noah se sentían por todo el parque, me siento feliz por verla reír después de verla tan bajoneada, pero hubiera preferido que su risa no fuera a causa de mi mala puntería.

—¿Cómo puedes ser tan malo?—se ríe junto al señor del puesto.

—¿Acaso eres muy buena?—le pago al señor otra ronda—Dispara—le entrego la pistola a Noah.

     Si pensaba humillar a Noah por su mala puntería me quedé con las ganas, acertó todos los tiros, y con eso logró ganar el aguacate.Estaba muy sonriente mostrandomelo.

—¿Me lo das?—le pregunto.

—Claro que no—lo esconde en su espalda—Consiguete el tuyo—se empieza a reír de mi mala puntería.

    Dimos vueltas por el lugar y compramos churros con chocolate, compramos algodón de azúcar y por último helado de fresa—amo el helado de fresa.

—Mira Noah—corro hacia un señor vestido de Santa Clous que vendía globos de diversos personajes y diversas formas—¿Quieres uno?

—No—me responde procurando que el helado de fresa no se derritiera.

—Deme ese—le señaló un simple globo rojo—y ese—le señaló un globo azul de un pitufo.

—¿Para que quieres eso?—me pregunta Noah.

—El globo rojo para decir "Hola Georgie"—trato de imitar al payaso de It—, y este—agito el globo de pitufo—para acordarme siempre de ti.

—Que gracioso—le pega un golpe al globo y este parece bailar en el aire.

      Terminamos nuestro recorrido en la Noria, esta estaba adornada con pequeñas luces, formaban un espectáculo realmente hermoso.

—¿No es tan raro estar aquí arriba y ver lo diminutos e insignificantes que somos?—le pregunto a Noah mientras miro hacia las montañas que se ven desde esta altura—¿Noah?—su respuesta no llega.

       Observo a Noah y su cara esta pálida, su cuerpo tiene ligeros temblores.

—¿Estas bien?—me acerco a ella y la abrazo.

—Es muy alto—me susurra y se aferra a mis brazos.

—Todo estará bien—le digo mientras saco el celular—Dejame tomarte una foto, luces muy linda con ese gorro—sus mejillas se tornan rosadas y sonríe hacia la cámara del celular—Quedaste muy bien—le muestro la foto y ella se acurruca más a mi lado.

—Gracias

             Una vez salimos de la feria la llevo hasta la casa de su mamá—esto a regañadientes—no quería ir a la casa, no quería encontrarse con sus padres.

—Bien eso es todo—la acompaño hasta la puerta de la casa—Recuerda, tal vez los odies en este momento, pero son tus padres, ellos te aman y las personas no controlan lo que sienten.

—Lo se, me lo dijiste mucho—sonríe y sujeta fuerte el aguacate de peluche y los globos.

—¿Sume puntos?—ella rueda sus ojos—Me dijiste ayer que ibas a dejar que te conquistara—le recuerdo nuestra conversación donde me confesé.

—Ganaste puntos—admite y sonríe, es tan tierna cuando se le inflan los cachetes.

—¿Cuántos?—sigo preguntando—Esta herida da puntos extras— señaló la curita de Bob Esponja.

—Te ganaste algo—se acerca y me da un pico—Gracias por hacerme reír tanto—entra a casa de sus padres con su llave y yo me quedo como estupido sonriende en el medio de la oscuridad.

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