Capítulo 8 Papel, pluma y tinta.

Estaban frente a la entrada en Camelot. Los dos meses habían pasado y finalmente era hora de rescatar a los chicos de la Isla y hundir a los villanos para siempre, sin embargo, estaban nerviosos. Habían entrenado por meses, los días completos y tenían la estrategia lista desde el primer momento en que se reunieron, aunque ahora sentían las piernas sacudirse y el sudor resbalar por sus frentes. Evie realmente pensó en lo práctico que sería llevar mejor calzado que tacones y una chaqueta gruesa, Carlos se preparó con ropa ligera para moverse mejor en caso de problemas, Jay como siempre debía presumir sus músculos. Yao, Chien-Po y Ling se habían descuidado un poco en los últimos años, pero seguían siendo los mejores guerreros de todo Auradon. Mulan y Lonnie se pusieron al frente de los soldados y esperaron la señal de Mal, la cual miraba de arriba a abajo la entrada de la cueva. Si Hades tenía el método para entrar y salir de la Isla de los Perdidos y acceso a sus poderes divinos ¿por qué no los utilizaba? Sintió su corazón detenerse un instante y suspiró antes de darle la cara al pequeño ejército y hablar.

—¿Todo listo? —preguntó Mal a Mulan. La guerrera sintió.

—Shang y la otra mitad de las tropas se quedarán aquí para transportar a los niños a los refugios y ayudarlos si tenemos problemas —dijo. Mulan tentó la empuñadura de su espada y aunque era la más valiente de todos, incluso ella estaba temerosa de verse cara a cara con el rey del inframundo.

—Los refuerzos entonces —murmuró Jay. Sabía que Lonnie se quedaría con su madre y evacuarían los chicos de la isla mientras ellos buscaban a los antihéroes.

—Bien —Mal apretó en su puño la Escama de Dragón para darse fuerza. No sabía nada de cómo funcionaba ni similar, pero si Maléfica la portaba debía servir para algo más, aunque si su único propósito era abrir la barrera mágica desde adentro también era útil —. No voy a mentir, esta será la peor batalla que enfrentaremos. Rescatar a los descendientes no será sencillo con todos los villanos que hay, por eso mantendremos un perfil bajo. No lucharemos a menos que sea necesario, todo movimiento que hagamos debe ser secreto y perfectamente ejecutado para no delatar nuestra presencia ¿Todos están preparados?

Los guerreros gritaron una afirmación. Mal miró a sus amigos, no se había relacionado mucho con ellos en las últimas semanas, pero estaba feliz de contar con su apoyo incluso en ese momento.

Justo cuando todos mostraron estar preparados para continuar su misión, una luz azul brillante llenó la boca de la cueva y se materializó con un fuego flotante. Mal supuso que debía seguirlo. Cuando dio un paso al frente, el fuego se movió más profundo de la cueva. Los soldados de Mulan avanzaron por detrás del grupo con Mal como guía entre estrechos pasillos y caminos confusos, hasta que después de unos buenos cuarenta minutos llegaron a lo que era la cueva de Hades.

El señor de los muertos estaba sentado en un viejo sillón desgarrado con una sonrisa de lado a lado cuando miró el reloj de la pared. Once con cuarenta y dos minutos de la mañana.

—Llegas justo a tiempo, bebé —Hades se levantó y Mal se sorprendió de lo increíblemente alto que era ahora que podía apreciarlo con claridad. Ojos grises azulados, con cabello en puntas igual de color azul electrico y un aura de oscuridad que la estaba poniendo nerviosa.

—Sabes a lo que vine —dijo ella.

—Y me parece que ya cumplí mi parte —respondió él —. Te dije que te mostraría el camino. Aquí estás.

—Los antihéroes, ahora —ordenó ella.

—¿Qué te hace pensar que te los voy a entregar así de fácil? —se burló él, mirando a los amigos de Mal y su pequeño ejercito como si fueran el público de una mala comedia.

—Lo consideraré mi regalo de cumpleaños por todos los años que no me diste nada, papá —Mal se mantuvo firme y lo miró a los ojos.

—¿Qué hay de todos los años que no recibí mi tarjeta del día del padre? Eres una malcriada, amor —volvió a reír y regresó la mirada un segundo al reloj de la pared.

—¿Quieres una tarjeta? Dime donde están los antihéroes. —exigió —. Y tal vez recuerde enviarla el próximo año.

—Tengo una idea —Hades caminó alrededor de ella y se sostuvo la barbilla pensante —. Hagamos un trato —le susurró en el oído —. Yo te hablo de los antihéroes y tú me das lo que sea que pida.

—Buen intento —dijo Mal de inmediato, antes de que cualquiera de sus amigos pudieran decir algo —. Hay cosas que aún no entiendo.

—¿Podrías darte prisa? Se hace tarde —volvió a tenerla de frente y levantó las cejas.

—¿Qué quieres exactamente de mí?

—¿De ti? Nada.

—¡No es cierto! Tienes el poder de entrar y salir cuando sea de la isla, tienes tus poderes ¿por qué en tantos años nunca intentaste conquistar Auradon, pero ahora sí?

—Auradon es para novatos, yo apunto a las grandes ligas, niña —comenzaba a impacientarse. Gruño y sacudió el pie de arriba a abajo —. Yo que tú en serio me daría prisa.

—Mal —la llamó Evie, sabiendo que desde el principio iba a intentar hacer un trato.

—¿Un trato? —Mal lo pensó, había pensado en mil maneras de hacer el trato y ser más lista que Hades, pero ahora su mente estaba en blanco.

—¿Sabes que tu amiguita con olor a camarón es la nueva jefa de la isla, no? Ella está ansiosa por verte, tiene un nuevo ejército de villanos y secuaces custodiando las calles buscando a la inigualable Mal, que vendría por sus amiguitos los antihéroes. Toda la isla los está buscando. Me necesitas para evacuar a los chicos que quieres rescatar. Dejemos el drama —Hades volvió a sonreír mientras recordaba la profecía. "Cuando la descendencia del mal derrame su sangre sobre la tierra de origen, el reino de las sombras se alzará para coronar a su nuevo rey. Su corazón compasivo será su guía en la oscuridad y servirá para su sacrificio, pero será su propio pueblo quien sufra bajo la tiranía, condenado por la mano que una vez los protegió".

Mal ya había tomado la decisión de todas maneras hace semanas. Si quería salvarlos, debía hacer el sacrificio necesario.

—Antes de cualquiera cosa, quiero aclarar los términos y condiciones —dijo. Jay la jaló de la camisa hacía él.

—¿Nos da un minuto, señor? Gracias —pidió Evie y en un susurró alto le gritó —¡¿En verdad te volviste loca?!

—Es la única manera, lo tengo bajo control —se zafó de ellos y analizó a Hades.

—Chica lista, tan lista como su padre —se rió. La palabra "padre" la había molestado desde el principio, pero ya estaba harta.

—Primero que nada, aclaremos una cosa —Mal lo señalo y le clavó el dedo en el pecho —. Puede ser que yo sea tu hija, pero tú no eres mi padre.

—Mi sangre corre en ti y siendo sinceros es lo mejor de ti. ¿Al final del día quién crees que eres? —Hades apartó la mano de Mal de su pecho y él avanzó un paso hacía ella sin recibir ninguna reacción —. No eres un hada, no eres una humana, no eres un dragón, ni siquiera una semidiosa, solo eras un montón de basura revuelta hasta que tuviste la suerte de que mi esencia divina se mezcló con la porquería que eras, mi sangre es lo que te hizo "especial" y eso es mucho decir porque he conocido a mestizos más fuertes sin la mitad de los dones que recibiste. Eres una mocosa que cree que un lindo vestido la hara princesa o que golpear a chicos más débiles la hace fuerte, eres una niña que sostendría una espada por primera vez en su vida y se proclamaría el mejor caballero del reino. No eres nada de eso, naciste con un propósito y no fuiste capaz de cumplir el único objetivo por el que fue concebida en primer lugar.

No hubo reacción. Mal miró al suelo un instante antes de mirar de regreso a Hades y sonreír.

—Y aún así me necesitas —murmuró —. Por eso estás desesperado de qué haga un trato contigo. Quieres algo que solo yo, un montón de basura revuelta, puede darte. Ni con todos tus poderes divinos y especiales puedes alcanzar la meta por la cual estás tan desquiciado —Hades tomó a Mal del cuello y la empujó a la pared de roca al lado de ellos. Su cabello azul ardió como una llama hambrienta, los hijos de villanos y el ejército de Mulán se pusieron en posición de ataque, pero entonces, Mal soltó una carcajada entrecortada y ahogada —¿Toqué... Una fibra sensible? Majestad.

Hades la soltó. Mal cayó al suelo y Hades la pisoteó.

—No te atrevas a jugar conmigo, malcriada. Te guste o no, soy tu padre y respeto es lo que más me debes —le ordenó.

Mal tosió y le gritó.

—¡Te llamé por años, te busqué por años! ¿Por qué nunca merecí un maldito segundo de tu atención? —rechinó los dientes, aún con tierra en el rostro y los puños de sus manos.

—¿Para qué, dime? ¿Qué era tan importante para que un dios como yo se digne a voltear?

—Te supliqué por ayuda cuando Uma secuestró a Ben y no hiciste nada ¿por qué eres mi padre ahora y no cuando te necesite?

—¿Querías que gastara mis poderes en ayudar a tu noviecito? ¿El cual te botó esa misma tarde una hora después de salvarle el trasero y que además te mandó de nuevo al diablo dos meses más tarde para que lloriquearas todo el día y noche por un mes más? Y respondiendo a tu pregunta, nunca hiciste nada digno para reconocerte antes. ¿Quieres saber porqué te necesito? Porque eres una herramienta, no mi familia.

—¿La sangre no es suficiente para ser familia?

—Sangre es sangre, familia significa que debo preocuparme por ti y la verdad no me importa nada sobre ti.

—Entonces hagamos el trato —ofreció Mal estirando el brazo —. Primero: No habrá mentiras, ni verdades a medias, será la pura y absoluta verdad. Nos ayudarás a sacar a todos los chicos de la Isla de los Perdidos sanos y salvos hasta Auradon. Me dirás dónde están los antihéroes, vas a hundir la Isla de los Perdidos cuando todos hayan evacuado.

—¿Esas son tus condiciones? Bien. Pero tú, me dejarás ir a Auradon siendo libre y deberás ordenar, que nadie ni nada puede detenerme de hacer lo que me plazca estando afuera, además, me deberás ayudar con cualquier tarea que te pida.

—Mal, no lo hagas —le suplicó Carlos, pero Mal ya tenía algo en mente.

—Está bien, pero nadie saldrá herido.

—Trato hecho —antes de que Mal y Hades pudieran cerrar el acuerdo, Evie la jaló de nuevo de la camisa. Jay le pidió un minuto a Hades y Carlos sostuvo a Mal de los hombros.

—Aún podemos pensar en algo mejor, no hagas un trató con él —le dijo Carlos —. Por favor, Mal, nuestros padres.

—Lo siento —dijo ella —. Pero en el fondo sabemos que no hay más opciones. No han podido pensar en una mejor opción en dos meses. Hundir la isla es la única garantía de seguridad que tenemos.

—Lamento interrumpir, pero mi paciencia no es eterna —Hades volvió a señalar la hora en el reloj, aunque Mal no pudo leerla —. A la una, a la dos...

—¡Bien! —Mal estiró la mano, pero Hades no la recibió.

—Ya no cierro tratos así. ¿Sabes lo fácil que era escapar de los acuerdos así? Simplemetente te cortabas la mano y eras libre porque tu mano fue quien hizo el trato, tú no.

—Entonces dame una pluma, lo voy a firmar.

—Tampoco. Resulta que es más fácil falsificar tu firma que cortarte la mano.

—¿Entonces cómo pretendes que...? —frente a ella se materializó una daga, de acero oscuro como carbón, mango plateado y una empuñadura con la forma de un cráneo con ojos de rubí.

—La sangre es sangre. No puedes renunciar a ella. Una manera sencilla de atarte a un contrato. No tiene salida.

No tiene salida... Resonó dentro de Mal. Su única motivación para completar el trato era la esperanza de encontrar una salida a él, pero si la sangre la ataba era imposible.

—A-aguarda —pidió —. Quiero una salida.

—Claro que no.

—Dices que soy solo una herramienta ¿no? Para ser familia necesitas preocuparte por mi. Si en algún momento, llegas a preocuparte por mi o generar un mínimo cariño paternal por mí, el acuerdo se cancela y te quedas en la Isla de los Perdidos.

Hades se rió. Era una salida tonta.

—No me ha importado nada sobre ti durante dieciséis años ¿por qué me importarías ahora?

Mal se encogió de hombros.

—No tienes nada que perder entonces —Hades lo pensó un minuto y era cierto.

—Esta bien —Mal sostuvo la daga y dudó cuando el extremo de la punta se acercó a su dedo.

—¿En dónde firmó? —preguntó. Hades la tomó de las manos y deslizó el filo de la hoja por toda la palma de Mal, dejando correr un hilo de sangre que manchó la tierra bajo sus pies —¡Ah! ¡Grr! —apretó el puño para detener la sangre y apaciguar el ardor, mientras Hades inclinaba la daga para que las últimas gotas de sangre cayeran en toda la tierra posible.

—Bien, esta hecho —Hades miró el reloj de la pared —. Deberían darse prisa. La marea sube a la una —comentó. Eran las once con cincuenta y ocho minutos.

—¡Ah! ¿De qué hablas? —preguntó Mal aún apretando la mandíbula aguantando el ardor del corte.

—Los antihéroes se ahogaran si no van por ellos.

—¿En donde están? —exigió Carlos

—No lo sé —respondió Hades con una sonrisa inocente.

—Ey, el trató era que debías decir la verdad —señaló Evie.

—Ajá, pero yo no lo sé —volvió a reír —le pedí a Pena y Pánico se llevarán a los chicos a un mejor lugar y nunca me dijeron a dónde, solo sé que estamos en temporada alta y la marea va subir pronto —Hades tomó a Mal del antebrazo y la jaló hacía él —. ¿Creías que serías la primera persona que intentara usar las palabras en mi contra en los contratos que hago? El sentido de las palabras está en tu contra ahora.

Mal no estaba segura de lo que estaba hablando, pero al parecer ya habían intentado engañar a Hades.

—Un lugar con marea alta, la playa de los cocodrilos tic tac tiene cuevas subterráneas, podrían estar ahí —comentó Jay.

—No hay tiempo que perder —dijo Carlos. Evie lo siguió y Jay jaló a Mal para correr. Hades podía no estar contento con ellos, pero el trato era claro y nadie saldría herido, eso significaba protección total de un dios.

—Saquen a los niños lo antes posible —ordenó Mal a los soldados. Hades rodó los ojos.

—Hay alcantarillas que podrían servir para que atraigan a los niños sin que nadie más los vea, después solo regresan a Auradon. Les daré un mapa —de nuevo, una bola de fuego se materializó y guió a Mulán con Lonnie y los soldados para evacuar a los niños.

Mal, Evie, Jay y Carlos corrieron fuera de la cueva y se movieron cautelosos por la Isla para llegara a la playa de los cocodrilos. 

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