Capítulo 6 Reunión
Mal estaba tensa. En unos minutos entraría en la sala con todos los segundones y los reyes de todos los reinos para discutir el destino de la Isla de los Perdidos.
—¿Y sí me estoy volviendo loca? ¿Y si todo lo que estoy haciendo esta mal? —dijo ella con la pierna temblando. Ben suspiró y se sentó junto a ella y le puso el brazo alrededor de los hombros.
—Quieres hacer lo mejor para Auradon —dijo despacio —. No sabemos si esto lo es.
Mal se quedó callada y abrieron las puertas para que los segundones entraran. Los reyes le siguieron y finalmente ellos. La mesa rectangular era enorme y Ben le cedió su lugar a Mal, después de todo ella era quien debía exponer su punto.
—Nos trajeron temprano para hablar de qué ¿eh? Pues digan de qué —bufó Gruñon. Blancanieves tomaba notas para después hablar de eso en el periodico de mañana. Mal sintió la garganta seca de la nada, pero no iba a dejar que un montón de viejos cascarrabias y princesas la intimidaran.
—Q-quiero —se calló al percatarse de que su voz estaba quebradiza —. Quiero...
—Habla ahora niña —ordenó Gruñón —. Si esto es un problema hay que resolverlo rápido.
—Dejala respirar, Gruñón —dijo Pongo sacudiendo las orejas.
—Yo... —Mal no sabía que palabras usar. La Isla de los Perdidos era su hogar, su primer hogar por lo menos. Muy en el fondo de su corazón amaba ese lugar aunque estuviera lleno de ratas, pulgas y basura, pero sabía que era un bien necesario destruir toda la isla y encerrar para siempre a los villanos —. ¿Saben? Yo soy de la Isla de los Perdidos. Sé que es obvio, pero quería dejarlo claro —Ben le puso la mano en el hombro y eso la reconfortó un poco —. Decidieron encerrar a los villanos para darles un castigo digno de sus acciones, pero ninguno pensó en las consecuencias —inició.
Los reyes, reinas y demás segundones la miraron expectantes ante lo que iba a decir. Mal tomó aire antes de continuar.
—Yo soy parte de la consecuencia. Nadie esperaba que los villanos se juntaran y tuvieran hijos, pero aquí estamos ¿cierto? —algunos se agacharon o mordieron el labio avergonzados —. No les pido que se disculpen o algo así, pero espero sean lo bastantes valientes para hacerse responsables. Quiero que todos los descendientes tengan un lugar en Auradon para vivir.
—La propuesta del Rey Ben sin duda nos tomó por sorpresa hace un año, pero todos hemos trabajado para darles la bienvenida a los hijos de villanos —dijo Felipe.
—Todos los hijos de villanos tienen un hogar esperando en Auradon —comentó Jazmín —. No podemos culparlos por lo que nosotros hicimos.
—No hablo de la propuesta de Ben —murmuró Mal. Gruñón volvió a bufar.
—¿Entonces de qué trata esto?
—Quiero encerrar a los villanos para siempre. Para siempre. No volver a abrir la barrera —concluyó, pero solo se escucharon jadeos y murmullos —. Antes de intentarlo necesito que me apoyen para evacuar a todos los chicos y solo hundir a los villanos de verdad —Los presentes en la sala se miraron los unos a los otros esperando alguien más hablara.
—Hay un refugio en mi reino —comenzó Felipe —. pero no es muy grande, tal vez unos cien o ciento cincuenta a lo mucho —ofreció nervioso. Abrir las puertas de Auraron a un par de chicos por temporada estaba bien, pero sacarlos a todos a la vez le sonaba a una pésima idea.
—Digo lo mismo —agregó Jazmín —. Agrabah no tiene lugar para recibir a tantos chicos.
—Igual —comentó Blancanieves.
—Genial —dijo Mal fingiendo una sonrisa —. No hay más de quinientos descendientes, si todos pueden recibir una parte de ellos tenemos una oportunidad, pero lo que necesito es apoyo para sacarlos de la Isla.
—¿Ir a la Isla de los Perdidos? No, mis hombres no lo harán —Felipe respondió —. No puedo arriesgar a mis soldados así.
—Mis soldados no estan entrenados para eso —mencionó Jazmín —. Ellos solo saben usar la fuerza.
—Puedo darles algunas tropas, pero tampoco están entrenados para evacuar civiles.
—Es muy arriesgado —dijo Pongo —. Abrir la barrera para sacar a los chicos es peligroso, debemos idear otra forma.
—No abriremos la barrera —interrumpió Mal —. Tengo un plan, solo necesito que me apoyen con gente que pueda ayudar en la evacuación y todo saldra bien.
—Antes de aprobar una idea tan loca me gustaría saber de qué trata ese plan suyo, Mi Lady —se quejó Gruñón.
Ben iba a responder por ella, pero Mal se las ingenió.
—Tengo aliados dentro de la Isla, tienen un método de cruzar la barrera sin levantar sospechas y sacar a los descendientes.
—Si hay una oportunidad de salvarlos pueden contar conmigo —respondió Mulán orgullosa —. Tengo a doscientos de los hombres más valientes de todo Auradon, solo dinos qué hacer y estaremos listos.
—Cualquier cosa que podamos hacer desde aquí cuenten con ello —dijo Perdita.
—Pues no, no cuenten con nosotros —sentenció Felipe junto a Gruñón —. Mucho riesgo y poca recompensa. Son intenciones nobles salvar a todos los chicos de la Isla, pero no pondré en riesgo a mi gente para eso.
—No los necesitamos —dijo Mulán —. Con mis soldados es suficiente. Demasiados hombres capturarian la atención, podemos reducir los grupos y hacer cambios para que cada equipo evacue a una parte. Con los aliados de la Isla estaremos bien.
Mal se reclinó en la silla. Al menos tenía a Mulán de su lado, pero temía que los chicos de la isla se quedaran en la calle si no lograba convencer a todos los reyes de aceptar a los descendientes en sus reinos. Tiempos difíciles ameritan decisiones difíciles. Debía salvar Auradon a toda costa, incluso si eso terminaba rompiendo algún corazón en el camino era por un bien mayor.
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