Parte dos
27...
Los días pasaron, y todo había tomado un rumbo distinto, un rumbo mejor para Tsuyoi. Ella había hablado con su esposo sobre su situación con ayuda de Ray. Él se preocupó mucho por ella, siendo tranquilizado por la Psicóloga al decirle que Tsuyoi estaría en un tratamiento especial que debía de retomar lo antes posible.
El tratamiento se llevó a cabo. Luego de unos días todo empezó a mejorar, de nuevo, había podido conciliar el sueño, ya no iba a su trabajo con un semblante que reflejaba cansancio, sus ojeras poco a poco disminuían, algo que ella seguía ocultando un poco con maquillaje. Tsuyoi había podido retomar su rutina con tranquilidad y firmeza, sin demostrar agotamiento o el sueño apoderándose de ella. Los medicamentos surgieron efecto en ella, sin embargo, algunas veces, cuando dormía, pequeños fragmentos del sueño anterior invadía su mente, pero afortunadamente pudo lograr confrontar un sueño que no era real.
Aunque se sintiera mejor, ella no dejó de ir a sus respectivas citas con su psicóloga. Tsuyoi estaba dispuesta a superar por completo sus voces antes de que la atormentaran de nuevo. Ella junto con Ray habían formado una buena amistad, la psicóloga ayudándola no solo porque fuese su trabajo sino que apreciaba mucho la conexión que tenía con su paciente, ahora amiga.
Irina, su hermana, se tranquilizó como también se alegró al enterarse de lo sucedido, dándole todo su apoyo a su hermana menor y visitando su hogar en los tiempos libres que tenía.
28...
Casi se aproximaba el segundo mes del año, y hasta ahora todo estaba bien en la familia. Las hermanas Valentine salían con más frecuencia a pesar de tener un horario algo apretado, pero eso no impedía que ambas disfrutaran de su tiempo libre y se tomaran un buen descanso, como ambas se lo merecían.
Ahora, ellas se encontraban en una cafetería. Era un buen día para salir a caminar y despejar la mente. Ambas bebían de sus cafés, comiendo un postre mientras hablaban tranquilamente.
—Me alegra que haya servido la terapia —comentó Irina, mirando a su hermana beber de su café—. ¿Hoy no tienes cita con ella?
—No, ya tengo cita con ella para la próxima semana. Me dijo que hoy tenía otros pacientes por atender.
—Pero, contéstame algo, ¿sigues llendo allá porque sientes que aún necesitas ayuda o por el simple hecho de haberte llevado bien con ella y formar una amistad?
—Estoy en perfectas condiciones, pero no quiero dejar de recibir mi terapia y descuidarme de nuevo como lo hice hace cinco años. Además de que Ray y yo somos buenas amigas.
—Increíble. Una psicóloga y una loquita.
—¡Oye! —reprochó Tsuyoi, señalándola con el cubierto que tenía en su mano izquierda. Irina rio por la graciosa expresión de su hermana, bebiendo de su café para disimular su risa—. El hecho de que seas mi hermana mayor, no significa que te puedas aprovechar de mí.
—No me estoy burlando de ti, pequeña.
Tsuyoi le sacó el dedo del medio, disimulando su acto haciendo que se tocaba su nariz con este mismo.
29...
"Se acerca el final"
Los días pasaron con tranquilidad, Tsuyoi tomándose sus medicamentos como era debido y siguiendo su rutina con naturalidad. Con solo mirarla a los ojos te podías dar cuenta que aquella mujer que había estado atemorizada por una pesadilla, ahora era una mujer radiante y que en cada momento que le fuese posible, sonreía por el más mínimo detalle. Compartía con su esposo e hija cuando tenía tiempo libre, de vez en cuando cuidaba de la pequeña Kira y pocas veces se reunían todos juntos para tener un día de descanso y pasar un momento feliz como la familia que eran.
Tsuyoi ya no iba tan de seguido a sus citas con la doctora Ray, sentía que ya no necesitaba sus terapias más sin embargo no dejó de tomarse sus pastillas. Pero eso no impidió que ambas se pudiesen reunir en un lugar al aire libre y entablar una conversación que no tuviera nada que ver con la terapia. Ray le confesó que en pocos días se mudaría de su casa ya que quería vivir en un vecindario más tranquilo, y adivinen qué, ella iría a mudarse al vecindario en donde vivía Tsuyoi con su familia, noticia que, por supuesto, la alegró mucho al enterarse.
La relación entre Jin y ella había mejorado más de lo que se esperaba. Si antes tenían un matrimonio estable, ahora era el doble, disculpándose ella por los problemas que alguna vez le causó a él, pero Jin diciéndole que no era culpa de ella y que siempre estaría para ayudarla, sin importar las condiciones.
Dentro de poco, su hermana mayor se iría de viaje junto a su esposo ya que a él le resultó trabajo en otra ciudad de Corea. Por otro lado, los chicos también tenían propósitos para este año: Jungkook empezaría la universidad pronto, al igual que Jimin y Taehyung. Yoongi estaba de viaje por unos asuntos de trabajo y pronto sería ascendido a un puesto mejor en donde trabajaba. Hoseok buscaba un buen trabajo ya que en el anterior fue despedido de forma injusta y con razones que no justificaban su despido. Namjoon visitaba de vez en cuando la tumba de su esposa fallecida, dejándole hermosas flores mientras que a veces le hablaba sobre su día, y que le hacía mucha falta, confesando que pronto volvería a abrir el local de la florería que tanto había soñado su esposa trabajar en un lugar como ese.
Todos tenían sueños, y que solo esperaban con ansias que se les pudiera cumplir con cada uno de sus propósitos.
Normalmente, después de la tormenta siempre sale el sol, pero, ¿qué pasaría si después del sol saliera la tormenta? ¿Y de forma inesperada?
30...
"El día del juicio finalmente había llegado"
Unos fuertes golpes en la puerta del cuarto de Tsuyoi y Jin se escuchó. Fuertes y bruscos, golpes que provocaron que ella despertara de su sueño y se sentara sobre su cama. Guardó silencio para confirmar si esos golpes provenían detrás de su puerta o simplemente le había parecido escuchar el sonido, pero se asustó cuando de nuevo lo oyó, sobresaltándose cuando los golpes cada vez eran más bruscos, más fuertes.
El miedo invadió su cuerpo, y lo único que pudo hacer fue llamar a su esposo.
—Jin... Jin, despierta.
Él se removió entre las sábanas, levantando un poco su cabeza para abrir sus ojos con pereza.
—¿Qué sucede? —preguntó con voz ronca y algo adormilado.
—Están golpeando nuestra puerta de la habitación.
—¿Qué? Debe ser Hannah. Hannah, cariño, no hagas eso, por favor. Asustaste a tu madre.
En respuesta ante aquello, fue otro golpe contra la puerta.
—Hannah...
Se levantó de la cama, bajando sus pies descalzos sobre el suelo y finalmente ponerse de pie. Él se acercó a la puerta que aún estaba cerrada, dispuesto a abrirla y reprender a su hija por no obedecerlo.
«No confíes. No confíes. No confíes»
«Huye. Huye. Huye»
Su conciencia le decía en voz baja, casi en un murmullo inaudible para Tsuyoi. Aunque ella no reaccionó ante aquellos susurros, su cuerpo sí reaccionó.
Jin, sin pensarlo dos veces abrió la puerta, siendo empujado poco después cuando un cuerpo se abalanzó sobre él y provocando que cayera.
El gruñido proveniente de esa persona hizo que, después de tanto esfuerzo por olvidar tan desagradable pesadilla, fragmentos del sueño se apoderara de su mente. Los latidos de su corazón se aceleró cuando vio que aquella persona mordía el cuello de su esposo, desgarrando su piel y devorando con rapidez el trozo de carne que le había arrebatado. La sangre salpicó el suelo y el rostro de Jin, quien había gritado al sentir el dolor en esa zona.
Ella se dio cuenta que su sueño se hizo realidad, pero de una forma distinta.
—¡Vete de aquí! ¡Llévate a la niña, ahora!
Gritó a su esposa para hacerla entrar en razón.
La caminante alzó la mirada para posar sus ojos en su siguiente presa, y Tsuyoi se dio cuenta de quién se trataba, quien se estaba comiendo a su esposo sin importarle sus gritos de dolor.
—Ray...
Murmuró, levantándose con lentitud de la cama.
Jin al ver que el caminante se iba a dirigir hacia su esposa, él retuvo el cuerpo de la mujer con las pocas fuerzas que aún tenía, gritándole a ella de que saliera con su hija lo más rápido posible.
Él se apartó del camino sin soltar a la caminante, dejándole el camino libre a ella para que escapara. Tsuyoi salió rápido de su habitación para dirigirse a la habitación de Hannah, quien aún estaba dormida sin enterarse de la situación. Ella entró y despertó a su hija, preguntando Hannah qué estaba sucediendo, algo que Tsuyoi no pudo responder cuando estaba enfocada únicamente en huir.
Ambas pudieron salir de casa, Tsuyoi sorprendiéndose al ver el vecindario hecho un caos, como en su sueño. Lo único que pensó en ese momento fue en su hermana, pensando que posiblemente ella ya estaría muerta; pero un llamado hizo que se volteara y la viera allí tratando de llamar su atención.
Irina estaba viva.
—¡Vengan, rápido!
Tsuyoi, cargando el cuerpo de su hija, corrió hacia donde estaba su hermana quien tenía la puerta de su casa abierta esperando a que ambas entraran. La mujer veía como la gente huía de los caminantes, también como otros eran devorados por estos mismos.
Cuando ambas entraron a la casa, Irina no tardó en cerrar la puerta y ponerle seguro, luego cerró las cortinas y apagó las luces.
—¡¿Qué demonios está pasando?!
Irina aún no podía procesar lo que estaba presenciando, mucho menos Tsuyoi cuando ella misma vio a su esposo siendo devorado por el caminante que había sido su psicóloga, su amiga.
—Esto es como en tu sueño.
Murmuró Irina, tomándose su cabeza con las manos al estar preocupada por la situación.
—No, esto no estaba en el sueño. Hay cosas que cambiaron —respondió Tsuyoi, bajando a su hija al suelo—. Se supone que en el sueño tú morías en tu propia casa al igual que Matt. Luego, yo me encontraba con una señora a quien ayudé y juntos nos refugiamos en mi casa. Pero, tú estás viva y Jin está... muerto.
—¿Jin?
Las lágrimas amenazaron con salir, algo que ella impidió mordiéndose su labio inferior.
Tsuyoi asintió.
—Esto no puede estar pasando. ¿Y qué hay de los demás? ¿De matt? Maldita sea, él se fue.
—¿Por qué no lo acompañaste?
—Tuvimos una discusión, así que decidí no acompañarlo.
La niña jaló de la mano de su madre para llamarle su atención. Ella se comunicó por medio de señas.
—¿Qué está pasando? ¿Dónde está papá?
—Cariño, pase lo que pase siempre estaré contigo. Así que no te separes de mí, ¿si?
Ella asintió, aunque no había comprendido muy bien a qué se refería su madre.
De repente, un golpe brusco se oyó proveniente de la puerta. Irina les indicó a ambas que guardaran silencio, mientras que ella sostenía con firmeza un cuchillo afilado. Poco a poco los golpes disminuyeron hasta el punto de cesar, algo que tranquilizó a las hermanas Valentine por un momento.
—Acompáñame un momento a la cocina. Cariño —se dirigió a su sobrina—, quédate en la sala, pero por nada del mundo abras esa puerta, ¿si?
Ella asintió, captando la petición de su tía.
—Vamos, Tsuyoi.
Ambas se dirigieron a la cocina para poder hablar en privado. Cuando Tsuyoi se alejó lo suficiente de Hannah, soltó en llanto al recordar cómo su esposo se sacrificó para poder que ella escapara con su hija.
Irina al ver el estado en el que se encontraba su hermana, la atrajo hacia ella en un abrazo, acariciando su espalda de arriba hacia abajo. Ambas guardaron silencio, las palabras no hacían falta para expresar el dolor que Tsuyoi demostraba, y ahí estaba Irina para darle consuelo.
—¿Quieres contarme con más detalles tu sueño? —habló ella en voz baja, susurrándole a su hermana menor sin dejar de darle caricias y sin apartarla del abrazo.
Tsuyoi asintió, limpiándose las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Suspiró, cerrando sus ojos por un momento mientras inhala y exhala.
—Se supone que luego de... esto, nosotros nos quedábamos en mi casa esperando las noticias, luego, huímos cuando los caminantes invadieron mi hogar, pero antes de eso, había una caminante que aún razonaba aunque ya estaba convertida totalmente, y... ¡Ah! ¡No logro recordar bien!
—Shh. Tranquila, vamos con calma.
—Pero ahora que las cosas han cambiado de cierto modo, no sé qué podría pasar ahora.
—Pero siguiendo el orden de tu sueño, cuando ustedes están en la casa y yo estoy... muerta, ¿adónde fueron cuando los caminantes invadieron su hogar?
—Nos reunimos con los demás, aunque Jin se había quedado atrás cuando él trató de ganar tiempo para que nosotras escapáramos. Taehyung y Hoseok estaban desaparecidos ese día desde la mañana, luego, de algún modo, los tres pudieron reunirse de nuevo, creo. Pero Hoseok murió y ellos dos volvieron de nuevo con los demás. La señora quien me acompañaba se había convertido también en un caminante y yo había salido con Yoongi en busca de Jin, y en ese día la hija de Irene nació y... le daban el mismo nombre que ella ahora tiene —ella entre abrió sus labios al sorprenderse por no haber notado ese detalle. Parpadeó y sacudió su cabeza antes de seguir hablando—. Luego, por medio de la radio, un comandante de las fuerzas especiales informó sobre un refugio, pero a cambio de vivir en un lugar seguro, recibir suministros y demás, teníamos que hacer algo más no especificó qué exactamente. Él nos pedía que fuéramos a ciertos edificios que indicaba, luego, ellos irían en helicópteros por nosotros en siete días. En ese transcurso del tiempo, ellos se prepararon para salir de casa y yo me encargaría de cuidar a mi hija y a Irene.
«Cuando llegamos a los edificios correspondientes, una horda de caminantes se aproximaba, y eso nos asustó mucho. Al final, uno de esos hombres advirtió que no todos podían subir, así que las únicas que subieron a ese helicóptero fueron Hannah e Irene con su bebé. Ahí termina el sueño cuando los caminantes llegaron a la azotea y todos moriámos.
—Tenemos ventaja sobre esto —pensó Irina en voz alta.
—¿Qué? ¿Cómo que tenemos ventaja?
—Sí, porque, están sucediendo hechos que han pasado en tu sueño, pero la diferencia es que hubo ciertos cambios que no viste. El punto es que, tú serás nuestra guía para llevarnos con ese tal comandante e ir a los edificios que el anuncia.
—Pero es que no sé si todo cambiará o...
—No importa si cambia o no, el asunto es que tenemos que irnos de aquí sí o sí. No pienso ponerlas en riesgo a ambas, y juntas, iremos a ese tal refugio del que hablas. Por ahora, solo esperemos las noticias a ver qué informan y luego nos iremos, ¿entendido?
—Si tú lo dices.
Ambas se miraron y luego sonrieron, aunque la sonrisa de Tsuyoi era algo forzosa. Ella solo esperaba a que todo saliera bien y no hubiera más pérdidas, no como la pérdida que tuvo que presenciar de su esposo, de alguien a quien amó con todo su ser.
Treinta días habían pasado luego de que ella despertara de su pesadilla ese día en navidad. Treinta días que para ella fueron una tortura, y a la final, su peor pesadilla se hizo realidad, su sueño premonición.
La noche finalmente cayó, y las hermanas Valentine estaban pendientes de cualquier información que dieran por medio de las noticias, algo que aún no había ocurrido.
Irina intentó contactarse con alguno de sus amigos, pero nadie contestaba. No había señal y eso preocupó a la mujer.
Hannah se encontraba dormida en la habitación de su tía, y antes de eso, ella había preguntado de nuevo por su padre, pregunta que fue evadida por su madre quien solo le sonrió y le deseó una buena noche.
Irina tensó sus músculos cuando escuchó gruñidos cerca de su puerta y de oír unos pasos arrastrándose por el suelo. Ella no apartó la mirada de la puerta, pidiendo internamente que no se atrevieran a adentrarse a la casa como pasó en el sueño de su hermana. Ahogó un grito al oír un golpe fuerte que impactó en la puerta de su casa; sus manos empezaron a sudar y a temblar, más no podía hacer nada solo quedarse en completo silencio y esperar.
Su hermana, quien iba bajando de las escaleras, le indicó que guardara silencio al posar su dedo índice sobre sus labios, indicándole con la mirada de que había alguien detrás de la puerta. Tsuyoi asintió, caminando con lentitud hacia el sofá y tomar el control remoto para bajarle el volumen a la televisión. Ambas esperaron en completo silencio, hasta que poco a poco los golpes en la puerta fueron disminuyendo cuando alguien a lo lejos gritó pidiendo ayuda, eso atrajo a los caminantes quienes empezaron a alejarse de la casa para perseguir a su siguiente presa.
Las hermanas soltaron el aire que retenían en sus pulmones, cerrando sus ojos por un momento mientras que ambas apoyaban su espalda contra el respaldar del sofá.
—¿Ya se durmió? —preguntó en voz baja, refiriendose a su sobrina. Tsuyoi asintió, mordiéndose su labio inferior—. ¿Qué sucede?
—Ella me preguntó por Jin, y no sé qué contestarle, Irina. ¿Cómo le digo que su padre está muerto por haberse sacrificado por nosotras?
—En algún momento tendrás que decírselo, Tsuyoi.
Irina posó su mirada en la pantalla del televisor, abriendo sus ojos poco después cuando vio que las noticias habían empezado.
—Súbele el volumen —le pidió a su hermana.
Tsuyoi tomó el control remoto e hizo lo que Irina le indicó. Ambas prestaron atención a las noticias, esperando que lo que dijeran les fuera de ayuda.
—Una infección ha brotado en la ciudad, y según lo que se sabe hasta el momento, es que esta infección es mortal para la humanidad. En un par de horas y ya se ha expandido a varias ciudades de Corea, incluso ya ha llegado a países vecinos. El gobierno recomienda quedarse en casa, en un lugar seguro y mantener todo cerrado, y mientras que el presidente decide qué hacer, los civiles están asustados al ver que otros se comen a los demás, e incluso, con una mordida, te puedes infectar. Estas ya no son personas, y los civiles restantes que han sobrevivido al brote están asustados. A continuación, algunas grabaciones que se han hecho en las últimas horas antes de que todo empeorara.
«— ¡Gente inocente está muriendo! ¡El gobierno dice que nos refugiémos pero ellos no son capaces de hacer nada por la población! ¡Esto es una porquería y nadie puede arreglarlo, pero ellos si podrían ayudar a las personas que aún razonan!
«—La gente muere con una rapidez, pero luego se levantan como si nada y están dispuestos a atacar a los demás. Ellos devoran carne sin tener piedad, como si tuvieran la necesidad de satisfacer su hambre. Todo es un caos, y hasta ahora solo el gobierno a estado dando recomendaciones básicas a su población, cuando deberían de hacer algo rápido y refugiar ellos a las personas que aún no han sido infectadas y apartarlos de los muertos, muertos vivientes.
Y la última grabación, sorprendió a muchos sobrevivientes que veían las noticias escondidos en sus casas.
«—Cuando el infierno esté lleno, los muertos comenzarán a caminar sobre la tierra. Es el fin del mundo, y el hombre que habita en la tierra aún no se ha dado cuenta de lo que pasa a su alrededor. Todos moriremos, pero hay que algunos sobrevivan, esos serán elegidos por Dios y le servirán a él, hasta entonces, estamos en el juicio final.
Irina apagó la televisión, enfadada al saber de que nada de lo que mostraron en las noticias podrían ayudarlas.
Por otro lado, Tsuyoi estaba sorprendida. Sus labios estaban entreabiertos, como si quisiera pronunciar alguna palabra; ella veía la pantalla negra de la televisión mientras procesaba lo que acababa de ver.
—Esa voz... Ese rostro. Yo conozco a esa señora de la última grabación.
—¿Qué? —el ceño fruncido de Irina daba a entender que no comprendía a su hermana—. ¿Cómo que la conoces?
—Ella es la señora que ayudé en mi sueño, quien se convirtió en caminante después de haberme reunido con los demás.
—¿Acaso la conocías?
—No.
—Dime entonces qué sucederá después de haber visto las noticias.
—Los caminantes invaden la casa y nosotras huiamos mientras que Jin... —apretó sus labios por un momento, apartando su mirada de la televisión—. Nos daba tiempo a que escapáramos.
—Tenemos que salir de aquí lo más rápido posible.
—No dejaré que ambas estén en peligro —repitió Tsuyoi, recordando las palabras que anteriormente le había dicho su hermana—. Así que en dos días partiremos.
—¿Adónde iremos?
—No lo sé. Pero no podemos quedarnos aquí, aunque ningún lugar es seguro para las tres aun así hay que irnos. Si quieres puedes irte a dormir, yo estaré vigilando el resto de la noche.
—¿Segura?
—Sí, claro.
—Está bien. Buenas noches.
—Buenas noches.
Irina miró por última vez a Tsuyoi antes de subir las escaleras. El silencio que ella presenció al estar sola en la sala le desagradó mucho, además de que todas las luces estaban apagadas —excepto la luz del televisor que encendió poco después de que Irina subiera al piso siguiente—. Ya le incómoda estar sola, porque sentía una mala sensación que la incomodaba; se abrazó a sí misma para poder entrar en calor cuando la lluvia no se hizo esperar durante esa noche, algo que no le gustó ya que así no podría escuchar bien los movimientos de afuera. Ella nunca apartó la mirada de la puerta, aunque cerró sus ojos por un momento cuando las voces que tanto había dejado de escuchar, regresaron a ella.
Al cabo de varios minutos y aquellas voces poco a poco disminuían, pero luego recordó a su esposo, el último momento en que pasó tiempo con él junto con el recuerdo de sacrificarse por ella. Estaba quebrada por dentro, le dolía tanto haberlo perdido a él, a su esposo quien siempre había estado ahí para ella, aunque a veces tuvieran sus inconvenientes Jin siempre buscaba la forma de arreglar las cosas. Aquellos años fueron un bonito matrimonio, que, producto de su amor, nació su hermosa hija que ahora tenía ocho años, recordando también el regalo que le había dado a Hannah para navidad, estando orgulloso de que ella pudiese escuchar el mundo por primera vez, las voces de sus progenitores. Pero ahora el mundo era un total caos, un mundo donde Tsuyoi no permitiría que Hannah creciera y haría lo posible para llevarla a un lugar mejor.
Por otro lado, Irina se encontraba llorando, ahogando sus sollozos contra la almohada. Se encontraba bocabajo con sus ojos cerrados, recordando también a su esposo, su discusión que ambos tuvieron y, finalmente, el viaje de Matt. Irina no quería que su hermana la oyera, suficiente tenía Tsuyoi con sus propios problemas, así que pensaba que no era necesario involucrarla en algo que no tenía nada que ver. Inconscientemente sonrió al recordar uno de tan bonitos momentos que había pasado con él, por ejemplo: cuando fueron a la playa, tuvieron unas vacaciones en París y se quedaron viviendo un tiempo en Estados Unidos. Ella deseaba tan solo ver a su esposo por última vez y decirle que lo lamentaba, decirle cuánto lo amaba, pero lastimosamente aquel deseo que tanto anhelaba cumplir, no se podría hacer realidad.
Así, las hermanas Valentine se sumergieron en sus propios dolores, cada una sin involucrar a la otra.
Un nuevo día llegó, eso significaba: segundo día para sobrevivir. Tsuyoi estaba cabeceando mientras que aún seguía sentada sobre el sofá, su hermana quien iba bajando las escaleras, le pareció gracioso al verla así. Irina se acercó a ella, alzando su mano para darle dos golpecitos en su frente, pero su mano fue detenida por la mano de Tsuyoi quien la había agarrado con fuerza por la muñeca y la apartó con rapidez.
—Lo siento.
Tsuyoi se alejó de Irina, avergonzada por lo que hizo hace un momento.
—No te preocupes, no pasa nada. Además, es bueno que intentes defenderte estando en una situación como la de ahora.
—Sí, supongo —contestó en un tono de voz cansado, pasando su mano por su rostro, intentando hacer que el sueño abandonara su cuerpo.
—¿No dormiste nada, verdad?
—Por momentos me quedaba dormida, aunque luego despertaba asustada pensando lo peor.
Tsuyoi notó cierto detalle en su hermana, algo que le pareció raro, así que preguntó:
—¿Por qué tienes los ojos rojos y llorosos?
Ella apartó la mirada, contestando a los pocos segundos —No pude dormir bien, es todo. ¿Y tú?
—¿Yo, qué?
—También los tienes rojos y llorosos.
—Me quedé toda la noche despierta, además de que llovió casi toda la noche y los sonidos de afuera se distorsionaban por el sonido de la lluvia. Créeme que la pasé muy mal.
Ambas guardaron silencio cuando escucharon pasos aproximándose a la sala. Tsuyoi solo elevó la mirada mientras que Irina giró de medio lado, ellas mirando a la niña que iba bajando las escaleras un poco adormilada. Hannah saludó a su madre y a su tía, sonriendo levemente mientras se rascaba el ojo con la palma de su mano.
Tsuyoi con una mirada, le indicó a su hermana que dejaran la conversación para otra ocasión, acción que Irina captó inmediatamente. Ella encendió la televisión, pero este no encendía, algo que les extrañó a ambas; Tsuyoi se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, donde abrió el grifo pero de este no salía agua, también intentó encender la luz del lugar, pero nada.
—Eso quería decirles a ambas —la niña se comunicó por medio de señas—. Cuando fui al baño no había ni luz ni agua.
Irina miró rápidamente a su hermana, ahí, ambas comprendieron que si la situación llegaba hasta tal punto, significaba que nada iba bien.
Con mayor razón las tres tenían que irse de ahí.
—¿Tienes algo para comer?
—Solo sopa enlatada y algunas verduras.
—¿Cuántas...?
—Cinco de cada una.
Tsuyoi suspiró, cerrando sus ojos y echando un suspiro. Se agachó, quedando a la altura de su hija para hablarle.
—Cariño, ve y ponte la ropa que trajiste esa vez cuando te quedaste aquí, ¿recuerdas? —ella asintió, mirando fijamente a su madre—. Ve y hazlo. Nos iremos en una hora.
La niña obedeció, caminando directo a las escaleras para dirigirse a su habitación. Cuando Tsuyoi se percató de que ella estuviera lo suficientemente lejos de la cocina, le habló a su hermana.
—Tenemos que irnos de aquí. Ya no hay ningún servicio, ni agua ni luz, nada. Nos iremos de aquí.
—¿Y la comida?
—Me encargaré de eso, pero necesito que tomes tu ropa y la guardes en una mochila.
—No, no. Creo que no me has entendido. ¿Qué haremos si no tenemos lo suficiente, eh? Somos tres personas y no hay comida suficiente más que puro enlatado. ¿Piensas que sobreviviremos a base de eso? ¡Por Dios, Tsuyoi! ¡No estamos en condiciones de salir aún! Dije que saldríamos en dos días, pero no podemos irnos así como así.
—¿Prefieres morir entonces en tu propia casa? ¿Si? ¿Eso quieres? Te estoy dando opciones.
Irina rio sin poder creer lo que su hermana decía.
—¿Es en serio? ¿Opciones? ¡No me hagas reír, por Dios! Estamos todos jodidos y tú me vienes a darme "opciones". Antes tú es la que nos está poniendo en riesgo, Tsuyoi. ¿Quieres que tu hija muera allá afuera?
La cocina quedó en completo silencio luego de que se oyera tan solo el sonido de una mano impactar contra la mejilla de Irina.
—¡Prefiero sacrificarme y lograr que Hannah encuentre un lugar mejor que antes de que se muera aquí por hambre! ¡Ya perdí a alguien de mi familia, así que no permitiré que alguien más muera!
—¿Y yo acaso no pertenezco a esa "familia"?
Murmuró, tocando su mejilla con la mano izquierda.
—Claro que sí, Irina. Eres mi hermana mayor. Ambas perdimos parte de la familia, perdimos a nuestros esposos, a seres queridos que amamos con todo el corazón y que nunca serán olvidados. Por eso hay que seguir, porque esto no es lo que Matt y Jin querrían, ellos querrían que sus esposas —pasó su lengua por sus labios, conservando el silencio cuando sintió un nudo en su garganta que impedía que hablara. Al poco tiempo después, prosiguió con sus palabras—... que sus esposas siguieran adelante a pesar de lo que ocurriese. Estoy segura que ambos nos darían un sermón si nosotras nos quedáramos sin hacer nada. Sé que saldremos de esta situación, pero para eso, necesito tu ayuda, Irina. ¿Qué dices? ¿Me ayudas?
—Solo porque quiero lo mejor para nosotras, te ayudaré, pequeña.
Tsuyoi sonrió, sonrisa que no duró mucho cuando su propia hermana la abofeteó.
—¡Oye!
—Eso es por haberme pegado antes. Ahora vamos, esperemos a Hannah mientras yo guardo lo necesario.
—Sí.
Irina abandonó la cocina, dirigiéndose a su habitación para guardar las prendas de ropa necesario y demás.
Mientras tanto, Tsuyoi esperó en la cocina, con su mirada perdida pensando en diversas cosas.
«Lo lograremos, Jin. Tenlo por seguro»
Inconscientemente sonrió cuando su piel se erizó, posando su mirada en el anillo que aún portaba en el dedo anular izquierdo.
Ella luchará para proteger a lo que más ama.
Las hermanas Valentine esperaron a que Hannah tomara la primer comida del día, luego, si se dispusieron a irse de casa. Tanto Tsuyoi como Irina traían un cuchillo para poder defenderse, mientras que Hannah traía consigo la mochila con cosas necesarias para sobrevivir.
Irina esperó la señal de su hermana para que ella y Hannah pudiesen salir de casa. Tsuyoi, quien estaba del otro lado de la casa, elevó su mano izquierda para darle a entender que ya podían salir y que no había peligro cerca. Irina tomó de la mano a Hannah y ambas salieron del hogar, siguiéndole el paso a Tsuyoi que iba adelante de ellas. La mano de la mayor, temblaba del miedo ya que, hasta ahora, no había matado a ningún caminante, así que estaba nerviosa y a la misma vez tenía sus sentidos más agudos ante cualquier movimiento que para ella fuese anormal.
Antes de que salieran de casa, Tsuyoi e Irina habían hablado sobre los caminantes y sus características, comentándole Tsuyoi a ella que en su sueño, algunos caminantes veían como otros no y solo se dejaban llevar por sus instintos, y de que la reacción a la infección en las personas era diferente, en unos, podría ser rápido los cambios como en otros podría ser más tardío.
Irina apretó con más fuerza el objeto que traía con ella, asustándose cuando escuchó un ruido, soltando un suspiro después al ver que una lata se había movido gracias al viento.
—Vengan, por aquí —Tsuyoi le indicó a su hermana, mirándola por unos segundos.
Ella se acercó un poco más, sin soltar la mano de su sobrina y sin dejar de mirar a su alrededor.
Pero ellas detuvieron su caminar cuando Tsuyoi elevó la mano con rapidez. Irina frunció su ceño, dándose cuenta del porqué habían parado, un caminante se encontraba más adelante de ellas, este dirigió su mirada a Tsuyoi y luego soltó un gruñido antes de correr hacia ella.
"Otra de sus características es que su punto débil es la cabeza. Si este es completamente destruido, ellos dejarán de moverse y no se volverán a levantar ya que es como su núcleo que les impide que se mueran, aunque sean acuchillados o golpeados en distintas zonas, si no es la cabeza, ellos seguirán de pie, devorando carne y peleándose por un buen manjar."
"Ellos no están ni vivos ni muertos, ellos están en el medio de estas. En un estado que se desconoce cómo se pueden mover y obtener algunas habilidades"
"No tienen conciencia. Maténlos a todos como si fueran una plaga que es primordial ser eliminada de la faz de la tierra"
Tsuyoi clavó su cuchillo en todo el centro de la cabeza del caminante, sin permitirse sentir miedo o nervios de matar, todo lo contrario, ella sintió la necesidad de matar, porque ellos le arrebataron a lo que más amaba.
Sangre salpicó en su rostro, un detalle que ella no le dio ni la más mínima importancia, levantándose sin apartar la mirada del caminante que se encontraba muerto, y debajo, un charco de sangre se formó al cabo de varios segundos.
Tsuyoi le indicó a Irina de que la siguieran, algo que ella asintió sin decir absolutamente nada mirando de reojo al cadáver que yacía en el suelo.
Producto de los ruidos que anteriormente se oyeron en las calles, más caminantes se aproximaban a la zona en donde ellas se encontraban. De nuevo, otro gruñido llegaron a oídos de la mujer, quien se volteó para confrontar a los caminantes y recibir un poco de ayudar por parte de su hermana.
—¡Muere, maldito! ¡¡¡Muere!!!
Clavó una y otra su cuchillo en la cabeza de aquel caminante, manchando su rostro y manos de sangre. Y sin ella notarlo, su vista se nublo por las lágrimas que amenazaban salir.
—¡Tsuyoi! —Irina empujó a uno de los caminantes que había intentado morder a su hermana por detrás—¡Reacciona!
El grito de ella provocó que entrara en razón, limpiando sus ojos con el brazo para después levantarse.
—¿Dónde está Hannah?
—Ella está...
Las palabras de su hermana mayor fueron cortadas cuando ambas vieron a la niña correr hacia su madre, y detrás de ella había un caminante.
—¡No te metas con mi hija!
Exclamó furiosa, lanzando el cuchillo y clavándose en el cráneo del caminante a los pocos segundos y este cayendo al suelo.
—¿Estás bien? —preguntó su madre preocupada, mirando cada parte de su cuerpo para confirmar de que no estuviera lastimada. Hannah asintió, asustada al vivir tal momento, donde sintió su corazón había latido con ímpetu y sentía la garganta seca, sus manos temblando y sus ojitos llorosos—. Estoy aquí, Hannah. Estoy aquí, pero por favor, no te vuelvas a ir, ¿si?
—¿Papá ahora es uno de ellos, verdad?
La pregunta de su hija la tomó por sorpresa, entre abriendo sus ojos y labios.
Finalmente optó por decirle la verdad.
—Cariño, papá nos salvó. Si no hubiera sido por él nosotras no estaríamos ahora con la tía Irina. Él es tu héroe que siempre permanecerá aquí —Tsuyoi apuntó a su corazón—. Y cada vez que este lata, será el amor que tienes por él. Y yo juré protegerte aunque me cueste la vida.
Ambas se abrazaron, soltando en llanto mientras que sus lágrimas se sincronizaban al igual que sus sollozos. Irina observó la escena en silencio, y un pensamiento cruzó por su mente.
«¿Te hubiera gustado tener una familia, Matt? ¿Aun si no lo hubieras visto crecer en mi vientre?»
Una lágrima resbaló por la mejilla de la mujer, quien había alzado la cabeza para ver el cielo mientras cerraba sus ojos y formaba una sonrisa en sus labios.
Las tres tuvieron que detener su viaje y hallar una nueva casa en donde quedarse. La noche cayó y sería peligroso que ellas andaran por las calles a esas horas.
Hannah había comido una sopa enlatada mientras que las hermanas habían comido tan solamente una lata de verduras, mitad para cada una.
—¿Esto tendría que pasar en tu sueño?
—¿A qué te refieres?
—A esto. A lo que sucedió hoy.
Tsuyoi se encogió de hombros —No lo sé. No me lo tomes a mal pero, desde que estás viva todo ha cambiado.
Irina frunció su ceño —Hablas como si hubiera estado muerta.
—Sí, en mi sueño. Pero ahora que esto es la realidad y casi todo ha cambiado, no sé qué esperar ahora, la verdad.
—¿Qué piensas sobre los chicos? —cuestionó, cambiando de tema luego de haber apartado la mirada—. ¿Crees que siguen vivos?
—Eso espero.
—Pobre Kira, tiene un mes de vida y ya lo que le ha tocado presenciar.
—Sí, pero no entiende lo que sucede a su alrededor porque es una bebé. Ahí depende ya de Irene y Yoongi, aunque sé que la cuidarán y la protegerán, porque eso hacen los padres, cuidan y protegen a sus hijos hasta que ellos extienden sus alas y dejan de necesitar protección de alguien más.
—Tengo hambre, Tsuyoi —soltó de repente, tocando su estómago con la mano derecha cuando este empezó a rugir.
—También yo, pero tenemos que guardar la comida enlatada que nos sobra.
—¿No que ibas a encargarte tu de la comida? —recriminó Irina, arqueando una ceja y mirando a su hermana de reojo.
—¿Y pretendes que salga a estás horas de la noche? Si salgo, dame por muerta. Pero te prometo que mañana buscaré suministros. En todo caso, ¿de dónde sacaste esa radio?
—Oh, esto. Lo encontré por ahí en la casa.
—¿Funciona?
—Sí.
—Oye, si tienes ese radio, es probable que pueda suceder lo del sueño.
—Qué, ¿lo del comandante, edificios, helicópteros y de que todos morían en la azotea?
—Sí... pero si lo dices de esa forma se escucha...
—¿Violento? ¿Triste? ¿Normal? ¿Tenebroso? ¿Heróico? ¿Caminantes?
—...mal. —finalizó Tsuyoi, mirando a Irina con extrañes—¿Por qué estás actuando así?
—Lo siento es solo que... —soltó un suspiro, cerrando sus ojos por unos segundos—. Es solo que quería cambiar un poco el ambiente, ya sabes, olvidar por un momento de que es el fin del mundo y todos han muerto.
—No es necesario que te disculpes. Y sí, a mi también me gustaría olvidar todo esto, volver a mi vida normal, con mi familia completa y todos reunidos, felices como lo éramos antes.
—¿Bonitos recuerdos, no?
—Sí, lo son —Tsuyoi sonrió.
—Hay que dormir, pequeña. Mañana será otro día para sobrevivir, y sí o sí tenemos que refugiarnos y buscar comida.
—Sí. Buenas noches, Irina.
—Buenas noches.
—Oye, deja la radio encendida por si informan algo.
—Está bien.
Tsuyoi se bajó del sofá, extendiendo una sábana en el suelo para finalmente acostarse sobre esta. Acomodó la almohada para descansar su cabeza, acostándose bocabajo mientras que su hermana se quedó en el sofá, algo incómoda al no tener el suficiente espacio.
Al cabo de varios minutos, las hermanas Valentine se durmieron, sin haber comido lo suficiente más que media lata de verduras.
El tiempo transcurría, y mientras ellas dormían, los caminantes se paseaban por el frente de la casa, buscando ellos algo qué comer.
El sonido de la radio hizo que Tsuyoi se despertara, asustada pensando lo peor. Rascó sus ojos intentando despertarse por completo, posando su mirada poco después en la radio que se encontraba sobre la mesa, luego miró a su hermana quien seguía durmiendo, moviéndose ella constantemente al no soportar la incomodidad en la que se encontraba. El oído se Tsuyoi se enfocó únicamente en la radio, que, al parecer, alguien intentaba comunicarse por ese medio. Ella se sorprendió y sintió su corazón acelerarse cuando finalmente escuchó una voz varonil que se le hizo muy conocida.
Tsuyoi llamó a su hermana para que ella también pudiese escuchar a lo que dirían por la radio, así que ambas guardaron silencio esperando impaciente.
—Aquí reportándose el comandante de las fuerzas especiales. Mi nombre es Natsu y, como dije, soy de las fuerzas especiales, enviado por el presidente con el fin de ayudar a todo aquel que aún siga con vida. Mi misión es salvar a tantas vidas como me sea posible y llevarlos al refugio donde se reúnen los sobrevivientes, quienes serán sometidos a un análisis para comprobar de que no estén infectados y se les darán lo necesario para vivir, comida y un lugar para dormir, pero todo eso a cambio de algo, ya eso es un tema aparte. Pero si quieren vivir e irse de la ciudad, aquellos que aún sigan vivos y escuchen esto, vayan a los edificios que se les nombrara a continuación: Reúnanse en los edificios seis, nueve, doce, catorce y diecisiete. Espérennos siete días y nosotros llegaremos en helicópteros para poder llevarlos a un lugar seguro. Repito, Reúnanse en esos edificios y esperen siete días a que lleguemos por ustedes. Soy Natzu y soy el comandante de esta misión. Hasta entonces, para todo aquel que escuche esto, vivir es la razón para sobrevivir.
Había dicho exactamente las mismas palabras que en su sueño, la diferencia es que solo había cambiado la parte final. Pero eso poco le importó a Tsuyoi, lo único que si le dio importancia fue en el hombre que dio sus respectivas indicaciones para los sobrevivientes que se encontraban escondidos de los caminantes.
—¿Escuchaste eso, Irina? Te lo dije. Sabía que eso pasaría.
—Pero tenemos que esperar siete días —recordó ella, pasando su mano por el rostro.
—¿Y? Estaremos bien. Podemos sobrevivir hasta entonces. Hoy iré a buscar comida para esos días, mientras que tú te quedas al cuidado de Hannah.
—Está bien.
—Creo que la emoción me hizo quitar el sueño.
—¿Si? Pues yo estoy cansada, además de que me duele la espalda por dormir aquí —comentó con cierta molestia, dándole la espalda a su hermana para intentar encontrar una buena postura para dormir—. Duerme si quieres, pero saldrás cuando salga el sol —advirtió al escucharla ponerse los zapatos y sentir que se levantaba del suelo.
—Bien.
—Buenas noches.
Había amanecido, y Tsuyoi estaba terminando de comer su sopa enlatada para después salir en busca de más comida. Ella junto a Irina habían planeado que se irían justo al ser el séptimo día, con sus cosas necesarias, acuerdo que no les desagradó para nada.
Cuando ella terminó de comer, dejó el envase sobre la mesa y luego se levantó del sofá, pasando la lengua por sus labios al sentir su garganta seca ya que hasta ahora no habían bebido agua.
—Me voy.
Les dijo a ambas cuando vio que se acercaban a la sala. Su hija, quien estaba al lado de Irina, corrió hasta llegar a Tsuyoi y la abrazó por su cintura, aferrándose a ella mientras frotaba su mejilla contra el vientre de la mujer. Ella correspondió a su abrazo, susurrándole en el oído diciéndole que estaría bien y que no había nada de qué preocuparse, pero Hannah no la soltó tan fácilmente. Se negó en creerle en las palabras de su madre, porque ella no quería recordar a Tsuyoi cada vez que su corazón latiera.
Aquel gesto fue comprendido por ella, dándose cuenta de que su hija no quería que se fuese.
—Estaré bien, cariño. Mírame a los ojos —la tomó por sus mejillas haciendo que la mirara a los ojos. Ella se inclinó, quedando casi a su altura mientras acercaba el rostro de Hannah al de ella, frotando sus narices al sonreír y cerrando sus ojos—. Dime, ¿a qué le temes?
Su hija negó en respuesta, dejando que las lágrimas fluyeran y resbalaran por sus mejillas, cerrando sus ojos con fuerza mientras se negaba a creer en las palabras de ella.
Por otro lado, Irina veía la escena en completo silencio, dejando que ambas se entendieran entre sí y no involucrarse, porque no debía hacerlo.
—Volveré.
Su hija extendió el dedo meñique de la mano derecha. Tsuyoi abrió levemente sus ojos y su sonrisa se amplió más, comprendiendo lo que Hannah quería decir.
—Lo prometo. Por el meñique.
Ella unió sus dedos, dándole un besos en la frente y así, separarse.
Tsuyoi alzó la mirada, conectando con la mirada de su hermana. Ella le sonrió, transmitiéndole por medio de esa sonrisa de que estaría bien.
—Regresaré, lo prometo.
Ella tomó su mochila y un par de cuchillos, dispuesta a irse, pero la voz de su hermana hizo que detuviera su caminar.
—Pequeña... no mueras.
—No lo haré. Hice una promesa y tengo que cumplirla.
Sonrió por última vez antes de salir de casa.
Hannah e Irina se quedaron de pie, mirando fijamente por donde Tsuyoi se acababa de ir.
«Cumple con tu promesa»
Pensó, apretando sus labios para evitar llorar.
La mujer se percató de que no hubiera peligro cerca, algo que la tranquilizó un poco al ver que no había ningún caminante por ahí. Ella se dirigía a un supermercado que quedaba a solo unas cuadras, dispuesta a tomar lo necesario y volver con su familia.
Ella pensaba que sería fácil. Pero resultó ser todo lo contrario.
Tsuyoi fue perseguida poco después por varios caminantes que percibieron su presencia, llamándole la atención a otros caminantes que se encontraban en el supermercado.
Eran diez. Y solamente era ella contra ellos.
Intentó varias veces evitar las mordidas de los caminantes, algo que se le dificultó un poco al ser un local pequeño y alguno de los pasillos habían sido bloqueados por algunas estanterías que habían sido derribadas en el suelo. Como pudo, esquivó tanto las estanterías como algunos caminantes, pero ella tropezó por un charco de sangre que había en el suelo, aquello causó que ella resbalara y cayera al suelo y seguidamente un caminante se le lanzó encima. Tsuyoi tomó uno de sus cuchillos y se lo clavó en su cabeza, muriendo este al instante y cayendo sobre el cuerpo de ella. Otro caminante cayó a su lado, dispuesto a morderla, pero ella utilizó el cuerpo del caminante que anteriormente había matado y se protegió de aquella mordida, luego empujó aquel cuerpo contra el caminante para tirarlo al suelo y ella poderse levantar con rapidez, tomando su cuchillo y matando al caminante.
Hasta ahora solo había matado a cuatro, y ella ya se encontraba cansada.
Pero tal vez se le facilitaría las cosas cuando ella analizó a los caminantes restantes y se dio cuenta de que ellos eran completamente ciegos, eso significaba que solo se dejaban llevar por los sonidos.
Tsuyoi caminó hacia ellos, empezando a matarlos pero intentando hacer el mínimo ruido posible. El último, que aunque fuese ciego, era mucho más alto que ella, algo que se le dificultó un poco intentado apuñalar su cabeza y este percibió el sonido, dirigiéndose a ella y empujándola al suelo. El caminante se acercó a su cuello mientras gruñía, pero al instante que abrió su boca para morderla, ella posicionó el cuchillo enfrente de él, recibiendo primeramente la hoja filosa y atravesando su boca, luego sacó el cuchillo y apuñaló su cabeza. La sangre que surgía de su boca, cayó una gota en la boca de Tsuyoi, quien abrió sus ojos por el miedo y luego apartó el cuerpo del caminante. Tsuyoi se sentó en el suelo, tosiendo mientras escupía rápidamente, pidiendo en sus adentros que nada malo sucediese.
Elevó el cuchillo, apuntando cerca de su cuello para cuando sintiera algún cambio en su cuerpo, soltando en llanto al ser consumida por el miedo y llorando al creer que no podría cumplir con su promesa.
Los minutos pasaban y su llanto no cesó.
Exactamente pasó una hora ahí sentada, dándose cuenta de que aún no tenía ningún cambio en su cuerpo, piel mas pálida o un poco de pérdida de cabello. Ella sonrió, aliviada mientras limpiaba sus lágrimas con las manos.
Tsuyoi se levantó, tomando rápidamente su mochila y guardaba lo necesario para llevar, luego, salió del supermercado para volver a casa.
Por otro lado, ambas mujeres se encontraban sentadas sobre el sofá, preocupadas al ver que Tsuyoi aún no llegaba. La niña imaginaba que tal vez su madre no pudo cumplir con su promesa, y eso la entristeció mucho, mientras que Irina movía su pie contra el suelo en un movimiento rápido y constante. Las manos le sudaban y su vista se vio nublada gracias a las lágrimas que pronto empezarían a fluir.
Pero el sonido de la puerta siendo abierta hizo que ambas olvidaran por un momento sus pensamientos y voltearan a mirar hacia esa dirección. Tsuyoi se encontraba de pie frente a ellas, con una leve sonrisa mientras que su respiración era agitada al haber corrido para llegar lo más rápido posible. La primera en recibir a la mujer fue Hannah, quien abrazó a su madre con la misma intensidad que lo hizo antes de que ella se fuera de la casa.
—Cumplí mi promesa.
Irina sonrió mientras negaba con la cabeza, aliviada de que su pequeña hermana estaba viva aún, y había cumplido con su objetivo.
—Bien, tenemos lo necesario. Ahora solo tenemos que esperar siete días y pronto nos iremos de aquí.
Cuánto amaba a su hermana menor, hasta haría lo posible con tal de que ella viviera junto a su sobrina.
Los días pasaban, y cada vez, la emoción en Tsuyoi se incrementaba. Ella no veía la hora de que fuera el séptimo día para irse de ahí junto a su hermana e hija, y aquello la inquietaba un poco.
Los suministros alcanzaban exactamente para siete días, al igual que el agua muy necesaria para las tres mujeres. Las hermanas Valentine ya estaban listas para cuando llegara el tan esperado día, sin perder la fe de que todo saldría bien y que juntas podrían ir a un lugar mejor. Aunque ellas esperaran con impaciencia el séptimo día, las mujeres adultas estaban aburridas sin poder hacer nada, ya que no había ni luz, ni agua del grifo, ni señal, ninguno de los servicios funcionaban, solo tenían como último recurso, la radio que por ese medio el comandante les daba indicaciones a todo aquel que lo oyese.
Hannah de vez en cuando preguntaba cuándo se irían, a lo que Tsuyoi responde que dentro de poco vendrían por ellas.
En esos días, Irina llegó a salir de la casa una vez para ir en busca de agua ya que estaban en época de verano y los calores que hacían era mucho para las tres, y en cada cierto tiempo mantenían bebiendo agua. Afortunadamente en aquella salida que tuvo, no se encontró a muchos caminantes solo tres de ellos, matándolos ella con cierto miedo ya que aún no se acostumbraba a andar por las calles matando a los que fueron alguna vez personas.
"Séptimo día"
—Vivir es la razón para sobrevivir.
El último día finalmente llegó. Las hermanas y Hannah se habían levantado temprano para alistarse y salir de casa, llevando la niña la mochila donde tenía algunas bebidas y comida enlatada, mientras que ellas portaban sus cuchillos para poder defenderse. Al salir, Tsuyoi verificó de que no hubiera peligro cerca, y una vez que lo comprobó le indicó a Irina que podía salir de su escondite junto a Hannah quien se aferraba a la mano de su tía.
Las calles, hasta el momento estaban despejadas, algo que le pareció raro a la mujer. Entonces, recuerdos de cuando todos morían en la azotea invadieron su mente, pensando en el último momento que tal vez podría pasar exactamente lo mismo que pasó en su sueño. Ella sacudió su cabeza en un intento de tener la mente despejada y no pensar negativamente, pero le era algo imposible no pensar cuando las voces de nuevo se apoderaron de su cabeza, después de tantos días sin haber escuchado aquella voz que taladra su cabeza, volvieron justo el día en que ellas se irían de la ciudad.
O tal vez era una advertencia.
Irina detuvo su paso cuando sintió sus piernas temblar por el miedo, Hannah se escondió detrás de su tía mientras que Tsuyoi aún seguida sumergida en sus propios pensamientos y recuerdos.
La razón por la cual no se habían topado con ningún caminante, es porque ellos ya estaban cerca de los edificios, hasta habían derribado a un helicóptero cuando este estaba muy bajo y ellos aprovecharon para treparse entre sí y formar como una especie de escalera, luego el piloto perdió el control y se estrelló contra el suelo, matando a ciertos caminantes que se hallaban cerca de ahí.
Irina giró para voltear a mirar a su hermana, dándose cuenta de que ella no estaba prestando atención a la situación actual.
—¡Reacciona, Tsuyoi! ¡Tenemos que entrar al edificio nueve, ahora!
El llamado de ella pareció haberla sacado del trance, sorprendiéndose poco después luego de que parpadeó un par de veces y se enfocó únicamente en lo que había enfrente de ellas.
Los caminantes sintieron la presencia de alguien más, y luego ellos empezaron a perseguirlas. Tsuyoi tomó de la mano a su hija y a su hermana, llevándolas dentro del edificio correspondiente y subiendo las escaleras con rapidez hasta llegar a la azotea, mientras que los caminantes casi le pisaban los talones a ella. La mujer no se quería dar por vencida, aún no, así que lucharía si fuese necesario.
Las tres llegaron finalmente a la azotea, y Tsuyoi cerrando la puerta rápidamente antes de que los caminantes se adentraran. Los golpes en la puerta no se hicieron esperar, provocando que ella se sobresaltara y mirara fijamente la puerta de metal.
El sonido de las aspas del helicóptero llegaron a oídos de Irina, quien había elevado sus brazos para llamar la atención. El hombre que estaba armado, analizó con la mirada a cada una de las sobrevivientes, y entonces, Irina preguntó:
—¿Usted es el comandante Natsu?
—No, yo soy el líder de este escuadrón. Somos enviados por él y...
—Nos dejará subir, ¿verdad? —Tsuyoi interrumpió las palabras del hombre, caminando hacia donde estaba su hermana pero sin apartar la mirada de él.
Mientras que había hecho tal pregunta, fue inevitable recordar las palabras del hombre que apareció en su sueño, recordando una y otra vez, y escuchando la voz de él que se repetía en su cabeza.
Ella solo esperaba que el hombre enfrente de ella le diera una respuesta afirmativa.
Tsuyoi cerró sus ojos cuando de nuevo escuchó los golpes, pero fue cuestión de segundos para que finalmente escuchase la respuesta del hombre que fue lo que causó que se sorprendiera y volviera a abrir sus ojos.
—Pueden subir. Adelante, tenemos que irnos.
La mujer sintió su corazón latiendo con fuerza, asintiendo mientras le indicaba a su hija de que subiera al helicóptero y recibiendo la ayuda del mismo hombre. Luego, siguió el turno de Irina, quien le había susurrado a su hermana un "lo logramos", antes de tomar la mano de él y balancearse para subir. En ese instante, el sonido de la puerta siendo derrumbada por los caminantes, llegó a oídos de Tsuyoi, ella subió con ayuda del hombre, quien luego empezó a dispararle a los caminantes mientras le indicaba al piloto que ya era hora de retirarse.
La mujer miraba desde arriba cómo los caminantes caían gracias a los disparos de él, sintiéndose finalmente aliviada de que al fin lo habían logrado, juntas lograron su objetivo. Tsuyoi miró a su hermana quien le sonrió, luego ella le acarició la cabeza a su hija y le brindó una cálida sonrisa. La fémina de nuevo posó su mirada en la ciudad, viendo desde lejos el caos y también viendo a los demás helicópteros.
«Lo logramos, Jin»
Ahora, se dirigían a un lugar mejor.
Mar Amarillo
20:30 PM
Ellas habían llegado a un barco, donde reunían a los sobrevivientes para después someterlos a un examen que comprobara de que no estaban infectados.
Las tres mujeres mantenían juntas al ver a tanta gente en el barco, pero, cierta mujer se les hizo conocida, mujer que cargaba a un bebé en sus brazos.
—Esa no es...
—¡Irene! —exclamó Tsuyoi, llamando la atención de ella quien miró confundida a la gente hasta finalmente voltear a mirar a su amiga. Ella esbozó una sonrisa, acercándose entre todas las personas hasta llegar con las demás y saludar—. ¡Estás viva! ¡Me alegra tanto de que estés bien!
Ella abrazó a Irene, sin aplastar a la bebé mientras que Irina sonreía al igual que Hannah.
—¿Dónde están los demás? ¿Se encuentran bien?
—Sí, aunque tuvimos que separarnos cuando nos dimos cuenta que los helicópteros no se llevaban a todos los sobrevivientes si eran demasiados. Así que Namjoon tuvo la idea de separarnos en pequeños grupos y aquí nos volvimos a reencontrar.
—¿Y yoongi, dónde está?
Irene Bajó la mirada, mordiendo su labio inferior mientras dejaba fluir sus lágrimas.
—Él se sacrificó por nosotras. En la azotea, los caminantes invadieron el lugar en cuestión de segundos, y él impidió que nos atacaran lanzándose a ellos para darnos tiempo de que subiéramos al helicóptero. Me vine con Jungkook, así que los demás deben de estar por allí.
Tsuyoi comprendió el dolor de Irene, porque ella también había pasado por lo mismo.
—¿Y Jin?
—Haciéndole compañía a su amigo.
Irene entre abrió sus labios, sorprendida —Lo lamento.
—Oigan, ¿pero ustedes a qué edificios subieron? Yo en ningún momento los vi.
Su hermana mayor intervino en la conversación, tratando de hacer que ambas olvidaran por un momento el sufrimiento.
—Tuvimos que separarnos para poder que así nos llevaran a todos, así que cada uno subió a un edificio diferente.
Irina iba a responder ante aquello, pero una voz masculina captó la atención de todos los presentes.
—Buenas noches a todos, damas y caballeros. Me presento, yo soy el comandante Natsu de las fuerzas especiales, encargado de salvar a los sobrevivientes que estuvieran en la ciudad, luego, serían traídos aquí para hacerles un examen especial con el fin de comprobar de que ninguno de ustedes esté contagiado. Ahora, nos dirigimos a la base principal, conocido como el "refugio", ahí se les dará lo necesario para todos, comida, agua, un techo en donde vivir. Pero todo eso a cambio.
Los murmullos no se hicieron esperar, sorprendiéndose los demás al escuchar las palabras del comandante, pensando ellos qué podrían a dar a cambio.
—Todo eso a cambio de algo, y eso es, que ustedes nos brinden su ayuda para poder exterminar a los caminantes. Mi equipo a disminuido producto del brote, y necesito su ayuda para eliminarlos.
—¡¿Qué?! —exclamó uno de los sobrevivientes.
—¡¿Sugiere que nosotros enfrentemos a los caminantes cuando nos costó mucho salir de la ciudad?! ¡¿Es en serio?!
—¿Qué pasaría si alguno de nosotros no aceptara? —Tsuyoi alzó la voz, llamando la atención tanto del comandante como de los sobrevivientes que la rodeaban—. ¿Cómo puede confiar usted en nosotros cuando somos débiles y no tenemos las suficientes capacidades para enfrentarlos? Si sobrevivimos fue porque nos esforzamos para vivir y encontrar un lugar mejor.
—Ustedes serán entrenados para tener las capacidades suficientes: agilidad, fuerza, sigilo y demás.
—¿Por cuánto tiempo? —esta vez fue Irina en tomar la palabra, frunciendo el ceño.
—Eso depende de ustedes. Puede tomar días, semanas o incluso meses. Y en cuanto a la pregunta de la mujer, no todos deben de prestar su ayuda, pero si por lo menos alguno de ustedes no quiere brindar su ayuda, lamentablemente tendrán que abandonar el barco, o en caso tal, abandonar la base principal y volver a su ciudad.
—¡Eso no es justo!
—¡Vinimos hasta aquí solo para "ayudar" y vamos arriesgar nuestras vidas matando a los caminantes!
—Si ese es el caso, yo me apunto para el entrenamiento, pero tengo una condición —Tsuyoi miró al comandante, quien asintió para darle a entender que la escuchaba—, quiero que dejes a esta mujer fuera de esto. Ella tiene a un bebé y no puede participar en la misión.
—Tsuyoi...
Irene miró con sorpresa a su amiga, sin poderse creer que estuviera haciendo eso por ella.
—¡Si ella va, yo también! —exclamó Irina, apoyando la idea de su hermana.
El comandante sonrió mientras asentía, conforme con la petición de ambas chicas.
—Está bien, las acepto. En cuanto a los demás, tienen hasta que lleguemos a la base principal para que me den su respuesta, ya sea que se quedan o se van. Buen viaje, damas y caballeros.
El comandante se retiró, dejando a los sobrevivientes en una discusión entre ellos, peleándose y quejándose por lo que el hombre pedía. Nadie sabía a qué se refería a él en cuanto "dar algo a cambio", mucho menos se esperaron que tenían que colaborar con la exterminación de los caminantes si querían refugiarse en la zona segura.
Dos de las sobrevivientes soltaron en llanto al escuchar las quejas y exclamaciones de sus familiares, quienes habían decidido desde ya que participarían en la misión. Mientras tanto, Tsuyoi miró a Irina, observando a las personas que, en cuestión de segundos, todo se formó en un completo alboroto, y aquel bullicio hizo llorar a Kira.
—¿Por qué aceptaste? —recriminó Irina a su hermana, inconforme con que ella aceptara así como así la misión.
—Tenía que hacerlo si quiero que ustedes permanezcan a salvo aquí, pero no entiendo tú por qué aceptaste. El hecho de que yo acepté no significa que sea tu obligación hacerlo igual.
—Lo hice porque tú vas, y no permitiré que mueras porque tienes una hija a la cual cuidar y criar. No me lo permitiría si a mi pequeña hermana le sucediese algo, créeme que no me lo perdonaría ver a mi sobrina crecer sin una madre.
—Tsuyoi, no debiste de hacer eso —Irene intervino en la conversación, preocupada al saber que su amiga arriesgaría su vida con tal de que ella no fuera a la misión al tener a una bebé—. Agradezco que te preocupes por mí, pero no era necesario, en serio.
Tsuyoi sonrió —También lo hice por mi familia, así que no te preocupes.
—Damas y caballeros, se les pide con amabilidad de que formen seis filas, con orden y cuidado para pasar a tomarles el examen a cada uno de ustedes.
Con mala gana y murmurando, todos se posicionaron como el comandante lo indicó, formando las respectivas filas tratando de no quedar apretados entre todos.
Ellos pudieron ver a varios hombres con una bata blanca y una mascarilla que cubría su nariz y boca, al igual de que traían guantes especiales. Los hombres de blanco le indicaron uno a uno en dónde pararse y qué hacer; el primero en ser revisado fue un hombre de unos treinta años, quien bufaba en voz baja al estar en desacuerdo ante lo que estaba pasando. Los hombres de blanco tomaron su temperatura, comprobando de que no tenía fiebre, luego, revisaron su pulso y sus ojos con una pequeña linterna, comprobando finalmente de que físicamente estaba bien. Para finalizar con el examen básico, uno de los hombres se posicionó enfrente de él y dejó a la vista una tableta, que la ubicó enfrente del rostro del hombre y le indicó que mantuviera sus ojos abiertos, y a los pocos segundos la tableta hizo un sonido y luego una pequeña luz apareció como si fuera un flash para comprobar de que en realidad no estuviera infectado, ya que, para confirmar que alguien estaba infectado, lo primero que se ve afectado son los ojos, pero no es visible ante el ojo humano para comprobar que sus retinas no están contaminadas, para eso eran las tabletas especiales que tenían como propósito captar el ojo humano y comprobar de que estuviera cien porciento libre de infección.
A los segundos, la tableta mostró un anuncio que resaltó por su color rojo y letra en grande que decía "negativo".
—¡Siguiente!
Pidió el hombre para seguir con los demás.
Así, cada uno de los sobrevivientes pasó por el examen, y mientras las chicas esperaban su turno, en medio de las filas se pudieron encontrar con los chicos quienes preguntaron cómo estaban, Tsuyoi contándoles a ellos sobre la muerte de su esposo, una noticia que entristeció a todos, más a cierto hombre que agachó la mirada.
Finalmente, el turno de Tsuyoi llegó, luego de esperar que su hermana fuera revisada al igual que a su hija. Le hicieron lo mismo que a los demás y todo pareció salir normal, hasta que llegó el momento de la revisión de ojos por medio de la tableta, que, a la hora de revelar el resultado final, ella fue retenida por uno de los soldados al ver los resultados.
—Positivo —afirmó uno de los hombres de blanco.
Inmediatamente Tsuyoi fue tomada de los brazos por uno de los soldados, alarmando a los sobrevivientes, a sus amigos, hermana e hija.
Irina frunció su ceño, desconcertada ante aquello, mientras que Tsuyoi recordó que tal vez sí había sido infectada por la gota de sangre que había caído en su boca cuando mató a uno de los caminantes en el supermercado.
—¿Qué? ¡Eso no puede ser posible!
—Los resultados no fallan, señorita. Le pido que avance, por favor.
—¡No seguiré sin mi hermana, maldito! ¡Exijo que la revisen de nuevo, maldita sea!
—Mamá...
Su hija llamó a la mujer en un murmuro, reteniendo sus lágrimas al ver cómo era sostenida por el hombre y no le permitía avanzar.
—¡Examinénla de nuevo! ¡¡¡Exijo que lo hagan!!!
Gritó con todas sus fuerzas, sintiendo la ira correr por sus venas de solo pensar que sería separada de su pequeña hermana.
—Revísenla de nuevo. Háganlo.
Pidió uno de los de bata blanca, petición que captó el hombre y de nuevo volvió a examinar a Tsuyoi, quien forcejeaba por intentarse safarse y acercarse a su hija para abrazarla al verla que había empezado a llorar, sin entender muy bien lo que sucedía.
El hombre volvió a hacerle el examen de los ojos, pidiéndole a ella de que se quedara quieta, acto seguido ella dejó de moverse, mirando con odio puro al hombre que la examinaba. De nuevo, los resultados se mostraron en la pantalla, algo que él dio a conocer.
—¡Negativo!
Irina sonrió, aliviada.
Tsuyoi fue soltada por el hombre, luego, ella corrió hasta llegar a su hija y abrazarla.
—Shh. Está bien, todo está bien. No llores, cariño.
—¡Gracias a todos por su cooperación! Ahora nos dirigimos al refugio —informó el comandante.
Ahora les esperaría un largo trayecto para todos ellos.
En algún lugar lejano...
4:30 AM
Los sobrevivientes bajaron del barco, sorprendiéndose al ver lo espacioso que era el refugio. Este, era rodeado por muros altos y unas puertas metálicas que se movían por sí solas, dentro, todo parecía un vecindario, habían árboles, casas, un lugar verdaderamente lindo y acogedor para los sobrevivientes.
El comandante les informó a todos de que habían lugares suficientes para que todos se acomodaran. Ellos estaban cansados luego de un viaje tan largo, ahora se tendrían que acostumbrar a un nuevo ambiente, donde no habría más caminantes y poder dormir sin necesidad de tener el pensamiento de que uno de ellos te devoraría si solo cerrabas por un momento tus ojos y te dejabas llevar por el sueño.
Natsu les informó también que al amanecer, esperaría la respuesta respecto al entrenamiento y la misión, algo que molestó a los civiles y otros se entristecieron.
Tsuyoi junto a su hija y hermana, se hospedaron en su nuevo hogar, llevándose la sorpresa de que la casa en donde vivirían era un lugar adecuado para que las tres se quedaran ahí. Inmediatamente cada una buscó su respectiva habitación para acostarse a dormir ya que estaban cansadas luego de un largo viaje.
—Esto es genial —exclamó Irina sonriente, mirando su nueva habitación en distintos ángulos.
Finalmente se volteó en una posición mejor para poder dormir cómodamente, sin borrar su sonrisa al saber que por fin estaba en un lugar mejor junto a su familia.
«Desearía que estuvieras aquí conmigo»
Fue su último pensamiento, antes de cerrar por completo sus ojos y quedarse dormida con facilidad.
Eran las once de la mañana, y el sonido de una alarma resonar en todo el lugar hizo que todos se despertaran asustados al oír el ruido proveniente de afuera. Tsuyoi se asomó por la ventana para comprobar qué estaba sucediendo, y luego torció sus ojos cuando vio a Natsu parado en mitad de las calles del lugar, con un altavoz en mano para que así todos lo pudiesen oír.
—¡Buen día, damas y caballeros! ¡Se les recuerda que tienen que confirmarme hoy quiénes participarán en la misión y quiénes se irán al no colaborar con la situación! ¡Los espero en quince minutos afuera!
Tsuyoi soltó un suspiro, retirándose de la ventana y luego cerrarla. Tomó su mochila que anteriormente le habían dado antes de entrar al lugar, mochila que contenía algunas prendas de ropa y cosas de aseo personal. Ella se dio una ducha rápida para después vestirse apresurada y salir de su habitación, encontrándose con su hermana e hija, quienes la saludaron aunque en sus semblantes se les podía ver lo cansada que estaban.
—Buenos días, ¿están bien?
—Sí, sí. Creo. Aunque me quedé dormida fácilmente, siento que no pude descansar lo suficiente.
Respondió Irina, pasando sus manos por el rostro intentando despertar al sentir que podría quedarse dormida de pie.
—¿Y tú, cariño? ¿Por qué estás cansada?
—No pude dormir bien. Me costó quedarme dormida —respondió Hannah por medio de señas y con el mismo semblante que el de su tía.
—Vamos. Tal vez se les quite el sueño si comen algo.
Sugirió, antes de salir de casa.
La sonrisa de Tsuyoi se borró de sus labios al ver el alboroto que había afuera. Vio como los niños y los jóvenes eran separados de sus familias, llorando y gritando, mientras que otros lloraban al abrazarse y asentían con la cabeza, dándoles a entender al comandante de que aceptaban, con tal de que las familias de los sobrevivientes se quedaran en el refugio, sanos y salvos.
Uno de los soldados exigía orden en las calles, una petición que fue completamente ignorada cuando a las personas lo único que les importaba en ese momento era sus familias. Los chicos junto a Irene se acercaron al par de mujeres, comentándoles sobre el porqué el alboroto, algo que enfureció a Tsuyoi e Irina, y ambas no se iban a quedar calladas al ver una escena que hacía que sus corazones se aceleraran producto al enojo que sentían en ese momento.
Entonces, ambas hermanas, al mismo tiempo exclamaron:
—¡No es justo lo que está haciendo usted!
Aquellas palabras captaron por completo la atención del hombre.
—¿Cómo dicen?
—Usted había dicho que quería salvar a "tantas vidas como le fuera posible" y mírese ahora, echando a las personas solo porque no quieren participar en su misión. Para esa gracia, hubiera sido mejor dejándonos en la ciudad si después no iba a salir con tal ridiculez. Le recuerdo que yo acepté por mi familia y amigos, más no crea que lo hago por usted, comandante Natsu —dijo Tsuyoi con enojo, frunciendo su ceño y apretando sus puños, mirando a los ojos al hombre que se encontraba a unos metros de ella.
—Recuerdo lo que dije por medio de la radio, no lo voy a negar. Pero esto ya no es mi idea, yo tan solo sigo órdenes de mi superior, quien me dijo que hiciera que los sobrevivientes participaran en la misión, o por lo menos, algunos de ustedes. Ya si no había ningún que quisiera cooperar con nosotros, me veía en la obligación de regresarlos a su ciudad.
—¿Sigue órdenes? ¿No se supone que usted era quien estaba a cargo de todo y de todos?
—Estaba a cargo de la misión de salvar a los civiles que aún vivieran, traerlos aquí y brindarles un lugar seguro. El resto, yo sería el encargado de ustedes pero bajo las órdenes de mi superior.
—¿Y dónde está su "superior"?
—En estos momentos él no se encuentra aquí.
—¡Eso es una estupidez! ¡¿Cómo puede obedecerle a alguien que ni siquiera está aquí?!
—¡Señor! Permiso para tomar medidas en contra de la mujer.
—Permiso denegado, soldado —respondió Natsu, mirando a su hombre de reojo—. Yo...
—¡Estoy dispuesto a cooperar! —exclamó de repente uno de los civiles.
—¡Yo también!
—¡Igual yo!
Los demás fueron sorprendidos al ver cómo los civiles empezaban a exclamar en voz alta que querían cooperar con los de las fuerzas especiales. Tsuyoi miró a sus amigos cuando ellos también aceptaron colaborar.
—¡Genial! Entonces, mañana empezarán con su respectivo entrenamiento.
Natsu hizo una reverencia antes de sonreír e irse de ahí, dejando a los civiles quienes le agradecían a Tsuyoi por motivarlos a seguir adelante, ella frunciendo su ceño mientras negaba con la cabeza y decirles que no había hecho nada para que le agradecieran, sin embargo, ellos siguieron con sus agradecimientos.
Poco a poco, la gente empezó a irse a sus respectivas casas, y los únicos que se quedaron fueron los amigos de Tsuyoi, su hermana e hija.
Irina codeó a Tsuyoi, levantando las cejas mientras sonreía, expresión que ella no entendió bien.
—Motivando a los demás, ¿eh?
—No seas tonta, yo dije más que la verdad y lo que pensaba.
—¿Les parece si aprovechamos este día antes de comenzar el entrenamiento? —sugirió Hoseok, mirando a los demás.
—¡Sí! ¡Me parece bien! —aceptó Irina, sonriente—. ¡Vamos, Tsuyoi!
—Hoy estás animada, ¿no? ¿No que tenías sueño?
—Ahora estoy entusiasma. Quiero saber qué entrenamiento recibiré. Además de que me volveré más fuerte y rápida.
—Ajá. Entonces, vayamos a desayunar.
Así, todos fueron a casa para desayunar y olvidar por un momento lo que habían vivido hasta ahora.
Vaya días que se vendrían después de este.
6 meses después...
Eran las siete de la mañana, y todos estaban preparándose para partir con sus compañeros. Luego de tanto entrenamiento, finalmente ellos ya tenían las suficientes capacidades para volver a su ciudad y exterminar a tantos caminantes como les fuera posible.
En ese tiempo, algunos cambiaron físicamente producto al entrenamiento mientras que seguían una rutina todos los días, hasta que al fin, el comandante Natsu les asignó volver a la ciudad y cumplir con su objetivo.
Extrañamente, ellos se encontraban emocionados de pensar que volverían a su ciudad a explotar cabezas de unos muertos vivientes, únicamente los que se sentían así eran los amigos de Tsuyoi e Irina. Mientras que las hermanas Valentine tenían una extraña sensación que no había permitido dejarlas dormir en la noche anterior, de tan solo pensar que volverían a la ciudad después de tanto esfuerzo que tuvieron que hacer para salir de ahí, volverían como si nada, aunque con cierto cambio para bien.
Hannah había estado algo distante con su madre en los últimos días luego de que se enteró de que ella volvería a la ciudad e iría a enfrentarse a muchos caminantes, obviamente, ella no estuvo de acuerdo con que su madre se fuese de su lado, mucho menos cuando también se enteró de que su tía también iría. La niña no estaba enojada con ellas, no, ella estaba triste de solo tener el pensamiento de que ellas no volverían a su lado, y eso la entristecía y le preocupaba.
Tsuyoi terminaba de ponerse su traje especial que anteriormente Natsu le había dado, al igual de que ya tenía su equipamiento listo.
Antes de salir de su habitación, le dio una rápida mirada desde la entrada de su puerta, sonriendo inconscientemente al recordar, en último momento, los buenos momentos que había pasado en ese lugar.
Estaba ansiosa, sí, pero porque la sensación que había sentido horas atrás, no la dejaba tranquila y eso, de cierto modo, le preocupó.
Tsuyoi se dirigió a la habitación de su hija, y esta tenía la puerta cerrada así que ella tocó tres veces mientras pronunciaba su nombre en voz baja. Hannah no le abrió a su madre. La mujer bajó su mirada, comprendiendo que tal vez su hija no quería verla, así que bajó su mano y se alejó de ahí, sin saber ella que a través de la puerta, estaba una niña triste y llorando.
Irina preguntó por Hannah a su hermana, quien solo negó en respuesta antes de salir de casa. Ambas se dirigieron a la salida del refugio, listas para partir y volver a lo que antes era su hogar.
Natsu saludó al par de mujeres cuando salieron del refugio, sonriéndoles de forma amable, pero notando él que algo no estaba bien con la mujer de cabello castaño.
—¿Nos vamos, señoritas? —preguntó el comandante, negándose en su interior de preguntar qué le sucedía. Así que solo decidió ignorar al pensar que lo que a ella le sucediese, no era de su incumbencia.
—Sí. Ya estamos listas.
Respondió Irina, mirando de reojo a Tsuyoi.
La hermana mayor fue la primera en subir en el helicóptero, saludando a los chicos quienes ya se encontraban en sus posiciones. Tsuyoi miró por última vez la entrada del refugio, sonriendo con notable triste antes de girarse sobre sus talones, dispuesta a subir al helicóptero.
Pero detuvo su caminar cuando unos brazos envolvieron su cintura. Tsuyoi abrió sus ojos por la sorpresa, al igual que entre abrió sus labios; miró por encima de su hombro, viendo a su hija que se aferraba a ella mientras ocultaba su rostro en la espalda de ella, viendo que estaba llorando y tenía sus ojos cerrados y su nariz roja, viendo que ella realmente estaba triste.
Tsuyoi quitó las manos de su cintura para girarse y luego envolverla en un fuerte abrazo, donde ambas rompieron en llanto mientras que la mujer le susurraba en su oído varios "te amo". La escena que presenciaron los demás, los conmovió, más a Irina al imaginar qué podría sentir Hannah al ser separada de su madre, aunque fuese solo un par de horas pero que aun así no podría estar tranquila sabiendo que había la posibilidad de que no todos volvieran con vida.
—Sabes que te amo, ¿verdad, cariño? ¿Y recuerdas esa promesa que te hice cuando te dije que siempre volvería a ti? Siempre cumplo con lo que digo, así que tenlo por seguro que volveré a ti, y estaremos juntas para siempre. Te amo, y siempre lo haré sin importar qué.
—Promételo —la niña extendió su dedo índice, comprendiendo Tsuyoi qué quería decir.
—Lo prometo, cariño.
—Te amo.
—Yo te amo más, Hannah. Volveré antes de lo que te imaginas.
Su hija sonrió, cerrando sus ojos cuando sintió los labios de Tsuyoi posarse sobre su frente para después acercar su rostro al de ella y rozar sus narices.
—Adiós, cariño.
El labio inferior de Hannah tembló, asintiendo con lentitud mientras retenía las ganas de volver a llorar.
Tsuyoi besó las manos de su hija para después soltarlas, dándose la vuelta y subir al helicóptero. Hannah en ningún momento dejó de mirar a su madre, sonriéndole por última vez al ver que ya iban a irse.
La niña sacudió sus manos en el aire, despidiéndose de ella mientras que Tsuyoi le sonreía, finalmente, Hannah vio partir el helicóptero donde estaba su madre.
—Niña, hay que volver adentro.
Le indicó uno de los soldados, llevándosela dentro del refugio.
Lo único que podía pensar en ese momento era, que solo esperaba que su madre cumpliera con la promesa.
Las horas pasaron, y ellos finalmente llegaron a la ciudad. Todo era un caos, como lo era aquella vez en que los sobrevivientes se fueron de ahí, y que ahora volvían con un propósito en mente.
—Damas y caballeros, nosotros los esperáremos aquí. Este será nuestro punto de encuentro. Tienen como mínimo, cinco horas para matar a tantos caminantes como les sea posible y buscar si aún queda civiles vivos. Recuerden que una bomba impactará en la ciudad dentro de ese tiempo, así que dense prisa. En sus muñecas, cada uno tiene un reloj especial que no solo les indicará cuánto tiempo tienen, sino que también es una interfaz que los ayudará durante su búsqueda. Les presento a la última tecnología de la generación, las inteligencias artificiales.
—Mi nombre es Alice, diseñada para ayudarlos en su misión. Fui creada con el fin de cumplir otros objetivos, pero también fui reprogramada. Soy su inteligencia artificial que los ayudará durante su misión.
—Hola, mi nombre es Jill, programada junto a Alice para cumplir con el mismo objetivo.
—¡Genial! —exclamó Taehyung, sorprendido pero a la vez feliz al saber que tenía tecnología avanzada en su muñeca.
—Nos vemos después, damas y caballeros —Natsu les sonrió, asintiendo en un gesto de despedida—. Recuerden, el tiempo corre. Y, vivir es la razón para sobrevivir.
Los helicópteros retomaron su vuelo, y en cuestión de segundos, el reloj de cada uno emitió un sonido, demostrando que el tiempo empezó a transcurrir.
—Bien, separémonos en parejas: Jungkook y Jimin, Hoseok y Taehyung, Irina conmigo y Tsuyoi...
—Iré sola, descuida —interrumpió las palabras de Namjoon, mirando a los demás cómo empezaban a alejarse para empezar con su búsqueda—. Nos vemos aquí.
—Tsuyoi...
—Estaré bien, descuida. Adiós.
Sonrió levemente antes de alejarse de ellos y cumplir de una vez con su misión.
—Entonces, Jill ¿qué puedes hacer?
Habló finalmente luego de varios minutos en silencio.
—Tengo diversas funciones en mi sistema. Entre ellas, puedo detectar señales de calor detrás suyo en este momento.
La mujer abrió sus ojos sorprendida, girándose rápidamente para darse cuenta de que un caminante estaba detrás suyo dispuesto a morderla. Tsuyoi le apuntó con su arma en la cabeza y luego disparó, cayendo el cuerpo mientras se formaba un charco de sangre en el suelo.
—Gracias.
Le dijo a su "compañera", soltando un suspiro mientras inclinaba su cabeza hacia atrás.
El intercomunicador emitió un pequeño pitido, indicando que alguien hablaría por ese medio.
—Damas y caballeros, les quiero decir algo para que tengan en cuenta: Ellos no están ni vivos ni muertos, ellos están en el medio de estas. En un estado que se desconoce cómo se pueden mover y obtener algunas habilidades. No tienen conciencia. Maténlos a todos como si fueran una plaga que es primordial ser eliminada de la faz de la tierra. ¿Entendido?
—Entendido —respondió Tsuyoi a los pocos segundos.
Y así, empezó la misión para todos ellos, teniendo en mente volver al refugio a como dé lugar.
Hora y media después...
Hasta ahora, ninguno de ellos había encontrado a algún sobreviviente más que a los caminantes a quienes los eliminaron sin problema alguno, obviamente, estando atentos al tiempo que seguía transcurriendo.
A veces, se les dificultaba hallar algo en la ciudad ya que al ser de noche, impedía que pudiesen ver con claridad.
Por otro lado, el comandante Natsu podía ver en diversos ángulos en dónde se encontraban los demás al tener cada uno de ellos una pequeña cámara en sus ropas, vigilando él desde una zona apartado por si sentía la presencia de un caminante.
Los chicos con sus respectivas parejas no se separaron en ningún momento, estando al lado del otro y sin perderse de vista cuando anocheció. Irina no podía evitar preocuparse por su hermana cuando estaba sola y no sabía nada de ella aún, siendo tranquilizada por Namjoon quien le había dicho que seguramente estaría bien.
Pero eso no fue suficiente para tranquilizarla.
Aquella noche fue el comienzo de lo que se aproximaba.
Habían pasado exactamente dos horas completas, y todos ellos habían estado eliminando a los caminantes sin parar, agotándose tanto ellos como las balas que empezaban a acabarse. Fue inesperado la horda de caminantes que hizo presencia en las calles de la ciudad, tomando por sorpresa a Irina y a Namjoon quienes estaban cerca de esas zonas, siendo informados por la situación gracias a Alice que los mantenía al tanto de su alrededor.
Ambos cargaron sus armas, preparados para atacar y dejar a un lado el miedo que amenazaba con apoderarse de ellos. Irina frunció su ceño, empezando a disparar y captando la atención de los demás caminantes quienes empezaron a correr hacia donde provenía los sonidos del arma. Namjoon cubrió a su compañera, atacando primeramente con cuchillas para poder guardar sus balas restantes que le quedaban.
De repente, más caminantes se unían al grupo y empezaban a atacar como si estuvieran sincronizados. Uno de ellos tomó del pie a Irina e hizo que cayera al suelo, golpeándose la cabeza y provocando que se desorientara un poco; Namjoon al ver que su amiga estaba siendo casi acorralada por los caminantes, finalmente utilizó sus armas para matarlos a todos que estuvieran cerca de ella.
—¡¿Estás bien?! —preguntó él elevando la voz, preocupado por ella.
—Sí. Solo me golpeé la cabeza, es todo.
Ella pasó su mano por detrás de su cabeza, palpando esa zona y sintiendo dolor al tocar con sus dedos. Segundos después, se dio cuenta de que estaba sangrando y el mareo se apoderó de ella.
—¡Y estoy sangrando de la cabeza!
—¡Hay que irnos, Irina!
La mujer se levantó con dificultad, tomando sus armas y empezar a correr a la velocidad que sus piernas le permitían. El pitido en sus oídos provocó que se desorientara y casi cayera al suelo de nuevo, pero logró mantener su equilibrio y siguió corriendo.
Namjoon también empezó a correr. Pero sin notarlo, ambos habían tomado caminos distintos y no se dieron cuenta de que se habían separado.
Para la suerte de Irina, logró deshacerse de los caminantes y poder tomar un respiro, mordiendo su labio al sentir que el dolor en su cabeza era más intenso.
—Maldita sea.
Tomó su cabeza entre sus manos, apretando sus ojos con fuerza.
—Caminante aproximándose, señorita Irina.
—Carajo —soltó un suspiro, pateando el piso con su pie—. Genial, lo que me faltaba.
Pero a la hora de voltearse para encarar al caminante que se acercaba, sintió que por un momento el tiempo se detuvo en ese instante. El cuerpo de la mujer se congeló, al igual que su mente; ella parecía no reaccionar al ver al caminante, y sin pensar en nada soltó su arma y dejó que cayera al suelo. Sus pies empezaron a moverse hacia la persona que estaba convertida, pero eso poco le importó a Irina, ella solamente se acercaba cada vez más sin poder procesar lo que estaba viendo en ese momento.
—¿Señorita Irina, qué está haciendo? Es un caminante. Retírese de inmediato.
Palabras de Alice que fueron completamente ignoradas por la mujer, quien hizo oídos sordos al tener su vista únicamente en la persona que se hallaba enfrente de ella. Sus oídos habían dejado de emitir los molestos pitidos que le fastidiaban, al igual que sintió que el dolor en su cabeza desapareció rápidamente.
Finalmente, murmuró su nombre mientras las lágrimas resbalan por sus mejillas, esbozando una sonrisa sin importarle tener su vista nublada.
—Matt...
Por otro lado, Tsuyoi también se había enfrentado a varios caminantes, y al estar sola y no recibir ayuda, sus balas se gastaban con más facilidad al no tener a alguien quién la cubriera.
Ella se sentó en el frío suelo, soltando un suspiro agotador al sentir que todo su cuerpo le dolía por estar corriendo constantemente y moverse con agilidad para evitar las mordidas de los caminantes.
Tsuyoi pasó sus manos por el rostro, en un intento de quitar su sudor y acomodar su cabello que ahora era corto, recordando cuando decidió contárselo durante sus días de entrenamiento.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó el intercomunicador en su oído emitir la voz del comandante.
—Aquí reportándose el comandante Natsu. Tienen que volver todos inmediatamente. Me acaban de informar que ya lanzaron la bomba e impactará en la ciudad en hora y media. Vuelvan inmediatamente.
—Pero no hemos encontrado a ningún sobreviviente.
—Hay interferencia con los aparatos. Quien me pueda escuchar, vuelvan al punto de encuentro de inmediato. Y quién esté con Irina, por favor, comuníquense con ella e infórmenle, he perdido el rastro de ella y tampoco me responde.
Cambio y fuera.
Tsuyoi se asustó. Su corazón latía con fiereza al escuchar las palabras del comandante, sintiendo el terror invadir cada parte de su ser, y sus manos temblar por el miedo que sintió.
Diversos pensamientos pasaron por su mente, imaginando lo peor mientras que escuchaba las voces que hacía meses había dejado de apreciar.
Su respiración se aceleró al sentir que la desesperación empezaba a consumirla. Tsuyoi debía de encontrar a su hermana, costara lo que costara.
—Hay movimiento a las dos en punto, Tsuyoi.
La mujer se levantó de inmediato, preparando su arma para dispararle al caminante y luego ir dispuesta en busca de Irina.
Pero fue cuestión de segundos para que ella pudiera observar con más claridad de quién se trataba. Ella entre abrió sus labios sorprendida, y las lágrimas no se hicieron esperar, causando la misma reacción que pasó con Irina. Su labio inferior tembló, y todo ese tiempo en que trató de superarlo en seis largos meses, se vio afectado ahora que lo tenía enfrente de ella, sin ser capaz de reconocer quién era la mujer.
—Jin...
Por otro lado, Irina estaba reteniendo al caminante que alguna vez fue su esposo, recordando que la última vez que se vieron, no fue en buenas condiciones. Matt, el caminante, forcejeaba por quitarse de encima a Irina, intentando mover su cabeza para morderla y comer con desesperación su carne que todo caminante sentía al devorar a los demás.
La mujer lloraba viendo los ojos de él, blancos y sin vida. Pero había algo que ella no entendía bien.
—¿Por qué estás aquí? ¿No sé suponía que estabas en el aeropuerto?
Lo único que recibió como respuesta fue un gruñido por parte del hombre convertido.
—¡Detente, Matt! ¡¡¡Detente!!! —gritó ella entre lágrimas al sentir que él cada vez forcejeaba con más fuerza. En serio que Irina deseaba que la pudiera distinguir, aunque fuese por un momento.
Sin tenerle miedo, ella apoyó su cabeza contra el pecho sin soltar su cabeza que, de vez en cuando, hacia presión. Acercando su oído al pecho del caminante y así, comprobar que su corazón no latía.
—No pudimos terminar en buenos términos, nos peleamos por tener opiniones diferentes sobre el viaje, algo que ahora me parece estúpido. ¿Pero sabes que deseo con todo mi ser, Matt? Que tú nunca te hubieras ido y te hubieras quedado conmigo, así, estaríamos los dos juntos. ¿Quieres que te confiese algo? —Irina guardó silencio para romper en llanto, recordando lo que le había sucedido seis meses atrás—. Estaba embarazada de ti, cariño... —ella rió al recordar lo feliz que se sintió al saber que por fin había obtenido lo que tanto quería—. Me puse muy feliz, en serio. Además de que ya estaba en un lugar seguro junto a mi hermana, mi sobrina y mis amigos.
Pero lo bueno dura poco.
—Lo perdí, Matt. Lo perdí. Sentí un vacío como si me hubiesen arrebatado una parte de mí, destruyendo esa felicidad que por fin había conseguido al tener el hijo de mi esposo creciendo dentro de mí. Cuando me enteré que estaba en embarazo, yo estaba en el refugio cuando noté ciertos cambios en mi cuerpo, luego me hice un chequeo y comprobé de que tenía a una pequeña personita creciendo dentro de mí. Dos meses después, lo perdí, me dijeron que el bebé no estaba bien y que había sido un embarazo peligroso tanto para él como para mí. Aunque me había cuidado bien y me negué a hacer el entrenamiento para venir a aquí, todo lo que creí conseguir, lo perdí en cuestión de tiempo. Me deprimí mucho, y luego, hice el entrenamiento para no dejar que mi hermana viniera sola aquí. En serio, lamento mucho no haberte dado el hijo que tanto deseaste.
«Siempre quise decirte esto, aunque no fui alguien que dijera cosas cursis a sus esposos y eso, pero quiero que sepas que siempre te he amado. Y que no hubo ni un día en que no pensara en ti, aunque intente superarte, hay heridas que no sanan y que solo quedan cicatrices para recordarlas siempre. Te amo mucho, Matt.
En todo ese tiempo en que la mujer habló, no se había percatado de que poco a poco aflojaba el agarre de la cabeza del hombre, así que el caminante no desaprovechó la oportunidad y soltó un gruñido mientras cambiaba de posición, él quedando encima de ella y dispuesto a morderla.
Irina Jadeó al sentir de nuevo el dolor de cabeza, mientras impedía que él mordiera su cuello apartando su rostro con las manos. Sus fuerzas poco a poco iban disminuyendo debido a lo cansada que se sentía, entonces, al ver que pronto dejaría de hacer presión en el rostro del hombre, ella tomó uno de sus cuchillos que portaba en el cinturón que se aferraba a su pierna derecha, y entre lágrimas, ella se disculpó en un susurro, sin importarle que él no la oyera y que solo se enfocaba en comer.
—Lo lamento, cariño... Recuerda, te amo a pesar de.
Cerrando sus ojos con fuerza, clavó el cuchillo en la cabeza del caminante, y este en cuestión de segundos dejó de forcejear. Todo el peso del cuerpo cayó encima de ella, algo que no le disgustó a pesar de que su ropa fuese manchada por la sangre que surgía de la zona, Irina solamente se quedó en el suelo llorando desconsolada, intentando callar sus sollozos para no atraer a más caminantes al sentir que ya no podía enfrentarse más a ellos.
Los recuerdos que tenía de él, los atesoraría como lo más preciado que tiene.
Mientras tanto, Tsuyoi le temblaba sus manos, sus piernas, todo su cuerpo le temblaba al no saber cómo reaccionar.
Pero un pensamiento cruzó por su mente.
«¿Sería egoísta si me quedara contigo?»
Fue lo que pensó en ese instante, sin apartar la mirada del hombre que alguna vez fue el amor de su vida. Sorprendentemente el caminante estaba sin hacer ningún movimiento, de pie enfrente de la mujer y ambos mirándose el uno al otro. El hombre ladeó su cabeza, viendo a Tsuyoi de arriba hacia abajo, sin hacer ningún movimiento que demostrara que iba a atacar.
Ella estaba derramando lágrimas sin poder contenerlas, recordando los momentos que había pasado junto a él, recordando el pasado de cuando nació Hannah y Jin siempre estuvo ahí para ella, aunque a veces tenían pensamientos diferentes pero que terminaban resolviéndolos por medio del diálogo. Tsuyoi sonrió inconscientemente, y el caminante siendo el único testigo de apreciar su hermosa sonrisa que a Jin siempre le gustó ver, pero el hombre no sintió nada, tenía su mente en blanco, y pronto, su instinto despertó e hizo que reaccionara al ver a su presa a tan solo unos cuantos metros.
Soltó un fuerte gruñido antes de correr hacia ella y lanzarcele encima. El golpe que la mujer recibió fue tosco y fuerte, lastimándose la espalda al recibir el impacto en el suelo. Ella impidió que él la mordiera cuando estaba a escasos centímetros de su cuello, gruñendo este de vuelta al no poder alcanzar su objetivo.
Mientras que ella tenía una lucha interna consigo misma y con su esposo, el tiempo transcurría con rapidez.
«No me lo permitiría si a mi pequeña hermana le sucediese algo, créeme que no me lo perdonaría ver a mi sobrina crecer sin una madre.»
La voz de su hermana hizo eco en su mente, recordando las palabras de Irina cuando aceptó hacer el entrenamiento.
Luego escuchó su propia voz que, de igual forma, hizo eco en su cabeza.
«Sabes que te amo, ¿verdad, cariño? ¿Y recuerdas esa promesa que te hice cuando te dije que siempre volvería a ti? Siempre cumplo con lo que digo, así que tenlo por seguro que volveré a ti, y estaremos juntas para siempre. Te amo, y siempre lo haré sin importar qué.»
«Volveré»
La mujer sacudió su cabeza, sin apartar la mano del caminante y haciendo presión para intentar alejarlo de ella.
Más voces se unieron para torturarla mentalmente.
«Quédate. Quédate. Quédate»
Las voces que siempre había oído, volvieron a hacer presencia.
Sin poder evitarlo, gritó con todas sus fuerzas al sentirse presionada y no saber qué hacer. Pero gracias a la voz de Jill qué llegó a sus oídos, hizo que entrara en razón.
—Solo quedan treinta minutos para que la bomba impacte en la ciudad.
Media hora, y ella ni siquiera se había reunido con los demás.
Con todas sus fuerzas empujó el cuerpo del caminante, este cayendo en el suelo y a unos metros de ella.
Después de pensarlo por unos segundos, Tsuyoi ya tenía claro que iba hacer.
—¿Sabes? Nuestra hija es valiente, ha pasado por tanto, pero finalmente logró estar en un buen lugar. Ella está esperando a su madre, además de que le hice una promesa y sabes que yo siempre cumplo con lo que digo, algo que siempre te gustó de mí —esbozó una sonrisa—. Siempre te amaremos, Jin. Y siempre estarás en nuestros corazones.
Ella tomó su arma que estaba en suelo, apuntándole a él y luego jalando del gatillo sin darle tiempo a que se levantara y de nuevo se acercara. Tsuyoi cerró sus ojos luego de disparar, inhalando aire para retenerlo por unos cuantos segundos y luego exhalando.
Ahora podía estar tranquila, sin preocupaciones al haber podido finalmente despedirse de él.
Aunque fue doloroso para ambas mujeres ver a sus esposos convertidos y después terminar matándolos, fue el cierre que ellas necesitaban para seguir adelante. Un dolor que poco a poco sería olvidado.
El tiempo no cura ni olvida, el corazón es quien decide sanar por sí solo, y lo único que deja son cicatrices, un bonito recuerdo en el que ambas pasaron con sus esposos.
Gruñidos cerca llegaron a oídos de la mujer, dándose media vuelta y poder distinguir distintos sonidos.
—Se acerca una horda de caminantes. Tiene que irse ya.
—¡Tsuyoi!
Su nombre fue pronunciado por Natsu, quien corría hacia ella mientras le disparaba a algunos caminantes que había en su camino.
—¿Comandante?
—¡Hay que irse, ahora!
—No. Tengo que ir por mi hermana.
—¡Tu hermana ya está en el helicóptero! ¡La única que falta eres tú! ¡Vámonos!
Ella asintió, antes de tomar sus armas y dispararle a los caminantes que estaban cerca suyo. Ambos empezaron a correr, siendo perseguidos por ellos quienes gruñían y corrían velozmente.
De vez en cuando daban la vuelta para disparar a quienes se aproximaban más a ellos, hasta que llegó el momento en el que a ambos se les acabaron las municiones.
—¡Maldición, no tengo balas!
—¡Yo tampoco, pero estamos cerca, Tsuyoi!
Quedaban diez minutos para que el lugar explotara, y ellos aún no se habían ido. Finalmente, pudieron distinguir al helicóptero a lo lejos, y el comandante le indicó que siguiera corriendo lo más rápido que podía.
Pero gracias a las aspas del helicóptero que giraban constantemente y hacían un sonido, hizo que más caminantes se uniera a la horda, y así, todos fueron tras el helicóptero.
Tsuyoi fue la primera en llegar, subiendo rápidamente con ayuda de los que ya estaban dentro. Ella esperó al comandante para ayudarlo a subir, pero él dejó de correr al ver que no lo lograría. Faltaban escasos minutos para que la bomba impactara, además de que los caminantes querían llegar hasta el helicóptero, así que tomó una decisión.
—¡Váyanse!
—¿Qué? ¡No nos iremos sin usted, comandante! ¡Usted fue quien nos asignó esta misión, ¿no? Pues regrese ahora!
El hombre se giró para mirar a los demás, esbozando una sonrisa, gesto que no fue distinguido por ellos al estar tan lejos del helicóptero.
—¡Regrese! —exclamó Tsuyoi.
—¡Damas y caballeros, que tengan buen viaje!
—¡¡¡No!!!
En un instante, el hombre fue empujado por los caminantes y luego siendo devorado por ellos. Los gritos de él no se hicieron esperar, y viendo por última vez como el helicóptero se alejaba.
Los que iban en el helicóptero tuvieron que cubrir sus oídos cuando la bomba finalmente impactó en la ciudad, mientras que Tsuyoi presenció todo.
—Comandante...
Murmuró.
—Hizo lo que creyó que estaba bien para nosotros, Tsuyoi —dijo Jimin mirando a su amiga.
Ella bajó la mirada sin decir nada.
—¿Estás bien? —preguntó Irina a su lado.
La mujer alzó su cabeza, luego se lanzó para abrazarla.
—¡Estás bien!
—Sí. Me alegro que no te hicieras daño.
Se separaron de su abrazo, y Tsuyoi notó un pedazo de papel que sostenía en su mano.
—¿Y eso?
—Una nota que Matt dejó para mí.
—¿Qué?
—Me topé con él, Tsuyoi. Y al leer la nota, decía que no se había ido porque sintió la necesidad de quedarse aquí, aunque no tuvo las fuerzas suficientes para ir a buscarme y quedarse conmigo, pero que quería dejarme claro cuánto me amaba sin importar qué. Pude despedirme de él, aunque no me reconociera e intentara matarme, pero lo hice.
—Yo también me encontré a Jin —confesó, apartando la mirada.
—¿Crees que fue coincidencia?
—No lo sé. Pero sea lo que haya sucedido, pudimos verlos y hablar, aunque no nos reconocieran —sonrió levemente, posando su mirada después en sus amigos—. Díganme, ¿todos se encuentran bien?
Sus amigos asintieron, unos sonriendo y otros con un semblante de cansancio.
Ahora solo les esperaba un viaje largo.
Las horas pasaron, y ellos por fin pudieron volver al refugio, pero sin el hombre que les había brindado ayuda a los sobrevivientes.
Durante su misión, alguno de ellos logró hallar sobrevivientes y dándoles ayuda para traerlos al lugar seguro.
Tsuyoi diciéndoles de que la misión fue un éxito, aunque todo a un precio.
La mujer entró a su casa, dirigiéndose primeramente a la habitación de su hija; quería sorprenderla, saludarla, abrazarla y besarla. Cuando llegó a su habitación tocó su puerta tres veces, sin poder ocultar su sonrisa al sentirse feliz de volver a ver a su hija luego de que estuvieron separadas un par de horas. Hannah se levantó de su cama, quien estaba leyendo un libro tranquilamente; se dirigió a la puerta y luego la abrió, llevándose la sorpresa al ver a su madre enfrente de ella, sana y salva.
—Volví.
Ahora por fin ambas podrían vivir juntas, aunque el mundo fuese distinto.
Muchos creen que fue el fin del mundo, y que todo aquel que sobreviviera es porque era elegido por Dios, o así lo recordaron los sobrevivientes al haber escuchado las palabras de la anciana que habló en las noticias.
Fuese o no fuese el fin del mundo, aquella mujer valiente y fuerte siempre le daría lo mejor a su hija, protegiéndola sin importar qué.
Las hermanas Valentine lucharían por conseguir lo mejor para todos...
...Ese era su objetivo.
Esa fue sus vidas contadas.
Esa fue su historia.
Y recuerden, sobrevivir es la razón para vivir, o vivir es la razón para sobrevivir, ¿o cómo era?
Fin
¡Hola!
Si llegaste hasta aquí, déjame decirte que te acabas de leer la segunda parte con un total de 17291 palabras.
Finalmente pude terminar este relato. Luego de tanto tiempo de haber escrito por varios días, finalmente logré terminar la historia.
La razón por la cual decidí dividirlo en dos partes es muy obvia. Al ver que la primera parte sería muy larga y así me costaría más trabajo a mí corregir algún error ortográfico, lo dividí, además de que tal vez se aburrirían de leer algo tan largo.
Admito que me costó trabajo terminar esto, tomándome varios días para escribir, aunque a veces tenía un bloqueo o no estaba realmente inspirada a escribir.
Ahora, para finalizar esta notita, algunas cosas que creo que deberían tener en cuenta.
1. El nombre de la protagonista "Tsuyoi" proviene del Japonés y significa "fuerte".
2. Para crear este relato, primero empezé con una idea muy clara —o eso quise creer—, luego, empezé a imaginar tantas cosas que tenía todas las ideas mezcladas en mi cabeza, y es posible que haya tardado también por esa razón.
3. El relato está inspirado en tres películas que me he visto. Son las siguientes: Resident Evil, Guerra mundial Z y Soy leyenda.
4. Al principio del relato, solo quería que fuera centrado únicamente en el sueño de la protagonista y que finalizara con las muertes de todos. Pero luego pensé que sería un final algo malo y decepcionante al imaginar qué tal vez ustedes esperaran más ;)
Por último...
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¡Adiós!
PD: Pido una disculpa por si hay errores ortográficos. Por más que lo corrija, siempre tiene que haber una palabra mal escrita o algo ತ_ತ
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