Capítulo Final

-Muy buenas señores, ¿saben que entrar en una manada sin permiso del alfa es una invitación a muerte?- Taemu sonrió cínicamente a los tres señores que invadían en su casa tan descortésmente, como si fuera su derecho. Para colmo uno de ellos era de su manada.

Como todos sabían, el consejo estaba formado por un integrante de cada manada en el mundo, con ello, el consejo eran solo cinco personas. Y tenía a tres de ellas en la puerta de su casa.

-Somos miembros del consejo.- Soltó sin importancia mientras rodaba los ojos el que iba en medio de los tres.

-Que yo sepa eso no os hace inmunes.- chistó, a dos de ellos no les parecía graciosa la falta de respeto que el alfa les hacía.

-Venimos a aplicar la ley, además queremos hablar con la reencarnación del primer alfa.- Si, bueno, si planeaban ir a por el omega poco iban a hablar con su sobrino, más bien se comerían sus puños hasta morir.

-No hay ninguna ley que aplicar, estamos de celebración, ayer se finalizó la caza.- Quiso sonreír más aún para que se marcharan,. pero la farsa que estaba montando allí no colaba para los mayores. Intentó empujarlos a salir, pero no salió tan bien.

-No nos eche tan rápido, sabemos que hay un omega en esta manada, y sabemos que se ha puesto en el camino del primer alfa y le ha impedido encontrar a la primera luna.- Uno de ellos lo sobrepasó invadiendo su casa, pasando directamente de camino a la sala.

-Si eso fuera verdad, cosa que no lo es ¿no cree que el primer alfa sabría quién es la primera luna?- burló con ironía en la voz.

-Los errores pueden engatusar fácilmente, por eso como alfa tendría que eliminarlos al nacer, y aquí no se hizo.- Si, ahora acusaban a la gente de ser brujos.

-Eso es imposible, las naturalezas no se muestran hasta la edad adulta.- eso era conocimiento básico, a excepción de su sobrino que no dudó en despertarse con ocho años.

-Como si quiere, como si no, entraremos a ver su casa.- Ahora no solo fue un quien ya estaba dentro del hogar, los tres entraron sin importarles sacudirse la arena de los zapatos. Mikan se enfadaría después y lo sabía.

-No encontraran nada fuera de lo normal. - mencionó, rezaba porque Shoyo siquiera dormido en la habitación.

- ¿Que decía?- Ver al poseedor de los rizos naranjas recién despierto en la sala, con Hibiki y su cara llena de preocupación no era un buen gesto.

-No sé de lo que está hablando, yo solo veo a tres de mis hombres.- Si, sonaba estúpido y más si se fijaban en el aroma que desprendía a omega, pero tenía que intentarlo, podía tener suerte y que los miembros del consejo hubieran perdido un poco su olfato al ser mayores.

-Cojan a ese hombre, vamos a encargarnos de él afuera, no podemos mancharle la alfombra al alfa de Karasuno.- Iban a proceder pero Kageyama rugió, soltando feromonas que tensaron a todos, excepto al omega que sonreía sin entender la situación, como si estuviera ajeno a ella.

-Aléjate de él-

-Con todos mis respetos primer alfa, ese omega lo engaña y no le hace ver quien es la primera luna.- ¿Acaso no se escuchaba esta gente? Sonaba lunática.

-Eso es mentira, yo sé quién es mi luna.- Kageyama seguía dando respuestas concisas y exactas, solo que esta vez, estaba alerta a cualquier movimiento.

-No, no lo sabe, la ley exige claramente que los errores han de ser ejecutados en cuanto se presentan y aquí no se hizo esto.-

-¿Por qué no me dijisteis que habían leyes así?- Shoyo habló captando la atención, Hibiki palideció.

-Shoyo, ahora no es el momento.- Intentó detenerlo.

-No vas a tocar a Hinata, puedes retirarte.- Kageyama los intentaba echar, si fuera tan fácil, no hubieran entrado bajo ningún concepto a la manada.

-No nos podemos ir hasta cumplir con lo que veníamos a hacer.- Se rascó detrás de la oreja el más mayor de los miembros allí presentes-Cójanlo.- Los otros dos avanzaron, y Kageyama solo pudo retener a uno. El otro se escabulló.

-No te me acerques.- Los ojos del pelinaranja cambiaron a un intenso color dorado en frente de ellos. Todos se sorprendieron a excepción de su alfa, quien ya sabía que estaba pasando.

-Shoyo.- Su padre sonó sorprendido mientras lo miraba, el omega apenas se dio cuenta de aquel cambio en su iris.

-¿ves lo que os decía alfa? El omega lo engaña, seguramente es un brujo o algo peor.- Seguía agarrando a uno de los miembros del consejo mientras los escuchaba decir esas barbaridades.

-A mi luna no le pasa nada raro, está totalmente bien, solo se está adaptando al cambio.-

-¿Cambio? Tobio, tu no me explicaste de esto. - Taemu nunca escuchó nada de algún cambio.

-¿Que pensabas que una luna de Sangre podía hacer?- Quiso sonar obvio.

-Él no es una luna de Sangre, él te alejo de la verdadera luna alfa.- el alfa rio escandalosamente, como si hubiera sido un buen chiste.

- ¿y quién se supone que es mi luna sino? -

-Mi hija Atsuko, se presentó este año a la caza junto con usted.- ¿De qué le sonaba ese nombre? No presentía nada bueno de eso, Todas las piezas encajaron entre si, ese estúpido del consejo manipuló todo a su antojo.

Se suponía que el consejo se creó después de su muerte, para cubrirlo hasta que otro alfa se presentara con cualidades como líder. Nunca estuvieron esas leyes tan agonizantes, hasta hace un tiempo. Cuando se suponía, este hombre entraría en el consejo. Lo único en lo que nadie pensaba era que ahora él había vuelto, ya no hacía falta cualquier consejo ni leyes estúpidas, el mismo se encargaría de estar comunicado con las demás manadas, El consejo moriría. más sabiendo que el alfa frente a él le acababa de confirmar que su supuesta luna era su hija ¿Por qué? No había que ser tonto para saber que quería una mejor posición que ser miembro del consejo.

Un verdadero problema, y como habían dicho antes, los problemas se erradicaban de raíz.

-Ahora entiendo todo, esa estúpida se creía mi compañera porque tú se lo dijiste. - se rio, para mirarlo fulminante -Vete de mí manada ahora que puedes-

- Suéltame. - Shoyo gritó, intentando soltar el agarré sobre su muñeca.

-Ahora, llévenselo. - Un grave error. Uno por el que iban a pagar.

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No sabía cómo sucedió, pero en algún momento todo el mundo acabó en la plaza de la manada. Se llevaron a Hinata a rastras hasta la plaza, continuando con, según ellos, su objetivo. Aunque claro, ahora aparecieron unos cuantos participes más del consejo, ahora había diez que se interponían entre su pareja y el.

Kageyama empezó bien cuando antes de salir de la casa principal, mató al alfa que se quería abalanzar a Shoyo. Empezando a erradicar a su problema. Nadie de la manada se pudo a ayudarlo, teniendo miedo del consejo, dejando solo a su líder. Solo luchaban con el Hibiki y Taemu que, aunque eran solo tres, podían con más de veinte soldados si querían.

-¡Suéltame ya!- El pelinaranja se revolvía, era difícil soltarse del agarre en el que se encontraba. De alguna manera, logró golpearlo en sus partes y su atacante lo soltó, pudo poner un poco de distancia entre ellos mientras su alfa luchaba con otros. -Ahora quédate ahí-

-¿Me estás dando órdenes omega? Soy un miembro del consejo y tú debes morir, mi rango ésta, muy por encima del tuyo.- Otra vez el cosquilleó en sus manos volvió, no sabía si hacerlo o no, pero estaba enfadado, e iba hacer lo que sentía correcto.

~Tú puedes con ellos Shoyo, yo te di ese poder para que te defendieras~ Una molesta voz volvió a aparecer en su mente

Elevó de nuevo sus manos, con las palmas de sus manos cosquilleando.

-Que vas a hacer ¿Un empujoncito? - se rio de él. Shoyo recordó una de las frases favoritas de Kazuma.

"Quien ríe último ríe mejor."

~Defiéndete~

-Vete a la mierda cabrón.- Una leve tensión en su palma, y una ráfaga de viento se extendió, naciendo de él. Propulsando al hombre hacía atrás con fuerza, mandándolo a volar literalmente. Todo se detuvo a su alrededor por un momento, aturdiéndolo.

~No dejes que toquen al cachorro~ No iba a dejar que lo tocaran, por eso podía mover el aire, al menos eso creía.

~No solo puedes mover el aire, Shoyo, ponte a salvo, en el aire~ haber. un momento, no sabía quién era el propietario de la voz en su cabeza, ¿Cómo demonios iba a volar?

~Soy tu omega, puedo hablar contigo porque eres una luna de sangre y escucho lo que piensas. Ahora pon tus manos en dirección al suelo y vuela. Como toquen a nuestro cachorro de nuevo perderemos el control ~ Hizo lo dicho, notando esta vez el cosquilleo por todo su cuerpo.

- ¡Hay que matarlo!¡Acaba de usar magia! -

- No, no podéis tocarlo, es una Luna de sangre- gente de la manada empezó a defender su territorio. Protegiendo a Shoyo luego de lo que acababa de ver.

-Esto se considerará traición- el supuesto "jefe" del consejo se quejó

- nosotros solo lucharemos junto a nuestro alfa- Kageyama notó la calidez en su pecho. Una pieza que le faltaba, como si por fin volviera a sentir su manada como suya luego de la traición que sintió hace años.

- Larga vida al consejo- un hombre se acercaba a Shoyo rápidamente luego de jurar lealtad al consejo. Entró en pánico mientras las garras de este empezaban a mostrarse mientras acortaba la distancia.

Puedo volar, puedo volar, puedo volar. De nuevo el cosquilleó por su cuerpo. Cerró sus ojos con fuerza. Sintiendo como una brida de aire lo recorría bajo sus pies.

- ¡Esta volando! - jadeos de la manada eran escuchados.

- Ay diosa luna ¡Mi hijo vuela!- por el descuido de Hibiki, recibió un puñetazo en el rostro uno que devolvió para seguir mirando a su hijo en el aire.

-¡Larga vida a la luna de Karasuno!-Toda la manada volvió a repetir mientras corrían hacia la batalla.

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La batalla terminó horas después, ensuciando el suelo de Karasuno de cadáveres del consejo. Pronto se correría la voz de lo sucedido, y Kageyama tomaría responsabilidad como líder.

Algo extraño de ver fue como del bosque surgían nuevos cambiantes, quienes Kageyama pensó que eran más intrusos hasta que su tío lo detuvo.

-Alto Tobio, son de la manada- toda la manada se conmocionó cuando iniciaron a reconocer viejos rostros. -Son cambiantes a los que pude esconder antes de que el consejo los encontrará, deben de haberse enterado y habrán venido a ayudar.-

- Somos pocos alfa, y querríamos el permiso para volver a unirnos a la manada- un pequeño hombre con un mechón de pelo diferente al del resto hablaba por todos.

-¿vuestros nombres?- demandó exigente.

-Nisinoya Yu, soy un omega- inició presentándose el supuesto portavoz.

- Asahi Azumane, el alfa de Yu- un hombre el doble de alto que el omega apoyó sus brazos sobre el cuello de este.

- Kiyoko Shimizu, soy una alfa- Hacía mucho que no veía una mujer alfa.

-y yo soy su omega, mi nombre es Tanaka Ryu- marcaba territorio.

- Yamaguchi Tadashi, soy un omega, hui antes de inscribirme este año en la caza. - un hombre pecoso murmuró bajito agarrando la mano de otro hombre rubio.

-Yo soy Tsukishika Kei, hice lo mismo porque él es mi destinado-Kageyama asintió en comprensión

-yo soy...-Dejó de prestar atención a las diez personas restantes. La esperanza de encontrar a sus padres entre esos supervivientes desapareció. Y su tío sabía que los buscaba.

- Tus padres no lograron huir a tiempo Tobio, pero hubo gente que pudo. - la mirada triste de su tío al mencionarlo era notoria. Sus padres no volverían. No tenía porque deprimirse por ello. Él era un alfa

-Está bien, son bienvenidos de nuevo a la manada- Rápidamente se giró para mirar al cielo- ¡Hinata! ¿Sabes bajar? - gritó a todo pulmón para ser escuchado.

Hinata creyó que sería seguro, mas no calculó como descender de nuevo de su lugar seguro. Cayendo en rotundo hacia el suelo, por suerte Kageyama pudo agarrarlo antes de estamparse contra la tierra.

- Di que no, maldita sea-

-Alfa, ¿estás bien? -el color dorado no desaparecía de sus iris, preocupado por su alfa el omega también estaba presente. No le dejó reincorporarse mirando atentamente sobre su cuerpo para ver alguna herida.

- Estoy bien cariño, lo importante ahora eres tú y el cachorro.- ambos se levantaron quedando uno al lado del otro. Como debía ser.

-¿Cachorro?¿ Mi hermano está embarazado?- un hombre de estatura mediana y rubio se hizo notar en la manada.

- Kazuma siempre hablas en el peor momento- una mujer casi idéntica al mismo hombre se hizo paso regañando al beta. Le restó importancia y quiso empezar a proceder su demanda. Era el momento perfecto para reclamar a su manada.

- ¡Escuchar con atención! Soy Kageyama Tobio, la reencarnación del primer alfa como ya muchos sabéis, y hoy tomo en liderazgo la manada de Karasuno.-

- ¡Viva el alfa líder! - la manada estaba de celebración.

-Felicidades cariño- Todo el mundo se cayó cuando Hinata tomó el impulso de besarle. Un roce momentáneo que tomó por sorpresa a todos menos al alfa quien solo sonrió.

- ¡viva nuestra luna!- un pequeño niño chilló solo con la multitud callada.

-¡Viva nuestra Luna!- la manada vitoreaba feliz ante la sonrisa de los dos amantes

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-¿por qué estas tan feliz?- Hinata le volvió a sonreír mientras Kageyama cerraba la puerta de su habitación al entrar.

- Nunca había asistido a una fiesta, y esta era por el final de la caza- confesó, lanzándose al nido.

-No habrá más cazas, el cortejo se acabó-

-Nos llevamos el premio al cortejo más largo- Kageyama se enredó sobre él, acariciando su mejilla.

-bueno, nuestro cortejo fue considerado un festival, considéralo el mejor también. - dejó caer el peso de su cuerpo. Dejándole saber al pequeño sus intenciones.

- Si, porque sino no nos hubiéramos vuelto a ver. Nuestro querido festival de la caza- su iris brillo de nuevo. El color dorado extendiéndose.

Iban a soltar a su parte instintiva, iban a pasarlo bien.

Y querían vivir así por siempre.

Por la vida que ahora podían vivir.

FIN

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