Capítulo 8
Kageyama volvió a asearse antes de dejar su habitación, esperando a que oscureciera, esperando a la hora correcta para visitar a su pareja. Con su lobo y el despiertos a la par.
Por fin, después de unos eternos cinco minutos se decidió por tocar en la puerta de su pareja, nadie abrió. Su impaciencia y nerviosismo actuaron ¿Y si alguien estaba con él? ¿Y si alguien se le había adelantado? ¿Y si alguien tuvo el descaro de ir a por lo que le pertenecía por derecho? Él fue quien vio primero al pelinaranja, era el quien fabricó un nido durante dos largos día, era suyo, él sería el único con derecho de reclamar ese adorable cuerpo. Y nadie se le iba a adelantar. Con todos esos pensamientos en mente invadió la habitación, empezando a soltar su aroma, para someter a cualquier invasor de su territorio.
Tuvo que descender su ira cuando vio la única escena que podía llegarlo a derrotar frente él. Su omega, su linda pareja estaba en el nido con el que tanto esmero creó, envuelto en su aroma, una cálida sensación lo invadió, y unos celos arremolinaron dentro de él por si alguien se atrevía siquiera a mirar lo mismo que veía él.
Al omega sobre las telas, cubriéndose por una sola camisa, una suya, y una pequeña ropa interior que marcaba su voluptuoso trasero. Sus glándulas salivaron, y su necesidad de morder algo creció.
Tenía que controlarse.
Más le era imposible, no después de saber que estaba sucediendo frente a él, a cámara rápida. La aceptación de su pareja, el inicio de su felicidad, el final de su soledad. No supo cuando estaba a escasos centímetros del nido, ni cuando su mano comenzó a acariciar los cabellos anaranjados del propietario de su felicidad. Quería que ese momento se alargara, que nunca cesara. Podría morir precisamente en ese instante y no le importaría. Llevaba sufriendo milenios enteros y ahora sentía que todo había merecido la pena.
-Alfa- No, eso no podía haber sido un gimoteó, tendría que haberlo imaginado, por eso su cuerpo respondió tan bruscamente. Por eso tembló. Más la atenta mirada de una persona sorprendida negó lo dicho, eso no fue una alucinación, no después de ver ese rostro sonrojado observándolo directamente a él. -Kageyama, yo... lo siento... no debería estar aquí... seguro que se equivocaron de habitación...- divagaba.
-No se equivocaron, esta es tu habitación. - frunció el ceño.
-Pero... el nido... y las... bueno, el aroma...- Enrojeció, incapaz de mencionar siquiera la presencia de tantas feromonas a su alrededor, unas que iban directamente sobre él. Como una droga.
-El nido es para ti.-Eso conmovió a su omega, el alfa lo cortejaba y lo quería, se detestó aún más al saber que aquello no era posible. -¿Puedo entrar?- Hizo énfasis al señalar el conjunto de telas sobre el suelo. Hinata quería, nunca había dejado a nadie entrar a su nido, era algo muy íntimo, pero esta vez se sentía diferente, se sentía bien.
-Si. - No tardó en contestar. Con extremada impaciencia el alfa ya estaba a su costado, mirándolo fijamente, colocándose a su misma altura, ambos recostados, mirándose fijamente, incapaces de siquiera formular una palabra, perdido en sus emociones.
Hinata no se esperó en ningún momento el posesivo brazo del alfa agarrado en su cintura, fundiéndolos en un cálido abrazo, uno que no tardó en corresponderse, dejando entrada directa a su cuello. Una invitación directa para el alfa. Quién no perdió oportunidad para inspeccionar el lugar, lamiéndolo a su paso. Estremeciendo al pequeño.
-No puedes morder. - Le recordó.
¿Cómo qué no? ¿Acaso no lo acepaba? ¿Por qué sino le dejó entrar en su nido?
-No podemos, no aún. Mi humano aún no recobra nuestras memorias alfa, y no quiero que vuelva a ocurrir lo mismo otra vez, no puedo.- Gimoteó, iniciando un débil sollozo, uno que desgarraba al alfa.
-Tranquilo, no haré nada, puedo esperar.- Fue un imbécil al pensar que todo podría solucionarse con estar juntos. Primero haría correr la sangre.
No obstante, el propósito de haber hecho un nido necesitaba una compensación, y el atuendo de su luna era perfecto para la ocasión.
Posó las yemas de sus dedos en el muslo de su pareja ascendiendo lentamente por su cuerpo, rozando la ropa interior de este, jugando con ella, lentamente, como una eterna caricia, una que quería volver loco al pelinaranja.
Hinata no podía quedarse tranquilo, menos si tenía una mano intrusa sobre su cuerpo, en una zona bastante fuera de los límites para los desconocidos. Cuando el escalofrío lo recorrió dejo de pensar racionalmente. El calor que le transmitía su cuerpo era agradable. Y más si lo sentía directamente de su abdomen hasta su espalda. La cual era tocada con total descaro por el alfa.
Tocarlo le fascinaba, había olvidado ese sentimiento. Su omega gimoteó en su oído. Una descarga directa hacia su virilidad. Una fuerte. Una que debía reprimir más no quería.
No cuando tenía al omega rozándole cada vez que un escalofrío lo recorría. Si no podía marcarlo debía hacer algo. Tenía que hacer algo. Con el rostro aun hundido en el cuello dejó salir aliento, posando los labios sobre este. Dejando una marca fuertemente bajo el jadeo de su pareja. Demasiado concentrado en el trabajo como para fijarse en los sonidos.
Shoyo no pudo prestar más atención a su alrededor cuando el alfa decidió dejarle un chupetón. No se dio cuenta de la otra mano intrusa en su ropa interior, no hasta que notó el fuerte apretón sobre su nalga.
El suave roce que lo tentó. Más el alfa estaba yendo muy lejos cuando notó el roce en su parte delantera.
No quería negarse a su alfa, pero eso era muy indecoroso y la caza no había iniciado. No quería cometer el mismo error. Sin saber siquiera del error al que se refería solo se guiaba por el instinto.
-Alfa, esto...-quiso negarse. Pero la mirada deseos y cariñosa de su alfa no le dejaba.
-Te amo- le susurró. El pelinaranja no aguantó más, rompió en llanto.
- Yo también alfa.- lloriqueó, dejándose abrazar-Te amo mucho alfa- se abrazó fuertemente al torso del pelinegro.
-No llores mi amor, vamos a estar bien- quiso consolarlo, el omega no podía detenerse.
-No, nada va a estar bien, nadie me quiere contigo, y....no voy a soportarlo de nuevo- se agarró aún más a su alfa gimoteando mientras era abrazado, incapaz de detenerse.
-Eres muy fuerte, nadie más podría estar conmigo, eres único. - Logró hacerlo reír entre todos sus lamentos
- No quiero volver a sufrir, alfa, no haremos nada hasta después de la caza, prométemelo. No vas a hacer nada.- Le hizo repetirlo, no paró hasta conseguirlo, Kageyama solo podía acariciar el mentón del contrario mientras le obedecía. Entendía perfectamente la necesidad de su pareja.- No quiero volver a pasar por eso. Me romperé - No iba a permitir que el omega cayera, no iba a hacerlo. Se mataría a el mismo primero.
-No haré nada hasta después de la caza, no pasará nada.- Los recuerdos que conservaba de su antigua vida lo rondaban a menudo. Recordaba perfectamente lo sucedido y si su pareja mencionaba algo él no se negaría a escucharle.
-Mi cachorro, no pude... no pude salvarlo. - No hacía falta que se lo recordara, aún recuerda el momento de cuando lo encontró en el bosque. No quería recordarlo.
-Yo no pude salvarlos- se rompió por ello y la diosa tuvo piedad con esta nueva oportunidad.
-Pero yo lo vi, el murió dentro de mí, no debimos haber hecho aquello, yo maté al bebé... no fui fuerte... me mataron y lo maté- Fue su amor el que creó esa vida la noche de las estrellas, la misma en la que estaba ahora. Le pasó por confiarse, por creer que su manada era justa.
- nuestro cachorro volverá con nosotros, al igual que nosotros, la diosa nos ayudará, eres su favorito.- tenía esperanza por ello. Nunca llegó a conocer a su cachorro, nunca llegó a vivir con su pareja felizmente hasta su muerte. No pasó, por ello tendría que rogarle a la diosa para que le trajera al cachorro que nunca conoció.
-No lo soy, me dejó verlo morir, eso no lo contaron en la estúpida leyenda, pero la sangre...- La sangre, el la vio cuando encontró su cuerpo, tendida a lo largo de su pantalón advirtiendo el aborto que le causaron junto a la muerte. Una sangre que la gente pensó que era del omega cuando lo vieron salir del bosque. Nadie supo lo que verdaderamente pasó. No solo mataron a los líderes, sino que también mataron al heredero. Dejando el alma de la futura madre traumatizada.
- Mi amor, nuestro cachorro volverá y vendrá con hermanitos. Formaremos la gran familia que prometimos. Nadie se atreverá a volverlos a lastimar- Shoyo quería confiar
- ¿Lo prometes?- necesitaba oírlo más veces. Hasta que se le gravara en la mente.
- Lo prometo- fue ahí cuando depositó un suave beso sobre los labios de su pareja, amándolo, besándolo, jurando una vida juntos, prometiendo que esta vez iría bien, que el destino no era tan cruel.
Sus feromonas en el aire, dándoles tranquilidad, hasta que cayeron dormidos.
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-¿Estás seguro de lo que viste?-
- Hui de ahí en cuento el alfa líder le agarro por el trasero-
-¿Enserio el alfa le hizo un nido?-
- Hasta lo tocó sin asquearse-
- ¿Pero el alfa no tenía a su Luna ? ¿no había reencarnado también?-
- El puto ese lo engaña y no le deja ver quién es su luna-
-No podemos permitir que el primogénito de nuestro alfa venga de un sucio omega varón-
- Habrá que encargarse de el-
- pero por lo que vio el guardia el omega ya podría estar en cinta-
-Aún hay tiempo para deshacernos de el-
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-¿No estás tú muy feliz?- Taemu no dejaba de ver a su sobrino. Volvió después de la noche de las estrellas, cuando ya no quedaba nadie en la casa principal encontrándose a Tobio espeluznantemente feliz.-¿No me digas que lo secuestraste?-
-No he secuestrado a nadie, mi omega aceptó tener cachorros- Kageyama sonrió feliz, amaba tener esa confianza con su tío aun sabiendo los que planeaba para él.
-Kageyama Tobio, dime que anoche no hiciste lo que estoy pensando.- No, aunque quiso. Él fue un buen alfa y respetó lo que su pareja decía. Aunque no podía prometer que haría lo mismo la próxima vez.
-No, solo hablamos, no hubo apareamiento-
- Querrás decir que no la metiste, es imposible que no tocaras ¿te recuerdo que hiciste un nido?- si, un precioso nido en el que durmió con su pareja, también donde lo besó mucho y donde pudo tocarlo. Rodeado de sus atrayentes feromonas.
- Aceptó el emparejamiento para después de la caza, también aceptó el tener cachorros.- El mismo prometió tener muchos bebés, quería una gran familia con el amor de su vida.
-¿Estas decidido a hacerlo? - por supuesto, ni siquiera dudaba. Era un insulto siquiera pensarlo o mencionarlo.
- Él era mío desde hace mucho tiempo, solo lo demostraré públicamente.-
- Habrá gente en contra- Ja, le daba igual, él era el que mandaba.
-Nadie puede contra mí, los mataré.- no importaba hacer correr la sangre. El rencor que albergaba e intentó reprimir, renació al ver l tristeza de su omega, al recordar su pasado.
-Pueden atacar a tu pareja cuando no estés- no iba a pasar. Había tomado medidas para ello durante toda su vida después del ataque contra sus padres.
- Se quedará en mi habitación- di, su habitación estaba preparada para cualquier ataque.
-no puedes simplemente encerrarlo- no iba a encerrarlo. El estaría allí hasta que se encargará de todo y luego podría vivir en harmonía con la gente que quedase.
- tengo que mover el nido a mi habitación- se recordó a si mismo que no podía dejar el nido en esa extraña habitación. Tenía que llevarlo a la suya para asegurarse de recibirlo correctamente la próxima vez.
-¿Estas escuchando?-
-Mi puerta está preparada para aguantar ataques de alfas, lo soportará- sí, la puerta era fuerte.
- tu omega te odiará-
- mi omega me ama, el mismo lo dijo- Taemu maldecía, todo estaba tomando su rumbo, y el futuro que quería cambiar no lo estaba haciendo.
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