Capítulo 1

Un fuerte estruendo se escuchó desde la entrada de su casa familiar.

-¿Por qué mierda estoy inscrito como participante en la caza?- El pelinaranja no se iba a quedar quieto después de todas las burlas y risas que tuvo que soportar cuando salió a la plaza a cumplir el recado de su madre.

-Ese vocabulario Shoyo-su madre lo regañó, lanzándole una mirada fulminante.

-La manera en cómo hable es irrelevante ¿por qué soy tributo en la caza?- Su ceño fruncido indicaba demasiada decepción hacia sus progenitores, como si hubiesen tomado la peor decisión para él.

-Te presentaste. - los escalofríos y temblores que sentía desde hacía unos pocos días era la prueba de ello, no hacía falta que se lo recordase, el mismo fue el que sintió el enorme impulso de fabricarse un nido en menos de una tarde porque se sentía amenazado, y las ganas de ir corriendo hacia el en ese momento lo arremetían con fuerza, la humillación que había pasado por su estúpido lobo era demasiado.

-¿Y?- el brilló en sus ojos se iluminó alertando su futura transformación.- Eso no os da el derecho de venderme, y menos de poner mi nombre donde se apuntan las mujeres de la manada- decirlo de sus propios labios fue lo peor, se suponía que el sería un beta, que buscaría una linda beta o una omega para aparearse con ella, no que él fuera a dar a luz, no que el fuera la pareja de un beta o alfa.

-Eres un omega, no puedes estar en la lista donde van los hombres. - Su padre sonaba decepcionado ante el hecho.

-Me criaste para ser un guerrero, uno que protegería la manada, no soy dócil como una mujer. - casi gruñó, en cambio su rostro no dejaba de ser lindo al verse enfadado.

-Te críe así pensando que serías beta, me equivoqué, si quieres serle ahora de utilidad a la manada necesitas una pareja. - Para arruinar más el momento su padre no creía en él, pensaba igual que los demás en la manada, el era una aberración, una que ya no servía salvo para hacer bebés. Se odiaba aún más,

-¡Deteneros los dos ahora mismo!- Su madre gritó.

-Cariño, tu padre no ha querido decir eso, los omegas son fuertes, y cuidan de la manada de otras maneras- inhaló aire a sus pulmones para seguir, bajó la mirada acuosa de su hijo, quien parecía estar a punto de romper su estabilidad en cualquier momento.- y aunque no quieras, necesitas una pareja para después de la caza, tu celo llegará y necesitaras a un compañero, lo hacemos por tu bien, no queremos que sufras, es la mejor decisión.- Recordarle el principal problema que sufrían los omegas no le hizo nada bien.

-¿Os estáis escuchando?¡Me estáis vendiendo a un alfa!-

-No te estamos vendiendo, tú lo escogerás durante el festival, como yo cuando conocí a tu padre. - No, esto definitivamente estaba mal.

-Mamá voy a ser el hazmerreír de la manada, todo el mundo ya me ha hecho saber su opinión al respecto cuando me mandaste a por las plantas supresoras. - su visión empezaba a desenfocarse.

-Eso no es cierto, conocerás a gente nueva de la manada que podría quererte como compañero.- la cuestión era que no quería conocer a nadie, quería levantarse de esa horrible pesadilla y que todo volviera a la normalidad, resultando ser un beta como siempre se había previsto.

-Soy un hombre, no voy a estar con otro hombre. - No pudo retener las lágrimas de impotencia que escurrían por sus mejillas, frías, sin ninguna pizca de calidez.

-Shoyo, te presentaste como omega, necesitaras de atenciones en tu celo, y solo un alfa podrá dártelas, un beta también podría ocuparse de ti, si no buscas a un alfa. - Sus padres no comprendía, él no quería a nadie, quería su vida, su libertad, su orgullo de vuelta. No pudo escuchar más de aquella conversación cuando corrió escaleras arriba, odiando el tener que seguir su instinto al huir de manera tan cobarde sin enfrentar sus problemas.

-¡Es por culpa de mi lobo! ¡Por su culpa soy un error! - el grito se escuchó por toda la casa cuando pegó el portazo encerrándose en su habitación, por suerte, no tenía que compartirla con sus hermanos

-Shoyo, vuelve aquí. -

-Dejarme solo. - Un susurro imperceptible al oído humano, esas simples palabras bastaron para terminar su conversación.

No tardó en sentir alivio al rozar sus sabanas, y aunque fuera una sensación confortable, la odiaba, no entendía porque el tocar una simple tela lo incitaba tanto, lo reconfortaba, lo aislaba del mundo para asegurarlo y a la vez lo detestaba.

Se dejó llevar, aislando su mente, dándole el control a su animal, el principal sujeto de su odio.

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-¿Que tal estas?- la pelinegra todavía no se apartaba de su lado, aun cuando sus colmillos habian menguado de tamaño, y su transformación ya había cesado, era como si aún esperaba que sucediera algo con él.

-Estoy bien, no hace falta que te preocupes tanto.- Rodó los ojos mientras se extendía sobre el suave colchón de su habitación.

-Claro que me preocupo Tobio, tu tío te apuntó esta mañana en el festival, no puedo que creer que el niñito que tuve que criar ahora vaya a irse de casa. - La triste sonrisa de su tía lo recibió, nunca hubiera pensado que esas fueran las preocupaciones de su familiar, él estaba bastante feliz con salir de la casa y no tener que escuchar a sus tíos constantemente mientras hacían todo tipo de cosas, era cuando más odiaba la audición alfa.

-No exageres tanto. - el rostro de su tía cambio totalmente a uno un tanto feroz.

-¿Exagerar? Yo creía que mi lindo sobrinito tendría curiosidad de quien se ha presentado en la caza este año. - Se hacía la interesante, intentando convencerlo, y no tenía por qué empeñarse tanto, llevaba deseando ese momento desde que su tío le mencionó la caza, y el golpe de gracia fue ver a su tía mostrándole que la lista de participantes estaba en su poder -Lo estas deseando tu más que yo.- Le recriminó mientras sonreía ladinamente, y Kageyama no podía negarlo. -Así que Tobio, ¿estas interesado en una linda omega, o prefieres ir a por una beta?-

-Un omega. - respondió instintivamente casi sin pensarlo, llevaba ese pensamiento claro consigo desde hace tiempo.

- Bien pues este año hay cuatro omegas, no, tres. - arqueó la ceja ante su corrección- hay tres omegas mujeres en la caza. - No pasó desapercibido el que su tía marcara exhaustivamente el "mujer" en la oración. Su mano se extendió y el papel se colocó en ella.

Había cuatro omegas en la lista, y un nombre en específico capto su atención. -¿Shoyo Hinata? ¿Eso no es nombre de hombre? -

Su tía suspiró- Por lo visto un hombre se presentó como omega este año, no tienes por qué preocuparte, simplemente evítalo y concéntrate en buscar a tu pareja. - el movimiento elegante con la muñeca de su tía no fue pasado por alto.

-¿Existen hombres omega?- Aquello curiosamente no lo asqueó como cuando se enteró de que habian mujeres alfa.

-Existen muy pocos, pero no son muy bien recibidos en las manadas, imagínate si a ti te dijeran ahora que puedes tener un hijo, sería extraño y chocante, y a la gente le asusta lo nuevo, además de que el mismo estará asustado por saber que tendrá celos. - Kageyama no pensaba igual, no veía nada de malo en tener un celo, estaba deseando que llegara el próximo invierno solo para experimentarlo con su futura pareja.

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-¿A dónde vas Shoyo?- su madre se preocupó cuando lo vio correr hacia la salida de su hogar.

Hinata solo pensaba en una cosa, salir antes de que ocurriera, no podía transformarse en su nido con la posibilidad de destrozarlo o ensuciarlo, El calor en su cuerpo le quemaba, era irritante y molesto, sus huesos tronaban al mínimo movimiento. Dolía como si alguien le estuviera aplastando los huesos hasta convertirlos en ceniza.

No supo cuando estuvo en el césped, cerca de la entrada al bosque, por suerte a su manada le encantaba la privacidad, y excepto la casa principal, las demás estaban bastante alejadas unas de otras.

No le dio tiempo a desvestirse cuando sus huesos empezaron a moverse, viendo a su madre acercarse a él mientras se retorcía contra el frío suelo, iluminados bajo la luz de la luna, mirándolo horrorizada ante la primera transformación de su cachorro. Pudo ver a su padre venir detrás de la misma.

-¿Se ha transformado?-

-Ha sido muy pronto, apenas sus feromonas empezaron a salir hace unos días. - su madre se reunió en los brazos de su compañero, mientras era consolada y un pequeño lobo los miraba.

-cada quien es diferente.- Su padre lo miró un tanto orgulloso, divisando la mirada brillante del lobo. -Puedes ir, no te alejes demasiado.- no tuvo que escucharlo dos veces cuando inició su carrera, después de aquello, correr era su liberación, el sentimiento de satisfacer sus instintos con solo aumentar de velocidad.

Solo veía plantas y oscuridad, aun así era feliz, Hinata pudo sentir la conexión con su animal, aceptándolo un poco más. Todavía tenía un largo camino que recorrer.

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Algo tenía inquieto a Kageyama desde que la luna se alzó, algo que no le dejaba dormir, le era imposible tranquilizarse. Su lobo le obligaba a permanecer despierto con la piel erizada, en alerta, aún sin saber nada de lo que ocurría.

Una punzada atravesó su pecho, dejándolo saber que no iba a dormir nada durante esta noche, prefirió salir al bosque, dejar que su lado animal volviese, pero por razones que desconocía este no quería tomar el control, escondiéndose de el y obligándolo a caminar el mismo por el bosque en su forma humana.

caminó sin rumbo durante un rato largo, el tiempo volaba mientras el simplemente disfrutaba del frio de la noche, tampoco tenía la necesidad de dormir, su cuerpo se mantenía activo sin razón aparente.

Encontró fácilmente un claro junto a una cascada. Dejó de caminar, plantándose ahí mismo sobre la hierba, importándole poco el manchar sus ropas, simplemente extendiéndose sobre el pasto.

Ni siquiera notó los movimientos a su alrededor hasta que volvió a la calma, viendo un pequeño lobezno extendido sobre sus pies, sin apenas desprender aroma.

~Se acaba de presentar~ Su lobo quiso hacer aparición por primera vez en la noche, parecía extasiado diciéndole lo obvio sobre el cambia formas frente a él.

El no le dio la orden a su cuerpo para moverse, fue el estúpido de su lobo quien decidió hacerlo, llevando su mano hasta el lomo del animal, quien estaba jugando con su alrededor, demasiado ocupado como para alterarse de su presencia, frotándose contra el con descaro. Un sentimiento extraño se descifró en su pecho, sin saber identificarlo a primeras.

El suave tacto del alfa contra su pelaje lo tranquilizaba, al ser su primera transformación, el omega se encontraba juguetón, ahora que su parte humana lo dejó solo, dándole el control, no iba a dejar pasar esta oportunidad, por mucho que el humano se negara, él quería una pareja, exigía un alfa, y quien mejor que su otra mitad, quien se le fue negado hace mucho tiempo atrás. No tardó en colocarse entre las piernas del alfa, moviendo su cola alegremente ante la tan descarada acción que acaba de cometer.

kageyama nunca fue cariñoso, siempre mantenía las distancias, y aun así tener al animal sobre su cuerpo no le disgustó, iba a apartarlo cuando el gruñido de ira sonó en su mente.

~Déjalo~

No hizo nada, no hasta que vio al animalillo dormirse verdaderamente cómodo contra el. Tragó en seco ante la figura que se extendía. Habiéndose dormido el animal, apareció el humano, un hombre menudo, de tez blanca, y con un precioso pelo como el atardecer. Su glándula salivó sin razón. Su cuerpo se sentía raro, ligero, y acalorado. Intentó mantener la vista al frente.

No lo mires,

Tú puedes no lo mires,

No lo...

Mierda.

Hinata se removió sobre él, restregándose sobre su cuerpo sin notarlo, pensando que estaba en su habitación como de costumbre. El frio pecho del contrario se erizó, todo el torso del contrario pegado al suyo, podía sentirlo a través de su camisa, la maldita tela que ahora interrumpía su diversión quería rugir. No tenía la suficiente cordura en ese momento, Kageyama Tobio no tenía cordura, nunca antes estuvo en esta situación, el pequeño pezón erguido se rozó contra su pecho, no tenía el control sobre si. Estaba seguro de que el hombre sobre él tendría un olor agradable, no lo conocía, pero lo sentía.

Una lagrima se deslizó por la mejilla del pelinaranja. Quería probarlo, necesitaba hacerlo, pero no estaba seguro si mantendría su estabilidad el hacerlo. Pero, diosa, necesitaba hacerlo y no iba a evitarlo, solo un poco no estaba mal, se convenció. Abrió su mandíbula, dejando pasar su lengua sobre la mejilla de este, se sentía extrañamente satisfactorio al hacerlo, era adictivo, le permitía a más partes de su cuerpo reaccionar.

Hinata reaccionó abriendo sus parpados perezosamente, frente a él podía palpar algo duro y sentía algo extraño en su asiento, alzó la mirada, cruzando sus orbes con otros negros. Se asustó rápidamente levantándose del lugar para mantener una distancia prudente con aquel sujeto. No sabía ni cómo ni que decir.

-¿Estas bien?- le parecería casi indignante preguntarle su estado a cualquier otra persona, pero ahora era diferente, ahora era importante.

Solo asintió con su cabeza, notando el frio de la noche sobre él, era lo malo de ser un omega, no tenían el alto calor corporal de los demás cambiaformas.

Kageyama no pudo evitar admirar todo el cuerpo frente a él, no era como cuando veía a otro integrante de la manada cuando se transformaba, la sensación era diferente, esta vez deseaba poseer ese cuerpo, obtenerlo para él, marcarlo de mil maneras distintas, sintiéndose posesivo. Estaba seguro de que como alguien mirara al pelinaranja como él lo estaba haciendo, deseaba que corriera la sangre. Su pensamiento se desvaneció cuando el cuerpo que admiraba se estremeció.

~Tiene frío~ Como si no lo estuviera viendo también su lobo se lo avisó, exigiéndole ayuda, no dudó en quitarse su camisa para extendérsela, cortando un poco el espacio entre ellos.

Hinata no lo pensó dos veces para agarrar la camisa del alfa y colocársela. - Gracias. - La camisa le iba enorme, escondiendo completamente sus brazos entre la tela llegandole hasta la rodilla, el alfa de por si era alto, y él era bajo.

El alfa quiso rogar ante la dulce voz que sus oídos tenían la dicha de conocer, quería plantarse en el subsuelo y orarle a la diosa por traerle tal ángel a la vida. Quería pecar de nuevo, saborear de nuevo la blanca piel del contrario, sentir su peso contra el suyo, que sus pechos volvieran a rozarse.

-Debería volver a casa- los nervios se podían palpar en el aire. Ninguno quería equivocarse y causarle una mala impresión al otro.

El alfa quiso detenerlo, no quería que se perdiera, quería volver a verlo. - ¡Espera! Te...te acompaño. - Tenía que saber dónde vivía, tenía que asegurarse de que él era el único alfa a su alrededor.

-No soy un bebé para que me vayan llevando a casa. - El carácter de la omega empezaba a mostrarse, él no era dócil, y le encantaba. No se quejó más puesto que su lobo lo regañó, mandándolo a callar por su falta de respeto.

-¿Como te llamas?- Intentó no titubear, hoy no era su día. El ceño de Hinata se frunció.

-¿Enserio no sabes quién soy?- El alfa negó mirándolo directamente a los ojos - No me lo creo, básicamente soy de quien ha estado hablando todo el mundo hoy, le he quitado protagonismo al alfa líder. Por lo visto, es más interesante hablar sobre un omega que de la participación del líder.- Después de ver la inocente sonrisa del omega supo que no sabía quién era, no tenía ni idea de que el alfa líder de quien estaba hablando era él.- ¿No te sorprendes?-

-¿De qué?- Contestó casi automáticamente.

-Bueno, soy hombre y soy omega, por lo visto eso es raro, me lo ha dejado muy claro la gente de la manada.-

-Eres hermoso- Hinata no se esperó aquello en ninguna de las posibles situaciones, sus mejillas enrojecieron, y por suerte, su casa quedaba justo en frente.

-Soy Hinata Shoyo.-sus miradas chocándose, viendo las mejillas coloradas del contrario, simplemente hermoso.-Gracias por todo.- El omega huyó despavorido, y Kageyama no pudo mover ni un musculo hasta asegurarse de que el omega entraba a su hogar.

De vuelta a la casa principal de la manada, el nombre dicho anteriormente se repetía en su cabeza 'Hinata Shoyo', un omega, el mismo que su tía le dijo que evitara. No podía hacerlo, lo quería para él, iba a ser para él.

Por primera vez sentía emociones y estaba deseando que llegara el festival, lo volvería a ver, a Hinata Shoyo, al omega mas precioso del mundo,

A su omega. 

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