Capitulo 11.
El gran día había llegado y Polonia no sabia como sentirse en ese momento, estaban terminando de arreglarlo y agradecía que algunos de sus amigos le ayudaran en eso, aunque estaba triste ya que Lituania no estaba presente, no podía culparlo, después de todo lo horrible que le dijo ese día en esa cafetería, no se iba a enojar si el lituano no se presentaba a su boda o si se retiraba temprano de la misma.
—¿En que tanto piensas?—pregunto curiosa Ucrania mirando al rubio.
—Solo que en estos momentos no se como sentirme—dijo Polonia suspirando mientras miraba su reflejo en el espejo.
—¿Tienes miedo?—pregunto ahora Liechtenstein preocupada, a su lado los gemelos Italia también miraban atentos.
—En parte, se que tuvimos tiempo para conocernos un poco mas, pero creo que no en ese tiempo pude lograr que Rusia me guste.
Ucrania se acerco a el y lo tomo de su rostro para mirarlo un momento, la mujer logro ver un poco de miedo en sus ojos, y sabia el porque, se había enterado por boca de su hermano que su boda seria antes del celo de Polonia y no era para menos que el rubio estuviera nervioso y con algo de miedo.
—No te preocupes Feliks, Iván no hará nada que no quieras, puedes confiar en mi—Ucrania le sonrió tratando de darle algo de consuelo a su amigo.
Polonia solo la miro y le sonrió, confiaba en Ucrania, pero eso no quitaba que no sintiera miedo aun, pero respiro hondo y trato de tranquilizar sus nervios. Cuando al fin terminaron de arreglarlo Antonina entro en el cuarto, solo para ver a Polonia vestido con un traje blanco y una corona de flores blancas de donde colgaba un delgado velo, además de que su rostro tenia un sencillo maquillaje, un poco de rubor y un poco de brillo en los labios, además de que su cabello estaba atado en una media cola adornada con una peineta de peonia regalada por China.
—¿Como me veo?—fue lo que el joven pregunto con una tímida sonrisa.
—Estas muy guapo—dijo sonriendo un poco, mientras se acercaba para abrazarlo— ya debemos irnos, nos han de estar esperando.
Polonia solo asintió a lo que dijo su ama de llaves, y mejor se apuraban o Miroslaw iría por el y lo que menos quería era tener un mal rato o que sus nervios volvieran.
—Bueno, vámonos antes de que llegue Miroslaw y haga que mis nervios exploten y me termine dando un ataque de pánico—rio Polonia con el mejor humor posible, y tomando el ramo de lirios blancos que Antonina le llevaba— gracias por las flores Anto, me encantan.
—Supuse que te iban a gustar.
Y así todos los omegas y betas que estaban con Polonia ayudándolo a arreglarse salieron rumbo a la iglesia. En el camino, estaba un poco callado, iba junto a Antonina, sus otros amigos iban aparte, la mujer le tomo la mano sonriendo un poco, Polonia sabia que con esa sonrisa trataba de transmitir tranquilidad, como lo había hecho Ucrania antes que ella y lo agradecía por lo que solo atino a apretar un poco la mano de la anciana.
Cuando finalmente llegaron a la iglesia, Polonia bajo con la ayuda de Antonina que lo acompaño hasta la puerta, donde lo esperaba Miroslaw, al parecer el iba a ser quien lo iba a entregar, Antonina le dio un beso en la frente y se retiro a sentarse, entre los invitados. Miroslaw le extendió el brazo y sin mas Polonia lo tomo, y por primera vez, mirando dentro del templo religioso, se dio cuenta de lo que estaba pasando y lo que iba a pasar empezando a temblar un poco, aunque se obligo a si mismo a no hacer nada imprudente o se ganaría una reprimenda.
Disimuladamente miraba a los invitados, todas las naciones junto a sus jefes estaban en la sala, junto a mandatarios importantes de su territorio y otros lugares, en una de las esquinas alcanzo a divisar una cabellera castaña y supo que era Lituania, eso lo puso feliz y triste, ya que sabia que seguramente seguía enojado con el y ya no me hablaría. Finalmente estaban frente al altar y Rusia le extendió la mano para tomarla, cosa que hizo casi de inmediato, en cuanto su mano toco la Rusia sintió un fuerte escalofrió, pero como en ocasiones anteriores, se obligo a calmarse.
La ceremonia había sido una tradicional católica, cosa que agradecía que Rusia y su superior aceptaran, ya que no se había tomado el tiempo de estudiar las ceremonias ortodoxas, y la verdad con todo el estrés que tenia y tiene en este momento, no tenia cabeza para nada mas. Cuando llego el momento de intercambiar los anillos, los gemelos México les acercaron uno a cada uno, y recitando sus votos matrimoniales ambos intercambiaron los anillos como muestra de que su unión era oficial ante los ojos de todos y los de dios.
—Me complace declararlos esposos—dijo en cura con una sonrisa, y pronuncio unas palabras que dejaron congelado a Polonia-. Puede besar al novio.
Polonia miro algo nervioso a Rusia, este solo se inclino y tomando su mentón con suavidad le beso de forma suave, Polonia solo pudo cerrar los ojos lo que duro el beso, a lo lejos podía escuchar como todos los invitados aplaudían, gritaban felicitaciones o incluso lloraban. Cuando se separaron, miraron a todos los invitados, ambos tratando de sonreír, los ojos de Polonia sin proponérselo se encontraron con los de Lituania, que lo miraban con una mezcla de dolor y rencor, aunque no lo reprochaba, el también estaba dolido por todo lo que estaba pasando, pero la unión (por lo menos frente a los presentes) ya estaba hecha.
Rusia tomo la mano de su ahora esposo y la beso con suavidad, Polonia solo sonrió un poco y desvió la mirada en un gesto triste que supo disimular con vergüenza, y ambos, juntos, de la mano caminaron rumbo a la puerta de la iglesia para salir y dar a conocer al resto del mundo su nueva unión.
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La fiesta de recepción estaba muy animada, la música sonaba y el ambiente era ameno para todos los invitados, en resumen, todos se lo estaban pasando bien, entre charlas y demás, buenos todos menos una persona, Lituania estaba con un semblante que denotaba que no quería estar ahí, aun no olvidaba ese horrible momento en el que Polonia lo había denigrado en publico pasando por una de las peores humillaciones de su vida y aunque trataba de entender el ¿Por qué de eso? aun no lo entendía y eso hacia que se sintiera peor.
Fue en ese momento, que alguien se acerco a hablar con el, era Estados Unidos.
—¿Porque la cara larga Toris? pensé que estarías mas feliz por el matrimonio de tu amigo—le dijo con su característica sonrisa suya.
—No es que no este feliz, es solo que... —Lituania se quedo en silencio sin saber como continuar lo que estaba diciendo.
Estados Unidos se le quedo mirando un momento y suspiro, le puso la mano en el hombro al otro chico y lo dedico la sonrisa mas compasiva de todas, entendía como se sentía.
—No quiero sonar muy cliché pero te entiendo, yo también me enamore de la persona equivocada dos veces.
—¿Lo dices por Arthur y Pedro?—pregunto Lituania sonriendo un poco.
—Si exacto, lo digo por ellos.
—Mínimo a ti ninguno de ellos te ilusiono y luego de desecho—Lituania agacho la cabeza tratando de no derramar lagrimas, lo que menos quería era llamar la atención en la fiesta de Polonia.
—Yo no creo que te haya desechado Toris.
—Tu no estuviste ahí, y no sabes las cosas tan horribles que me dijo.
Estados Unidos se quedo callado, era verdad, el no sabia el contexto del estado de animo de Lituania, lo único que sabia era que le dolía el pecho de solo ver al omega castaño con el estado tan decaído, por lo que se propuso quedarse con el y distraerlo de lo que sea que lo molestara, aunque se daba una idea de que era lo que le molestaba.
En ese momento, anunciaron la llegada de los esposos, y en cuanto Rusia y Polonia entraron todos los recibieron entre aplausos y gritos, los recién casados solo sonrieron y saludaron a sus amigos, Lituania miro con ojos dolidos a la pareja y suspiro antes de apartar la mirada resignado, Estados Unidos lo entendió, sus suposiciones eran ciertas al parecer.
La fiesta paso sin mas contratiempos, entre platicas, felicitaciones, regalos, discursos de los amigos cercanos de los esposos, etc, Polonia solo podía estar sentado junto a Rusia y sonreír como se lo había demandado Miroslaw antes de entrar al salón cuando lo llamo a parte, le había deja muy en claro que ese era el trabajo de un omega, solo tenia que limitarse a sonreír y lucir atractivo ante la mirada de los alfas, vaya que parecía que Miroslaw no conocía a su nación o si lo conocía pero se hacia el ciego y pretendía que fuera algo que no era, Polonia no lo sabia, pero mejor mantener contento a su jefe que hacerlo enojar.
Cuando finalmente la fiesta termino, todos se fueron retirando no sin antes acercarse a despedirse de la pareja y desearles buena suerte y fortuna en su nueva vida de casados, aunque algunos se quedaron para despedir a los recién casados cuando estos de retiraron a su luna de miel.
Finalmente llegaron a la que seria su nueva casa, la que compartirían como una pareja casada, ya que sus jefes pensaron que era buena idea darles otra casa solo para ellos, pero dejando eso de lado, Rusia y Polonia entraron y vieron que la casa era de lo mas sencilla y acogedora, estaba ubicada en Moscú, en un barrio acogedor y tranquilo.
Los dos estaban viendo la casa notando que había tres cuartos, supusieron que uno era para ellos dos, abrieron la primera puerta y si, en ese cuarto había una cama matrimonial, por lo que los otros tres iban a ser para los hijos que tuvieran, Rusia miro a Polonia, el cual empezó a temblar sin quitar la mirada de la cama frente a ellos.
—Feliks...—empezó a decir Rusia.
Polonia al escuchar ser llamado por Rusia lo volteo a ver con los ojos bien abiertos y sin dejar de temblar.
—¿Si?—pregunto un poco temeroso ahora sin mirarlo.
—Se que en unos días es tu celo porque me lo dijo Miroslaw—Rusia noto como eso solo hizo que Polonia temblara mas notoriamente— creo que mejor te encierras por unos días hasta que pase.
Polonia miro de nuevo a Rusia el cual se notaba incomodo al igual que el.
—Gracias ¿prometes no intentar nada malo mientras estoy encerrado pasando mi celo?
—Lo prometo, solo reúne todo lo que necesites y enciérrate en la habitación, puedo incluso mandar a llamar a Antonina o a Yekaterina si así lo requieres.
—Eso seria lindo de tu parte, gracias Iván—tal amabilidad hizo que las mejillas de Polonia se tiñeran de un leve tinte rosa.
—De nada, te di mi palabra de no forzarte y lo pienso cumplir.
Polonia solo sonrió un poco y se adentro junto a el para cambiarse de ropa por algo mas cómodo, y cuando estaban mas tranquilos con ese pequeño acuerdo los dos se acostaron a dormir en la misma cama, mas por el frio que por otra cosa.
Poco sabían ellos que la promesa de Rusia de no forzar a Polonia iba a durar tan poco. Pero tratemos de no adelantar los hechos.
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